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martes, junio 08, 2010

El bosque

Años atrás leí que, en el fondo, éramos una combinación de todos los elementos del universo. Recuerdos de un lejano estallido en el cuál todos los elementos tuvieron origen. No somos, decía, más que la mezcla de pequeñas cantidades de aquella explosión.

Años atrás, escuché que en realidad no éramos más que bolsas de agua y carbono. Definición que curiosamente no dejaba de ser considerablemente acertada.

No dudo de la biología y de la razón que tenga, pero creo que no es la única explicación posible. Tampoco voy a ponerme religioso, a señalar que somos parte del espíritu de alguna deidad. Es sólo que creo que, más que agua, somos tierra. Parcelas de tierra a la espera de ser sembradas.

Algunas veces no sabemos cómo o quién lo sembró, pero en medio de esta tierra habita un enorme árbol de soledad. Sus frutos caen y generan nuevas soledades. Nos volvemos un eterno entramado de ramas que se abrazan en la noche.

Otras veces, un árbol de alegrías es quien nos habita. Y pequeñas alegrías nos recorren y nos siembran sin siquiera llegar a darnos cuenta. Entonces llegan las aves a atravesarnos y llenar los nidos con sus cantos.

A veces nos miramos y nos encontramos baldíos. Ocurre que no sabemos qué sembrar, o aunque sepamos qué, desconocemos el cómo hacerlo. Tierra sin sembrar que no sabe ser sembrada. Entonces conocemos gente. Personas que, sin esperarlo, llegan a sembrarnos. No siempre lo saben, pero nos siembran. Nos volvemos bosques de lo que otros plantan en nosotros. Las hendiduras de nuestra alma se llenan de forma tan profunda que los surcos que se generan nunca logran cerrarse de nuevo. Y a veces siembran promesas, y otras más siembran tristezas. A veces siembran sonrisas dulces y alguna que otra carcajada. Un sembradío toma forma en nosotros y las raíces de nuestros árboles se entrelazan y se anudan. Se lían como tejidos por palabras que empiezan a construirnos. Y es entonces que descubrimos que aquellos que conocemos se vuelven parte de quienes decidimos ser. Para bien o para mal quienes nos siembran se hacen parte nuestra.

Y llega aquel momento en el que, más que tierra, nos convertimos en un bosque.

lunes, abril 12, 2010

vení a bailar conmigo...

En otra vida, años atrás, leí que “el cuerpo es el mensaje”. Lo que en algún momento me pareció una frase curiosa, con múltiples lecturas, se convirtió algunos meses después en una verdad con un poder innegable. El cuerpo habla incluso antes que la voz lo haga. E incluso cuando lo hace al mismo tiempo que la voz, su lenguaje es tan profundo y contundente que no hay palabra que pueda contradecirlo. Pero leer el cuerpo siempre ha sido un asunto confuso. Leer, de hecho, no deja de serlo. Cada cual lee desde quien es y desde quien desea ser. Así, el mismo objeto a leer se comprende de forma diferente según el momento del lector. Y, sin embargo, el cuerpo sigue siendo el mensaje.




Nada ilustra mejor ese concepto que la danza. El cuerpo en movimiento, fluyendo. Los músculos tensados mientras las manos se acarician siguiendo cada paso de baile. Los pies se levantan del piso, sólo un par de segundos en los cuales el mundo se recorre más despacio. De nuevo el piso y su irremediable atracción. El vuelo se convierte en caída, la caída en un rebote. Y luego el silencio. El cuerpo quieto, estático. El silencio más profundo y más pesado. El silencio que lleva un mensaje que sólo el cuerpo con un profundo impulso puede decir. Una exhalación. De nuevo, las manos se acarician tocando el cuerpo, la pantorrilla, la rodilla, el muslo, luego el brazo. Las piernas abiertas y tendidas al vuelo mientras tímidamente un brazo recoge el seno que locamente ha de abrazar. Y luego viene el beso, acaso sin jamás llegar a tocarse… Que profunda es la danza. No en vano, Nietzsche dijo que "Según la forma de andar de cada cual, se puede ver si ha encontrado el camino. El hombre que se acerca a su objetivo ya no camina, baila"

Hace unos días recordé que el cuerpo es el mensaje. Y sus palabras aún no las he podido borrar de la memoria.

domingo, febrero 28, 2010

Retrato

Hay retratos y autoretratos que buscan captar más allá de lo que a simple vista puede verse. Imágenes que presentan y representan algo oculto a la simple vista. Algo que se percibe, algo que está más allá de lo que el modelo original presenta. Algo.

A veces pareciera ser la idealización de quién crea la obra, una muestra de sus cualidades o incluso de sus defectos, de aquello que lo hace sujeto de ser representado. A veces es la búsqueda de aquello latente en lo profundo. A la manera del retrato de Dorian Gray, aquella imagen guarda quienes somos (o fuimos alguna vez).

