jueves, 31 de enero de 2013

Alberto de Lacerda en Badajoz


Hará cosa de un mes (día arriba, día abajo) recibí en mi buzón un sobre con membrete de la Embajada Española en Lisboa. Tate, me dije. ¿Qué has hecho ahora, Elías?, me dije. Más que nada porque recibir un sobre oficial en casa suele ser para echarse a temblar; aunque la última vez que estuve en Lisboa fue para bailar el tango y no creo yo que, por mal que lo hiciera, sea esto motivo para que meses después tuviera que reprenderme nuestra representación diplomática en la capital lusa. En realidad, no había nada que temer, no iban por ahí los tiros: dentro del sobre venía un precioso libro de poemas (“El encantamiento-Antología poética”, Olifante, 2012) de un poeta portugués del que hasta entonces no había oído hablar: Alberto de Lacerda. Me lo enviaba Luis María Marina (Cáceres, 1978), consejero cultural en dicha embajada, poeta él mismo, y traductor del libro y a quien aún no tengo el gusto de conocer. Algo que si el tiempo y la autoridad no lo impiden tendrá remedio en unas horas, porque esta tarde a las 20:30 se presenta dicho libro en el MEIAC de Badajoz y tengo la intención de plantarme allí para darle un abrazo agradecido.

Oficiará de maestro de ceremonias Antonio Sáez Delgado, también, sí, fíjate tú qué casualidad, poeta, traductor y ensayista, quien acaba de publicar su espléndido “Yo menos yo” en la colección Luna de Poniente, de la editorial de la luna libros.

Quienes tengáis la posibilidad no dejéis de asistir; saldremos de allí más sabios, no me cabe duda.

Os dejo con uno de los poemas en su lengua original y la correspondiente traducción de nuestro joven diplomático:

Scherzo

A fuga e o regresso das palabras
o ir e vir dos barcos os meus tombos
os meus sonhos as famílias mortas
o rei deposto
e eu –
o príncipe vendido
à luz do dia

*********** 

La fuga y el regreso de las palabras
el vaivén de los barcos mis tumbos
mis sueños las familias muertas
el rey depuesto
y yo –
el príncipe vendido
a la luz del día

(De “Palacio”, 1961)


miércoles, 30 de enero de 2013

Saberes y sabores


Supe del sabor de las cerezas

sin saber de la hermosura de su árbol.

