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sábado, agosto 11, 2012

La piragua


El padre de mi bisabuelo contaba que cuando era niño los árboles no estaban amarrados a la tierra. Caminaban por las calles tomados de las ramas, usando las raíces como piernas, opacando un poco el cielo en su caminar.
Las personas por esos tiempos no se asustaban. Se quitaban el sombrero para saludar, y el árbol suavemente se inclinaba. Cuando estaban de buen humor llegaban incluso a regalar sus frutos a los niños que bajo ellos transitaban.

Tenían, eso sí, problemas al pasar los ríos. Con la corriente a veces raíces y ramas se enredaban así que preferían, en lo posible, evitar cruzar los cauces que se ponían en su camino. No dejaba aquello de ser nostálgico, pues bien sabido es que los árboles aman beber el agua dulce que acaba de nacer.

Decía que para los árboles caminantes, la primavera era su musa, era su amada. Aún viejo recordaba cuando era niño ver árboles enamorados, que con sus hojas parecían cantar. Eran aquellos los que más disfrutaba ver, pues el amor se les notaba hasta en el tronco y en el olor dulce que dejaban salir cuando la felicidad los hacía florecer. Había entonces árboles artistas cuyo movimiento más que danza parecía poesía, y otros cuyas hojas  parecían cantar de caricias y palabras de amor.

Cuenta mi padre que mi bisabuelo lloraba cuando le contaba aquella historia. Dice que hubo un año en el que la primavera se fue de viaje más tiempo del que nunca antes se había ido. Entonces llegó el frío y los árboles se entumecieron, sus troncos se volvieron duros y sus raíces dejaron de moverse. Decía que sin primavera no queda más que la soledad, y ni árboles ni personas nacimos para estar solos. Las musas no son estaciones ausentes, decía.

El padre de mi bisabuelo, y luego su hijo y el hijo de su hijo fueron toda su vida barqueros. A veces, en las mañanas, tomaban su piragua y dentro de ella ponían árboles que no tenían que beber. Con ellos iban en busca de la primavera que tardaba en regresar.

Y si acaso la encontraban, al día siguiente el pueblo habría de encontrar un camino de flores amarillas, que los árboles habrían dejado cuando regresarán a sus sitios tras una noche con un nuevo caminar.



domingo, abril 08, 2012

Colibrí

Canta el colibrí cuando ve la flor enamorada,
y al acercársele la arrulla para cuidar su sueño. 

Murmura palabras que suben por su tallo, 
y hermosamente la flor se deja ir. 

Y mientras duerme, piensa aquella ave... 

"Duerme desnuda mi amada, 
y sus poros se abren uno a uno para saciar mi sed. 
De sus flores dulce nectar tornasol 
que gota a gota tiñe de color mis plumas. 
Dormida a veces habla. 
Cuenta sus desvarios con cada pétalo de su cuerpo. 
Su cáliz, como boca, espera el beso que la toma" 

Despierta después la flor, y amarra al colibrí a su aroma. 
Por siempre ha en ella de beber.

sábado, noviembre 05, 2011

Secretos a voces

Todos guardamos secretos. Algunos mejor que otros, algunos más profundo que otros. Hay secretos que merecen ser contados, y otros que jamás deberían pronunciarse.

Y, hay secretos que se cuentan a voces. Esta entrada es uno de esos secretos que con su ayuda dejará de serlo.


Palabras más, palabras menos, esta entrada cuenta que a partir del primero de diciembre las palabras salen de soledades y pasan al papel.


Es un secreto que iba pesando. Varios años de trabajo para llegar al fin a este primer libro en el que papel, piel y palabra se entrelazan y pliegan uno al ritmo del otro.

Y como no podía ser de otra forma, el lanzamiento de este libro no será un asunto tradicional.

El próximo 11 de este mes, a partir de las 11 y 11 am, hora colombiana, comenzará la preventa.

Será una preventa fuera de lo común. De una edición de 100 libros los primeros 50 se venderán a través de estas soledades. 



