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domingo, noviembre 23, 2008

La copia accidental 2

a Juan Pedro Rubio

Esta entradas se encuentra en deuda desde hace varias semanas. Y es una de esas que vuelven a hablar sobre la copia... Ya hablé de eso aquí, aquíaquí, así que verán que no es un tema nuevo. A veces hablo tanto de lo mismo que parece que soy monotemático. Adicionalmente, parece que tantas veces he copiado que el tema se ha ganado sitial propio.

En septiembre, presentaba la foto de una mujer dormida.  

El modelo era el resultado de profundizar en la búsqueda de superficies sobre líneas, de una expresión distinta. El modelo, era también resultado de un modelo anterior (este modelo) que encontré en una de las reuniones mensuales de LAO.  Ambos modelos me resultan encantadores pues siguen esa línea de la simpleza que tanto disfruto y que tanto placer (y dolor) me ha traido. Tan orgulloso estaba que, incluso, iba a ser publicado en Pajarita, que es una de mis revistas favoritas de origami...


Unos días más tarde, Juan Pedro Rubio, origamista español sumamente apreciado, me comentó que  había plegado un modelo que resultaba prácticamente igual. Incluso el modelo resultaba aún más simple que el que yo presenté. La verdad sea dicha, el modelo me encantó. No sé si defenderme, y decir que "esas cosas pasan". Juan Pedro nunca presentó el modelo en sociedad, ni se encuentran fotos sobre él en la red. Sin embargo, he contado con su autorización para publicar en estas soledades una foto de lo que hizo.





Sus durmientes miran (con ojos cerrados) aquello que pasó y aquello que vendrá. Miran con infinita simplicidad. Es una mirada simple pero no simplista. 

A partir de esta nueva copia accidental, dialogaba con Juan Pedro sobre la interpretación que cada uno da a aquello que hace. Es interesante encontrar que aún modelos tan similares resulten tan distintos. El mismo descubrimiento se explota de formas tan discímiles que resulta sorprendente. 
En parte, y como lo dije hace algunos años, el peligro de la copia es uno de los riesgos cuando se vá en busca de la simplicidad. Ideas simples con resultados similares. 

Juan Pedro logró hacer (muchos años antes que yo) un modelo aún más simple que giraba sobre la misma línea de la simpleza, y consiguió en el modelo aquello que muchos considerarían la grandeza.


Como dato al margen: Los diagramas de este modelo iban a ser publicados en la revista de la AEP, pero tras una larga reflexión se decidió no hacerlo. De forma espero acertada se decidió que los diagramas no deberían salir en una revista, y menos aún en una revista española, dado que podrían dar lugar a disputas sobre su origen. En particular, Juan Pedro es uno de los origamistas españoles que más aprecio. Desde hace muchos años uso una frase suya que leí alguna vez, y la he usado tanto que ya en Colombia muchos creen que es mía.

Así que he de despedir esta entrada usando esa misma frase, 

"ahora, dejamos fluir el ....    que llevamos dentro..."

miércoles, enero 02, 2008

Ejercicios sobre imitación

Hay un ejercicio que realizo con frecuencia. Es un ejercicio que denomino de “imitación”. Aquí van las instrucciones:

a. Se toma una fotografía (solo una) de un modelo del cual no se tenga acceso a sus instrucciones

b. Se pliega el modelo.

c. Se pide inspiración divina

d. Fin

Una cosa es copiar y otra es imitar. Copiar es repetir, sin intervención de la novedad. La imitación, señalé en algún momento es un punto básico para el aprendizaje, y también para la creación de cosas propias. Releyendo lo escrito, (texto completo aquí) me sorprendió esta frase:

“El problema fundamental en términos del origami es que estamos olvidando la imitación y estamos cayendo en la reproducción. Y la imitación es enriquecedores en dos sentidos: enseña y produce una nueva manifestación artística. En cambio la reproducción no produce una nueva manifestación, se limita a ‘copiarla’ y aunque para el público pueda ser lo mismo, para el artista no lo es (de hecho, para el público tampoco debería serlo).”


