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jueves, 25 de febrero de 2021

ÚLTIMA FUNCIÓN (ANJEL LERTXUNDI)

Una visita cambiará la vida de Vincent. Se trata de dos militares de alta graduación. Carlistas. Al dramaturgo y actor francés le resultan chocantes sus uniformes de opereta, y ajena por completo su guerra, puesto que considera el conflicto dinástico que con tal violencia se está dirimiendo al sur de los Pirineos un asunto entre salvajes iletrados y fules ilustrados de salón.

Los militares comprarán su voluntad a cambio de oro, y Vincent se irá de gira a unas tierras navarras que apenas conoce de nombre, con la misión de infundir en los soldados ánimo para el combate. A cambio de oro le comprarán asimismo su dignidad artística, hasta el punto de que, al dictado de los militares, se prestará a presentar los hechos de armas de Juana de Arco como hazañas realizadas por la causa de Carlos VII.

Pero, del mismo modo en que el mariscal pedófilo Gilles de Rais en los ojos de Juana, Vincent conocerá en su propia carne –y cuando menos le convenía– el fuego de una pasión de la que no acierta a comprender si proviene del cielo o del infierno.

Y conocerá, al mismo tiempo, la difusa linde entre teatro y vida.


 


miércoles, 28 de marzo de 2018

ESTE MURO DE HIELO (ANJEL LERTXUNDI)


El protagonista de esta novela es un traductor. Un especialista en trasladar las palabras de un código a otro. Otro tanto le sucede en la vida: necesita decodificarla para poder entender el mundo. Ama su trabajo, pero de él proviene su problema. Ciertos episodios de la infancia se enredan en su mente en el momento en que se dispone a iniciar una relación de pareja con Marta, precisamente cuando la memoria de su madre, la única persona que podría haberlos decodificado con facilidad, comienza a vaciarse en el vertiginoso abismo de un rápido deterioro.
El hijo habla a su madre plenamente consciente de que no puede esperar respuesta alguna:
«¿Por qué se enfadaba papá contigo, qué escondían vuestras desavenencias? Y no quisiera seguir por ese camino, pero yo no entendía bien vuestro código y me sentía perdido. Tenía que comprender lo que veía, debía traducirlo con arreglo a mi código infantil».
«Yo y mi doble, yo y Fidel hablamos por boca del narrador: una voz dividida en dos de manera aleatoria, sin otro objetivo que el de dar viveza al relato. Como si no fuera suficiente con un punto de vista, elegí dos a la hora de acometer esta narración: dos voces, en lugar de una, para defenderme».
«Pero hay algo que me preocupa más que eso: […] las personas importantes de mi vida no pueden responderme. Papá, porque murió; Marta, porque no quiere saber nada de mí; tú, porque tu consciencia disminuye de manera progresiva. Ninguno de los tres me responderéis: ¡Un poco de respeto!».
«Entre otras muchas cosas, escribir da también miedo».

La última obra traducida al castellano de uno de los autores más importantes en euskera.