¿Cómo? En la entrada publicada el 11.11.11, a las 11:11 se recibirán los pedidos del libro. En orden exacto, numerados uno a uno para las primeras 50 personas en comentar, quienes tendrán el derecho de adquirir cada uno un libro.



Estos libros se firmarán y numerarán para que su nuevo dueño tenga constancia de que lo que tiene en sus manos es una pieza que sale de lo común.


No puedo negar que es un asunto que me alegra profundamente. En los próximos días iré contando a todos los secretos del libro, sus modelos, su estructura, su tamaño.


Sólo me resta invitarlos a todos a difundir esta información, y preguntarles...
 ¿Están preparados?


domingo, octubre 18, 2009

Lento pero viene

"Que lento pasa el tiempo" dice el caracol.
Luego se echa a correr.


Años atrás el alma me pedía una mujer a lomo de un caracol. Aquel caracol iba sin prisas, creo, marcando la entrada a un tiempo nuevo en el que muchas cosas que eran dejaron de ser. En mi caso, el origami siempre ha sido autobiográfico. No sólo es que deje el alma en el papel, es que además los modelos surgen como un llamado de lo que el alma pide o de aquello que el universo otorga.

Es un tema que, hasta donde sé, comparto con pocos origamistas, pero que seguramente he de compartir con más. A fin de cuentas el no saber si algo se comparte no implica que no se haga. Pensándolo bien, ha de ser un asunto común a todo nuestro que hacer: Dejamos el alma en lo que hacemos, en el momento en que vivimos. Nuestros actos, sean sobre papel o sobre piel, sean sobre piedra o sobre las cuerdas de una guitarra, sean sobre poco o sobre mucho... nuestros actos hablan de quienes somos.


Quizás al caracol también se le juzgue por sus actos. En su defensa, es claro que se toma su tiempo para lo que hace (sea lo que sea). Quizás el caracol logre que lo que piensa sea igual a lo que dice y eso igual a lo que hace. O quizás el caracol vive renegando de su suerte, diciendo que hasta ella debe tardarse en llegarle...

Que poco sabemos de caracoles, y que tanto nos parecemos a ellos algunos días. En esos en los que el tiempo pasa más lento, en esos en los que se quiere que el tiempo deje de pasar. Son los días del caracol, esos en los que nos escondemos en aquella caracola que lentamente sube al cielo, esos en los que pensamos salir y dejarlo todo atrás, y sin embargo permanecemos con nuestra historia a cuestas como si se tratara de una vieja casa que oculta lo que somos. Esos días en los que nos recostamos en la caracola del oído y nos llegan de regalo palabras dulces que nos recuerdan el mar (y el amar).




jueves, abril 30, 2009

is anybody out there?

Hace más de seis meses no escribo en estas soledades. Hace más de seis meses que se encuentran más solas que nunca. Y pocos la han extrañado. 

Para ser honesto, hace seis meses es poco lo que pliego, investigando a veces sobre otros papeles, a veces sobre otras formas de plegar, y las más dedicado a otras acciones harto lejanas al mundo del plegado. Aún en aquellos casos de plegado, el 90% de las veces, los resultados han sido desastrosos. 

Uno de los pocos casos que se ha salvado de la condena a la caneca ha sido este modelo. A la sombra de un árbol, a la sombra de Herne, a la sombra de los miedos, a la sombra... En el reverso del modelo, se insinua un rostro de ciervo. En su frente, sentado, se evidencia un hombre.

Mezcla de las técnicas de arrugado con el tradicional box pleating. Mezcla de no saber que decir con no tener que decir. Mezcla de dejar y seguir. A la sombra, simplemente a la sombra... 