martes, 29 de enero de 2013

Paisanaje (21) Agustín


Un sinsustancia, un pichafloja, un quiero y no puedo, un mierda de lechuguino, un capullo integral se mirara por donde se mirase y por mu temprano que se levantara, es lo que era el Agustín. ¡Menudo prenda!
Había heredao la casona donde vivía de su abuelo Camilo, coronel de Caballería en la guerra de Cuba, de donde tuvo que salir por patas y con el rabo entre las piernas ante el empuje feroz de los mambises. Y lo que son las cosas de la milicia, absurdas como pocas, que no hay cristiano que las entienda, con otra condecoración luciendo garbosa en la pechera del uniforme de gala. Según el acta de concesión de la quincalla honorífica, “Gracias a la astucia y valentía demostradas en el campo del honor con un repliegue táctico perfectamente ejecutado”. Sí, sí, táctico; ya, ya, repliegue; más bien, diría yo, una desbandá a toa leche al grito de “marica el último” y manchándose de marrón los pantalones, yéndose de barilla pero bien, que los quintos le temían más a los machetes indígenas que a tormenta de verano en descampao.
Una panoplia comía de carcoma con un sable oxidao, un fajín descolorío con borlones colgando y un sombrero de guano (“conquistao a los rebeldes desagradecíos con la Madre Patria” dejó escrito el Camilo en el informe del desastre, y que fue lo único que pudo conservar en la huida) a modo de prefacio o peana, escoltada por un horrendo loro de cerámica esmaltá producto de algún artesano con lobotomía y un toro de fieltro con banderillas con los colores de la “enseña nacional”, destacaba encima de la chimenea y debajo de un cuadro donde campaba a sus anchas el retrato del abuelo (la expresión feroz, altivo y seco, un mostachón espinoso camino de unirse con las patillas de hacha, la mano izquierda descansando sobre el sable apoyado en el suelo, tocado de gala bajo el sobaquillo de la diestra…) con mucho marco barroco, churrigueresco incluso. Y nunca mejor dicho lo de a sus anchas: porque un hipopótamo con bulimia, una ballena varada en la playa, una mole informe y grasienta parecía el tal Camilo embutío en el uniforme de gala. Como pa verlo desnudo, tú: te cagas en las bragas. Y eso que el artista del pincel se aplicó a base de bien con todo su talento (tampoco mucho, no te vayas a creer que el pintamonas era un Goya o un Velázquez) en estilizar la figura sin desmerecer demasiado del modelo.
Pobrecito del jamelgo donde el Camilo asentara las posaderas. Me lo imagino sable en ristre  cargando a galope tendido en las llanuras de Balaclava o asaltando Aqaba por la retaguardia con las tropas a camello de Lawrence de Arabia y me entran ganas de llorar a moco tendío por el sufrimiento de aquellos pobres animales. Aparte de que llegaba el último, fijo. Y no digamos ya en un bohío o en un pantano y “con el machete en la mano”, que dice el son montuno. Impensable, vamos. Sólo subirse a la grupa de la montura suponía casi una obra de ingeniería, un temerario desafío a las reglas más simples de la hípica y una afrenta escandalosa a la ley de la gravedad: escabel de tres peldaños, dos ayudantes al lao tirándole p´arriba de los sobacos y algún pobre desgraciao penando arresto que le empujaba el trasero a dos manos y aun con el hombro y castigando lumbares. Sin contar al que luchaba por sujetar como podía al equino, que ponía poco de su parte tratando de impedir a toda costa el castigo con galones que se le venía encima, intentando evitar que aquella masa amorfa, que aquella amenazante presencia en traje de faena, mas con tratamiento de usía, le partiera el espinazo de una sentada.
Entre el jolgorio por lo bajini de los ociosos y francos de servicio, convalecientes de pega, escaqueaos varios o cocineros echándose un cigarrito antes de ponerse con las perolas del rancho… sujetos que contemplaban la escena en plan vodevil sentaos a la sombra de las palmeras abanicándose ricamente con el paypay de jipijapa y dándole con alegría al ron viejo, el sargento de semana, tal que patrón de cofradía ordenando a los nazarenos la maniobra de izar el paso de su devoción, tal que capataz del carbón azuzando a los mineros, tal que cómitre sin alma largando látigo contra los galeotes, arengaba a los implicados en la faena tratando de infundirles arrojo para llevar a feliz término el ingrato cometido, aunque, y esto estaba más claro que el agua, con un cierto recochineo en la voz de mando:
-Atención, tropa: a la de una, a la de dos, y a la de tres. ¡Aaaarriba con él, mis valientes! ¡Semanita de permiso y un vale pa ir de putas si sale a la primera! -se regodeaba el suboficial de los pobres quintos. ¡Qué espabilao, el sargento! Más pieles que un lagarto tenía el chusquero. Engolosinaba a los soldaos con las piruletas del premio cuando bien sabía él que aquello era misión imposible, que la infame maniobra ecuestre no iba a salir a la primera ni a tiros.
Como sísifos modernos, a modo de atlantes tristones sosteniendo su pesada y eterna carga, igualito que picapedreros con perpetua de trabajos forzados -como si no tuvieran ya bastante con lo suyo de común-, los cuatro “edecanes” acababan tan reventaos tras los múltiples intentos para consumar la hazaña que, ya se ha dicho, nunca salía a la primera (-Hay que joderse, me cago en mi estampa, a tomar por culo el permiso y el polvete gratis-, maldecían su perra suerte los soldaos), que era ley no escrita, mas seguida a rajatabla, el ser rebajaos durante el resto del día de cualquier otro servicio con o sin armas. Y con pase pernocta y barra libre en la cantina para ahogar las penas y ver de reponer las sales y calorías perdidas en el suceso. O permiso para irse a la piltra a voluntad. Al arrestao, además, se le descontaban días de la pena, proporcionales, a criterio del chusquero, con el esfuerzo y entusiasmo empleaos en la penosa tarea, que tampoco hay porqué ensañarse más de lo que dicta el ya de por sí duro reglamento disciplinario de la milicia. Casos hubo (están documentaos en informes oficiales) de tener que pasar por la enfermería después del esfuerzo, perjudicaos algunos sorchis con hernias de las dos tipologías, tendinitis diversas, lumbalgias cabronas  y persistentes y lesiones musculares sin cuento; la tropa prefería, de todas, todas, la primera línea del frente a semejante condena, no te digo más.
