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miércoles, 30 de abril de 2014

"La muerte oculta"

Ayer por la mañana recibí en mi buzón La muerte oculta (Vitela, Sevilla, 2014), el nuevo libro publicado de Javier Sánchez Menéndez. En rigor habría que decir último más que nuevo, pues la primera edición fue editada en la colección "Arca" del Ateneo de Córdoba en 1996.
Pero en esta ocasión, además de algún poema no incluido entonces, hay que hacer mención también de una nota aclaratoria del autor, del prólogo de Antonio Colinas y del epílogo de Tomás Rodríguez Reyes, dos compinches del autor conocidos por su rigor y buen hacer en el territorio poético.
Me siento afortunado de que Javier me tenga en el recuerdo a la hora de enviarme estos tesoros preñados de poesía y afecto.
Lo he abierto con emoción y el azar me ha proporcionado este poema que comparto con vosotros:

La siembra
Te han dejado dormir este noviembre,
cuando comienza la siembra de los brotes,
cuando el invierno ajeno a los espacios
pasea por este sitio
y me aguarda en las noches de los sueños.

Quién ha podido hacer tu soledad
si sientes en el pecho la fuerza de los gozos
y la lluvia penetra en finos manantiales
mientras me encuentro solo
soportando el aire.

Cierro los ojos y veo pasar el agua,
los cabellos mojados como flores
y los pájaros tiemblan en cornisas
si las sombras del mundo se detienen
a contemplar el sueño interminable.

Quiero que llegue pronto la estación de las hojas,
la que pudre los verdes racimos del sendero.

Mañana, jueves 1 de mayo, en la Feria del Libro de Huelva, el autor estará firmando ejemplares tanto de La muerte oculta, como de su reciente antología Por complacer a mis superirores o El violín mojado.

A la vista de este poema, yo aprovecharía la ocasión e intentaría no perdérmelo.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Baroja, por Marchamalo y Santos



Desde hace unos años (fue en un noviembre lluvioso, recuerdo, nuestro primer encuentro) tengo la fortuna de gozar de la amistad y el aprecio de Jesús Marchamalo. Él suele hacer visible ese afecto con preciosas muestras impresas de su pasión por los libros y su adoración por las palabras: un nuevo exlibris, un pequeño volumen con alguna conferencia o artículo, algún folleto u opúsculo, una viajera postal, algún imprevisto collage…

Todos los años, en estas fechas festivas, y siempre en colaboración con alguno de sus múltiples amigos artistas, tiene la sana costumbre de realizar pequeñas ediciones para enviar a sus amigos cuando menos se lo esperan.

Y si el año pasado lo que llegó a mi buzón fue la obra original de la artista Mónica Gutiérrez Serna, Un dólar para Zelda (una gruesa cartulina impresa con las efigies de Scott Fitzgerald y Zelda con un dólar de plata incrustado en ella -“Para que vayas al cine”, me decía Jesús en la nota que lo acompañaba-), este año es un delicioso librito de apenas cuarenta páginas, Retrato de Baroja con abrigo, hermoseado con unos magníficos grabados de Antonio Santos, que acaba de publicar Nørdica libros.

Mi ejemplar de ese Retrato… está firmado por ambos y signado con el número 43, número primo donde los haya.

Por cierto, que se da la feliz coincidencia de que si Baroja aún viviera, hoy, día de los Santos Inocentes, Pío Inocencio, que tal era el nombre con que lo cristianaron, hubiera cumplido la respetable cantidad de 141 años, número capicúa donde también los haya.

Un regalo de reyes anticipado de ese rey de la amistad que es Jesús Marchamalo. Ya le hecho un hueco entre Bocadillos de delfín, Tocar los libros, El don de la impaciencia, Palabras en el Bosque, No hay adverbio que te venga bien, Viaje a Vasconcelos… 
Y etcétera etcétera.

Por lo demás, Jesús es también arquero y, como a mí, le gustan los sombreros, qué le vamos a hacer.

¡Gracias, Jesús!

jueves, 28 de noviembre de 2013

Cernuda y las nubes en la Antigua Imprenta Sur


Hace unos días recibí en mi buzón, fruto de la generosidad de Javier La Beira, director de la “Biblioteca del 27” de Málaga, los dos libros que aparecen en la imagen: un hermoso tratado poético sobre las nubes (Ángeles errantes. Las nubes en el cielo poético español), y un homenaje poético a Luis Cernuda en el 50 aniversario de su muerte (A Cernuda, con unas violetas). Ambos signados, respectivamente con los números 10 y 11  de la colección Cazador de nubes.

