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domingo, 27 de febrero de 2022

Tragaperras

 

Yo siempre había pensado que aquello era una leyenda urbana.

-Bah, eso son cuentos chinos -respondía incrédulo y mordaz cuando los colegas me decían que sí, que sí, que aquello era para verlo.

-Créetelo -insistían.

Como santo Tomás, hasta que no lo vi con mis ojos y lo sufrí en mis propias carnes no me lo creí del todo. Un día tras otro me dejaba una fortuna en la tragaperras y el que se llevaba la pasta era el chino cuando yo, harto de perder y cabreao como un chino, nunca mejor dicho, me alejaba de la máquina maldiciendo mi mala suerte y cagándome en los muertos pasados, presentes y futuros del cálculo de probabilidades.

Entonces el fulano aquel, que había esperado horas al final de la barra mareando la copa con esa paciencia oriental tan ponderada por los insulsos (la paciencia… pues como todo, según cómo y con quién), se acercaba despacioso a la máquina con esa sonrisilla cargante que tienen todos los amarillos y a la segunda o tercera jugada, clinc, clinc, clinc, clinc, el premio especial, las monedas cayendo en cascada en la bandeja metálica, la puta musiquilla sonando burlona en mis oídos, toda la peña de la barra mirándome con conmiseración y algunos hasta con desprecio.

Mucha casualidad lo del chino, ¿no?

No tuve paciencia para esperar a que me lo hiciera otra vez.

(De, "Hasta que la muerte nos separe", Eolas Ediciones, 2021)




lunes, 1 de julio de 2019

Error de cálculo


Pues a mí me parece que no es para tanto, que todo este escándalo está fuera de lugar.
Total, por un chino.
La verdad es que yo pensé que entre que son mil y pico de millones (una barbaridad de gente se mire por donde se mire) y que parecen todos iguales, uno menos no se iba a notar.
Pero ya veo que sí.

Foto: Weegee

domingo, 22 de abril de 2018

Por la boca...


Como a la gran mayoría de los que presumen de matones y perdonavidas se le ha ido la fuerza por la boca, nunca mejor dicho.
Día sí, día también, iba largando por ahí a quien quisiera escucharle que en cuanto me encontrara me iba a hacer no sé qué y no sé cuántos, que si esto, que si lo otro...
Unas amenazas espantosas, no os podéis figurar las barbaridades que soltaba por esa boquita.
Menudo fanfarrón.
Tuve que cerrársela para siempre con el bate de béisbol.
¿Se lo estaba buscando o no?

Foto: Weegee

lunes, 27 de noviembre de 2017

Editor


Para todos mis editores, con cariño. 
Nada personal.


Le mandé mi novela (cerca de 600 páginas, cuatro años de constante trabajo, un matrimonio roto…) con toda la ilusión del mundo.
Desde que se la entregué, va camino ya de año y medio, no ha hecho más que marear la perdiz forzándome a rehacer capítulos enteros por sus caprichosas insinuaciones, opinar y meter baza sobre los personajes, la trama, el estilo… 
¡Si hasta quería cambiarle el título!
Después de todo este tiempo dándome, en fin, lo que yo creí que eran fundadas esperanzas de publicación, me citó en su despacho y se burló inmisericorde:
-¿Tú tienes mucho tiempo libre, verdad? -preguntó, displicente y socarrón, señalando el mamotreto encima de su mesa.
-Y más que voy a tener a partir de ahora -contesté.
Con una frialdad que hasta a mí sorprendió, cogí el abrecartas de marfil de su mesa, se lo clavé en el corazón y corregí la trayectoria dos o tres veces.
Total, para lo que le servía.

miércoles, 30 de agosto de 2017

Francamente molesto


Era uno de esos tíos con repugnantes boqueras en las comisuras que escupen salivilla cuando hablan poniéndote perdido de minúsculos esputos y mala baba, igual que curas de sotana y sacristía repartiendo hisopazos al personal a diestro y siniestro.
Hasta hoy, cuando he sido yo quien le ha rociado de plomo a base de bien antes de que abriera la boca de nuevo e intentara besarme.
¡Qué asco!