Cuando esto se consigue en un retrato no deja de ser una enorme proeza. Pero cuando se consigue en un autoretrato es, además, una confesión. Una confesión de cómo se imagina el autor a sí mismo, una confesión de lo que cree que su alma dice.

En realidad eso es parte de la magia de los artistas. Lograr plasmar parte de quienes son, parte de su alma en aquello que realizan, y claramente esto se consigue no sólo en sus retratos sino en toda su obra. Pero leer dicha confesión no es un asunto fácil. Cada cual lee desde su contexto y su pretexto. Y ese contexto rara vez es el mismo que el vivido por el autor de la obra.

Quizás por eso es que estas soledades vienen siempre con palabras. Intentan que aquello que muestran las imágenes tenga un contexto que les permita ser leídas.

Es un intento, debo decirlo: inocente. Incluso es contraproducente. Una buena obra tiene el enorme poder de ser leída en múltiples contextos y en cada uno de ellos otorgar un nuevo significado a la obra. Tratar de coartar eso es de hecho mutilar la posibilidad de que el ojo de quien mira invente una historia propia.

Así que esta vez no he de contar que motiva este modelo, sino más bien he de dejar que cada uno cuente una historia sobre lo que en él lee. Para todos aquellos que quieran leer y jugar con las palabras, aquí dejo mi retrato




lunes, noviembre 09, 2009

Dama (otra vez)




Conocí una mujer que era un río, y de él bebía.

Ondulaba entre sus curvas

por las orillas del cause que marcaba su piel.

Llenaba de peces de colores su mirada,

que saltaba siempre

buscando azul.





Conocí a una mujer que era un río, y sus cabellos

me ahogaban al dormir.

A veces -las que más-

sus caricias recorrían el cuerpo como un torrente,

con sus palabras de riachuelo que bajaban por sus labios,

como el agua en la montaña.





Conocí a una mujer que era un río, y a su paso mi cuerpo temblaba.

Me sumergía en ella con mi red de pescar

y en sus aguas de cristal la veía fluir

de un

lugar al otro, del otro a uno más allá.

Mujer de agua, que a veces también me bebe.







Conocí a esa mujer que sigue siendo río,

y a su caudal cada noche me abrazo.








sábado, septiembre 26, 2009

y quizas, volar

A veces me ocurre que hay modelos que se plantan en mi cabeza. Aletean como una mariposa tratando de salir. Surgen como una idea borrosa, una imagen difuminada que no logra tomar la forma adecuada. Y poco a poco, como si de un amanecer se tratara, va saliendo a la luz y pliegue a pliegue empieza a tomar forma, a salir de la idea y a volverse una realidad. A veces corresponde con lo esperado, otras veces simplemente no se consigue que tome forma. Me gusta pensar que los culpables son los dedos, mágicos interpretes de las ideas. Pienso que cuando cuentan con suerte logran seducir aquel pedazo de papel y dibujar un modelo que enamore... otras veces sólo obtienen desengaños.

Es lo normal, creo, en el proceso de las ideas. A veces se concretan, otras se desvanecen. Como Ícaro y Dédalo. Ambos viajeros de una misma idea, y ambos con finales tan discímiles. El uno que consigue seducir y enamorar. El otro que sólo obtiene un desengaño.

Quizas el final de Ícaro sea más dulce, pues pudo seguir sus eternos juegos de infancia. La historia de que sus alas se quemaron parece a todas luces falsa. Más probable que se haya dejado caer desde lo alto para nadar a mayor profundidad, y (como lo dijo Anderson Imbert) seguir jugando a que era animal terreste, y luego pájaro, y luego pez....

No sé aún si este modelo se haya desvanecido o no. El resultado aún dista de lo que imaginaba. Tampoco sé si será que lo que quiere es ser pez. O animal terrestre. O pájaro que remonte el horizonte. Creo que los dedos infunden vida a lo que pliegan, y que el papel es lo que quiere ser.

Muchas veces me ha pasado que el romance de los dedos lleva a que la idea se materialice en algo más. Puede ser la modificación de la idea al plasmarse en el material, o puede ser la realidad diciéndote que aún no sabes todo aquello que deberías saber para poder volver reales tus pensamientos. Otros pensarán que es suerte, aunque yo en lo particular no lo creo.

Hoy pongo otro pensamiento más que trata de tomar forma en el papel. Forma de papel.


jueves, abril 30, 2009

is anybody out there?

Hace más de seis meses no escribo en estas soledades. Hace más de seis meses que se encuentran más solas que nunca. Y pocos la han extrañado. 

Para ser honesto, hace seis meses es poco lo que pliego, investigando a veces sobre otros papeles, a veces sobre otras formas de plegar, y las más dedicado a otras acciones harto lejanas al mundo del plegado. Aún en aquellos casos de plegado, el 90% de las veces, los resultados han sido desastrosos. 

Uno de los pocos casos que se ha salvado de la condena a la caneca ha sido este modelo. A la sombra de un árbol, a la sombra de Herne, a la sombra de los miedos, a la sombra... En el reverso del modelo, se insinua un rostro de ciervo. En su frente, sentado, se evidencia un hombre.

