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lunes, 11 de diciembre de 2017

MONSTRUOSO CORAZÓN ARDIENTE (ÁLBER VÁZQUEZ)

LA NOVELA: ¿Qué harías tú si tu mejor amiga te roba a tu novio? ¿Tomártelo a mal? ¿Montar una escena? ¿Romper con tu amiga?
Con Hambre a borbotones, Álber Vázquez fue finalista de la Semana Negra de Gijón y se convirtió en el auténtico renovador de la novela negra escrita en español. Ahora, con Monstruoso corazón ardiente, va un paso más allá y reinventa la narrativa erótica en un texto donde se dan rienda suelta a las más exquisitas de las depravaciones.

EL AUTOR: Álber Vázquez (Rentería, Guipúzcoa, 1969) ha publicado una veintena de títulos y es uno de los autores de novela bélica más reputados del momento. Se ha especializado en el siglo XVIII español y está considerado como una de las mayores autoridades en las guerras hispano-apaches que tuvieron lugar en Arizona, Nuevo México y Texas. Sobre este tema, destaca su recientemente publicada novela Guerras mescalero en Río Grande, una novela que explora la conquista española del actual Texas y las estrategias emprendidas para lograr la convivencia con los apaches. Es autor, asimismo, del best-seller Mediohombre, una obra clásica y de absoluta referencia para los amantes de la novela bélica. Además, es uno de los autores de novela negra más sorprendentes del momento. En 2015 publicó Hambre a borbotones, una obra que sacudió el género y que le hizo merecedor de ser finalista en la Semana Negra de Gijón. Cuando no escribe, corre maratones. Sobre correr publicó la deliciosa La meta está en Ítaca, un ensayo sensible y certero acerca del hecho de correr. Ahora regresa con Monstruoso corazón ardiente. Y lo hace con un puñetazo sobre la mesa.



lunes, 2 de noviembre de 2015

HAMBRE A BORBOTONES (ÁLBER VÁZQUEZ)



LA NOVELA: Elige a una chica. Elige a una chica guapa. Elige a una chica encantadora y sugestiva. Adinerada, culta, sensual e independiente. Elige todo eso y disponte a matarla. Elige a la chica equivocada y serás devorado.
Hambre a borbotones es una novela fascinante. Hay terror, hay una trama policial, hay comedia, hay luminosidad, hay amor, hay sexo, hay odio, lujuria y deseos de venganza. Hay, en definitiva, todo eso que nos gusta y que hace que el mundo gire y funcione. Pero en una Thermomix a máxima potencia.
Un libro que bebe directamente de los pulps norteamericanos de principios del siglo XX, los mezcla con una buena dosis de telenovela venezolana y los salpica de abundantes lingotazos de Wes Craven, Patricia Highsmith, Andy Warhol y Sylvia Kristel.

EL AUTOR: Álber Vázquez (Rentería, Gipuzkoa, 1969) ha publicado una veintena de títulos. Como si no hubiera un mañana. Es uno de los autores de novela bélica ambientada siglo XVIII más reputados del momento. Su obra Mediohombre, de la que se llevan vendidos más de veinte mil ejemplares, es probablemente la novela más plagiada de la última década. Podría decirse que todo iba como la seda si no fuera porque este subgénero es masiva y fielmente seguido por legiones de varones mayores de cincuenta años. Lo cual, para un tipo que decidió dedicarse a la literatura «sobre todo para ligar», se había convertido en un problema que necesitaba respuestas drásticas. La respuesta drástica es esta novela. Un libro distinto a todo lo que se ha publicado hasta hoy. Un libro que golpeará en el estómago del lector y le hará abrir los ojos como nunca antes lo ha hecho.


lunes, 19 de diciembre de 2011

LARGO CAMINO HACIA ZUNI PUEBLO (ALBER VÁZQUEZ) - TEXTO DE LA PRESENTACIÓN EN BILBAO


El pasado viernes tuve el placer de presentar en Bilbao la novela de Alber Vázquez, “Largo camino hacia Zuni Pueblo”. Personalmente lo pasé muy bien, aunque no estoy seguro de que piensen lo mismo los asistentes que tuvieron que aguantarme, aunque luego pudieron disfrutar con el autor. De todos modos, por si os interesa, transcribo el texto de la presentación. Lógicamente, para los que estuvisteis, quiero aclarar que no se corresponde exactamente, primero porque no me gusta leer, si escribo algo es para aclarar previamente de qué voy a hablar, no para leerlo. Y en segundo lugar porque, pese a lo que digan las malas lenguas, no soy “tan pesao” y procuré aligerarlo para dar paso a la auténtica estrella  del acto, Alber Vázquez.
Y como diría Luigi Pirandello, “aquí está el texto si así os parece”.