miércoles, 3 de julio de 2013

ANJEL LERTXUNDI: ENTREVISTA EN EUSKONEWS

Es un referente en la historia de la literatura vasca. Pocos autores han suscitado como él tantos elogios sobre su obra y Anjel Lertxundi   sigue trabajando, con la ilusión de un joven y desde la experiencia que dan los más de cuarenta años en la vanguardia de la literatura euskaldun. Sabe que debe aprovechar todos y cada uno de los momentos que le regala la vida y si puede hacerlo escribiendo, mejor que mejor.
Anjel Lertxundi, oriotarra de Zarautz, recuerda sus comienzos en la literatura en lengua vasca, y no puede menos que expresar su convencimiento de que la misma ha experimentado un avance espectacular desde entonces.
Se necesitaba mucha fe para escribir en euskera. No teníamos prácticamente ninguna referencia, salvo lo que Gabriel Aresti había comenzado un poco antes que nosotros a publicar. Sin embargo, la excepción positiva que teníamos respecto a otras literaturas, y lo que nos proporcionaba ánimo sin fin era nuestra lengua. Fue el euskera lo que me llevó a hacer literatura. Y poco a poco fui comprendiendo que nos presentaba un enorme caudal de posibilidades para tratar de avanzar con producto de calidad.
Lertxundi forma parte de una generación que ha sabido colocar la literatura hecha en lengua vasca en un escaparate internacional, en el que no tiene envidia de ninguna otra escrita en idioma diferente, sea éste mayoritario o, como en el caso del euskera, se encuentre sometido a gran presión por parte de los que le rodean. En su opinión, tras Aresti surgieron plumas que han elevado muy dignamente la calidad de las letras vascas. Cita los casos de Bernardo Atxaga, Ramon Saizarbitoria, Joseba Sarrionandia y Koldo Izagirre, subrayando la gran aportación de este último en el entramado literario lingüístico. Y no quiere que pase desapercibido el hecho de que de todos ellos el único que no ha trabajado la poesía sea Saizarbitoria.
De todos modos, los referentes o los hitos no suelen aparecer aislados. Para que sean referentes es necesaria la existencia de un escenario en el que el esquema de la literatura sea semejante al de una pirámide. Para que haya una cúspide es necesaria la base. Y en nuestra literatura actual es de gran importancia el número de escritores que hacen posible que surjan los hitos. No avanzaríamos nada si solamente se contara con cinco escritores, aunque fueran buenos.
Anjel Lertxundi ha sido testigo del cambio que la literatura universal ha experimentado en el último medio siglo. Se ha pasado de concebir como nacionales a las diversas literaturas, fundamentalmente por razones de idioma, a un concepto de literatura mucho más abierto. De no existir prácticamente relación entre los diversos idiomas en los que se producía se ha dado el salto a un escenario donde se ha reducido ese aislamiento. Las traducciones, por una parte, y el mayor nivel cultural de los escritores con conocimiento de otras lenguas, por otra, han propiciado que las corrientes literarias sean más permeables. Y ello da lugar a encontrar escritores con carga emocional semejante trabajando en diferentes idiomas.
Nuestros escritores, por lo menos, son bilingües. Y el bilingüismo ofrece cobertura para conocer lo que se produce, por lo menos en dos idiomas. De todos modos, si el lector autóctono hace más caso a la producción externa estaremos condenando al escritor propio y a su literatura. Es un tema de aritmética. Y es por ello que digo que tanto el escritor como el lector se encuentran en terrenos mucho más permeables, para bien y para mal. Es responsabilidad de cada uno de nosotros, como lectores y dueños de una opción bilingüe que somos, gestionar la oferta literaria.
Las literaturas mayoritarias, escritas en un idioma con mayor número de practicantes, cuentan, en opinión de Lertxundi, con mayor base en la pirámide. Pero el escritor zarauztarra es de los que creen que el euskera ofrece una gran oportunidad para “inventar”, oportunidad para experimentar, para arriesgar, para avanzar en espacios nuevos. Y piensa que hay que seguir trabajando sin desmayo en ese aspecto, ya que aún le queda al euskera mucho por recorrer en el camino que ha de llevar a nuestro idioma a un cada vez mayor prestigio en el foro de las literaturas del mundo.
En estos últimos cuarenta años se ha avanzado como no lo hubiéramos imaginado jamás, ni en nuestras previsiones más optimistas. Desde la visión actual, hay que remarcar dos logros. El fundamental, que quizás no se llegará a valorar nunca como es debido, se trata de la realidad del euskera unificado. Es casi milagroso lo conseguido en apenas medio siglo. El otro gran avance ha sido consecuencia del cambio en nuestra sociedad. Los de mi generación fuimos escritores autodidactas. Llegamos a sufrir el síndrome del traductor anónimo. Los escritores de hoy en día piensan y escriben en euskera. Con lo que la literatura ha ganado en calidad. Por ello soy optimista.