¿Aún hay alguien allí afuera?
¿Aún hay alguien aquí adentro?



viernes, julio 04, 2008

Hay palabras


Hay palabras de fuego, que queman cuando salen. Palabras que incendian los oídos y la garganta. Palabras que duelen, palabras que quieren ser dichas y solo traen con ellas desdichas. Hay palabras que, cansadas de esperar se vuelven silencios que no pueden ser pronunciados. Palabras rotas que se caen a pedazos, lentamente, resonando como un espejo que se quiebra.

Hay días en los que no hay palabra, y otros días en los que se acosan unas a otras por salir
Se atoran en la garganta estrujadas y pesadas. Se atoran y se quedan sin salir.


En esos días el alma se vuelve más pesada, y solo pide que llegue alguien que sea oído, que sea escucha, alguien cuya boca esté cansada y su espíritu vacio de cosas por decir.

Hay palabras que salen como si fueran una cascada y lo rodean todo, y solo después toman una forma fija y dicen algo.

Tontas palabras las que nunca toman forma
odiadas palabras las que ahogan.

Hay palabras que cantan amores, y otras que cantan odios.
algunas que son bendecidas y otras, maldecidas

Sobre todo y sobre todos, hay palabras.


domingo, abril 06, 2008

Abrazos

La interpretación del mundo y de la realidad en que vivimos no es un asunto simple. Para interpretar usamos lo que conocemos para explicar lo que desconocemos. Creamos relaciones entre conceptos y nociones para llegar a nuevos conceptos y nociones. Experimentamos. Jugamos con ideas que se deslizan de neurona a neurona, jugando a aparecer, jugando a ser.

El primer punto de contacto que tenemos con el mundo son los sentidos. Abrimos como ventanas los ojos al mundo para tratar de devorarlo con una sola mirada, abrimos los oídos para oírlo todo y el gusto para todo saborearlo. Olemos para distinguir entre que está bien y que está mal. Abrimos incluso nuestra piel al contacto de las cosas para tratar de entenderlas.


Usamos nuestros sentidos permanentemente, pues también a ellos debemos nuestra percepción del mundo. Y, pese a que los usemos todos, resulta común que prioricemos unos sobre otros. Incluso, sin saberlo, volvemos esa priorización de un sentido una parte fundamental de nuestro lenguaje. Hay quienes preguntan si “se ve claro el asunto”, o quienes dicen que “no lo sienten claro”, o “que no les huele bien el asunto…” Hay quienes, para ver, tocan. Hay quienes todo tienen que probarlo para poder entenderlo. La modernidad prioriza ojos y oídos, ver y escuchar. El amor prioriza quizás el sentir. Y la música prioriza el oído. Priorizamos una y otra vez, aunque no queramos hacerlo.

Pero priorizar a veces implica ignorar. Damos valor a unos y descartamos otros… ¿por qué lo hacemos? ¿A qué se debe la priorización o negación de un sentido en particular? En parte es un asunto cultural, pero también es un asunto netamente propio. Conozco muchos que rehúsan el tacto aunque no logren entender por qué lo hagan. Y con frecuencia he descubierto que aquellos que más lo niegan suelen ser quienes más lo necesitan, porque el tacto es uno de los primeros sentidos (sino el primero) que nos permite tener una experiencia del mundo. No en vano el órgano más grande del cuerpo es la piel. El abrazo es quizás uno de los reflejos de animalidad que aún conservamos: nos abrazamos aún sin saber porqué nos abrazamos, tocamos con una necesidad imperiosa por ser tocados, por tener contacto, por sentir.

Priorizo sin querer la escucha y el tacto, la piel y el oído. Me pregunto por el abrazo, por qué dice y cómo lo dice. Me enamoro de aquellos que cuando abren los brazos para abrazar lo que en realidad abren es el alma. De esos que están llenos de puertas que abren para dar abrazos. Me pregunto por qué tantos animales abrazan y si sus abrazos tendrán los mismos significados que los nuestros. Me pregunto también por qué hay quienes sólo pueden abrazarse a sí mismos.



