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domingo, 28 de agosto de 2011

Los líderes estudiantiles chilenos aceptan dialogar con Piñera.


LA JUVENTUD CHILENA DANDO EJEMPLO AL MUNDO

Convencidos de la primera victoria en sus reivindicaciones, los líderes universitarios de Chile acudirán mañana al palacio presidencial, para emplazar cara a cara al presidente Sebastián Piñera sobre los cambios estructurales a la educación que exigen hace más de tres meses.

Los estudiantes aceptaron la invitación a dialogar formulada el viernes por el mandatario, pero advirtieron que ello “no constituye una mesa de trabajo ni de diálogo ni de negociación”, según declaró Camila Vallejo, vocera de la confederación que agrupa a los estudiantes de las universidades estatales.

Es sólo un emplazamiento cara a cara con el presidente de la república y que nos dé respuesta respecto de los 12 puntos y la represión y los proyectos que se han ingresado al Parlamento”, agregó Vallejo.

Ante la advertencia, Piñera los llamó ayer para que acudan al palacio presidencial “con buena voluntad, con ánimo de resolver el problema, no de agravarlo”. Agregó que la suya es una convocatoria “que lo que busca es construir puentes que nos acerquen a las soluciones y no seguir construyendo muros que nos sigan separando”.

LA MILITANTE COMUNISTA CAMILA VALLEJOS, UNA LÍDER INDISCUTIBLE

Piñera, que lleva enfrentando tres meses de movilizaciones estudiantiles de secundarios y universitarios, también incluyó en su invitación a los profesores, apoderados y rectores.

Las demandas estudiantiles incluyen el fin al lucro, eliminación de la banca privada en el financiamiento de la educación, una garantía de que recibirán una enseñanza de calidad, desmunicipalización de la enseñanza básica y secundaria y término del financiamiento compartido.

Y ahora los universitarios agregaron dos exigencias nuevas: que el gobierno aclare el asesinato de un adolescente la madrugada del viernes en medio de desórdenes nocturnos con que concluyeron dos días de paro en el país, y que el mandatario chileno detenga el envío al congreso proyectos de ley relacionados con la educación, “por no haber sido consultados con los actores sociales”.

La juventud chilena da ejemplo al mundo.

http://tenacarlos.wordpress.com/

martes, 7 de diciembre de 2010

Un pinochetista, embajador chileno en España.

Como señalo el historiador Mario Amorós en su artículo publicado el pasado dia 4 en el diario "Público", en embajador chileno en España, Sergio Romero, fue un pinochetista convencido y, como tal, tiene un turbio pasado que, no obstante, comparte con algunos de los altos cargos y politicos (y probablemente tambien algun embajador) españoles: el de la complicidad y apoyo a una dictadura genocida.

El tal Romero fue entre 1968 y 1976 el Secretario General de la poderosa Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), la cofradía de los grandes latifundistas chilenos, grandes sostenedores internos del pinochetismo. Despues seria viceministro de Agricultura de la junta militar.

La SNA colaboró estrechamente con la dictadura, y colaboro en la denuncia y la detención de decenas de campesinos que habían luchado por la reforma agraria y que fueron asesinados.

En 1991, ya terminada la pesadilla criminal chilena, como senador se opuso a la cancelación de la personalidad jurídica del siniestro enclave conocido como Colonia Dignidad, utilizado por la DINA como centro clandestino de detención y tortura, y en 1998 a la detencion de Pinochet en Londres.

En fin, que como explica Mario Amoros en su articulo, fue una pieza activa en los crímenes de la dictadura miltar chilena y hoy representante de esa falsa democracia en Chile en la falsa democracia española. En ambas todavia no se ha hecho la justicia debida y algunos de sus ejecutores, complices o jaleadores siguen pululando por los altos cargos politicos, la justicia, la gran empresa, e incluso la jefatura del estado.

Por supuesto el gobierno español no ha hecho nada ante la denuncia, puesto que primero tendria que barrer la basura en su propia casa:
El articulo fue publicado en el diario Público el 4 de diciembre de 2010 en el espacio de Opinión "Otras miradas":

"Con apenas cuatro líneas la Embajada de Chile en España pretende despachar la biografía de su titular, Sergio Romero, quien presentó sus credenciales el 13 de mayo. La escueta referencia se limita a sus dos décadas como senador tras el final de la dictadura militar en 1990. Mucho más generoso es el perfil que ofrece la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, que incluye un dato esencial que vincula al embajador con el golpe de estado de 1973: entre 1968 y 1976 fue el secretario general de la poderosa Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), la cofradía de los grandes latifundistas.