Si siempre es motivo de alegría que los amigos se acuerden de uno y recibir libros de su mano, en este caso se suma al alborozo libresco que esos volúmenes hayan sido impresos en una imprenta que tiene lazos indelebles con un momento de oro en las letras españolas, la llamada “Generación del 27”. Me estoy refiriendo a la Antigua Imprenta Sur, la mítica imprenta que fundaron Emilio Prados y Manuel Altolaguirre en 1925, actualmente en el "Centro Cultural de la Generación del 27" de Málaga. Seguramente sea una de las pocas en España que aún componen sus publicaciones en tipografía. Recuerdo con mucha emoción mi visita a la misma guiado por y en compañía de José Antonio Mesa Toré y el propio Javier La Beira hace apenas tres años y donde conocí al maestro impresor José Andrade, guardián de tan hermoso legado. Durante un tiempo, sus planchas han estado acumulando polvo y desasosiego, en punto muerto y con riesgo de “calarse” del todo, como si dijéramos. Afortunadamente, las “minervas” han vuelto a tomar impulso y levantar el vuelo con estos dos hermosos volúmenes para contento de los lectores y amantes de las cosas bien hechas.

Una gran noticia.
Gracias, Javier y José Antonio. Y viceversa.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Semana zaragozana con interludio extremeño pasando por Barcelona y epílogo londinense, o vivan las madres que parieron a mis amigos


Queridas amigas, queridos todos:

El abajo firmante se complace en comunicaros que esta ha sido una semana muy feliz para él, período temporal que paso a detallaros. Ya desde el mismo lunes, el día más inapetente y elástico de la semana, mi buzón empezó a esbozar una sonrisa con lo que iba engullendo por su boca. Juntos y en comandita llegaron de la mano un magnífico catálogo, Rostros/Retratos. Del pasado al futuro, editado por las Cortes de Aragón, y exquisitamente adobado con textos de amigos tan queridos como Cristina Grande, Eva Puyó, Aloma Rodríguez o Ismael Grasa. Una exposición y catálogo al cuidado de Manuel García Guatas y Fernando Sanmartín, quien también firma uno de los textos y responsable de que haya llegado hasta mí. Tapa dura, papel satinado, cuatro tintas… Una joya. La exposición puede verse durante noviembre/diciembre en el Palacio de la Aljafería de Zaragoza.

Pues tal joya llegó de la mano, decía, de Aquellos días de luz y palabras (Sabara narrativa), la última novela de Víctor Juan Borroy (¡qué ganas tengo de conocerle personalmente!). Víctor, además de profesor universitario, y de Caspe, circunstancia de la que presume a la menor ocasión, y hace bien, es el entusiasta director del Museo Pedagógico de Aragón, con sede en Huesca, desde donde organiza y difunde diversas actividades relacionadas con la historia de la pedagogía. Otras virtudes que lo adornan son la lealtad para con los amigos, su pasión por el Real Zaragoza y su estampa de jinete. El universo equino y el arte de la hípica no tienen secretos para él. Existen unos vídeos en youtube (1) y (2) donde su pericia, al tiempo que naturalidad, en la monta de su yegua -"Zaragoza", of course- es más que patente. Según un extendido rumor en el mundillo de los establos, Lester Piggott, el legendario jockey inglés, atesora esos vídeos entre sus favoritos. Algunos afirman que los proyectan en pantalla gigante en el hipódromo de Ascot en los instantes previos a la famosa carrera para disfrute de los asistentes. Cuando acaba el visionado, un tremolar y revuelo de pamelas a cual más extravagante, que las distinguidas damas asistentes lanzan al aire en fervoroso homenaje a tan excelso centauro, se enseñorea del cielo inglés tiñéndolo de color. Los organizadores del Derby de Epsom y el Grand National han copiado también la idea.

Como regalo añadido desde las tierras mañas, Miguel Mena, otro magnífico escritor, locutor en la SER, ciclista y viajero, me anuncia el inminente envío de su último libro, Micromemoria, que acaba de aparecer en la colección “Papeles de Trasmoz” de la editorial Olifante.

Y Emilio Pedro Gómez, otro impenitente escritor y viajero, compinche de “me acuerdos”, me envía a través del correo electrónico un hermoso poema dedicado a otro pintor zaragozano: Ignacio Fortún, quien tuvo la generosidad de cederme sus pinturas para ilustrar las entradas de mi “cosecha del 59”.

El martes, y también desde Zaragoza, vía Cáceres, vía “Librería El Buscón”, vía Chema Cumbreño -que no se me olvide pagárselo- llegó hasta mí el tan esperado Por qué escribo (Xordica), recopilación de artículos de Félix Romeo, de quien acaban de cumplirse dos años de su temprana e injusta desaparición. No, desaparición no; de su muerte, porque el recuerdo de Félix no desaparecerá nunca de la memoria de sus lectores y amigos. Una espléndida edición -por cierto, con una divertida y atrayente portada del Colectivo Anguila con ese Félix en pantalón pirata y tapándose un ojo- preparada con mimo por los arriba citados Ismael y Eva.

