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18 de febrero de 2011

El cuarteto inalcanzable (reedición)

(Reedición a pedido, de nota publicada originalmente el 11 de agosto de 2009)

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"Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leido"
(Jorge Luis Borges)

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José Trepat

Me rindo. Después de cuarenta años de persecución debo admitir que ya no podré dar alcance a estos cuatro “próceres” de las letras universales, o sea, leer completas sus obras cumbre.
James Joyce - Thomas Mann - Franz Kafka - Marcel Proust

Consuela pensar que a otros muchos miles de ávidos lectores en el mundo les ha pasado seguramente lo mismo, si bien es un hecho evidente que otros tantos sí lo han hecho, ya sea por tener una mayor capacidad intelectual, una voluntad más férrea, o por el placer que han hallado en abrirse camino a través de la densa prosa de James Joyce, Marcel Proust, Thomas Mann y Franz Kafka.

Pero pertenezco al grupo de quienes toman la lectura como un entretenimiento adictivo, que encuentran en los libros placer a la vez que fuente de conocimientos. Y que no se diga que no lo he intentado, porque hasta compré y tengo en la biblioteca (con excepción de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust) los voluminosos textos de Ulyses y La Montaña Mágica, y el también inacabado El Castillo.

Pero eso ocurrió hace 40 años, a una edad en que todo parecía ser posible, inclusive digerir estos títulos, considerados entre los máximos exponentes de la literatura del Siglo XX.

No es que la cantidad de páginas intimide porque poniendo como ejemplo La Guerra y la Paz, de Leon Tolstoi, y Los Miserables, de Víctor Hugo, el lector las pasa rápidamente cuando captan su interés, como ha sido mi caso. Lo mismo puedo decir de Archipiélago Gulag, de Alexander Solsenytsin, Dr Zhivago, de Boris Pasternak, o Viñas de Ira, de John Steinbeck.

Pero los Cuatro Jinetes del Apocalipsis para mi modesta mollera, que son el tema central de esta nota, constituyen una barrera infranqueable. Veamos por qué.

El primer intento que hice por adentrarme en el mundo de este cuarteto fue comenzar a leer El Castillo. Allí me encontré con un señor llamado K. que se esfuerza por llegar hasta las autoridades que gobiernan el pueblo al que ha venido a trabajar. Estas misteriosas autoridades están en un castillo al que K. no llega, y no llega, y no llega. En un determinado momento dije “Basta. Hasta aquí llego yo”. Kafka tampoco llegó porque murió antes de terminar el libro, cuya última oración está inconclusa. El tercio que leí me aburrió sobremanera. Lo siento.

En Ulyses, James Joyce, relata los avatares de su personaje principal, Leopoldo Bloom, durante UN SOLO día, el 16 de junio de 1904. Parece mucho. Si hasta el archiculto Jorge Luis Borges, después de leer el libro en su versión original en inglés, admitió que no se sentía capacitado para apreciar el infinito mundo del escritor irlandés. Mi interés por Ulyses llegó hasta la página 100 y allí está el marcador, que no se ha movido más.

Más adelante acometí con decisión La Montaña Mágica, de Thomas Mann, que narra la estancia de su protagonista principal, el joven Hans Castorp, en un sanatorio de los Alpes suizos al que inicialmente había llegado únicamente como visitante. El libro transita por la filosofía y reflexiones sobre temas variados. Pero la morosidad en la acción terminó con mi paciencia, y allí está, en el estante, esperando que alguien recorra sus páginas aún vírgenes.

Con respecto a Proust y En busca del tiempo perdido quedé apabullado al enterarme de que iban a ser trece volúmenes de reflexiones, pensamientos, recuerdos, etc etc.
Si entre quienes han llegado hasta aquí hay alguien que quiera explicar de que manera hay que leer estas obras para valorarlas en su justa medida, bienvenido sea. No están siendo cuestionadas sino que esto es más bien una admisión de cobardía y limitación intelectual.
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19 de julio de 2010

Mis cuatro niveles




José Trepat





Los visitantes que pasan por este blog –algunos raudamente- conocen ya mi afición por la literatura, así que de tanto en tanto se topan con notas de este tenor. Que le vamos a hacer! Cada uno dedica su tiempo libre a lo que más le apetece, cuando ello es posible y las obligaciones lo permiten.

Conviene puntualizar que la literatura no es mi profesión, sino mi afición, con todos los condicionantes que esto impone, es decir que los libros son para mí un entretenimiento sumamente placentero enfocado desde la óptica de un lector común, despojada de toda pretensión analítica de algún libro en particular.

Puedo decir que un libro me gustó mucho, poco o nada, pero nada más. Cada uno recorrerá sus páginas de acuerdo a sus apetencias en cuanto a autores o temas, y la conclusión será siempre subjetiva con los matices que le aporte cada individuo.