Pero quienes peor lo pasaban en semejante aprieto, con diferencia, eran las pobres monturas del destacamento, dos yeguas alazanas y un macho castrao de capa marrón, sufríos cuadrúpedos que relinchaban histéricos cada vez que barruntaban al baranda rondando el establo con ganas y arrestos de patrulla. De común noblotes y tranquilos, la bulla de los animales en la cuadra (coceos, relinchos, bocaos a los encargaos de la remonta… casi un motín en toda regla) sólo podía explicarse por la peligrosa y dañina proximidad del Camilo. Con decirte que tenían correturnos en la cuadra pa no repetir el servicio de manera consecutiva…
Esto, claro está, no lo supimos por boca del Agustín, que, aun siendo un poco lelo, no lo era tanto como pa tirar piedras contra su propio tejao; esto nos lo soltó uno de un pueblo de aquí al lao, jurando en arameo ante nuestra suspicacia y cachondeo que a él se lo había contao su abuelo, número que fuera de aquella tropa de ganapanes y analfabetos, en una noche de borrachera y remembranzas. Y es sabido de antiguo que los borrachos no mienten.
Pues de semejante paladín, de semejante príncipe guerrero, descendía el Agustín, por buen mote, “El Marqués”. Hidalgo antiguo y de blasón (To p´alante… si se puede, era la divisa familiar), Don Agustín Lope de Aguirre y Castillo de Montánchez y Ledesma (así rezaba en la tarjeta con relieves y colorines que gastaba en las presentaciones, era muy de protocolo pa estas tontás) tiraba malamente con unas rentas escasas de olivares y alcornoques y unas fanegas de tierra con querencia al barbecho, que hasta pena daba verlas en su abandono. Rentas que se le esfumaban en su mayor parte en mantener el aviario tropical que se había montao en la casona: loros, cotorras, guacamayos, cacatúas, periquitos… Una fauna de pico y pluma impertinente y gritona, y guarra como ella sola, dicho sea de paso, que campaba a su libre albedrío dando el coñazo y descargando el vientre cuando les salía de ahí mismo por todas las estancias de la heredad. Si no había ochenta pajarracos, había ciento y la madre… No se libraba del guirigay y la peste de los bichos ni el váter. Una puta chifladura, no me digas tú a mí.
Hombre, bonitos sí que eran, no voy a decir lo contrario, le daban color al domicilio y tal, pero quitando eso… Los bichos formaban una escandalera de no te menees: to el puto día graznando y gritando, gritando y graznando (o lo que coño hagan estos pajarracos), que nos ponían la cabeza como sandías reventonas. Y en el centro del pueblo, en plena Plaza Mayor, pared con pared con el Ayuntamiento y el Casino y encimita mismo de la botica.
“El Marqués” los tenía a cuerpo de rey, mejor que si le hubiera puesto pisito a vicetiple ligera de cascos: bebederos de porcelana y nácar, cadenitas de oro y plata, alcándaras y columpios de ébano o palosanto acolchados en terciopelo púrpura… La rehostia en verso, tú. Las jaulas parecían catedrales barrocas en año jubilar. Y no te vayas a creer que de manduca les daba unas pipas o unos cañamones, y hala, ahí os apañéis. De eso nada, monada: anacardos, pistachos, maní del bueno, coquitos del Brasil, almendritas tostás… Lo más granao y selecto dentro de lo que es la industria del fruto seco y sus derivados era el menú habitual de aquellas bestezuelas gritonas y deslenguadas. Y frutitas de su tierra natal (aguacate, papaya, mango, chirimoya...) de postre. Si parecía que comían a la carta, joder, que no hay derecho, con el hambre y la necesidá que hay por el mundo. Por no hablar de lo que cagaba semejante piara de pico, tanto en cantidad como en calidad, con tal dieta rica en grasas y fibra: la capa de mierda con solera, que no era el Agustín tampoco mucho de escoba ni fregona, había alfombrao casi por completo el suelo de madera de la casona.
-Mis plumíferos volátiles paseriformes de tan singular y pictórico cromatismo -peroraba el imbécil con vomitiva pedantería cuando le preguntábamos por la tontuna- se merecen lo mejor de lo mejor, no me cabe duda alguna: me hacen mucha y muy necesaria compaña en la injusta soledad de mi antigua y noble y singular hidalguía, y la contemplación serena de sus volanderas acrobacias suscita en mí felices evocaciones (cafetales en flor, mulatonas guapas, ron añejo de caña, puritos habanos…) de nuestras extintas posesiones en ultramar; posesiones que, como ya sabrán ustedes, de más está señalárselo, fueron lamentablemente desgajadas del materno y espléndido tronco común por la fuerza de las armas gracias a la deslealtad e ingratitud de los nativos insulares en estrecha y anti natura alianza con la desvergüenza y codicia del imperio anglosajón de allende los mares.
Así, del tirón y como lo oyes. Ni quito ni pongo na.
Nuestros oídos no daban crédito. ¡El Agustín hablando de recuerdos de ultramar como si se hubiera criao allí chupando teta morena! ¡Pero si el mamón no había salío de la provincia en su puta vida!
El género pa la pitanza de los bichos se lo enviaban cada semana de un establecimiento especializao de la capital en un paquetón ex profeso con mucho sello y documento adjunto: paquetón que el cartero se negaba en redondo a cargar en su macuto -vete a saber el verdadero porqué de los motivos, aunque él argüía que aquello no era correo, correo, sino paquetería comercial, y que el reparto de la misma no entraba en sus competencias-, y que “El Marqués” recogía puntual tos los martes con un motocarro cochambroso y asmático. Que también era pa verlo a bordo del carruaje trirrueda: pantalón bombacho de franela a cuadros de colores (como de payaso tonto o jugador de golf antiguo), chupa de cuero con mucho bolsillo y cremallera, gorro de piel con orejeras de lana, gafas de piloto de los albores de la aviación… Con esa pinta hasta en pleno verano, que tiene mandanga la cosa si miras la mala hostia con la que sacude aquí el lorenzo. Un hidalgo en motocarro; le echas una foto, y clavadito al cartel de alguna peli cutre del Pajares y el Esteso: un espectáculo grotesco.
En fin… To mu fino, mu fino, pero había que oír lo que aquellas alimañas con plumas soltaban por el piquito. Porque, entre unos y otras, entre loros y cotorras, entre guacamayos y cacatúas, habían acumulao (iba a decir “a la chita callando”, pero como que no me cuadra) un vocabulario faltón y arrabalero que soltaban sin ton ni son a todas horas y a cualquiera que atinara a pasar por debajo de sus balcones. Y por allí pasábamos, un día sí y otro también, to el pueblo, que pa eso era la plaza.
Entre lo que habían copiao del Genaro y el Hipólito, sujetos ambos versaos de sobra en el dominio del lenguaje tanto pa un lao como pa otro, y lo que habían aprendío ellos solitos poniendo la oreja, es un decir, tú ya me entiendes, yo creo que habían inventao un nuevo idioma, una especie de jerga incomprensible que el lunfardo, y el cheli, y el caló, a su lao, lenguaje académico. Y no pa echar piropos precisamente.