Mezcla de las técnicas de arrugado con el tradicional box pleating. Mezcla de no saber que decir con no tener que decir. Mezcla de dejar y seguir. A la sombra, simplemente a la sombra... 


¿Aún hay alguien allí afuera?
¿Aún hay alguien aquí adentro?



domingo, septiembre 21, 2008

El corazón roto



Llantos que parece que no se paran. Dolores que rompen el alma a pedacitos y la dejan ahí, tirada, esperando dos gotas de pegante. Lágrimas que queman. Días (años incluso) en los que uno quiere ofrecer el corazón. Y corazones que vale la pena dar. Sueños que se quieren vivir. Ilusiones que se rompen, abrazos que no saben como darse y consuelos que no logran llegar. Lecciones que no quisieramos aprender, enseñanzas que no entendemos, preguntas que quedan. Palabras que no salen, lágrimas que ahorcan, ahogan, ahogos, muertes, vacios y condenas. Me abro el pecho y saco el alma vuelta mierda. 

Que el que tenga curitas deje un paquete o dos.

domingo, abril 06, 2008

Abrazos

La interpretación del mundo y de la realidad en que vivimos no es un asunto simple. Para interpretar usamos lo que conocemos para explicar lo que desconocemos. Creamos relaciones entre conceptos y nociones para llegar a nuevos conceptos y nociones. Experimentamos. Jugamos con ideas que se deslizan de neurona a neurona, jugando a aparecer, jugando a ser.

El primer punto de contacto que tenemos con el mundo son los sentidos. Abrimos como ventanas los ojos al mundo para tratar de devorarlo con una sola mirada, abrimos los oídos para oírlo todo y el gusto para todo saborearlo. Olemos para distinguir entre que está bien y que está mal. Abrimos incluso nuestra piel al contacto de las cosas para tratar de entenderlas.


Usamos nuestros sentidos permanentemente, pues también a ellos debemos nuestra percepción del mundo. Y, pese a que los usemos todos, resulta común que prioricemos unos sobre otros. Incluso, sin saberlo, volvemos esa priorización de un sentido una parte fundamental de nuestro lenguaje. Hay quienes preguntan si “se ve claro el asunto”, o quienes dicen que “no lo sienten claro”, o “que no les huele bien el asunto…” Hay quienes, para ver, tocan. Hay quienes todo tienen que probarlo para poder entenderlo. La modernidad prioriza ojos y oídos, ver y escuchar. El amor prioriza quizás el sentir. Y la música prioriza el oído. Priorizamos una y otra vez, aunque no queramos hacerlo.

Pero priorizar a veces implica ignorar. Damos valor a unos y descartamos otros… ¿por qué lo hacemos? ¿A qué se debe la priorización o negación de un sentido en particular? En parte es un asunto cultural, pero también es un asunto netamente propio. Conozco muchos que rehúsan el tacto aunque no logren entender por qué lo hagan. Y con frecuencia he descubierto que aquellos que más lo niegan suelen ser quienes más lo necesitan, porque el tacto es uno de los primeros sentidos (sino el primero) que nos permite tener una experiencia del mundo. No en vano el órgano más grande del cuerpo es la piel. El abrazo es quizás uno de los reflejos de animalidad que aún conservamos: nos abrazamos aún sin saber porqué nos abrazamos, tocamos con una necesidad imperiosa por ser tocados, por tener contacto, por sentir.

Priorizo sin querer la escucha y el tacto, la piel y el oído. Me pregunto por el abrazo, por qué dice y cómo lo dice. Me enamoro de aquellos que cuando abren los brazos para abrazar lo que en realidad abren es el alma. De esos que están llenos de puertas que abren para dar abrazos. Me pregunto por qué tantos animales abrazan y si sus abrazos tendrán los mismos significados que los nuestros. Me pregunto también por qué hay quienes sólo pueden abrazarse a sí mismos.



Me pregunto si se abrazará la tierra a la lluvia cuando cae, la luna a la noche. Si se abrazan los amantes a la noche que termina, y los vivos a la vida. Si la parca nos abrazará cuando nos lleva y nosotros le devolvemos el abrazo. Por qué abrazamos ideas, abrazamos amores. ¿Se abrazarán los árboles cuando no los vemos, o acaso sus raíces bajo tierra crecen tanto buscando otro árbol a quien llegar? Descubro que como desesperados abrimos los brazos pidiendo contacto, sin reconocer que lo que abrimos en realidad es el alma a quien a ella llega. Pedimos abrazos aunque les tememos. Abrazamos, aunque no sepamos por qué abrazamos.

jueves, enero 17, 2008

Silencio

“Pero porque pido silencio no crean que voy a morirme
me pasa todo lo contrario, sucede que voy a vivirme”
Pablo Neruda


Hay mucho por decir acerca del silencio. Es hermano, mayor, de la palabra, y probablemente por eso sea más maduro y un poco más sabio. Es más antiguo que la voz, y más poderoso, y debiera ser más normal al ser humano. Es más íntimo, y más primitivo.
Quizás, el silencio me guste tanto como la palabra, porque dice tanto como ella. Conozco silencios de consuelo y silencios de alegría, conozco silencios de dolor y algunos de castigo. He pronunciado silencios que aún hoy me duelen. El lenguaje de la eternidad debe ser el del silencio.