El miércoles estuve, gracias a un vídeo grabado por Víctor Juan, que también hace sus pinitos con la cámara, en el Hotel Reino de Aragón: la peña zaragocista “Los Aupas” impuso su insignia de oro y brillantes en el augusto pecho del gran Pepe Melero (escritor, bibliófilo que lee, cantor de jotas…), acompañado para la ocasión por Yolanda, su sufrida mujer, y un nutrido grupo de amigos. Elegantón y bizarro, tierno y dicharachero, se marcó un discurso en el que siempre parecía a punto de acabar para empezar de una vez con la pitanza, pero al que sumaba de repente otro recuerdo, otra cita, otra anécdota más para contento del respetable, que se aguantaba de buen grado las ganas de hincarle el diente a las, a buen seguro, apetitosas viandas. En lo de la bebida no me meto porque no tengo datos fidedignos, aunque sospecho, y espero, que correría con abundancia y salero, como es de ley en este tipo de eventos. Antón Castro escribió para la ocasión un texto precioso.  También aparecieron por allí Luis Alegre (por favor, por favor, que alguien me regale, o me consiga -estoy dispuesto a pagar-, su Besos robados. Pasiones de cine, Xordica, 1994), y, por sorpresa, David Trueba, quien acaba de estrenar Vivir es fácil con los ojos cerrados, su última película. Film (¿habéis visto con que soltura he soslayado la repetición del término para evitar la cacofonía?) en el que Melero debuta en la gran pantalla dando comienzo a su rutilante carrera de actor interpretando, con perfecta dicción, a un locutor de telediario en blanco y negro. Yo ya he apostado por él como Mejor Actor Revelación en los próximos Premios Goya. Señores académicos, por favor, al loro, no vayan a cagarla.

Una distinción, la de la insignia digo, más que merecida, no me cabe duda; y es que si hay algún recalcitrante zaragocista que se precie, ese es Pepe Melero. Decir que sería el paradigma del forofo no le haría justicia del todo. Tengo entendido que, esté en el palco o en la grada, ante decisiones arbitrales contrarias a los intereses del equipo de su alma, puede llegar a perder los papeles y las formas de manera lamentable al tiempo que su aparato fonador emite expresiones altamente desagradables con el estamento federativo futbolístico y el contubernio madrileño-catalán, amén de poco corteses con las progenitoras de los señores colegiados. O se es forofo o no se es, di que sí, Pepe; desde el gran cariño que sabes que te tengo, te lo digo. Enhorabuena, amigo.

Como yo a los tres días me canso de casi todo -soy más de semana inglesa que bíblica, soy más siestero que estajanovista- no he esperado hasta el domingo para tomarme un respirito, que nunca viene mal. ¡Qué coño, viene de puta madre! Así que ayer jueves, gracias a la invitación de mi amigo Antonio Reseco, un tipo estupendo que parece salido de Eton o Cambridge, tales son su elegancia e ironía, cogí el coche y me planté en el Taller Literario de Cabeza del Buey, en la comarca pacense de la Serena -¡larga vida a esa maravillosa torta de queso, excelso bocado manjar de dioses, que hacen por allí¡-, y que él imparte todas las semanas a un grupo de entusiastas por las letras.

Antonio y yo, un poco acongojados ante la abrumadora presencia femenina -yo creo que me llevó de refuerzo para no sentirse tan en desventaja; ellas eran siete y nos tenían rodeados-, hicimos lo que buenamente pudimos. Al final pasamos un rato estupendo hablando de literatura y compartiendo textos, experiencias, comentarios y risas. Actividad esta última que, a lo que parece, resulta ser muy saludable pues mueve no sé cuántos músculos -muchos, en todo caso-  tanto en el cuerpo como en el ánimo.

En el buzón del viernes, un sobre verde de Correos con dos ejemplares de la revista “Quimera” del pasado octubre dedicado a la poesía española de los últimos treinta y cinco años, y dos separatas de Cuadernos Hispanoamericanos del pasado mes de mayo (La luz perpetua. Siete notas sobre Ángel Campos Pámpano), firmadas por Álex Chico -no perderse su último libro Un lugar para nadie (de la luna libros)- acerca de la poesía de mi maestro y amigo de quien dentro de unos días se cumplen cinco años de su muerte. Como la de Félix Romeo, también temprana e injusta.