Tal que cosa del demonio, oye, cómo le colocaban a cada uno lo suyo: que pasaba el Roque trotando su desgracia carnal, pues de gordo asqueroso p´arriba; la Encarni no se escapaba de mal follá; “El Panta” no bajaba de chulo putas; “El Barajas” de tramposo y tuerto pringao; el Ramón de calzonazos…
Y así, uno tras otro, otro tras uno, el resto del censo: tos retrataos a voz en cuello. ¡Qué cabrones los bichos, cómo tenían calao al personal!
Aquello no había quien lo soportara, la cosa pasaba ya de castaño oscuro, había que tomar medidas en serio, pero ya, ipso facto. Y como por lo legal no pudo ser (que el alcalde no veía cómo requisarle aquellas inmundas sabandijas o expropiarle el inmueble con la excusa sanitaria -algún buen agarre debía de tener el hidalgo en la Diputación-), pues hubo que improvisar; así que cuando “El Marqués” tuvo que ausentarse unos días pa tratarse de unas venéreas en la capital (cosa de ladillas tercas, según “La Prensa”), vimos el cielo abierto: igual que en Fuenteovejuna, y comandaos por el alcalde horquilla en mano abriendo la marcha como tiene que ser, mismamente porque así ha sío de toa la vida de dios, forzamos el candao de la entrada y, tras una batida a conciencia habitación por habitación, desde el recibidor hasta el balcón, desde la cocina al trastero, no dejamos bicho vivo ni pluma en su sitio. Qué descanso, tú. 
Después de la escabechina, se hizo un silencio relajante en el pueblo como hacía tiempo que no se recordaba. Y al día siguiente, ya limpias de pluma y paja las piezas cobradas, una comilona popular en la plaza. Que ya lo dice el refrán: “Bicho que vuela... pa la cazuela”. Un pelín correosa la carne, pero bueno, pasable, empujada buenamente por el tintorro y las cervezas. Que corrieron con alegría, también hay que decirlo, entre risotadas y cuchufletas. Y de remate de la francachela, castillo de fuegos artificiales como en la fiesta de la patrona, que la ocasión bien que lo merecía. Por aquí, ya lo habrás notao, aparte de lo que nos gusta poner motes, también somos mu refraneros y festivos.
¿”El Marqués”, dices? “El Marqués”… pues qué quieres que te diga. Hombre, con el chocheo empalagoso que se traía con los pajarracos, bien bien, lo que se dice bien, no se tomó lo de la cuchipanda con sus aves de plato principal, era de esperar. Se le abolló un poco la chola con el disgusto y se quedó más p´allá que p´acá. Alguna neurona de ésas que le haría catapúm dentro del coco por el tremendo sofocón que se llevó con la noticia mezclao con el champú pa las ladillas. Con decirte que se tiró una semana enterita dando vueltas por el pueblo con el motocarro intentando atropellar a todo el que se pusiera por delante.
Pero anda y que le den por donde amargan los pepinos.
Conque ahí está ahora: en la Casa de Salud, en amor y compaña con las hermanitas de la toca y “El Arao”.
Y lanzando algún graznido de cuando en cuando.