 Desde su fundación en 1838, la SNA está íntimamente ligada a la derecha y a los principales grupos económicos. Ya durante el mandato del presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970) planteó una resistencia intransigente a la ley de Reforma Agraria aprobada por la Democracia Cristiana con el apoyo de la izquierda en 1967. Un año después Sergio Romero, que desde 1964 era el jefe de su departamento jurídico, se convirtió en el secretario general de la SNA.
Su gestión contribuyó al crecimiento y la modernización de la organización, que entre 1965 y 1969 aumentó sus socios de 1.834 a 4.500 (datos de un trabajo clásico de Armand Mattelart titulado en su versión original en francés: “La burguesía en la escuela de Lenin”), su apertura a los propietarios medianos, su descentralización y su orientación hacia el gremialismo, un movimiento social -entonces incipiente- caracterizado por la adhesión irrestricta al capitalismo y la aspiración a una sociedad corporativista guiada por el integrismo del Opus Dei.

La victoria de Salvador Allende en 1970 y la rápida aplicación del programa de hondas transformaciones económicas, sociales y democráticas de la Unidad Popular radicalizaron la actuación de la Sociedad Nacional de Agricultura, que, por una parte, se ocupó de dificultar la reforma agraria (incluso con la formación de “guardia blancas”) y, por otra, supo tejer, con el resto de organizaciones patronales del gran capital, pero también con la clase media, un potente movimiento social antiallendista de inspiración gremialista.

De este modo, la Sociedad de Fomento Fabril, la Sociedad Nacional de Minería, la Cámara de la Construcción y la SNA confluyeron en el frente de la Confederación del Comercio y la Producción y, aliados con los medianos propietarios (camioneros, comerciantes…) y los colegios profesionales, lanzaron el desafío del paro patronal de octubre de 1972. Aunque fue derrotada por la gran movilización de la clase obrera, la insurrección de la burguesía, que aspiraba a paralizar el país para forzar el golpe militar, causó un gran daño económico al país.

Durante 1973 la Sociedad Nacional de Agricultura contribuyó a acentuar el estado de parálisis económica y política, la polarización social y las acciones conspirativas que allanaron el camino a la traición de las Fuerzas Armadas. El 11 de septiembre de 1973 también tuvo sus “generales civiles”, como Agustín Edwards (propietario del diario El Mercurio, financiado por la CIA durante aquellos años), Orlando Sáenz (presidente de la Sociedad de Fomento Fabril), León Vilarín (líder de los camioneros) o los principales dirigentes de la Sociedad Nacional de Agricultura, entre ellos el hoy embajador Sergio Romero. Aquella mañana precisamente la cadena de emisoras de la SNA, Radio Agricultura, fue una de las encargadas de difundir los bandos de la junta militar que anunciaban la destrucción de la democracia y la cruenta persecución de los militantes de la izquierda.

La SNA colaboró estrechamente con la dictadura, mientras que en lugares como Paine, Lautaro o Lonquén los latifundistas participaban con las Fuerzas Armadas en la denuncia y la detención de decenas de campesinos que habían luchado por la reforma agraria y que fueron asesinados. Sergio Romero abandonó la secretaría general de la Sociedad Nacional de Agricultura en 1976 y aquel mismo año fue designado subsecretario (viceministro) de Agricultura por la junta militar. En aquel tiempo la represión, ordenada por su admirado general Pinochet y ejecutada con mano de hierro por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) y el Comando Conjunto, se concentraba en la estructura clandestina del Partido Comunista (tras haber masacrado al Movimiento de Izquierda Revolucionaria y al Partido Socialista) y golpeaba también a ciudadanos españoles como Carmelo Soria o Antonio Elizondo (desaparecido junto con su esposa, Elizabeth Rekas, embarazada de cuatro meses).

En su currículum también figura otro hecho especialmente repudiable: en 1991 se opuso en el Senado a la cancelación de la personalidad jurídica del siniestro enclave conocido como Colonia Dignidad, utilizado por la DINA como centro clandestino de detención y tortura. En 1998, criticó la detención de Pinochet en Londres a petición de la justicia española y mantuvo su lealtad hacia el tirano hasta su fallecimiento en diciembre de 2006, cuando destacó el legado económico de su régimen. Un legado de represión política, hambre y destrucción de los derechos sociales para el pueblo, pero que para la Sociedad Nacional de Agricultura y personas como él significó la refundación del capitalismo chileno, el fin del miedo a la revolución socialista.