Cuando recibí un e-mail de Alber Vázquez invitándome a estar con él en la presentación de “Largo camino hacia Zuni Pueblo” mi contestación no fue inmediata, creo que tardé más o menos una hora en decirle que sí. Y no es que tuviera dudas sobre el autor, no hacía mucho tiempo había leído otra novela suya y sabía que merecía la pena leerle, pero es que en su mensaje me decía explícitamente que su novela era un western. Un western, sí, un auténtico western escrito por un autor guipuzcoano. Finalmente pensé que si un guipuzcoano se atrevía a escribir una novela así, uno de Bilbao no iba a ser menos que él y que, al menos, podía atreverme a presentarla.
Cuando hablamos de westerns no puedo evitar retrotraerme a mi infancia. Creo que todos hemos leído, en nuestra juventud y algunos incluso más adelante, esas novelas llamadas de kiosco, del oeste, policiales, de terror, que firmaban en su gran mayoría escritores españoles con seudónimos anglosajones para hacerse más creíbles aunque curiosamente, uno de los más famosos, Estefanía, escribía con su propio nombre. Eran novelas sencillas, me parece recordar que con un tamaño estándar de unas noventa páginas, en la que siempre ganaba el bueno, gracias a que era mucho más rápido con el revólver que el malo, lo cual no dejaba de ser una gran suerte, no quiero pensar qué habría podido ocurrir si el más rápido hubiese sido el malo. Y en cierto modo eran novelas valientes, en parte por la estupidez de la censura. No soy de los que le gusta politizar todo lo que pasa por sus manos, pero hay que reconocer que en plena dictadura hablar en unas novelas de cómo los maltratados, los que estaban siempre bajo la vota del poderoso, se rebelaban y triunfaban, por lo general con la ayuda de un héroe generoso y desprendido, no dejaba de ser sorprendente, pero también gratificante. Quizás de ahí nació mi primer amor por ese tipo de novelas. Posteriormente he llegado a conocer en persona a uno de esos autores, Silver Kane, el gran Francisco González Ledesma, que a su calidad literaria, es uno de los más importantes escritores españoles de género negro, varias veces premiado y traducido a un montón de idiomas, aúna una gran calidad humana.
Pero en realidad, al hablar de westerns, más que en la literatura pensamos en el cine. Si algún día nuestros hijos cometen la torpeza de dedicarse a escribir, seguramente sus referentes vendrán dados por los videojuegos, Internet, las nintendos y las videoconsolas o temas similares, pero a quienes pertenecen a mi generación lo que nos ha marcado la pauta es el cine. Y las películas del oeste son parte importante de nuestra educación sentimental. Quién no recuerda películas como "La diligencia", "Raíces profundas" o "Dos cabalgan juntos", directores como John Ford o actores como John Wayne. Para nosotros hablar de cine es hablar del Oeste, de sus anchas praderas, de sus peligrosos desiertos, de duelos al sol en el O. K. Corral y de estampidas. El cine nos abrió las puertas a un mundo aparentemente lejano, pero que se nos hizo enseguida muy cercano, casi como formara parte de nuestra familia y, desde luego, como si formara parte de nuestro acervo cultural.
Es curioso porque ya, desde su nacimiento, el cine y la literatura estuvieron muy interrelacionados y muchas de las obras maestras de la gran pantalla provienen de obras literarias y, al revés, el cine ha influido en la obra de muchos autores. Sobre todo en los llamados géneros populares. En algunos casos está claro, como en el cine negro o el de terror; en cambio, con el western no se ha producido tanto esa interrelación. Si bien es un género que ha propiciado obras maestras del cine, no ha tenido, como sí la ha tenido en otros géneros, una correspondencia con la literatura. Al menos en España, ya que supongo que en Estados Unidos sí se habrán escrito un buen puñado de novelas meritorias, pero que por desgracia las desconozco.
En realidad los géneros populares han tardado en enraizar en España y en Euskadi. Me temo que nos hemos tomado demasiado en serio la literatura, en el peor sentido de la expresión, olvidándonos de que lo divertido no es lo contrario de lo serio, sino de lo aburrido, y ha habido una especie de desprecio intelectual por todo aquello que nos hacía gozar, divertirnos, pasarlo estupendamente, en suma. Afortunadamente nos hemos ido despojando de esa losa que nos impedía disfrutar con la literatura y ahora no nos extraña tanto leer en una novela cómo la Ertzaintza investiga un crimen cometido en Rentería, cómo de una de las criptas del cementerio de Derio sale un no muerto una noche de luna llena en busca de su alimento o cómo surca los espacios, buscando un planeta que conquistar un astronauta apellidado González o Agirretxebarria. Pero trasponer a nuestras latitudes un western es una tarea mucho más difícil, una tarea que algunos incluso considerarían imposible. Porque aunque es cierto que un baserri de Gernika comparte con un rancho de Texas el que ambos pertenecen al llamado sector terciario o agropecuario de la economía, ahí se acaban las posibles semejanzas. Me temo que una del Oeste ambientada en Zumárraga o en Labastida en el mejor de los casos iba a producir una triste mirada compasiva y en el peor las lógicas carcajadas de cachondeo en las que todos nosotros estamos pensando y que seguramente, seamos sinceros y atrevámonos a decirlo, compartiríamos.