Muchos creen que el silencio es árido, seco, como el cauce muerto de un rio inexistente. Conozco silencios así. Otros creen en silencios que cantan, que hablan, que fluyen. De esos conozco varios. Hay silencios de todo tamaño y medida, de todo color y edad. Hay silencios que deben ser guardados por obligación, otros por necesidad. Hay silencios que duelen porque deberían ser palabra, y también palabras que más valdría fueran silencios.

Una de sus diferencias fundamentales ha de ser la comodidad. La palabra es, a pedido de la modernidad, cómoda. Nos sentimos cómodos con ella (y algunos en ella). Prendemos la televisión o el radio al entrar en una habitación para no sentirnos tan solos, porque silencio y soledad suelen comenzar igual. Tememos al silencio y sus implicaciones, y eso se ha vuelto la norma en todas nuestras comunicaciones. Por chat, las personas escriben desesperadas, mandan sonidos y teclean en medio de la infinita necesidad de sentir que hay alguien (cualquiera) al otro lado de la línea. Tememos la soledad y la relacionamos con el silencio. Probablemente, una forma de saber que tan solos estamos sea ver que tanto silencio podemos guardar sin que nos consuma el miedo.
¿Por qué nos duele tanto el silencio? ¿Por qué resulta tan complejo? Nuestro silencio, por definición, es entendido como ausencia del ruido. Definimos el silencio como ausencia (hermana de la soledad), y en función del ruido. Quizás, resultaría de más valor que definieramos el ruido como la ausencia del silencio. De todos modos, algo de ventajoso tiene la definición al hablar de "ausencia de ruido" y no de ausencia de sonido, porque entre ambos términos existe una diferencia fundamental. No es lo mismo ruido que sonido. El silencio que conocemos no es el silencio natural, es un silencio que se pide a gritos, que se llama y se invoca como castigo, no como realización. El silencio, en la modernidad, pareciera hablar de incomunicación y aislamiento.
Que paradoja: el fundamento de la comunicación es el silencio, y hemos logrado convertirlo en su enemigo.



Las últimas semanas he tratado de guardar silencio, y también de recuperarlo. La nueva apariencia del blog busca resaltar un silencio que diga, que deje hablar. También he tratado de recuperar el decir de los dedos, y así surge este modelo cuyo tema base (un rostro del que saliera cabello hacia un lado) es idea de Fabián Correa.

Este silencio que he plegado hoy es un silencio fluido, un silencio que vive. Hace días quería plegar un modelo más cercano a mi alma, puesto que últimamente me dedico al mundo animal. Parte de una rectángulo de 2*1, y es resultado de la investigación en las técnicas de dobleces curvos y de bajo relieve. Solo presenta un par de dobleces “formales” en el diseño del rostro. Como línea de investigación y expresión, no puedo negar que me atraen estos diseños que hablan más de superficies que de pliegues, pero aún me resulta claro que la superficie ha de estar contenida por el pliegue. Como comentario, al margen de la hoja, esta línea de investigación es consecuencia de una serie de preguntas y recomendaciones realizadas por Saadya hace un par de años. A esas preguntas la única respuesta que he logrado dar aún sigue siendo, como lo fue cuando fueron formuladas, el silencio.


domingo, diciembre 02, 2007

Duendecillo recurrente

Hace dos años plegué por primera vez una aproximación a este duendecillo. Para quienes no lo conocieron en ese momento dejo el link con lo dicho en ese momento.


En ese tiempo no pude o supe tomar una buena foto. El duende estaba rebelde y simplemente no quería ser fotografiado. Hoy lo comprendo, pues la distribución de capas de papel generaba un color lateral que no era muy atractivo, y no importa si eres un duende de papel o de carne, la apariencia también cuenta.


Hace unos días retorné al modelo, buscando ese otro duende del que tantas veces he hablado. Y, lo encontrado me gustó. Una distribución interesante del papel, con un juego de pliegues que no es el normal para mis modelos, y sin embargo me gusta.



No es mucho lo nuevo que pueda decir sobre los duendes o sobre el modelo. Solo puedo señalar que es curiosa la forma en que abundan ya los duendes en internet. Fabián Correa plegó uno hermoso (especialmente su segunda versión que aún no está en la red), pero pocos son tan buenos como los de Joisel. Incluso yo, años atrás, plegué un par de duendes que enseñé en la web de nícolas (1 y 2).



Hoy, que los tiempos corren, es probable que se haya hecho tarde para mi duende. Eso pasa con los tiempos, que aún para los modelos en papel siguen pasando. Uno a veces se equivoca de tiempos y permite que los modelos se muestren en momentos que no son los correctos, en coyunturas que no permiten que el modelo sea visto. Uno a veces se equivoca de tiempos y crea modelos que debieron ser creados hace 20 años, o modelos para los que aún no existen ojos capaces de ver.