lunes, 28 de enero de 2013

Teléfono


¡Qué desasosiego el que produce ese repiqueteo monocorde e imperioso del ring ring del teléfono rompiendo la madrugada, sacándonos del sueño y la cama con su rítmico apremio!
Esta noche, cada pocos minutos, suena en la casa de al lado con una insistencia que no parece augurar nada bueno.
No contesta nadie.
Me vuelvo a la cama luchando con -contra- el insomnio repentino, y rezando -es un decir- para que cualquier otra madrugada no sea en mi casa donde suene, tan a deshora, tan desafinada y machacona, esa urgencia amenazante.

domingo, 27 de enero de 2013

Autorretrato...


...en sombra y línea recta.

Portugal, alrededores de Lisboa, verano de 2011.

miércoles, 23 de enero de 2013

El choclo (tango)


Música: Ángel Villoldo
Canta: Tita Merello
Con este tango que es burlón y compadrito
batió sus alas la ambición de mi suburbio;
con este tango nació el tango, y como un grito
salió del sórdido barrial buscando el cielo;
conjuro extraño de un amor hecho cadencia
que abrió caminos sin más ley que su esperanza,
mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia
llorando la inocencia de un ritmo juguetón.

Por su milagro de notas agoreras
nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas,
luna en los charcos, canyengue en las caderas
y un ansia fiera en la manera de querer...

Al evocarte, tango querido,
siento que tiemblan las baldosas de un bailongo
y oigo el rezongo de mi pasado...
Hoy, que no tengo más a mi madre,
siento que llega en punta 'e pie para besarme
cuando tu canto nace al son de un bandoneón.

Caracanfunfa se hizo al mar con tu bandera
y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina.
Fuiste compadre del botón y de la mina
y hasta comadre del gavión y la pebeta.
Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
se hicieron voces al nacer con tu destino...
¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo,
que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón.
Escuchar aquí

martes, 22 de enero de 2013

"Todas las miradas del mundo" (Miguel Mena)


El inspector Mainar cabalga de nuevo; después de resolver el secuestro de Enrique Castro, "Quini", en los días posteriores al intento de golpe de Tejero  en Días sin tregua y de un retiro "espiritual" en Lisboa, en Todas las miradas del mundo (Suma de Letras), Luis Mainar es llamado de nuevo para desentrañar la desaparición en Málaga de un miembro de la delegación neozelandesa durante la celebración del Mundial ´82 en España, el de "Naranjito".

Alrededor de esta historia, y entrelazado con ella, "con pinceladas de novela negra, de crónica de la Transición y de relato emocional, Todas las miradas del mundo es una historia vibrante y conmovedora en la que confluyen el fútbol y la política internacional con terroristas iluminados, aficionados entusiastas, delincuentes de poca monta, jóvenes fascistas o enfermos de colza. Un caleidoscopio de una época y un país que compaginaba la sonrisa de Naranjito con la rutina de los funerales."
(El entrecomillado es una nota de la editorial.)

Entre aquel libro y este (dedicado al desaparecido Félix Romeo), Miguel Mena publicó Alerta Bécquer, una especie de road movie en pos de la calavera de Bécquer, perdida en la rocambolesca acción de un grupo de amigos para trasladar los restos del poeta desde Sevilla hasta Trasmoz.

