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21.10.09

INGEBORG BACHMANN (PARTE II) POLITICA Y POEMA DE AMOR






nunca
pensé,
que a través del sudor de la piel
se me haría presente
el […] mundo.

El odio me ha enfermado,
me siento deformada, estos abscesos
me prohiben incluso mostrarme
junto a los hombres.


Mucha agua ha corrido bajo el puente desde aquel consejo de Rilke al joven Kappus: no escriba poemas de amor. Tal vez el existencialismo de Rilke guardara algo en común con el grito de Rimbaud: El amor es algo a reinventar, eso ya se sabe. Jean Bollak teoriza largamente acerca de algunos poemas de Bachmann como respuesta a composiciones de Paul CelanEl amor como una política.

(Amor: continente oscuro:

…Él alza el fetiche. La palabra se te olvida / Maderas dulces tocan un tambor oscuro / Contemplas fascinado el lugar de tu muerte… )

Poco antes de su muerte, el 5 de mayo de 1971, la periodista Helse Heiimester le pregunta a Ingeborg Bachmann: ¿El rol de la mujer actual es compatible con el amor?
Respuesta: Evidentemente no. El amor es una obra de arte y yo no creo que muchos hombres lo puedan realizar. Yo no sé si he logrado realizar el genio del amor. 
En otra ocasión, Ingeborg Bachmann se referirá a la imposibilidad del amor en el tipo de sociedad de masas. Pero lo que nos interesa plantear en estos textos es justamente eso: el poema de amor después de. Transcribimos a continuación un poema de Ingeborg Bachmann que parece responder sobradamente tal interrogante.


UNA ESPECIE DE PERDIDA

Usados en común: estaciones del año, libros y una música
Las llaves, los boles de té, la panera, sábanas y una cama.
Un ajuar de palabras, de gestos, traídos, empleados, gastados.
Un reglamento de casa observado. Dicho. Hecho. Y siempre alargada la mano.

De invierno, de un septeto vienés y de veranos me he enamorado.
De mapas, de un poblacho de montaña, de una playa y de una cama.
Con fechas he hecho un culto promesas he declarado irrevocables,
he adorado un algo y he sido devota delante de una nada.

(—de un periódico doblado, de las cenizas frías, del papel con un apunte)
impávida ante la religión, porque la iglesia era esta cama.

De la vista de un lago surgió mi pintura inagotable.
Desde el balcón había que saludar a los pueblos, mis vecinos.
Junto al fuego de la chimenea, en la seguridad, mi cabello tenía su color más intenso.
La llamada a la puerta era la alarma para mi alegría.

No te he perdido a ti,
sino al mundo.


Ingeborg Bachmann, Ultimos Poemas, Ediciones Hiperión, traducción de Cecilia Dreymuller y Concha García, 1999. 

Epígrafes: traducción de Breno Onetto, poemas pertenecientes a No sé de ningún mundo mejor.


Otras notas sobre la autora:



14.10.09

INGEBORG BACHMANN: UNA FORMA DE ARDER EN EL LENGUAJE




Quizás alguna vez me pueda reconocer

en una paloma, en una piedra rodante...
¡Solo falta una palabra! Como debo llamarme
sin existir en otro idioma
I.B.


Ingeborg Bachmann (1926—1973) sitúa el fin de su niñez el día en que presenció la entrada de las tropas de Hitler en Klagenfurt.
La historia enseña pero no tiene alumnos— escribirá.
Intima de Anna Ajmatova y Paul Celan (con quien compartió el grupo del 47, referente inevitable para quien escriba poesía después de las atrocidades del siglo XX), lectora crítica de los filósofos Martin Heidegger y Ludwig Wittgenstein, la poesía de I. B indaga al lenguaje desde los límites mismos del lenguaje. Como si al confesionalismo simbólico de Sylvia Plath uniera la indagación política (en verdad presente también en la obra de Plath), humana y filosófica.

El fascismo no empieza –afirma– con las primeras bombas que se tiran... Empieza en las relaciones entre las personas. El fascismo es lo primero en la relación entre un hombre y una mujer.

