Por
Javier Galarza
Estas líneas surgen
de un trabajo de taller. Se intenta pensar en algunos de los referentes de la
poesía argentina y en su consecuente interacción. Sin verdades absolutas ni
relativismos en boga. Abriendo pequeñas reflexiones para que sean completadas o
refutadas. Da igual. Pero abriendo. Pero pensando.
Cuántos cansados de
mentir se suicidan en cualquier verdad.
Antonio
Porchia
INTRO
Para
partir de algún lugar (de todo lugar hay que partir), tomamos los nombres de
algunos de nuestros grandes poetas y los agrupamos en torno al concepto de cuerpo (no necesariamente en la acepción
que le dan a la palabra Deleuze o Spinoza).
Entonces
pensamos a Alejandra Pizarnik como el
cuerpo suicidado.
A
Jacobo Fijman como el cuerpo marginado.
A
Miguel Ángel Bustos como el cuerpo
desaparecido.
A
Paco Urondo como el cuerpo revolucionario.
A
Juan L. Ortiz como el cuerpo místico.
A
Héctor Viel Temperley como el cuerpo
presente.
A
Nestor Perlongher como el cuerpo
transgresor.
Los
pensamos así para aprender a deshacernos de estas calificaciones. Para palpar
el acierto o el error.
JUAN
L. ORTÍZ
“Abierto es el
hablar del ateo, o más aún, de aquel que reservando al dios su lugar
absolutamente vacío, percibe”. (Gerard Pommier, La
excepción femenina)
La
percepción es algo que Juan L. Ortiz entendió como pocos. ¿Qué le decía ese paisaje,
en apariencia principal “argumento” de su obra? A contrapelo del naturalismo o de
la representación, ¿sería acaso esa Naturaleza la presencia tácita, lo que
exhausta de no decirse? Sí, mi amiga, estamos bien, pero tiemblo/ a
pesar de esas llamas dulces contra junio. ¿Está el poeta insinuando a cada
paso lo indecible de esos bosques, el heracliteo fluir del río o la tristeza
inlocalizable del ocaso? Cómo, si no, esa
sobre-presencia, o casi, que aún de lo invisible, / obsede, se aseguraría, / el
centro de la media tarde misma, / sobre qué olvido? / Lo lejano en lo más
próximo. El paisaje cotidiano narrado desde la extrañeza, la percepción pura (Rilke, la octava elegía),
la desprotección tornada hacia lo abierto
(Rilke tomado por Heidegger para la conferencia
¿Y para qué poetas?), el “yo es otro” (Rimbaud) del simbolismo de las
correspondencias (Baudelaire). Como el Rhin para Hölderlin, el horizonte
“sorprende los signos de los dioses”.Mas
amigo, qué otro infinito, allá, podría repetirme / y aun desdecirme/ en el
juego con un confín / que no sería / confín? “El poeta, un místico, una mujer, muestran
de tal modo, en esa elección del resguardo en la desprotección, de un
fundamento sin fondo, la región ideal donde el hablar presenta su acuerdo con
el goce de un Todo que se apoya sobre la Nada ”. (Gerard Pommier, La excepción femenina)
El
poema El Río propone un interesante
cambio en las preposiciones. Entre el primer y el segundo verso el poeta frente al río pasa a hablar desde el río. Esta inversión en las
preposiciones fue subrayada por una alumna durante una lectura comparativa
entre Juanele y Heidegger. Restos de expresionismo hacia el destello del ser en el lenguaje: Cuándo, cuándo, mi amiga, junto a las mismas bailarinas del fuego, /
cuándo, cuándo, el amor no tendrá frío?
NESTOR
PERLONGHER
La
poesía de Nestor Perlongher irrumpió en los años ochenta a contramarcha de las
escuelas imperantes y aún sigue fascinando y molestando por igual. Travestismo,
militancia activa en el frente de liberación homosexual, parodia de todo poder
(Canción de los nazis en Baviera) la
ayahuasca y hasta la Religión
del Santo Daime conforman un cuerpo
que deja la barrosa huella de su
paso. Durante su enfermedad terminal, Perlongher escribe otro estupendo poema
llamado El mal de sí: Detente muerte...
El
final, lejos de menguar su apuesta poética, da lugar para redoblarla: No es lo que falta, es lo que sobra, lo que
no duele. /Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas / lo que
desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera. Esta última apuesta
parece responder al “Poesía es lo que
usted está viendo” de Joaquín Gianuzzi. Frente a la mirada del ciudadano
medio Perlongher se permite brillar en el enchastre del cisne que se extingue,
ve junto al LSD y las plantas alucinógenas. La sobrenaturaleza que pedía Lezama Lima ya había logrado su aquelarre
semiótico en Abisinia Exibar o en El cadáver de la nación. Pero esta sobreapuesta de El chorreo de las iluminaciones da lugar a poemas como el
estremecedor Canción de la muerte en
bicicleta: Ahora que me estoy muriendo/
Ahora que me estoy muriendo, estribillo
que podría ser entendido hasta por un objetivista recalcitrante. ¿El
antitotalitarismo como la apertura del discurso? ¿Desmesura del cuerpo tornando
la apolínea queja melancólica en bacanal dionisíaca y final? ¿Objetivista
clausura de la mirada o expansión de las potencias del lenguaje, deriva
infinita del neobarroso?
