Hoy han llegado hasta mi buzón estos "Gusanos de seda", de José María Jurado García-Posada. Casi lo daba por perdido porque desde que José María me anunció su envío han pasado más días de los razonables para un servicio de Correos que se precie de tal. Pero bueno, nunca es tarde si la dicha es buena.
Y en este caso lo es, estoy seguro. Tengo la costumbre de abrir los libros por primera vez por donde el azar decida; y el azar ha querido que lo abriera por la página 26 en la que me encuentro este hermoso poema que habla de la ciudad que más amo:
Lisboa antiga
Miro
girar los tranvías
sobre
la curva amplia
de
la calle
esmaltada
de luz y ropa blanca.
Algo
gira en el alma al mismo tiempo:
un
puñal amarillo de tristeza.
Y
sube a la garganta y a los ojos
esa
lenta nostalgia de haber sido
y
no volver a ser,
que
no es la muerte
sino
algo más o menos parecido.
Todo
es tan claro ahora,
mientras
gira el tranvía junto a los azulejos
y
la vieja fachada del café,
como
el reflejo
de
ese heterónimo viejo
que
ves y ya no ves.
Foto tranvía: Francisco M. Rodríguez Cordero