Me pregunto si se abrazará la tierra a la lluvia cuando cae, la luna a la noche. Si se abrazan los amantes a la noche que termina, y los vivos a la vida. Si la parca nos abrazará cuando nos lleva y nosotros le devolvemos el abrazo. Por qué abrazamos ideas, abrazamos amores. ¿Se abrazarán los árboles cuando no los vemos, o acaso sus raíces bajo tierra crecen tanto buscando otro árbol a quien llegar? Descubro que como desesperados abrimos los brazos pidiendo contacto, sin reconocer que lo que abrimos en realidad es el alma a quien a ella llega. Pedimos abrazos aunque les tememos. Abrazamos, aunque no sepamos por qué abrazamos.

sábado, febrero 09, 2008

Dragón y Jinete

Hace unas semanas Jorge Jaramillo me preguntaba qué modelo me gustaría ver en origami que no hubiera visto antes. La pregunta me resultó curiosa, y mi respuesta fue apenas valedera pues preferí hablar de modelos de los que sé que ya existen versiones, pero que considero aún pueden ser explorados.


Entre esos modelos pensé en un dragón con jinete. ¿Otro dragón más? Sí, uno más, pero que en su lomo llevase a un jinete. No es una idea nueva, ni mucho menos una idea "original". Existen decenas de películas y libros en los cuales jovenes guerreros, aprendices de magos o temerarios aventureros recorren el mundo llevados en la espalda de un dragón.


Resulta entonces un poco curioso que el tema en origami no sea altamente recurrente. Esto puede deberse a dos cuestiones: Por un lado, existe una exigencia técnica considerable para diseñar modelos compuestos, y por otro lado, existen problemas expresivos en modelos de este tipo. Esta última cuestión salta a la vista en la mayoría de modelos compuestos en los que uno debe ser jinete del otro, pues resulta complejo manejar la proporción entre uno y otro, y la expresión de por lo menos uno de ellos. Normalmente, los jinetes solo se insinúan, no se pliegan por completo pues, recurrentemente, surgen del centro de la hoja, llevando en su interior decenas de capas de papel. Son interpretados como jinetes más por la buena voluntad del ojo del espectador (y algo de gestalt) que por ser una clara representación. En los casos más afortunados (perdonen por poner un ejemplo propio) se consigue una buena expresión en ambos modelos, pero una desproporción considerable entre uno y otro.


En ese sentido, plegar un ser “a lomo” de una criatura mitológica tiene una ventaja, pues la desproporción no es un asunto que sea tan notorio dado que el ojo no tiene un referente real sobre los tamaños relativos de ambos sujetos. El tema ya ha sido explorado, aunque aún faltaría ver diseños diferentes. Los ejemplos más notorios son los de Miyajima (con quizás el más famoso caballero sobre dragón en origami) y Anibal Voyer (con diversas versiones 1 y 2 ).





Presento esta ahora como un ejercicio más en la exploración de modelos complejos. Probablemente no sea la mejor versión del tema, pero considero es una interesante exploración tanto en los modelos complejos como en el diseño de jinetes.

domingo, mayo 27, 2007

"Arrieros somos..."

En Antioquia tenemos un refrán viejo que dice “arrieros somos y en camino nos vemos”… El refrán en realidad es de origen español y cambia el “vemos” por “encontraremos”, pero pocos antioqueños saben eso. Lo que nos importa es lo primero, ser arrieros. Antioquia es un departamento de Colombia lleno de cordilleras. Medellín, su capital, está encerrada por montañas que hacían que quien llegara no deseara salir de nuevo. La gente venía desde lejos, desde otros mares, y traía muebles europeos que luego enseñaba en sociedad… Esos muebles eran traídos por arrieros que, cansados, trabajaban cada día. Sus mulas son las que abrieron el camino del progreso de la región. Esas mismas mulas eran las que cargaban el café (como sabrán quienes han visto el logo de Juan Valdés), las papas y el arroz, esas mulas son las que abrieron los caminos de herrería. Esas mulas, aún hoy en día, siguen recorriendo caminos olvidados por dios, por la violencia y por el progreso. Esas mulas hablan de la tierra que somos, de la que un día fuimos.