Pero hoy, que empieza la navidad de nuevo, puede ser un buen tiempo para aparecer una vez más.

***


Versión en portugués, Gregorio Vainberg

Duendezinho recorrente

Faz dois anos, dobrei pela primeira vez vez uma aproximação a esse duendezinho. Aos que não o conheceram nesse momento deixo o link com o dito nesse momento.

(Click)


Nesse tempo não pode, ou não soube, tirar uma boa foto. O duende estava rebelde e simplesmente não queria ser fotografado. Hoje o entendo, pois a distribuição das camadas de papel gerava uma cor lateral que não era muito atrativa, e não importa se você é um duende de papel ou de carne, a aparência também conta.

Faz alguns dias voltei ao modelo, procurando esse outro duende do que tantas vezes falei. E gostei do achado. Uma distribuição interessante do papel, com um jogo de dobras que não é o normal para meus modelos, porem, gostei.

Não é muito o novo que possa dizer sobre os duendes ou sobre o modelo. Só posso assinalar que é curiosa a forma em que abundam os duendes na Internet. Fabián Correa dobrou um muito bonito (especialmente sua segunda versão que ainda não está na rede), mais, poucos são tão bons quanto os de Joisel. Incluso eu, anos atrás, dobre um par de duendes que ensinei na web do Nicolas (1 e 2).




Hoje, que os tempos correm, é provável que seja tarde para meu duende. Isso passa com o tempo, que ainda para os modelos de papel, continua passando. Um às vezes equivoca-se de tempos e permite que os modelos se mostrem em momentos que não são os corretos, em conjunturas que não permitem que o modelo seja visto. Um às vezes equivoca-se de tempos e cria modelos que deveram ter sido criados há vinte anos, ou modelos para os que ainda não existem olhares capazes de enxergar.(*)



Pero hoje, que começa o natal de novo, pode ser um bom tempo para aparecer mais uma vez.

domingo, noviembre 25, 2007

Bajo perfil

Hace algunos cientos de años, en gran parte del mundo se empleaba una hermosa forma de arte llamada bajo relieve. Hoy, son pocos los artistas que emplean esta forma, que tanto enriqueció la arquitectura. Cuando más, puede verse en algunos cementerios, donde aún algunos piden que las lápidas tengan algo que permita ver “arte” en ellos. Pero los bajo relieve se han ido perdiendo, como tantas técnicas que misteriosamente caen en el olvido.


La semana pasada estuve visitando uno de los sitios que más amo de Medellín, el Museo Cementerio de San Pedro. Es un lugar hermoso, que recomiendo a todos los turistas pero sobretodo a quienes viven en Medellín que no saben lo que en el museo puede encontrarse. Perdidos, encerrados entre cientos de lápidas, el visitante pueden encontrar una arqueología de la sociedad antioqueña, y una cronología de personajes ilustres. Puede encontrarse, por ejemplo, la tumba de Pedro Nel Gómez, un muralista de dotes excepcionales (y en cuya tumba ningún mural se encuentra), o la de Jorge Isaac, autor de la novela más importante del Valle del Cauca, quien pidió ser enterrado en Medellín. Se encuentra también la tumba de Efe Gómez, ingeniero y poeta, o la de Fidel Cano, el fundador del periódico que fuera el más importante del país. También un monumento en donde antes se encontraba la tumba de Gardel (porque no se sabe aún donde nació Gardel, pero sí que en Medellín dejó su voz).



A mí, lo que me gusta del cementerio no es la cantidad de personas ilustres que yacen olvidadas, sino el arte que vive en él. Hace 100 años, San Pedro era el cementerio de los ricos, así que hermosas esculturas de gustos exquisitos adornan cada parte, cada rincón. Un ángel silencioso pide al visitante que guarde sus palabras, y otro, vigilante, empuña una espada que no debiera ser blandida. Tres mujeres caminan llorando sobre uno de los mausoleos, y una más, desconsolada, llora sobre la tumba de su hijo. Hoy, San Pedro, es en cierta medida el cementerio de los pobres. Resulta encantador entonces descubrir como en las tumbas más recientes el arte a dejado paso a nuevas manifestaciones también cargadas de significado. Ahora sobre las tumbas se colocan imágenes de equipos de futbol, se decora con pintura y con fotos, con muñequitos de plástico, con carritos de metal.


Pero hoy quiero seguir hablando de lo viejo, del arte de hace cien años. Las esculturas del cementerio cuentan, cada una, una historia distinta. Historias de dolores que la mayoría de las veces son más homenaje a la muerte que a la vida. Historias de quienes dejan dolores con sus partidas. Por ejemplo, aunque suene extraño, he de jurar que cada vez que veo a esa mujer tendida sobre la tumba de su amado tengo un irrefrenable deseo de consolarla.