Todas las miradas del mundo se presenta esta tarde en el Teatro Principal de Zaragoza (C/ Coso, 57) a las 19:30h.



Imagen de Miguel Mena tomada de aquí

Poesía primitiva (3)


El hacha

Pies negros de Algonkin, América del Norte

¿No es hermosa mi hacha?
La tallo, la grabo,
mi rostro se ilumina.
Este hacha está contenta de existir.
Yo soy el hacha:
al fabricarla
me estoy fabricando a mí mismo.

(De Raíz de fresno infeliz -Dip. de Málaga, 2009.
Edición de Martín López-Vega)

lunes, 21 de enero de 2013

Perdón


Perdón. Gracia que se nos concede para seguir pecando con garantías.
Las consabidas fórmulas Ego te absolvo e Inocente de todos los cargos, son un auténtico filón de patentes de corso para que quienes gozamos infringiendo leyes, dogmas, directrices y mandamientos, sigamos dando rienda suelta a nuestras oscuras inclinaciones y satisfaciendo nuestros más bajos instintos sin asomo de culpa ni acto de contrición alguno.

domingo, 20 de enero de 2013

Guantes


Lo bien que quedan los guantes en las manos de las mujeres -elegantes, eróticos- y sin embargo, en los hombres, esos mismos guantes dan siempre una sensación perversa, siniestra,  y, si mucho me apuro, hasta cruel.
Como las corbatas en el cuello de las mujeres: unos horrendos artificios.


sábado, 19 de enero de 2013

Perros de Ferrer Lerín


Glu Gulaguer

Parece que Pilu Sesma Lorenzo ha encontrado el lugar donde reposan los restos del perro Glu Gulager, sujeto del poema colofón del libro Fámulo. Se trata de un discreto y espontáneo cementerio canino situado en un pinar ralo de evidente sabor mediterráneo.

(Gingival, pág, 128)


El poema del perro Glu Gulager

Éste es el poema de los restos del perro Glu Gulager
ese perro malhadado que moriría un 16 de noviembre de 1964
en la población litoral barcelonesa de Vallgorguina
fruto del pánico, la impericia y la circunstancia
de la familia Díaz, sus propietarios,
cuadrilla venida del oeste, humanos de entrega,
que idolatraban al poeta reseñado en el semanario Destino.

No hablar de huesos, no es recomendable,
un error fatal confundir la intención del que glosa,
un error confundir el esqueleto del perro Glu Gulager
con los huesos que ramonearía, trasladaría y enterraría
en la espesura del bosque mediterráneo
o quizá en las márgenes fangosas
de la multitud de arroyos.

Glu Gulager
el otro Glu Gulaguer vuelto a la realidad consuetudinaria
por la emisión, la noche del pasado sábado 31 de marzo,
en la 2 de Televisión Española,
de aquel sombrío relato La última película
The Last Picture Show
con Cybill Shepherd en estado de gracia
y otros actores entonces poco conocidos
entre ellos un rudo y varonil Clu Gulager.

Clu nombrado desde la cuna Clu
por su padre John Gulager actor de vaudeville
por el clu-clu del rojo pájaro
Red Bird nombrado en Oklahoma Clu-Clu
en Holdenville donde al nacer Clu Gulager
el dieciséis del once de mil noveciente veintiocho
varias avecillas clu-clu preparaban ya sus nidos
con huesos de hermanos clu-clu
fallecidos en el tórrido verano.

(Fámulo, págs. 117-118)



Razas

Comencé a sentirme braco en 1986. Cabeza bien cincelada. Labios bien ajustados, bien pigmentados. Pelo corto, raso, apretado, seco, duro al tacto, ruano. Cobrador. Eficaz en el pantano.

(Gingival, pág, 180)

viernes, 18 de enero de 2013

"Yo menos yo"




Hoy, viernes 18, a las 20:00h. en la librería Universitas de Badajoz, Antonio Sáez Delgado (poeta, profesor, traductor...) presenta su último libro: Yo menos yo, letra G de la colección de poesía extremeña "Luna de Poniente" que publica la editorial emeritense de la luna libros.
La presentación correrá a cargo de Eduardo Achótegui.