Bachmann nació en Austria ( acuden palabras para todos. Pero este idioma no lo entiendo. // He visto el país de la niebla / He comido el corazón de niebla) y murió en Roma, según se dice por haberse dormido con uno de sus sesenta Gitanes diarios encendidos.


Creo realmente en algo a lo que llamo ‘vendrá un día’. Y un día eso vendrá. Sí, es probable que no venga... y sin embargo, creo en ello. Si no pudiera creer más, tampoco podría escribir más



Indagar al lenguaje y sus (im)posibilidades fue uno de las tónicas del siglo XX. Queda pendiente la pregunta que popularizó la frase de Theodor Adorno.

Cómo se escribirá después de Awschitz o después del Proceso Militar. Después de los totalitarismos que asolaron el siglo XX, tal vez último espacio para las vanguardias.

El nuevo siglo ha nacido y aún persiste la pregunta.

Los últimos días de Ingeborg Bachman no fueron precisamente plácidos. Drogas (del Seconal al Nembutal), cierta popularidad extraña en un escritor de sus características, que en verdad no la ayudó demasiado, desengaños (no te he perdido a ti sino al mundo) y creatividad.

Luego del éxito de sus libros, entre los que se destaca Invocación a la Osa Mayor, Ingeborg Bachmann renunció a la poesía. Estos versos, dedicados a su íntima Anna Ajmátova, algo nos dicen:


Hacer sostenible una única frase

aguantar el ding dong de las palabras.

Nadie escriba esta frase que no la firme.


Y algo dicen también estos versos escritos para su venerada Nelly Sachs:

No aclara.


La palabra
sólo arrastrará
otras palabras,
la frase otras frases.
El mundo así quiere,
definitivamente,
imponerse,
quiere estar dicho ya.
No las digáis.

Y en un reportaje añade la siguiente declaración:

Sigo sabiendo poco de poemas, pero entre lo poco, está la sospecha. Sospecha de ti lo suficiente, sospecha de las palabras, de la lengua, me he dicho muchas veces, ahonda esta sospecha —para que un día quizás, pueda originarse algo nuevo— o que no se origine nada más.
Ese es el aún no de Bachmann que nos interpela en tanto escritores. Transcribimos el poema de su renuncia a la poesía, escrito no mucho antes de la fecha de su muerte.

NADA DE DELIKATESSEN

Ya nada me gusta.

¿Debo
ataviar una metáfora
con una flor de almendro?
¿crucificar la sintaxis
como un efecto de luz?
¿Quién se romperá la cabeza
con cosas tan superfluas—?

He aprendido a ser sensata
con las palabras que hay
(para la clase más baja)

hambre
deshonra
lágrimas
y
tinieblas.

Con los sollozos no depurados,
con la desesperación
(y desespero de desesperación)
por tanta miseria,
por el estado de los enfermos, el coste de la vida,
me las arreglaré.

No descuido la escritura,
sino a mí misma
Los otros lo saben,
dios lo sabe
qué hacer con las palabras.
Yo no soy mi asistente.

¿Debo
aprisionar un pensamiento
llevarlo a la iluminada celda de una frase?
¿Alimentar oídos y ojos
con bocados de palabras de primera?
¿Investigar la libido de una vocal,
averiguar el valor de amateur de nuestras consonantes?

¿Tengo que,
con la cabeza apedreada,
con el espasmo de escribir en esta mano
bajo la presión de trescientas noches
romper el papel,
barrer las urdidas óperas de palabras,
destruyendo así: yo tú y él ella lo

nosotros vosotros?

(Que sea. Que sean los otros.)

Mi parte, que se pierda.