Tras recuperarme del gozo, enciendo el ordenador, abro el blog, pincho en su enlace, y me encuentro con esta maravillosa “corónica” -no es una errata, es así a propósito- del gran Eduardo Moga comentando mi reciente Manga por hombro (La Isla de Siltolá) y nuestro último y caluroso encuentro en Mérida. Moga, que ya era un gentleman de por sí, se ha marchado a vivir a la pérfida Albión en pos de su amor. Con un poco de tiempo, y como se descuiden un pelo, es capaz de que los ingleses, esos hijos de la Gran Bretaña, le nombren Sir. O Lord de algo, que tampoco está mal. Pero el caso es que me lo imagino arrodillado ante su graciosa majestad mientras ésta le posa el espadón sobre los hombros y me entra la risa floja. Thanks, Eduardo.

¿Comprendéis ahora mi contento y felicidad? Claro, diréis: con amigos así alrededor cualquiera lo estaría también. Así que también intuiréis que si tuviera que darles las gracias uno a uno por todo lo bueno que me dan, me saldría otro texto casi tan largo y prolijo como este con cada uno de ellos. Y tampoco es plan. Como bien dicen los ingleses, time is gold.

Remato la semana laboral con una excelente clase de tango entre compases de Pugliese, Di Sarli, Fresedo y D´Arienzo.

Corto ya, que se me caen las lagrimillas de la felicidad que me embarga.
 


miércoles, 13 de noviembre de 2013

"Suroeste" en Lisboa



Recibo, por dos cauces diferentes, la espléndida noticia de la presentación del nº 3 de Suroeste. Revista de literaturas ibéricas. Y digo espléndida, porque tras el número anterior, y al albur de la maldita crisis, planeó sobre sus páginas el fantasma de la desaparición. La suma de un nuevo impulsor -la Fundación Ortega Muñoz- a quien ya la sustentaba desde sus inicios -la Editora Regional deExtremadura- ha permitido que siga publicándose para contento de los lectores. Y para engrandecimiento de la cultura en toda la península.

Dirigida por Antonio Sáez Delgado, uno de nuestros lusistas más destacados, amén de poeta, traductor, ensayista, antólogo y profesor universitario, Suroeste, en su empeño por hacer visible la diversidad de voces que nos adornan, pretende servir como punto de diálogo y unión entre todas las literaturas peninsulares en sus diferentes lenguas, para lo cual publica textos (poesía, narrativa, ensayo y crítica) inéditos y sin traducciones.

Este próximo viernes 15, a las 18.30, hora portuguesa, el propio Antonio Sáez, junto a José Antonio Agúndez García, la presentan en la bella Lisboa, en la Livraria Assírio&Alvim (Pátio Siza - Rua Garrett, 10, Chiado).

Mantiene este número, como no podía ser menos, tanto ese espíritu de concordia ya citado como la calidad literaria con un elenco de colaboradores para quitarse el sombrero, chapéu en portugués. Entre ellos, amigos por los que siento un afecto sin desmayo (¡qué alegría encontrar entre sus páginas a mis queridos Jesús García Calderón y Fernando Sanmartín, a Rafael Fombellida, Jesús Aguado, Carlos Alcorta o Antonio Méndez Rubio!), bastantes más leídos con gusto y provecho (Trapiello, Peixoto, Almuzara, Moreno, Piquero, Cabrera, Santamaría...) y otros desconocidos aún por mí, quiero decir, no leídos, pero cuyo talento literario está más que contrastado.

Esta tercera entrega cuenta con los siguientes colaboradores: Carlos Alcorta, Javier Almuzara, Mário Avelar, A.M. Pires Cabral, Yolanda Castaño, António Carlos Cortéz, Gastão Cruz, Rafael Fombellida, Patricia Gonzalo de Jesús, Fermín Herrero, Antón Marín Estrada, Antonio Moreno, Lorenzo Oliván, José Luis Piquero, Alberto Santamaría, Andrés Trapiello, Jesús García Calderón, Lídia Jorge, José Luís Peixoto, Marina Perezagua, Manuel da Silva Ramos, Fernando Sanmartín, Joan Todó, Miguel Viqueira, Jesús Aguado, Antonio Cabrera, Nuno Matos Duarte, Odete Jubilado, Tania Martínez y Antonio Méndez Rubio, así como una extensa entrevista con el poeta y traductor portugués José Bento.

En la sección Escaparate de libros, recensiones sobre obras de Nuno Júdice, Abraham Gragera, Jorge de Sena o José Carlos Mainer, entre otros, a cargo de Miguel Filipe M., António Cândido Franco, Miguel Ángel Lama y Martín López-Vega. Toda una garantía crítica.

Por si esto fuera poco, Suroeste ofrece también a los lectores el regalo añadido de dos elegantes separatas originales de Ana Bezelga y Mario Espliego.

La revista es distribuida en España y Portugal a través de librerías especializadas.