"Con frecuencia poesía y poema no coinciden en el mismo territorio, y juegan a confundir al lector con el espejismo de los géneros literarios. Yo menos yo es un libro cargado de poesía, aunque en su interior solo haya, en sentido estricto, un puñado de poemas. El resto son, como suele ser habitual en Antonio Sáez Delgado, apuntes íntimos en los que encontramos la esencia de una memoria lírica, teñida ahora por una profunda conciencia autobiográfica. Una memoria del pasado, sí, pero también del presente y del futuro, brota en estas páginas escritas contra la propia naturaleza de su autor, crudas y emocionantes a partes iguales, que se enfrentan sin remedio a un proceso de búsqueda en el que la memoria no es suficiente para aferrarse a la rueda del tiempo, aunque sí permita, con plena consciencia, decir yo o preguntar quién."

Aquí, Álvaro Valverde se ocupa por extenso y con su rigor habitual de la naturaleza de este libro.

Sería magnífico contar con vuestra presencia.

jueves, 17 de enero de 2013

San Antón y el loro perdido de Arteixo


Hoy es san Antonio Abad, más conocido por san Antón, patrón de los animales. En la iconografía pictórica se le suele representar con un cerdo, u otros animales, a los pies. Y al menos en Madrid, los dueños de mascotas y animales de todo pelaje hacen cola en la parroquia con su nombre para que el santo los bendiga. Algo que no podrán hacer los protagonistas de este curioso suceso, del que tuve noticia viendo hace un tiempo el programa “El Intermedio” de la Sexta.
En el periódico "La Voz de Galicia" se hacían eco de las tribulaciones que trajo la desaparición del ave y la desazón de sus dueños. Y es que no todos los días desaparece un loro que silba la muñeira y anima a un equipo de fútbol.
Al oír el nombre el pájaro lo asocié de inmediato a mi amigo Antón Castro, que como el plumífero protagonista, es seguidor del Dépor y también natural de la zona de Arteixo.
Dejo aquí la crónica del diario gallego como una especie de felicitación humorística en su onomástica.
Feliz día, amigo.



Tres días sin oír la Rianxeira
Buscan a un loro perdido en Arteixo que silba la muiñeira de Chantada

Los días pasan y la familia García sigue sin noticias de Antón. El pájaro desapareció el pasado miércoles por un descuido de su dueña, Ana García, y desde entonces no han sabido nada de él. De momento, los carteles que han colocado con su foto y un teléfono por Barrañán, Arteixo o Chamín, por si alguien tuviera alguna pista que sirviera para facilitar su localización, no han dado resultado. Su dueña no levanta cabeza desde entonces, y ni siquiera es capaz de escuchar los cortes de voz que tiene grabados en su móvil.

Una de las grabaciones, en la que Antón dice «La Favorita, La Favorita» iba a ser utilizada para la cuña de radio con motivo de la campaña de Navidad de la conocida administración de loterías, La Favorita, que regenta Ana. «Si no aparece no creo que la pongamos», lamenta su dueña. Ana nunca había tenido animales, pero hace cosa de dos años un amiga la convenció y compraron a Antón. «Bendita inversión, la mejor que hice en mucho tiempo. Pero si me dicen hace tres años que voy a estar como estoy ahora, no lo traigo», dice su dueña, que no tiene esperanzas de que vuelva.
Normalmente no salía de la jaula, y apenas lo soltaban un rato por el salón de su casa, pero siempre bajo la atenta mirada de Ana o de su marido. «Siempre saltaba de silla en silla, si es que casi no vuela. Además, cuando le abríamos la puerta iba directamente junto a mi marido, pero desde que mi nieta Carolina está en casa y yo la tengo en brazos, viene hacia mí. Me dijeron que pueden ser celos», explica Ana.
El loro es gris con la cola roja, y según explican sus dueños es muy listo y habla mucho. En su repertorio figura la muñieira de Chantada, la Rianxeira o cánticos del Dépor, que aprendió gracias a la paciencia de sus dueños, a los que conoce a la perfección: «Era abrir la puerta y ya empezaba a silbar la muñieira».
Varios carteles en la zona de Barrañán, en Arteixo, anuncian la desaparición del loro Antón. El pájaro desapareció el pasado miércoles por un descuido de su dueña. «Estábamos en el salón y lo solté un ratito. Miré y lo vi en la otra punta de la habitación, así que abrí un poquito la ventana para darle un recado a una persona que estaba abajo, me picó la oreja, pero cuando me di cuenta se fue», explica Ana García. La propietaria del animal señala que Antón, de raza yako, es un loro muy listo: «Silba la muiñeira de Chantada, varias rianxeiras y canta Dépor, Dépor».