En mi experiencia en los ejercicios conscientes de imitación la principal cuestión surge cuando el resultado es “exitoso”. He de confesar que, de hecho, pocas veces enseño el resultado de mis imitaciones, porque las cuestiones que me hago me impiden presentarlo: ¿Es nuevo el modelo? ¿Es propio el modelo resultante? Normalmente, el resultado es propio, pues el modelo lo ha plegado el creador, sin más ayuda que una foto de modelo terminado, pero ¿es nuevo?



Este es uno de esos casos. He tomado como foto final el soberbio gato presentado por Giang Dinh en Masters of Origami en Vancouver y tratado de plegar mi propia versión de dicho gato. El resultado, si bien tiene cierta distancia del original, no deja de lado un enorme parecido con el original. Me he cuestionado este par de días sobre si presentar o no el modelo, pero una búsqueda rápida en la web permite encontrar que este tipo de gatos no es un asunto nuevo. Herman van Goubergen plegó uno que puede considerarse base en un temprano 1996. Joisel sacó una versión hace cerca de un año. Anibal Voyer plegó uno más en la misma posición. Daniela Carboni tiene uno precioso de un par de hojas y los Sumakov tienen uno similar. Incluso Román Díaz ha sacado uno más.
Así, quizás este modelo sea un resultado de imitación, pero también es un modelo plenamente nuevo, uno que espero disfruten.


Ah, por cierto, y si alguien se pregunta: De todas las posibles opciones, prefiero el de Dianh...

domingo, febrero 04, 2007

Interpretación

¿Lo recuerdas? Un día tuvimos memoria.


Hoy en día, somos seres sin memoria, sin recuerdo. La modernidad nos ha llevado al olvido de lo que fuimos y de lo que somos, y probablemente al olvido de lo que seremos. Es posible que se deba al exceso de información que tenemos día a día, que nos impide recordar todo lo que aprendemos. Es posible que sea debido a que ya no tenemos que aprender, confiados en los gigas que ofrece el disco duro, o en la memoria que ahora llevamos en el bolsillo. Pero sea cual sea el motivo, cada día prestamos menos atención a la memoria.

Ese olvido permanente nos lleva a injusticias que rara vez solucionamos, a omisiones que desconocemos. Pocos saben que al plegar a Montroll o a Komatsu están recordando a Kawahata, o que el elefante de Kamiya usa lo encontrado por Kawahata, que a su vez usaba lo encontrado por Yoshizawa. Pocos saben que al plegar a Joisel recuerdan a Elías. Y es una lástima, porque resulta fascinante recordar a los maestros, sobretodo en un arte tan nuevo como el nuestro. Llevamos menos de 100 años con un arte de papel, así que mucho puede haberse olvidado (e ignorado) en el camino. Joisel, por ejemplo, realizó ese recordar con cierta frecuencia: uno de sus más hermosos perros es simplemente una versión moderna de un modelo tradicional, muchos de sus rostros iniciales no son sino nuevas versiones de lo señalado por Elías. En mi caso, el recordar a los maestros no ha sido una labor sistemática, aunque sí una labor más o menos frecuente. A raíz de un comentario sobre un modelo clásico de Cerceda que olvidé mencionar en los antecesores del jinete a caballo he retomado uno de sus libros. En éste, encontré su “ave número 4”, un modelo simple que resulta poco detallado para un origamista que creó algunas de las palomas más bellas que he visto. El modelo, debo confesar, me ha parecido bastante “primario” (no olvidemos que observar desde el presente hacia el pasado sin mediar por el contexto suele generar subvaloraciones de lo observado). Me he decidido a plegarlo, y a medio camino he encontrado el ave propia que deseaba fluir. Nace entonces este cisne.




Robar modelos de otros suele ser un acto descarado y abusivo, que con frecuencia realizan los artistas. Los amigos artistas de Picasso escondían sus obras cuando veían que éste se acercaba. Picasso, buen ladrón, simplemente veía aquellas obras y luego regresaba a su estudio y las pintaba. Tristemente, rara vez dio el crédito a sus amigos (en parte debido a una cuestión del tiempo en que se realizaban las obras, en el cual reconocer influencias podía llegar a ser mal visto). Aún hoy en día, pareciera para muchos que plegar basándose en lo que otros han hecho es algo malo. En realidad, lo único mal visto es no dar el debido reconocimiento a aquellos de quienes tomamos las ideas.