Conocí San Pedro hace años, y desde eso me gusta visitarlo cada cierto tiempo. Me gusta el arte de Marco Tobón Mejía que se ve en diversos lugares, la Pieta que sigue siendo dolorosa y, en fin, tantas y tantas obras más. Esta última visita, sin embargo, ha resultado nueva. Vi por primera vez los bajo relieve con el detalle necesario para entender que no logro entenderlos bien. Quisiera lograr que ellos nacieran del papel, pero no logro entender cómo hacer para que surjan sin necesidad de esconder toneladas de papel.


Días antes de ir al cementerio trataba de plegar un nuevo modelo que, precisamente, surgía del bajo relieve. Un estudio sobre la forma y el contorno, que ya antes había hecho (1 y 2), pero esta vez de una forma diferente. En esta ocasión pensaría que es más cercano al origami (que ya son claros los dobleces), y sin embargo sigue manteniendo una enorme distancia que creo que aún no ha sido explorada por los origamistas.



Y aunque el tema no es de aquellos que puedan verse en el cementerio, sobra decir que el arte en él ha sido camino que ayuda a dejarla fluir. Que las curvas de este modelo, bajo relieve, sirvan para salir de este bajo perfil que llevo los últimos meses.


***
Versión en portugués, Gregorio Vainberg



Centos de anos atrás, em grande parte do mundo empregava-se uma formosa forma de arte chamada baixo relevo. Hoje são poucos os artistas que empregam esta forma que tanto enriqueceu a arquitetura. Somente, pode se ver nalguns cemitérios, onde ainda alguns pedem que as lapides tenham algo que permita ver “arte” nelas. Mas os baixo relevo foram se perdendo, como tantas outras técnicas que misteriosamente caem no esquecimento.

Na semana passada visitei um dos lugares que mais amo em Medellín, o Museu Cemitério de San Pedro.È um lugar muito bonito que recomendo a todos os turistas, mas, sobre todo aos moradores de Medellín que não sabem o que pode encontrar-se no museu. Perdidos, presos entre centos de lapides o visitante pode encontrar uma arqueologia da sociedade antioqueña, e uma cronologia de personagens ilustres. Pode se encontrar por exemplo, o túmulo de Pedro Nel Gómez, muralista de excepcionais dotes, el fundador del periódico que fuera el más importante del país. También un en donde antes se encontraba la tumba de Gardel (em cujo túmulo mural nenhum se encontra), ou a de Jorge Isaac, autor da novela mais importante do Valle Del Cauca, quem pediu ser enterrado em Medellín. Encontra-se também o túmulo de Efe Gómez, engenheiro e poeta, ou o de Fidel Cano, fundador do jornal que fora o mais importante do pais. Também há um monumento onde antes se encontrava o túmulo de Gardel (se bem não se sabe ao certo onde nasceu Gardel, sabe-se, que foi em Medellín que deixo a sua voz).

O que eu gosto do cemitério não é a quantidade de pessoas ilustres que jazem esquecidas, senão a arte que neles mora. Há cem anos, San Pedro foi o cemitério dos ricos, razão pela qual formosas esculturas de refinado gosto, enfeitam cada parte, cada canto. Um anjo silencioso pede ao visitante que guarde suas palavras, e outro, vigilante, empunha uma espada que não devera ser brandida. Três mulheres caminham chorando sobre um dos mausoléus, e mais uma, desconsolada, chora sobre o tumulo de seu filho. Hoje, San Pedro é em certa medida o cemitério dos pobres. Resulta encantador então descobrir como nos túmulos mais recentes a arte há deixado passo a novas manifestações também carregadas de significado. Agora sobre os túmulos colocam-se imagens de times de futebol, decora-se com pintura e com fotos, com bonequinhos de plástico, com carrinhos de metal.

Mas hoje quero continuar falando do velho, da arte de cem anos atrás. As esculturas do cemitério contam, cada uma, uma historia diferente. Historias das dores que na maioria das vezes são mais uma homenagem à morte do que à vida. Historias dos que deixam dores com suas partidas. Por exemplo, porem possa parecer estranho, hei de jurar que cada vez que vejo àquela mulher deitada sobre o túmulo do amado tenho um irrefreável desejo de consolá-la

Conheci San Pedro faz anos, e desde então, gosto de visitá-lo cada certo tempo. Gosto da arte de Marco Tobón Mejía que se vê em diversos lugares, a Pieta que segue sendo dolorosa e, em fim, tantas e tantas obras mais. Essa última visita, porem, resulto-me nova. Vi por vez primeira os baixo relevo com o detalhe necessário para entender que não logro entendê-los bem. Quisera lograr que eles nasçam do papel, pero não consigo entender como fazer para que surjam sem a necessidade de esconder toneladas de papel.

Dias antes de ir ao cemitério tentava dobrar um novo modelo que, precisamente, surgia do baixo relevo. Um estudo sobre a forma e o contorno, que já antes tinha feito (1 y 2), pero dessa vez duma forma diferente. Mas nessa ocasião penso que está mais perto do origami (que já são claras as dobras), porem, continua mantendo uma enorme distancia que acho que ainda não tem sido explorada pelos origamistas.