Coda propia: Con la desaparición de tan singular forofo, con esta desgracia a cuestas, no me extraña que el equipo de Riazor haya empezado la temporada tan “alicaído”; que como no espabilen, pero ya, los “celtiñas” les van a mojar la oreja.
 


miércoles, 16 de enero de 2013

Canto III (Tonino Guerra)


Canto tercero

Mi hermano trabaja en el telégrafo de la estación
por donde no pasan trenes desde hace cuarenta años.
Los raíles se los llevaron durante la guerra
cuando hacía falta hierro para hacer cañones.

Está sentado y espera. Pero no llaman nunca
y él tampoco llama a nadie. El último telegrama
venía de Australia
y era para Rino del Fabiòtto que estaba ya criando malvas.

El día que pasé a verlo, mi hermano
estaba sentado bajo la marquesina de hierro
con las manos en los bolsillos, abstraído en un aire
pellizcado por los trinos de una bandada de pájaros.

Ante nosotros, la línea llena de hierba
por donde pasaban los trenes. Ahora, en cambio,
bajaba una gallina que pasó por delante
sin mirarnos siquiera.

(La miel, 1981)

Imagen tomada del blog:
http://marcelinomenendez.blogspot.com.es/2010/09/pensar-que-sueno.html

martes, 15 de enero de 2013

Dennis O´Driscoll (D.E.P.)

Pocos días antes de finalizar el malhadado 2012, mi amiga Yolanda Soler Onís me escribía desde Varsovia, donde dirige el Instituto Cervantes, para darme cuenta de la muerte de Dennis O´Driscoll, un poeta irlandés del que anda traduciendo algunos poemas. Como no quería acabar el año de esa manera tan triste (los poetas siempre nos dejan huérfanos y desamparados cuando mueren), he aplazado hasta hoy su aparición en esta ventana.
Y lo hago con su poema Someone (Alguien), en la traducción de mi amiga.

Someone
Someone is dressing up for death today, a change of skirt or tie
eating a final feast of buttered sliced pan, tea
scarcely having noticed the erection that was his last
shaving his face to marble for the icy laying out
spraying with deodorant her coarse armpit grass
someone today is leaving home on business
saluting, terminally, the neighbours who will join in the cortege
someone is paring his nails for the last time, a precious moment
someone’s waist will not be marked with elastic in the future
someone is putting out milkbottles for a day that will not come
someone’s fresh breath is about to be taken clean away
someone is writing a cheque that will be rejected as “drawer deceased”
someone is circling posthumous dates on a calendar
someone is listening to an irrelevant weather forecast
someone is making rash promises to friends
someone’s coffin is being sanded, laminated, shined
who feels this morning quite as well as ever
someone if asked would find nothing remarkable in today’s date
perfume and goodbyes her final will and testament
someone today is seeing the world for the last time
as innocently as he had seen it first


Alguien

Alguien se está vistiendo para la muerte hoy, un cambio de falda o de corbata
saboreando con el té la última rebanada de pan con mantequilla,
sin advertir que su reciente erección será la última.
apurando su  afeitado para yacer en el mármol
rociando con desodorante la espesa hierba de sus axilas
alguien está saliendo hoy de casa hacia el trabajo  
saludando a los vecinos que caminarán tras su ataúd
alguien se está cortando las uñas por última vez, precioso instante
alguien que perderá muy pronto las marcas del cinturón en torno al talle
alguien está dejando afuera las botellas de leche para un día que no vendrá
alguien que está a punto de ver  borrado su último aliento
alguien está librando  un cheque que será “devuelto por defunción”
alguien está señalando en el calendario días que no le esperan
alguien está escuchando un irrelevante pronóstico del tiempo
alguien está haciendo vulnerables promesas a los amigos
alguien cuyo ataúd está siendo forrado, lijado, barnizado
y  que esta mañana se siente tan en forma como cualquiera
alguien que si fuera preguntado no hallaría nada digno de destacar  en este día
de aromas y despedidas como últimas voluntades y testamento
alguien  está  contemplando hoy el mundo por última vez
con la misma inocencia de la primera.


En su momento, mi también querido Antonio Rivero Taravillo, uno de los mayores especialistas de España en poesía y literatura celta, también daba cuenta de la triste noticia en su blog.

Para ambos, mi pésame, mi abrazo y mi agradecimiento.

lunes, 14 de enero de 2013

El azar


El azar trenza sus hilos
y nos los escupe a la cara.

Viene de tan lejos que ya no recuerda
cómo dio sus primeros pasos,
de dónde la luz que lo guía,
hacía qué lugar la sombra que lo rodea.

El azar trenza sus hilos
hasta convertirlos en la soga
que nos ahorcará.