Europa también habla de mulas y de arrieros… Brasil también lo hace… México, y parte de Estados Unidos recuerda también recuas de mulas… Chile, Argentina, y, en general, casi toda Suramérica cuenta lo mismo. Cuenta de arrieros. Los humanos somos arrieros, y recorremos la vida cargando a cuestas nuestro destino y nuestro pasado, nuestro futuro aún sin conocerlo. Solo tenemos la certeza de que el camino que recorremos a veces sube y otras baja, a veces se pierde en recodos, y algunas más, se envuelve entre la niebla de la montaña. Pero en ese camino siempre nos encontraremos, una y otra vez, aunque a veces no sepamos reconocernos…

En origami, no recuerdo haber visto nunca un modelo como este. Solo recuerdo el burrito de Juan Gimeno, burro afortunado que no llevaba carga sobre si. Dejo ahora este, esperando que me ayude a abrir nuevos caminos que me permitan encontrar a otros arrieros cargados de pliegues, palabras, aprendizajes y papel…

miércoles, mayo 23, 2007

Reflejo


A solange, quien alguna vez me habló de sentirse otro....

(un buen viaje)


Escribo esta entrada un 23 de mayo, a pocas horas de cerrar un ciclo más. Resulta curioso que escriba hoy, pues ésta entrada me la debo a mi mismo hace ya varios meses, pero no la he escrito aún. Pero ahora ha llegado su tiempo, y con él las palabras…

Vivo, desde hace algunas lunas, en un lugar en el que el viento cambia de rumbo y el tiempo transcurre distinto, en un sitio en el que la vida enseña cosas que antes no veía. Vivo una vida distinta, en la que empiezo a ver los reflejos del alma en cosas en las que antes no veía más que sombras.

Y esta vida que estoy llevando está haciendo que me convierta en árbol. La sensación me ha gustado, no puedo negarlo… No me había sentido árbol en la vida. Todo empezó cuando descubrí, sentado en el balcón de la casa, que llovía. Quizás para la mayoría de las personas ver llover sea normal, pero yo no recordaba haberlo visto nunca. La transformación, lo digo sin temores, ha continuado… Hace solo un par de días descubrí, por vez primera, mi reflejo en otros ojos, grandes y oscuros, que miraban sin decir, que pastaban. Esos ojos que me reflejaban me mostraban, también, animal. Últimamente me he reconocido sin conocerme, y también lo contrario.

Vivo, desde hace algunas lunas, en un lugar en el que el viento canta distinto, canta de amores y de aprendizajes, canta de ilusiones, canta sobre el frío y sobre el encontrarse en unos ojos siempre extraños….
Vivo una vida distinta, en la que empiezo a ver los reflejos del alma. Y todo empieza a llenarse de luz…


martes, marzo 20, 2007

Paralelos

Algunos de los amigos cercanos saben que he tenido un cambio enorme en la vida. Entre esos cambios, hay diferentes escalas de preocupación, de prioridades, de urgencias. En estos cambios de vida, he debido renunciar al Internet, y eso me ha resultado preocupante porque, entre otras cosas, muchos de los amigos a los que quiero los frecuento por Internet noche a noche. Uno de esos amigos se encontraba en un momento complicado de la vida, y yo solo pude escucharlo a medias, leyendo con retardo lo que escribía en su blog.

Curioso porque pasábamos cada uno a su manera por momentos complejos aunque harto disímiles el uno del otro. Por estos meses dejé de plegar, de amar el papel.
Obligado por un encargo que me hicieron de un modelo que sirviera de regalo a una mujer que obtenía su grado como música, volví a tocar el papel. El modelo que plegué lo hice para ella, claro está, y le entregué el original, el primero, aquel que siempre guardo para poder repetir la figura más tarde, cuando sea su tiempo.