E ainda que o tema não é daqueles que possam ver-se num cemitério, sobra dizer que a arte nele tem sido o caminho que ajuda a deixá-la fluir. Que as curvas deste modelo, baixo relevo, sirvam para sair deste baixo perfil que levo nos últimos meses.

miércoles, mayo 23, 2007

Reflejo


A solange, quien alguna vez me habló de sentirse otro....

(un buen viaje)


Escribo esta entrada un 23 de mayo, a pocas horas de cerrar un ciclo más. Resulta curioso que escriba hoy, pues ésta entrada me la debo a mi mismo hace ya varios meses, pero no la he escrito aún. Pero ahora ha llegado su tiempo, y con él las palabras…

Vivo, desde hace algunas lunas, en un lugar en el que el viento cambia de rumbo y el tiempo transcurre distinto, en un sitio en el que la vida enseña cosas que antes no veía. Vivo una vida distinta, en la que empiezo a ver los reflejos del alma en cosas en las que antes no veía más que sombras.

Y esta vida que estoy llevando está haciendo que me convierta en árbol. La sensación me ha gustado, no puedo negarlo… No me había sentido árbol en la vida. Todo empezó cuando descubrí, sentado en el balcón de la casa, que llovía. Quizás para la mayoría de las personas ver llover sea normal, pero yo no recordaba haberlo visto nunca. La transformación, lo digo sin temores, ha continuado… Hace solo un par de días descubrí, por vez primera, mi reflejo en otros ojos, grandes y oscuros, que miraban sin decir, que pastaban. Esos ojos que me reflejaban me mostraban, también, animal. Últimamente me he reconocido sin conocerme, y también lo contrario.

Vivo, desde hace algunas lunas, en un lugar en el que el viento canta distinto, canta de amores y de aprendizajes, canta de ilusiones, canta sobre el frío y sobre el encontrarse en unos ojos siempre extraños….
Vivo una vida distinta, en la que empiezo a ver los reflejos del alma. Y todo empieza a llenarse de luz…


sábado, abril 28, 2007

Una Novia

Para Ana Sofía...


La simbología que cubre a las novias es, sin duda, hermosa. Pero es también poco conocida. Sabemos del vestido blanco, señal de pureza en estos tiempos en los que lo puro escasea. Algunos más saben del arroz, símbolo de la abundancia (y alegoría de la fecundación). Otros saben de los anillos, símbolos de lo eterno e infinito…

Toda cultura ha llenado de simbología el rito del matrimonio, y ha permitido además que diversos actos permeen y agreguen nuevo simbolismo. Algunos de esos actos son, sin duda, hermosos en su significado. Algunos significados se han olvidado y hoy son simplemente acciones que repetimos sin saber por qué. Algunos más son simplemente invenciones para dar teatralidad a un momento altamente escénico.

Hace poco más de un año, cuando mi esposa y yo pasamos por el rito del matrimonio, buscamos algunos significados de aquello que realizaríamos. Elegimos el mes del matrimonio sabiendo que ocultaba dicho mes, la ropa y la música sabiendo que querían decir, y nos sorprendimos al descubrir que, cuando preguntábamos, pocos sabían decirnos qué representaba cada parte del ritual. En estos tiempos, también esos ritos han perdido su sentido…

Una amiga de LAO, de aquellas que conocen sin juzgar y tienden la mano sin necesidad de conocer, paso a paso se acerca a vestirse de novia. Este modelo es para ella, pero quiero que antes de recibirlo conozca sobre uno de aquellos símbolos que esta siempre presente en el matrimonio, pero cuyo significado es para muchos un enigma: el yugo. Ese grupo de flores que la novia lleva sobre su vientre tiene una carga de oculta que la mayoría (novias incluidas) debiera conocer: Es un símbolo de fertilidad puesto sobre el vientre. La mujer (tierra que dará vida), recibirá al hombre (semilla), y para anunciarle que espera recibirlo lleva flores sobre su vientre.

El significado es profundo y poético, aunque algunos lo verán pasado de moda. No es la intención, aunque vale la pena señalar que tiene todos los motivos para considerarse un acto viejo: Varios siglos lleva recorriendo el mundo…

No conozco un texto que trabaje sobre la antropología del matrimonio y su significado, pero creo que sin duda sería una investigación hermosa para todos aquellos que gustan de preguntarse sobre el significado de lo obvio…


Hablando ahora sobre la parte técnica del modelo, y dejando la emoción en los ojos de la novia que recibirá el regalo, he de comenzar diciendo que este modelo no es únicamente mío. Combina el trabajo de Jorge Jaramillo en una de las líneas del origami que más rápidamente crece en estos tiempos (los teselados) y el propio en una de las formas más trabajadas (los box pleating). También combina, aunque indirectamente, una idea de Fabio Zapata en la última reunión de LAO.