Imagen: Weegee

domingo, 28 de mayo de 2017

Elección


Tenía ese pálpito insistente que nunca me ha fallado de cuando las cosas no van como debieran.
Cuando le pregunté si se veía con alguien se puso tensa de repente, rehuyéndome la mirada, intentando en vano y de manera burda cambiar de conversación.
Idéntica reacción, por cierto, a la de mi marido ante la misma pregunta.
A la vista de las respuestas, ya no me cupo duda del engaño. Y era evidente que algo tenía que hacer, no podía quedarme a verlas venir como una pánfila que no se entera de nada. De modo que sopesé mis opciones: o elegir a uno de los dos o deshacerme de ambos sorprendiéndolos juntos in fraganti y que vieran que yo no me chupo el dedo.
Y elegí.
Ahora Margarita y yo recordamos aquello riéndonos del cerdo adúltero.
Que hombres hay muchos, pero amigas…

lunes, 13 de marzo de 2017

Dislexia



La ley del talón… Ajo por ajo, frente por frente… Nunca es tarde si la picha es buena…

Con respecto a la primera, incluso afirmaba, rotundo y obstinado, que la había formulado Aquiles.

-El pelida, el de los pies ligeros -añadía, erudito y pedante a la violeta.

Pero que no se te ocurriera corregirle: se pillaba unos cabreos de cuidado, no puedes  imaginarte cómo se ponía de borde si le llevabas, aunque fuera mínimamente, la contraria.

Para ser consecuente con su defecto, lo acribillé con la navaja.

martes, 28 de febrero de 2017

El viudo


Desde que murió su mujer -y ya iba para tres años, hay qué ver cómo pasa el tiempo-, no había quien lo aguantara: esa faz macilenta, esa tristeza perruna, esas lágrimas como de plomo derretido…

-¡La echo tanto de menos! -sollozaba compungido, todo el santo día llorándome en el hombro, sorbiéndose los mocos y la pena, que me ponía la chaqueta perdida cada vez que me agarraba por banda.

Pues ya estará tranquilo.

Le hice la gracia de mandarlo con ella.

Que no he nacido yo para paño de lágrimas.

martes, 24 de enero de 2017

Ascensor


Diez años viéndonos todos los días a la misma hora y en el mismo sitio, y ni siquiera sabíamos el nombre del otro.
Los dos siempre con cara de sueño, de hastío, con un fastidio antiguo que arrugaba incluso los trajes.
No sabría decir por qué precisamente hoy, pero cuando ha vuelto a romper el silencio con el mismo y soporífero comentario que le llevo escuchando impasible todos estos años (“Está fresca la mañana, ¿eh, vecino?”), no he podido aguantarme más.
Antes de llegar al garaje, su cuerpo exánime se me escurría de las manos después de estrangularlo.
Lo llevé a rastras hasta el trastero (a esas horas no hay nunca nadie por allí) y lo metí en el congelador.
Debajo de las bandejas de las verduras y los chuletones.
Para que estuviera tan fresquito como sus puñeteras mañanitas.

jueves, 19 de enero de 2017

Taxista


Lo que no se puede es estar siempre tentando a la suerte a base de cobrar suplementos ficticios y abusivos a los pasajeros.
O llevarlos a su destino dándoles vueltas y más vueltas innecesarias para incrementar la tarifa hasta casi rozar el timo, cuando no la estafa.
Yo sólo pago lo que marca el taxímetro por la ruta más corta posible.
Ni un duro de más.
Y me importa un bledo si este era el justo y los demás los pecadores.

Imagen: Weegee

sábado, 10 de diciembre de 2016

Papeles



Escupiendo su desprecio con ese tono suyo tan humillante me dijo sudaca, me dijo negrata, me dijo moraco…

Y yo allí, aguantando el chaparrón de sus ultrajes porque no tenía papeles.

Hasta que me llamó foráneo.

Aquello fue superior a mis fuerzas.

No tuve más remedio que estamparle en el cráneo el pisapapeles de bronce con forma de globo terráqueo.

Ya verás como ahora me empapelan.