Y sin embargo el western no nos es tan ajeno. Cuando hemos visto esas películas que tanto nos han apasionado, hemos cabalgado por ciudades como Laramie, Dodge City o Wichita. Pero hemos estado también en Alburquerque, Santa Fe, Las Vegas, Colorado o San Diego. Por no citar Los Ángeles o San Francisco. Y esas ciudades está claro que no fueron fundadas por turistas británicos que encantados tras pasarse unos días al sol en Marbella decidieron fundar en América unos asentamientos con esos nombres, no. Estas ciudades son la señal del paso de los españoles por esas tierras, de su colonización, desarrollo y posterior declive. Y esas tierras son las tierras de California, de Nuevo Méjico, de Arizona, es decir, son las tierras que conocemos sobradamente gracias a las miles y miles de películas (y aquí quizás haya que hacer un gesto de agradecimiento a la ETB que en los últimos años ha emitido más westerns de los que razonablemente pensábamos que se hubiesen podido filmar en toda la historia de Hollywood) que hemos visto en los últimos años. Y aquí es donde Alber Vázquez ha comprendido que había un territorio comanche, y creo que no se puede usar mejor esta expresión, sin explotar y a la espera de que una mano con talento y habilidad, como la suya, decidiera coger la pluma, hoy en día sería más correcto hablar del ratón del ordenador, y ponerse manos a la obra.
Pero creo que ha legado el momento de dejarnos de disquisiciones y hablar de "Largo camino hacia Zuni Pueblo", que es a lo que hemos venido. El argumento, en sí, parece muy sencillo, y lo hemos visto en muchas películas. Un grupo de familias va a asentarse a un pueblo lejano, donde espera iniciar una nueva vida, y para ello deberán atravesar desiertos y bosques infestados de indios hostiles. Las famosas caravanas. Con la diferencia de que los colonos no son norteamericanos, sino españoles, ni tampoco agricultores o ganaderos, sino mineros y plateros, artesanos. Y quienes les escoltan son dragones del rey, soldados españoles asentados en el presidio de Tucson, otro nombre que nos trae recuerdos de muchas películas del Oeste. Tampoco se trata de una multitud que puede defenderse de los ataques indios poniendo las carretas en círculo y disparando con sus rifles a todo piel roja con plumas que se mueva, sino tan sólo cuatro familias compuestas por pacíficos matrimonios y sus hijos de corta edad. Y, por supuesto, no tienen a su disposición al 7º de Caballería sino tan sólo a cuatro soldados españoles. La desventaja ante sus colegas de nacionalidad norteamericana que intentaron esa aventura más de cincuenta años después es evidente, pero eso no ha intimidado a Alber Vázquez, que sabía lo que quería contarnos y nos lo cuenta con una habilidad tal que en ningún momento decae la tensión. Y es un mérito añadido porque no es fácil escribir una novela en la que no decaiga la tensión con un pequeño puñado de personajes y un paisaje que, con pequeñas variaciones, es prácticamente siempre el mismo.
Acabo de decir que en la novela aparece un puñado, no muy extenso, de personajes, y es cierto, pero esos personajes son los que a su vez le dan un carácter especial a la obra. Cuando leo una novela me gusta fijarme en los personajes, creo que junto a la trama en sí es una parte muy importante de la obra. En ciertos sectores hay una opinión acerca de que en las novelas de género, de aventuras, en las novelas en las que pasan cosas, los personajes no importan. Nada más lejos de la realidad. Vázquez Montalbán solía decir que empezó a escribir novelas policíacas porque se aburría de leer novelas en las que el protagonista necesitaba cuarenta páginas para subir unas escaleras. Se supone que esas eran las novelas de “personajes” y nada más incierto. ¿Cómo puede gustarnos un personaje que tarda tanto tiempo en subir unas escaleras? Está claro que es muy torpe, ya que por mucho que esté en mala forma física y no haya pisado un gimnasio en años, nadie tarda tanto en subir unas escaleras, y además es también muy poco listo porque, viendo lo torpe que es para subirlas, podría haber optado por coger el ascensor. No, los auténticos personajes son los que tienen vida, los que tienen alma, y Alber Vázquez ha sabido construir personajes de carne y hueso, personajes que podríamos ser nosotros, que de hecho somos nosotros porque una de las magias de la buena literatura es que no estás leyendo una historia, estás protagonizando una historia, como el joven que está leyendo “La historia interminable”.
En “Largo camino hacia Zuni Pueblo” podemos encontrar, básicamente, dos tipos de personajes: por una parte están los dragones, los soldados, a los que se podría aplicar la famosa frase de “qué buen vasallo si hubiera buen señor”: en primer lugar el alférez Sosa (se podría decir de él lo que Pérez Reverte decía del capitán Alatriste no era el hombre más honesto ni más piadoso, pero era un hombre valiente, incluso mucho más valiente, no es lo mismo enfrentarse a unos flamencos o franceses que, como mucho, te pueden rajar la garganta, que a unos apaches o navajos que te pueden torturar durante días y días para su propia diversión). O su subordinado Amézquita, serio y reconcentrado y a pesar de todo generoso y heroico, o Bustamante, el desertor que tras haber vivido durante un montón de años libre y salvaje añora la camaradería del ejército y quiere volver a la civilización. Y por otro lado están las familias de colonos, quizás menos importantes literariamente hablando ya que en la novela son meros objetos de protección de los dragones, pero en los que merece la pena detenerse, hombres que al contrario que los colonos que salen en las películas míticas de las que he hablado, no saben disparar ni luchar, hombres (y mujeres) pacíficos cuya única preocupación es procurar un futuro mejor para sus familias.
Estamos pues, ante una novela que es un western, pero estamos, sobre todo, ante una estupenda novela, una de esas novelas que queremos acabar cuanto antes, para saber qué suerte han corrido los personajes, cómo acaba la historia, pero que cuando la finalizamos lamentamos que no tenga otras trescientas páginas más, para seguir disfrutando de la lectura.
Para terminar, volvamos al cine. En una de las películas más emblemáticas del Oeste, “El hombre que mató a Liberty Valance”, se dice que cuando la leyenda supera la realidad se imprime la leyenda. Pues bien,” Largo camino hacia Zuni Pueblo” está construido con materiales reales, es una novela, lo que es decir que es una ficción, pero una ficción que podría haber sido perfectamente realidad, que seguramente fue realidad, pero una realidad tan apasionante y tan brillantemente contada que por una vez podemos prescindir de la leyenda.