En las últimas semanas Izquierda Unida, distintas organizaciones de chilenos residentes en España y varias asociaciones de defensa de los derechos humanos han solicitado al Gobierno que retire el “plácet” al embajador Sergio Romero. Hace un año, durante la campaña electoral, Sebastián Piñera (una de las escasas personalidades de la derecha que votó contra Pinochet en el decisivo plebiscito de 1988) prometió que no incluiría a ninguna persona estrechamente vinculada con la dictadura en su consejo de ministros. Parece obvio que el Chile que aspira a seguir avanzando hacia la democracia tampoco puede tener representantes en el exterior comprometidos con algunos de los capítulos más negros de su historia".

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=117979

lunes, 18 de octubre de 2010

No se salvaron todos los mineros, en Chile, murieron al menos siete.

Ángel Camino (Buenos Aires/ Argentina)
Sábado 16 de octubre de 2010.  Número 135
Mina San José batió records de audiencia; incluso el día del rescate ocupó portadas de los diarios más importantes del mundo. Nunca antes otro acontecimiento chileno había logrado un éxito de tal magnitud, ni siquiera el terremoto mantuvo en vilo a tanta gente.
Entre fuegos artificiales y flashes, la llegada del último minero disparó la audiencia. Nadie podía quedarse sin conocer la noticia. Los canales cortaron todas las emisiones ajenas al evento. Pero, aunque los fuegos ya habían acabado, aún quedaban seis rescatistas a más de 700 metros bajo el suelo, quIenes, inexplicablemente, bajaron principalmente para abrir y cerrar la puerta a las nuevas celebridades. ¿Por qué bajaron seis rescatistas si era tan peligroso? No iba a haber fallos y los técnicos lo sabían, pero había que conseguir que la tensión llegara a los hogares de todo el mundo, tal y como indicaba la experiencia en otros programas como Gran Hermano.
De nuevo lo sensacionalista opacó la oportunidad de profundizar en las causas y de hacer un verdadero periodismo de denuncia. Durante los dos meses que ha durado el show poco se ha hablado de la realidad de los mineros en Chile. Horas y horas de transmisión sólo han servido para describirnos la historia de los protagonistas, llegando incluso a sus devaneos amorosos e infidelidades. Sobre las irregularidades, la explotación, el impacto ambiental, la evasión fiscal y la inseguridad de otras minas chilenas no clausuradas, nada.
Pero es que si uno no forma parte del circo mediático no es noticia y así les ha sucedido a al menos otros siete trabajadores de otras minas que fallecieron durante los dos meses que duraron las tareas de rescate y que pronto serán olvidados junto a los casi 400 mineros chilenos, que, según datos del estatal Servicio General de Geología y Minería, murieron en la última década. Incluso al día siguiente del rescate, otro trabajador falleció a mil metros de profundidad en una mina de oro de Valparaiso, tras un derrumbamiento que lo dejó sepultado. Tal vez algunas de estas situaciones se habrían evitado si se hubiera ratificado el Convenio 176 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Salud y Seguridad Minera que no se encuentra en el paquete de medidas que el aplaudido gobierno se ha visto obligado a presentar ante la situación.
En un país que sigue siendo principalmente exportador de materias primas, todos los mineros saben, pese a que pocos medios lo han reproducido, que el aumento de los precios internacionales del cobre, el carbón y el oro es proporcional al incremento de muertes y explotación en los yacimientos gestionados por grandes corporaciones. Parte de esta influencia del mercado en la explotación de los mineros tiene su origen 1981, cuando José Piñera, ministro de minería de Pinochet y hermano del actual presidente, impulsó la privatización del sector poniendo fin al proceso de nacionalización minera llevado a cabo por Salvador Allende.
A pesar de todo ello y siendo la minería el sector estratégico principal de la economía chilena resulta desalentador que un acontecimiento de este tipo no haga resurgir el debate sobre el rol de la minería en el país, y más lamentable aún es ver las escasas denuncias que en el show se han presentado sobre las condiciones laborales de los mineros ¿Será que hay a quien no le importaría hacer la segunda parte del reality minero?.

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