Después de entregar auqel pianista que plegué supe que ese músico amigo a kilómetros de distancia estaba pasándolo mal, y decidí volver a plegar el modelo para él. En este momento quisiera poder enviárselo, pero la restricción presupuestaria lo impide, así que solo puedo enviarle un par de fotos.





Espero que la música siga iluminando su vida, como lo empieza a hacer para una mujer que apenas recibe su grado en música. Buena música emejota, y no olvides que no solo la técnica emana del espíritu, también emana el arte. El verdadero arte, el de vivir.

domingo, enero 28, 2007

Belerofonte

Quisiera comenzar esta entrada de una vez, sin dar vueltas al asunto. Pero no puedo hablar sobre el mito si antes los lectores no lo conocen. Así que los invito a que lo conozcan una vez.




Algo de mágico tiene el mito de Belerofonte. No sé si sea anterior o posterior al mito de Ícaro, pero con él conserva una semejanza fundamental: la caída...

A mis ojos, quizás lo poético del mito no es solo la juventud del guerrero, o la forma de morir de quimera (muerta por el fuego que sale de su propia boca). No es tampoco el hecho de que el nombre que tenga el protagonista le es dado por la muerte de su hermano (hermosa figura ésa en la que el nombre que llevamos es el que nos han dado nuestros actos). Lo poético es la el destino posterior a la caída. La añoranza de glorias pasadas. Pasa su vida recordando otros tiempos, tiempos de héroes y de luchas.





Ése es, quizás, el problema que traen las quimeras. Alcanzarlas llena el alma orgullos y en algunos casos de arrogancias, y casi siempre, con las últimas vienen las derrotas y tras ellas la añoranza de recuerdos de tiempos pasados. Añoranza por el camino recorrido.

Ésa es, para mí, la figura más hermosa del texto, la de la añoranza del camino recorrido, de la búsqueda realizada. Ese placer de la búsqueda es, según dicen, mayor que el de la consecución. Dicen que algo así sienten los artistas, que el placer está en el proceso de la obra, no en la pieza terminada. Dicen también que el placer del seductor es precisamente la seducción, no el acto posterior a haber seducido. Los astronautas que llegaron a la luna vivieron el resto de su vida en depresión (puede ser que hubieran terminado enamorados de la luna sin saberlo). Yo no lo sé de cierto, pero supongo que todos aquellos decires pueden tener razón.

Puedo decir también que siempre he soñado con quimeras. No con las del mito, sino con la modernas, con esas que son propias (o de dos), con esas que nadie comparte y que sabemos que no sabemos como conseguir. Y puedo decir también que no soy el único que con quimeras sueña. Mujeres y hombre guardan en los bolsillos de su memoria sueños por cumplir. Sueños que los demás desconocen, sueños que tememos soñar porque no sabemos como han de realizarse, o que haríamos si se realizaran.



El tema de Belerofonte ha sido poco tratado en el origami. Probablemente se deba al alto grado de complejidad técnica que requiera poner a un hombre a lomos de un Pegaso, o quizás a que aún no tenemos una quimera digna de ser enfrentada. Me inclino más por la segunda razón que por la primera.

El modelo que presento, a decir verdad, no es uno de mis favoritos. Lo pliego como un ejercicio técnico, modificando el anterior hombre a caballo. Solo recuerdo el mismo tema con el guerrero sobre pegaso de Miyajima, un modelo hermoso, especialmente para quienes gustan de resolver cps.

Para aquellos que gusten del Belerofonte que presento queda pendiente la tarea de plegar una quimera que pueda enfrentarse (de hecho solo conozco una quimera en papel, del italiano Luca Vitagliano.) Y para aquellos que sepan que pueden hacer uno mejor queda la responsabilidad de plegarlo.