HECTOR
VIEL TEMPERLEY
Pero una liebre un
pájaro una perra/ me miraron a los ojos al corazón al sexo/ como creo que sólo
me miró también el mar/ una madrugada de verano en que vagaba/ con una pistola
en el puño sin tener donde afeitarme escribe Héctor Viel Temperley en
Legión extranjera. Dueño de una
poesía de cuerpo presente: la masculinidad, el nadador, el hombre que se
desnuda bajo las estrellas del invierno;
Viel Temperley avanza silenciosamente hacia su mito. Pronto vendra Crawl (1982) con su estribillo Vengo de comulgar y estoy en éxtasis y
un final no menos sugerente: En confines
de tinta/ Me sacaba del odio. Queda para analizar la estética de Temperley
junto al imaginario de la película El
nadador (1968) ese hombre que emprende el retorno a su casa vacía nadando a
través de las piscinas de sus amigos, Voy
hacia lo que menos conocí en mi vida: mi cuerpo. También para Temperley el
cuerpo es pregunta y desafío. Al año siguiente aparece Hospital Británico y comienza la leyenda. Un libro escrito durante
la convalecencia de una operación de cerebro, calificado por el autor como esquirlas, donde los textos de toda su
obra retornan en forma profética junto a la confusa luz del final. El cuerpo del
nadador atraviesa toda su obra. Soy el
nadador, Señor, soy el hombre que nada. Brazada a brazada hasta que su
poesía atraviese el tiempo para encontrar en las décadas siguientes los
lectores que merece.
PACO
URONDO
Mi confianza se
apoya en el profundo desprecio/ por este mundo desgraciado. Le daré/ la vida
para que nada pueda seguir como está. Amor, aventura, coloquialismo,
inserción del tango; Urondo vivió una vida peligrosa que él mismo eligió: donde no vale la pena/ morir por ninguna
causa; / siento repugnancia o alivio. Su poética utiliza formas diferentes,
de la lírica inicial al coloquialismo con diversas estaciones de por medio. (El
poema Arijon y el libro Adolecer son ejemplo de ello). Puede
entenderse el gesto de Urondo como un todo revolucionario, no libre de épica.
¿Un cuerpo de acto cancelando la
rumiante inacción de la duda? Si ustedes
lo permiten,/ prefiero seguir viviendo./ Sin jactancias puedo decir /que la
vida es lo mejor que conozco.
Volveremos
sobre estos temas hacia el final de la nota.
ALEJANDRA
PIZARNIK
Hablo del lugar
donde se forman los cuerpos poéticos como una cesta llena de cadáveres de niñas- escribe Alejandra
Pizarnik. Esos cuerpos podrían ser la náufraga, la muchacha, el maniquí
desnudo, la dama pequeñísima. Es decir, los sujetos textuales que la poeta puso
a jugar en el poema. El cuerpo suicidado mide la brecha entre la demanda y la
imposibilidad de satisfacerla. Siguiendo una cita de Simone Weil en los diarios
de la autora el drama es que tener hambre
y comer son operaciones diferentes. El poeta en la estirpe de Rimbaud
concibe la revolución en términos absolutos: es la vida lo que hay que cambiar. Como escribe Artaud: la vida
está enferma. Desde este punto la poeta pregunta para qué ojos si aún no hay qué mirar.
MIGUEL
ANGEL BUSTOS
Miguel
Ángel Bustos suena profético. Pero no pretendemos hacer una lectura tendenciosa
o facilista. Puede leerse como se lee a Rimbaud, cerca del cual intuimos su
filiación literaria, pero con un pasado cercano que nos toca y nos duele. Durante
el encuentro surgen alusiones al formalismo ruso, junto al tema de la muerte del autor, textos de Barthes y
Foucault. Nos preguntamos si no sería cinismo o mala intención política leer a poetas
como Bustos o Paul Celan deshistorializándolos o sacándolos de contexto. El
cuerpo desaparecido dice por ausencia. Es otra forma de estar presente. Otra
forma de decir. Tuve que morir volver a
ustedes escribe el poeta y cuesta separar esos versos de la desaparición
física del poeta, el silencio posterior sobre su obra y la reciente reedición.
¿Cómo leemos versos como quiero probar un
cuerpo que no muera que no olvide. O caeré como un ángel de hierro con cien
muertos en las alas?