Entrevista publicada en la revista digital http://www.euskonews.com. Redactor: Josemari Vélez de Mendizabal Azkarraga.

jueves, 16 de junio de 2011

LOS TRAPOS SUCIOS (ANJEL LERTXUNDI)

LA NOVELA: En el arranque de la novela, el narrador confiesa a su padre que, veinte años atrás, en las postrimerías del franquismo, alguien le pidió que trasladase en su coche a unos activistas de ETA. Comienza así un proceso de reconstrucción de las cosas que nunca se dijeron entre padre e hijo, las razones de sus desavenencias, lo que sus silencios pudieron ocultar. El hijo tiene un doble motivo para afrontar tal ejercicio de memoria: los médicos acaban de diagnosticar a su padre una enfermedad mental degenerativa, y este acaba de recibir una carta exigiéndole el pago del impuesto revolucionario.
Pero el padre ha comenzado ya a habitar ese territorio extraño en el que tiempo y espacio son paulatinamente conquistados por las huestes del reino del olvido. Y en cuanto al mundo de la violencia, pronto comprueba que, para alejarse de él, desear hacerlo puede no ser suficiente.
El narrador va hilvanando así el recuerdo siempre imperfecto de los hechos y de los silencios que han marcado la vida entre padre e hijo, su desarrollo en la memoria y, sobre todo, su incidencia moral en el presente y en la relación entre ellos.
La novela, a través de la confesión que el narrador hace a su padre, recorre unos años cruciales de nuestra historia, desde la agonía de la dictadura a los primeros 90 del siglo pasado, una época que aún nos interroga a todos –y nos interrogará aún largamente– sobre nuestras opciones en determinados ámbitos de nuestra vida, muy especialmente en el de las elecciones morales.

EL AUTOR: Anjel Lertxundi (Orio, 1948) es licenciado en Filosofía y Letras por las universidades de Valencia y Roma.
Obtuvo el Premio Euskadi de Literatura, principal galardón de las letras en euskera, en el año 1999 por la novela Argizariaren egunak, publicada en castellano con el título Los días de la cera (Alfaguara, 2001). En 1994, fue finalista del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de narrativa con la novela Otto Pette, publicada en castellano con el título Las últimas sombras (Seix Barral, 1996; Alberdania, 2007) e incluida en la edición española de 1001 libros que hay que leer antes de morir (Peter Boxall y José-Carlos Mainer). Obtuvo, asimismo, el Premio Nacional de la Crítica en 1983 y en 1991), y, en reconocimiento a su trayectoria literaria, ha sido galardonado con el Premio Rosalía de Castro.

Artículo publicado en el periódico El Correo el 9 de junio de 2011. Redactora: Elena Sierra
Hacía 15 años que Anjel Lertxundi tenía escritas unas notas para el principio de la historia que ha terminado siendo Los trapos sucios (Alberdania), la última ficción del oriotarra, que el año pasado ganaba el Premio Nacional de Ensayo con Vida y otras dudas. Las notas se quedaron en un cajón hasta que hace un par de años encontró la manera de darles continuidad, lo que estaba buscando. Una persona muy cercana, casi de mi edad, empezó a sufrir alzhéimer. Imaginar un personaje que tuviera esa pérdida de memoria era lo que necesitaba para continuar la historia inicial, describe el autor.
Esa realidad se transforma en el padre del narrador, un chico débil que no sabe decir que no y actúa según se dan las circunstancia». Es a su vez la pared del frontón en la que rebotan las palabras de ese protagonista joven. No habla, no reacciona a lo que el hijo cuenta sobre un momento clave de su vida, así que el personaje principal puede desahogarse a gusto. No solo es un relato oral, sino escrito. Y la situación de su padre le sirve para volver a hacerse preguntas, un vicio que ya había dejado de tener.
Mientras se responde, va aclarándose a sí mismo parte de su historia. Su terrible relación con el padre -un franquista convencido en una época en la que ya se vislumbraba el cambio con todas sus expectativas y todas las frustraciones que vendrían-, su deseo por una chica colaboradora de ETA, su trabajo como periodista. También el peso de la religión: La ideología religiosa fue sustituida por otra que tenía la misma base y esa sublimación creó otras obsesiones. Y la cuadrilla, aunque sea de refilón. Yo les digo a mis amigos que faltan estudios sociológicos sobre esta institución que busca más fidelidad que el matrimonio, se ríe Lertxundi.
El protagonista escribe un ejercicio de autocrítica que no surge del presente desde el que narra, sino que es previo, viene desde que tomó parte en la acción que describe. Esa acción es ayudar a escapar a dos terroristas de ETA, la misma banda que le exige a su padre el impuesto revolucionario. No era algo extraordinario en su época, lo extraordinario es lo que genera en su conciencia. Desde el momento de decir sí ya está dudando de la razón de hacerlo. Y su participación en aquello es algo que no podrá olvidar. Me interesaba narrar ese devenir de la conciencia del personaje, los flujos de recuerdos y reflexiones al respecto. Por eso hay saltos en el tiempo y en el discurso, en esa necesidad de entenderse a sí mismo. Eso marca el ritmo de la novela, muy reflexiva, escrita en un estilo más conciso, directo y de impacto que otras. Quería cambiar de registro.
En la huida se produce un tiroteo, y una nueva escapada. Pero eso está ya en los márgenes de la narración, no es lo que el protagonista quiere contar. Esas son las posibilidades que le dejo al lector para que imagine lo que habría sucedido. El narrador avanza en su propia reflexión. Sobre los héroes que no lo son tanto, los objetivos, los motivos y lo que se debe hacer porque es lo que se espera de ti. El protagonista habla de ser partero de la Historia y de dar sentido a la vida, dos ideas muy de la época. Es el reflejo de una generación, dice Lertxundi; aquella que en el cinefórum encontraba una válvula de escape a la agobiante realidad y terminaba discutiendo de todo menos de la película en debates potentísimos.