Se me ha ocurrido elaborar una división arbitraria de cuatro niveles que podrá ser compartida o no, pero que en el fondo tiene la pretensión de ser una guía pensada no para el lector avezado, sino para aquellas personas que todavía no se han decidido a trasponer el umbral que separa a libros y lectores potenciales.

Esta división de cuatro niveles la tengo asimilada de manera tal vez inconsciente pero nunca se me había ocurrido intentar una delimitación más o menos rigurosa pensando en el recorrido “lógico” de un lector en ciernes.

¿Qué quiero decir con esto? Que quien piense iniciarse como lector, cualquiera sea la edad, no tendría que hacerlo comenzando por el Ulises de James Joyce, porque puede suceder que en la página 10 jure por todos los santos que nunca más reincidirá. Que esto no se tome como peyorativo para Joyce, sino todo lo contrario, pues el Ulises, como otros que mencionaremos más adelante, está en el nivel cuatro de esta clasificación sui generis.

NIVEL UNO

No tengo ningún prurito en admitir que mis comienzos –en la preadolescencia- fueron los llamados bolsilibros o novelitas de kiosko, de pocas páginas, trama simple, lisa y llana, que en muy poco tiempo me llevaban hasta el final con el mínimo esfuerzo. No exigía pensar en lo que HABÍA QUERIDO DECIR un personaje determinado, sino en lo que DECÍA.

Mi preferencia eran los libritos de vaqueros, pero también incursioné en temas policiales, espionaje, guerra y, -en menor escala- la ciencia ficción. Estos libritos han desaparecido ya de los puestos de venta pero se encuentran en mercadillos y librerías “de viejos”. Fueron el primer peldaño. Para el público femenino descollaba Corín Tellado.

Luego un paso más adelante. Con más páginas y un poco más elaborados, transité por las aventuras de Tarzán, Robin Hood, la serie de Sandokán, Alejandro Dumas (Los tres mosqueteros, El conde Montecristo (libro excepcional), Mark Twin, con Las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, los libros de Julio Verne. Podríamos incluir también a Agatha Christie, etc, etc.

NIVEL DOS

En este nivel entran muchos de los llamados best-sellers, libros no difíciles de leer, con argumentos que atrapan al lector que busca pasar un momento agradable y al mismo tiempo aprender mucho sobre lugares, costumbres, conducta humana, trama ingeniosa con suspenso incluido y la posibilidad de hacer un importante acopio de vocablos, adjetivos, todo lo cual redunda a la postre en la posibilidad de expresarse mejor y sin errores ortográficos o gramaticales.

Este campo es muy vasto y como citar a cien autores como mínimo ocuparía mucho espacio y sería tedioso, daremos solo algunos ejemplos representativos. Los hombres van surgiendo de la memoria sin ningún orden preestablecido: Ken Follet, Stephen King, Henning Mankell, Robin Cook, Michael Chrichton, John Grisham, Matilde Asensi, Julia Navarro, Arturo Pérez-Reverte, Patricia Cornwell, Dan Brown, Isabel Allende, Wilbur Smith, Nora Roberts, Jorge Amado, admirables cuentos de Roberto Fontanarrosa , Horacio Quiroga, H.V.Lovecraft.

La lista sería interminable y hay muchos más que merecen estar. Cada uno agregará mentalmente el que se les ocurra.

NIVEL TRES

Aquí ubico a autores que califico como “importantes” cuya lectura requiere un mayor esfuerzo de concentración y sin urgencias por acabarlo. Estos libros nos enriquecerán grandemente y aprenderemos mucho sobre como funciona la mente humana. Algunos ejemplos: Paul Auster, Gabriel García Márquez, José Saramago, Italo Calvino, Milan Kundera, Sándor Marai, Miguel de Cervantes, Shakespeare, Fedor Dostoyevsky, Leon Tolstoi, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Umberto Eco, John Steinbeck, Oscar Wilde, Charles Dickens, Honorato de Balzac.

Quien lea esto dirá: “faltan éste, éste, éste…” y tendrá razón. Pero sería tedioso escribir 500 nombres.

NIVEL CUATRO

Aquí están los “pesados” y a mi me cuesta ponerles la mano encima. Lo he intentado con todos menos con Marcel Proust (En busca del tiempo perdido), quien en este selecto grupo está acompañado por James Joyce (Ulises), Thomas Mann (La montaña mágica), Franz Kafka (El proceso, El castillo, etc). Forzosamente tiene que haber más en el nivel cuatro, pero como me gusta moverme preferentemente en los niveles dos y tres, que alguien sugiera nombres si le place.

Parecía que esto iba a llevarme más tiempo, pero ya está.
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