martes, 13 de diciembre de 2011

LARGO CAMINO HACIA ZUNI PUEBLO (ALBER VÁZQUEZ) - PRESENTACIÓN EN BILBAO


El próximo viernes 16 de diciembre, a las 19.00 horas, en la librería Elkar de la calle Licenciado Poza de Bilbao (frente a la plaza Bizkaia) tendré la satisfacción de presentar públicamente Largo camino hacia Zuni Pueblo, la última novela de Alber Vázquez.
Y cuando digo que será para mí una satisfacción no es una frase hecha, sino lo que he sentido tras leer la novela. Con decir que la acabé de leer el pasado domingo y por poco se me pasa la hora de ir a San Mamés a ver al Athletic (aunque después de lo que vi en el campo, podría haberme quedado en casa perfectamente, pero esa es otra historia) de lo absorto que estaba en la lectura, queda todo dicho.
Nos vemos en la librería ELKAR, de Pozas, el próximo viernes 16 de diciembre, a las 19.00 horas, o sea, las siete de la tarde.

Antes de que el primer vaquero llegara al oeste de los Estados Unidos, antes de que el primer forajido desenfundara su revólver, antes de que el primer colono angloamericano pisara el desierto de Sonora, miles de españoles estuvieron allí. Estuvieron, lucharon contra los apaches y marcaron a fuego un territorio que, simplemente, era su hogar.
En esta segunda entrega de las batallas hispano-apaches, Alber Vázquez vuelve a atrapar al lector, que no podrá dejar un libro que mantiene en vilo de principio a fin. Una novela violenta, trepidante y directa.