viernes, 15 de octubre de 2010

ANJEL LERTXUNDI: PREMIO NACIONAL DE ENSAYO 2010

Artículo aparecido en el diario DEIA el 14 de octubre de 2010. Redacción: Agencia EFE.

Anjel Lertxundi ha ganado el Premio Nacional de Ensayo 2010, dotado con 20.000 euros, con su obra Eskarmentuaren paperak, un ensayo que tiene mucho de autobiografía.
Concedido por el Ministerio de Cultura, este galardón reconoce el mejor libro de este género publicado a lo largo de 2009 en castellano o en cualquiera de las otras lenguas cooficiales.
Anjel Lertxundi (Orio,1948) ha escrito casi toda su obra en euskera y, aunque está especializado en literatura infantil y juvenil, también ha publicado novelas, relatos y ensayos.
Considerado uno de los grandes renovadores de la narrativa en euskera, Lertxundi utiliza la literatura para experimentar con ella y ha dedicado buena parte de su obra a las creencias tradicionales.
Entre sus obras de literatura infantil destacan Tristeak Kontsolatzeko makina (1981), Portzelanazko irudiak, del mismo año, Artillero dale fuego (1986) y Muxubero, mon amour, publicada en el año 2000.
En el género por el que ahora ha sido premiado, el ensayo, cuenta con textos como Pío Baroja (1972), Gogoa zubi (1999) y Mentura dugun artean (2001), y entre su obra traducida al castellano se incluyen Línea de fuga, Las últimas sombras, La felicidad perfecta y Un final para Nora.
El escritor obtuvo el Premio Euskadi de Literatura, principal galardón de las letras en euskera, en 1999, por la novela Argizariaren egunak, publicada en castellano con el título Los días de la cera, y en 1994 quedó finalista del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa con su novela Otto Pette (Las últimas sombras).
Además, obtuvo el Premio Nacional de la Crítica en 1983 y fue galardonado con el Premio Rosalía de Castro en reconocimiento a su trayectoria literaria.
El jurado ha estado presidido por el director general del Libro, Rogelio Blanco, y han formado también parte de él Gregorio Salvador, Víctor Fernández, Sebastián García, Marta Pessarrodona, Alfonso Novales, Francisca Rubio, Santos Alonso, María Teresa Pascual, Estrella de Diego y los autores galardonados en 2008 y 2009, Justo Beramendi y Manuel Reyes Mate, respectivamente.