Ingeborg Bachmann, ULTIMOS POEMAS. Ediciones Hiperión, traducción de Cecilia Dreymuller y Concha García, 1999

15.12.08

UN POEMA DE CADA LIBRO DE PAUL CELAN (VERSIONES DE PATRICIA GOLA)


Paul Celan sigue siendo el referente inevitable si hablamos de un lenguaje «tocado por el siglo», hablemos de Awschitz, como en su caso, o del proceso militar en la Argentina que acabó con «las mejores mentes de una generación».
No es que la poesía sea imposible después de Awschitsz.
Se trata del lenguaje: debe dar cuenta de esa herida, de todas las heridas.
En palabras de Alain Badiou: la elocuencia se torna obscena.
Sea como sea, a través de versos como estos, el poeta busca sus referentes.
En un idioma tocado por las atrocidades del siglo XX, por las vanguardias y por los movimientos políticos.
Se necesita una lengua que, sin olvidar el legado del último Hölderlin, se reformule desde sus trizamientos, sus costuras y suturas, dando cuenta de la trama simbólica que lo precede.
Por supuesto, no refiero a buscar la inspiración en poéticas ajenas, de haber tal cosa. Todo lenguaje debe ser puesto a prueba. Sea el de Ungaretti, el de Juan L. Ortiz, César Vallejo o el de cada poeta que dejó su marca en la trama simbólica.
Esa violencia contra el uso cristalizado del lenguaje que Lacan pedía a la poesía, la distancia entre un yo y un siempre imprecisos, dan lugar a esa palabra – tienda que cobija en la intemperie del mundo.
Hacia el claro, lo abierto.
Desde el ya no, al no es tiempo todavía.
Está en los poetas tratar con esa noche del mundo.
De
MOHN UND GEDACHTNIS
Amapola y memoria
(1.953)

PAISAJE

¡Ustedes, altos álamos —hombres de esta tierra!
¡Ustedes negros estanques de la Fortuna —ustedes los reflejan hasta en la muerte!

Te vi, hermana, parada en ese brillo.

De
VON SCHWELLE ZU SCHWELLE
De umbral en umbral
(1.955)

OJO DEL TIEMPO

Este es el ojo del tiempo:
mira de reojo
bajo la ceja de siete colores.
Su párpado es lavado por los fuegos,
su lágrima es vapor.

La estrella ciega vuelta a él
y se funde en la pestaña más ardiente;
hace calor en el mundo
y los muertos
brotan y florecen.


De SPRACHGITTER
Rejas del lenguaje
(1.959)

UNA MANO

La mesa de madera de las horas, con
el manjar de arroz y el vino
Se
calla, se come, se bebe.

Una mano que besé
alumbra las bocas.

De
DIE NIEMANDSROSE
La rosa de nadie
(1.963)

LA PALABRA DEL-IR-HACIA-LO-HONDO
que leímos. Los años, las palabras desde entonces.
Seguimos siendo eso.

Sabes, el espacio es infinito,
sabes, no necesitas volar,
sabes, lo que se escribió en tu ojo,
nos vuelve más profunda la profundidad.


De
ATEMWENDE
Cambio de aliento
(1.967)

ESTAR, a la sombra
de la llaga en el aire.

Estar-por-nadie-y-por-nada.
Desconocido
solamente
por ti.

Con todo lo que cabe dentro,
también sin
lenguaje


De FADENSONNEN
Filamentos solares
(1.968)

fuiste mi muerte:
sólo te tuve a ti
cuando todo se me iba.

De LICHTZWANG
Presión de luz
(1971)

RESTOS AUDIBLES, RESTOS VISIBLES, en
el dormitorio mil uno,

día y noche
la polca de los osos:

te reeducan

vuelves a ser
él.


De
SCHNEEPART
(1.971)

EL AÑO QUE IRRUMPIÓ
con la corteza de pan ilusorio
corrompiéndose.

Bebe
de mi boca.


De ZEITGEHOFT
Morada del tiempo
(1.976)

ESTUVO
la partícula de higo sobre tu labio,

estuvo
Jerusalén en torno nuestro,

estuvo
el claro aroma del pino
sobre el barco danés que agradecimos,

estuve
en ti.


Versiones de Patricia Gola, de Antología Poética, Paul Celan, Universidad Autónoma de Puebla, 1987 Prólogo de Michel Hamburger. Contratapa de Yves Bonnefoy.

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