El
filósofo Alain Badiou contrapone la Anábasis
de Saint John Perse a la Anábasis de Paul
Celan. Compara la lírica con reminiscencias colonialistas de Perse con el texto
atravesado por el siglo XX en Celan. Bustos, como Celan o Kafka, es un artista
tocado por el siglo XX. De este lado del mundo. Con categorías de pensamiento
propias. Bien lo supo el poeta cuando partió por Latinoamérica para elaborar la
cosmogonía de El Himalaya o la moral de
los pájaros. Entre los poemas que permanecieron inéditos hasta la edición
de su obra completa, leemos El ángel de
la anunciación: Mi patria va muda/ oh
mi tierra no quiero que estés sola/ pero qué hago con mi ángel de la muerte. /
Pasea conmigo/ lee conmigo /ama lo que amo/ duerme a mi lado./ Si me quieres
así/ con las alas oscuras/ seguiré cantando./ Y cuando vivas/ te llevarás mi
ángel/ me iré en tu cuerpo.
JACOBO
FIJMAN
Yo quería jugar...
No hay cosa peor que
amar el cuerpo
le dijo Jacobo Fijman a Juan Jacobo Bajarlía. En el pensamiento del poeta, el
cuerpo se pierde en el amor o junto a la exaltación de la materia. A Jacobo
Fijman le prohibieron la entrada a la Biblioteca Nacional. Pasó gran parte de
sus días en el Hospital Borda (es probable que no tuviera otro lugar donde ir).
Luego de su muerte, la Biblioteca recuperó
su cuerpo, expulsado en vida, en formato de libro, higiénico y políticamente correcto. Ahora sí, apto para el consumo.
Toda mi carne mortal
recoge la blanca limosna del misterio. Fijman atraviesa cada libro de su
obra en un peregrinaje místico que culminará con Estrella de la mañana y los poemas póstumos. El itinerario del
despojo. El cuerpo marginado de quien reniega del mundo, de quién es negado
porque su sola presencia acusa o remuerde, es decir, recuerda al ciudadano
medio cuanto le cuesta desprenderse de eso tan poco que tampoco tiene. ¿Fijman
y su Gramática de estrellas fijas? Ánimos de pavor yacen en mis profundas
soledades. / No es el mismo silencio, no es la misma estrella.
PREGUNTAS
E INTERACCIONES. FINAL ABIERTO
Hubo
interacciones entre estos cuerpos. Bustos frecuentó a Pizarnik. Luego de un
intento de suicidio, conoció a Jacobo Fijman en el Borda. Se encontró con Paco
Urondo. Paco Urondo, a su vez, como muchos poetas de su generación viajó a
conocer y a reportear a Juan L. Ortiz. Escribió Arijon, estupendo poema contemplativo en la línea del entrerriano.
Juanele nunca dejó de ser un hombre comprometido con la revolución y su viaje a
la China maoista es un acontecimiento que incide en su visión del hombre y el
mundo, es allí donde nacen los formidables poemas de El junco y la corriente. ¿Puede calificarse de suicida el gesto de
Urondo al ingerir una cápsula de cianuro para no delatar a sus compañeros? ¿No
suena profético o visionario el mismo Urondo cuando escribe en su poema Algo: con tu muerte/ vendrá una nueva/ y desconocida vergüenza? ¿Resulta
paradójico pensar que la etérea poesía de Juan L. Ortiz conforma un tomo de más
de mil páginas y un kilo y medio de peso? ¿No logra Alejandra Pizarnik un
registro porno en el poema Sala de psicopatología que el neobarroso jamás llevó tan lejos?
Pizarnik parece ajena a cualquier revolución hasta que escribe: La noche soy yo y hemos perdido./ Así hablo
yo, cobardes / La noche ha caído y ya se ha pensado en todo. ¿Hay mayor
golpe que la voz de Juan L. Ortiz diciéndoles a sus colegas que no se cobijen
pues la poesía es la intemperie sin fin
o escribiendo, tras la muerte de García Lorca, oh poetas en la noche estúpida y cobarde? Perlongher durante su
enfermedad escribe un impensado homenaje a Viel Temperley, en el poema Estaño espanto: gemidos del doble en el rincón / que no se ve de el hospital /
(británico). ¿ No es Acaso revolucionario el gesto de Fijman cuando se
abraza a un policía y se presenta diciendo: Yo
soy el Cristo rojo? Hemos elegido a estos poetas, afortunadamente faltan
muchos otros para completar un pensamiento más amplio sobre la poesía argentina
y sus cuerpos.
Concluimos
estos apuntes con un poema del gran Edgar Bayley, contra todo congelamiento en
el lenguaje. Para no morir en cualquier verdad.
A
SER OTRO
he
venido a ser otro
a
ser el mismo
a
entrar salir a estar despierto
no
quiero eternizarme en una cara
en
un traspié canal en un cuidado
he
venido a ser otro
a
convertirme
en
cal en hoy en calle
en
mi enemigo
he
venido a mezclarme
a
estar parado
a
darme a ser a no mirarme
a
no decir ya está he terminado
he
venido a estar a empobrecerme
a
seguir con mi apuesta
entre
los hombres
he
venido a morir o no morir
enamorado
a
partirme en cielotierra
entre
dos pasos
habitando el desamor o la alabanza