viernes, 8 de enero de 2010

MEDIOHOMBRE (ALBER VÁZQUEZ) : ENTREVISTA EN EL DIARIO VASCO



Entrevista publicada en el periódico DIARIO VASCO el 7 de enero de 2010. Redactor: Alberto Moyano
En la primavera de 1741, el almirante pasaitarra Blas de Lezo destrozó la ofensiva que la Armada británica lanzó sobre la ciudad de Cartagena de Indias. Y lo hizo al frente de un reducido grupo de hombres que hizo frente y derrotó a unas fuerzas que superaban en varias veces su número. El escritor Alber Vázquez (Errenteria, 1969) retoma en Mediohombre aquella historia y aprovecha para dar un giro radical que su narrativa, que abandona el tono introspectivo de otras novelas, y se lanza en picado a los terrenos del relato trepidante.
¿Qué fue lo que le atrapó del personaje de Blas de Lezo?
Alguien que se apellida Lezo y que nació en Pasajes tiene que interesar necesariamente a alguien que, como yo, es de Rentería. Es imposible no sentir la tentación de echar un vistazo. Y cuando le echas un vistazo a Lezo, te das cuenta de que es un personaje absolutamente literario. Y que, encima, se ve inmerso en situaciones perfectamente novelables. Sería un delito no haber escrito algo... Los personajes secundarios de la historia son cruciales, porque tienen puntos de vista divergentes y eso hace que la historia sea rica en tensiones. Tanto en un bando como en el otro. En realidad, sospecho que no se soportaban los unos a los otros, pero como eran militares y existían rangos, no llegaba la sangre al río. Incluso había militares medio idiotas, como Lawrence Washington, hermanastro de George Washington, que sólo estaba allí por tener mucho dinero y aportarlo a la expedición.
¿Qué papel juegan en el relato los personajes secundarios, especialmente, el de Vernon?
Edward Vernon es la figura clave de todo el conflicto y el principal responsable de que Inglaterra no conquistara América del Sur. Lezo y él se odiaban a muerte. Lezo, incluso, se permitía tratarle con condescendencia, algo que enfurecía a un hombre del orgullo de Vernon.
¿Por qué ese giro radical en su estilo respecto a otras novelas, como 'Icuza'?
Me di cuenta de que era capaz de aburrir a un muerto con mis libros, y eso me hizo replantearme de arriba abajo todo mi trabajo. Ya no me interesa nada escribir como en 'Icuza'. Sé que puedo escribir poesía pura capaz de embelesar a las mentes más sensibles del mundo, pero yo sólo quiero ser un escritor 'pulp'. En realidad, eso era lo que siempre quise ser, pero, en un momento determinado, alguien me dijo que yo era tremendamente interesante y debí creérmelo. Pero yo sólo quiero escribir novelas 'pulp'. Novelas que dé pena terminar de leer.
¿Por qué Blas de Lezo es tan poco conocido y recordado hoy en día?
Es simplemente porque aquí somos así. Recordar cansa. La historia es algo tremendamente aburrido que no le interesa absolutamente a nadie. No ya la de Lezo, sino la de cualquiera. Tú coges a un chaval de veinte años en la calle, le pides que nombre a tres presidentes españoles y no sabe responder correctamente. Nombrará a Zapatero, tendrá en la punta de la lengua al anterior y de otro más ni hablemos. No lo digo como reproche. Lo digo como explicación de un modo de vivir la vida y de estar en el mundo. Somos así, qué se le va a hacer. No tenemos remedio.
¿Quizás representa una personalidad extremadamente militarista?
No, no es por eso. Lezo, es cierto, era un militar al modo en el que se era militar en el siglo XVIII. Te enviaban al fin del mundo, tú ibas y te dedicabas a ser lo que eras durante veinticuatro horas al día. No existía una jornada laboral tras la cual uno se ocupaba de sus asuntos privados. En ese sentido, sí tiene una personalidad militarista. Pero Patton o Rommel también, y se les recuerda sin dificultad.
¿Y no cree que este tipo de personajes tiene un punto de locura?