Solo recomiendo, a unos y a otros, que busquen el modelo con cuidado, que puede volverse tan peligroso como perseguir una quimera.

miércoles, enero 24, 2007

Complejidad:

“… para el verdadero artista del Romanticismo, el virtuosismo técnico del Estudio debía estar siempre subordinado a lo expresivo”. El texto proviene de La idea del norte, un blog sobre música que rara vez habla del tema (aunque dos cosas merecen ser dichas de paso: Cuando de música habla, tiene toda la propiedad para decir lo que dice, y, cuando no habla de ella, resuenan acordes y melodías en cada palabra en él escrito).

Algunos origamistas realizan modelos absolutamente impresionantes por una razón muy simple: porque pueden. He de confesar que esos modelos rara vez me han gustado. Me asombran, eso sí, pero no tañen las cuerdas del alma propia (he aquí una excepción y aquí otra). Resulta injustificado el valor que le damos al alarde de la técnica sobre la expresión, pero ésa no es una cuestión propia del suramericano. Parece ser una cuestión propia de la modernidad, un remanente del proceso de industrialización. Sirva de ejemplo Ashipin, quien a mi juicio, es uno de los mejores origamistas del mundo. Su trabajo es precisamente un elogio de la expresión por encima de la técnica (aunque su técnica abunda), sin embargo es poco reconocido por los origamistas de otros continentes. Para la mayoría de creadores en el mundo (Ashipin incluido) resulta casi imposible combatir con el despliegue técnico de un Kamiya o un Chang.


Sin embargo, hacer modelos que sean un alarde técnico tiene sus ventajas para el espíritu. Probarse a uno mismo que se puede realizar una figura que parezca, a todas luces, sorprendente o que obliguen a llevar los conocimientos al límite, es un pequeño placer propio.

Pocas veces, en mi caso, he trabajado sobre modelos que sean un alarde técnico. Parte se debe a que normalmente no tengo una técnica de la cual alardear, y parte al elogio de lo simple que predico y, cuando puedo, aplico. KISS: Keep it Simple, stupid. En mi caso, la búsqueda ha sido siempre lo expresivo, no lo técnico.

Este modelo es una de esas excepciones: un modelo hecho simplemente para probar al reflejo que me mira desde el espejo que sí puedo.





El tema del modelo tiene lógicamente diversos antecedentes. En 1960 comenzó un boom norteamericano del origami. En esos tiempos, surgieron modelos complejos que unían dos o más motivos en una sola hoja de papel. Lógicamente, en esos tiempos, los hombres a caballo no fueron la excepción. Jinetes y caballos de una sola hoja, casi todos de rectángulos y algunos con cortes, fueron naciendo a la luz de un alarde técnico. Un ejemplo típico es el "Moro a Caballo" del argentino Adolfo Cerceda, un modelo que parte de un rectángulo y al cual se aplica un corte paa obtener las orejas. En tiempos más modernos, pocos modelos con ese tema han aparecido, y más pocos aún han deslumbrado. Peter Engel tiene alguno en Origami: from angel fish to zen, John Montroll tiene otro, David Brill tiene uno que sale de un rectángulo y que publicó en Brillant origami, y Saadya alguno más, que nunca ha sido publicado. Me falta por recordar a Jason Ku quien tiene un nazgul, elogio de lo complejo, que clasifica como una variedad de jinete a caballo.

Los motivos de lo poco plegado de este modelo quizás se deban a algo que señaló Yoshizawa y que repitió Brill: “Caballos y humanos existen separados… ¿Por qué hacerlos en una sola hoja?”

A pesar de lo cierto del comentario, yo presento ahora esta figura. Jinete y caballo nacen de un cuadrado sin cortes, como es la tradición. Las piernas del jinete, una vez terminado el modelo, son libres de agitarse al galope del caballo. No sé si en las votaciones que se hacen sobre los mejores modelos sobre un tema llegue acaso a destacar entre los primeros. No sé si termine en el cajón de los modelos olvidados o alguna vez plegados. Sé, por ahora, que es un modelo que me ha puesto orgulloso. ¿Por qué? Simplemente porque me demuestra algo: que puedo.