Al contrario: son tremendamente cuerdos. De hecho, ese es el rasgo principal de Blas de Lezo: que jamás, por muy mal que le vaya, pierde el norte. Él sabe qué quiere y sabe qué tiene que hacer para lograrlo. Y sabe, sobre todo, qué no tiene que hacer. Es muy importante, porque en esa mezcla de arrojo, temeridad e inteligencia, en ese saber exactamente cuál es el punto que no debes atravesar a riesgo de perderlo todo, está la cordura de Lezo. Los locos, por lo general, terminan haciendo locuras. Lezo no hizo ni una sola a lo largo de su carrera. De hecho, nunca fue derrotado.
¿Le costó documentarse en torno a la sucedido en la batalla de Cartagena de Indias?
Hoy en día no es necesario viajar a ningún lado gracias a internet. Existe un montón de documentación acerca de la batalla, existe Google Maps donde observar detalladamente el lugar, existe Flickr donde hay miles de fotografías de las fortificaciones, existe YouTube donde he visto muchos vídeos y existen multitud de foros donde la gente cuenta cosas. Podría haber ido a Cartagena, pero de vacaciones, porque lo que necesitaba saber, ya lo sabía. En cuanto a los combates, los describo de forma moderadamente exacta. O, por decirlo de otra forma, los describo literariamente. El problema de las batallas que, como ésta, se prolongan durante semanas y semanas, es que suelen ser muy aburridas. Los navíos de Vernon lanzaron miles y miles de cañonazos contra Cartagena, día tras día, hasta demoler las fortificaciones. Literariamente hay que utilizar determinadas estrategias para que una descripción así tenga algún interés para el lector.
Dado el famoso manto de silencio que Inglaterra echó sobre estos acontecimientos y tan dolorosa derrota, habrá descartado la traducción de la novela al inglés.
Yo estoy encantado con Inédita Editores. Es una de los sellos con mayor proyección que hay en España y me siento afortunado de poder editar con ellos. Si han logrado publicar literatura bélica en un mercado tan, a priori, reacio a ella como el español, son capaces de venderles a los ingleses su propia derrota. Estoy seguro.
¿Qué falló, en su opinión, en la estrategia de los ingleses? ¿Cree que dada la desproporción de fuerzas era una batalla en la que una victoria sería considerada normal y una derrota, tal y como pasó, una vergüenza?
El gran error de Vernon fue menospreciar al enemigo y no comprenderlo. Ello le llevó a calcular mal y a cometer errores de principiante. Por ejemplo, se retrasó más tiempo del necesario en la partida y se le echó encima la época de lluvias. Sus tropas se fueron poniendo enfermas y se desmoralizaron. Tenía a miles de hombres, pero con el ánimo por los suelos. Lezo tenía sólo a un puñado, pero con la moral altísima. La forma de actuar de Lezo motivaba tanto a sus hombres que, a falta de medios materiales, de tiempo y de capacidad, hicieron algo muy vasco y muy español: la machada. De hecho, hay momentos en la batalla, como el asalto final al castillo de San Felipe, en el que Lezo envía a sus hombres a una muerte segura. Y los hombres van. Lezo era así. Ese era el genio de Lezo. Vernon, con su mentalidad inglesa, nunca pudo entenderlo. Pero sí, lo normal era que Inglaterra hubiera ganado la batalla. Esa derrota fue una vergüenza y un deshonor para ellos.
Llama la atención lo poco que duró tras tantos peligros Blas de Lezo, que murió a los pocos meses por la peste. ¿Un sarcasmo?
Yo dudo mucho de que Lezo muriera de peste. Esa hipótesis la sostienen muy pocos y sin prueba alguna. Lo más lógico es pensar que Lezo murió a causa de las heridas sufridas en la batalla de Cartagena. Yo prefiero pensar que así fue y el hecho de que el éxito de la batalla se lo atribuyeran otros y que él ni siquiera se defendiera, indica que físicamente no estaba bien.
¿Qué proyectos tiene? ¿Recuperará el personaje de Atila Longo, protagonista de los relatos de 'Cósele el rabo al lagarto'?
Mi proyecto principal es dedicarme una buena temporada a la novela negra. Leí centenares de novelas policíacas cuando era adolescente. Ahora quiero escribirlas. Y sí pienso recuperar a Longo. Pero Atila Longo es periodista y, por mucho que lo pienso, no se me ocurren cosas emocionantes que puedan hacer los periodistas.