Principalmente, es un modelo “altamente engorroso”, en oposición a aquellos “altamente técnicos”. Probablemente en sentido estricto el modelo no sea un teselado De hecho, he de confesar también que ésta no era la idea inicial de diseño, es más bien un “resultado marginal” de un proyecto que Jorge y yo tenemos en curso, que espero algún día llegue a un buen término…

Para terminar, quisiera ver este modelo plegado con un mejor papel. No cabe duda que realizar un teselado en papel para modelar es la peor opción posible, pero el proceso de plegado es una tarea árdua, que dejo para otros...

Dejo ahora a esta novia en estas soledades, mientras su dueña deja de estar sola para ser ahora, espero, una novia siempre acompañada.

lunes, marzo 26, 2007

Murmulencios

Las mujeres están hechas de palabras. Las mujeres están hechas de silencios.

A mi me gustan las palabras (y también, como no, las mujeres). De hecho, estas soledades han sido una excusa para jugar con ellas (las palabras), para conocer nuevas, para reamar viejas. Quisiera, como no, manejarlas como lo hacen los maestros, aquellos que también gustan de ellas. Porque la palabra escrita es como un vicio, como una condena y un destino al que de a poco vamos llegando todos. Precisamente en estos días, los niños de Medellín se pasan hablando de palabras. La actividad me parece bonita, aunque ya se ha hecho en exceso: Grupos de niños inventan palabras, o inventan significados.

De la lista de palabras resultante, hay una que me encantó: Murmulencio.

¿Qué es un murmulencio? Dicen los niños que los murmulencios son murmullos que se escuchan en silencio.

He oído murmulencios alguna vez, sobretodo en el campo, sobretodo en la noche. Suenan cuando nadie quiere oírlos, cuando abundan los silencios que tememos y los que disfrutamos. Los expertos en murmulencios suelen ser, precisamente, los espantapájaros, expertos en hablar el lenguaje de las aves y el de los silencios. Expertos en espantar los pájaros de la soledad.



Conocí a una mujer a quien llamaba espantapájaros porque cuando estaba a su lado los pájaros de la soledad hacían su nido en otros bosques. Conocí a una mujer experta en murmulencios, a otra experta en murmullos y a otra experta en silencios.

A veces pienso que las mujeres también están hechas de murmulencios...

lunes, febrero 12, 2007

Querube

Se llamaba Serafín, de lo bonito que era. Los muslos gruesos solo provocaban agarrarlo, su cabello limpiamente se veía caer en su espalda. Los brazos, esos que parecían redonditos y hechos de nube, generaban entre las mujeres deseos de abrazos y de serafines propios. Era bonito siendo niño, pero cuando fue creciendo la hermosura se fue quedando anclada a los recuerdos de la infancia y los recuerdos, como todos sabemos son engañosos. Era gordo, eso sí, con una gordura que cuando niño generaba ternura y que ahora grande generaba dudas. ¿Será que los ángeles pueden acaso embarazarse?

Casos se han visto de vírgenes que tienen hijos, o de mujeres a quienes las aves desean, bien sean éstas (las aves, no las mujeres) palomas o cisnes. La madre de Serafín se llamaba Paloma, y esa casualidad podía explicar que se tratara de un milagro… El problema de Serafín era que, a todas luces, no hacía milagros, ni de los reales ni de los de consolación. Ya con los años descubrió que el milagro de sus brazos de nube no funcionaba con las mujeres que al verlo no sentían deseos de abrazos ni muchos menos de serafines propios.

Un día le dio por ponerse viejo, como nos da por ponernos viejos a todos.

Descubrió que no le gustaba trabajar los domingos, y que las alas se le habían encogido un poco o la panza se le había hinchado de más, una de dos. Descubrió que le gustaban las ropas holgadas, que cuando volaba parecían darle ondas en las piernas. Y descubrió también que estaba viejo. No era más que la caricatura de lo que fue siendo pequeño. De Serafín no quedaba más que el nombre y ese par de alas que de cielo eran.

Serafín murió de viejo, que de viejos se mueren hasta los ángeles cuando caen en el olvido. Pero justo antes de morir le dio por darle una vuelta al cielo, a ver si era verdad que los querubes habían, años atrás, perdido a un niño que se llamaba Serafín de lo bonito que era.

***




Casi nunca cuento historias. Puede ser porque las historias que escribo las cuento en otros escenarios que no son digitales, o puede ser también porque ya casi nunca escribo cuentos. Mucho menos he de contar cuentos en un blog que de papel habla. Pero quizás, algún día lo haré de nuevo, contando cuentos de mariposas enamoradas de su nombre o de mujeres que se mueren de hermosura.

Contar cuentos que vinculen modelos no es algo nuevo, aunque no es algo muy común. En estos tiempos digitales Alejandro Dueñas hace eso en casi todas sus entradas y Elerth Leiva en algunas otras (aunque debo confesar que en ambos casos algunos cuentos los entiendo, y otros simplemente permanecen en lo incomprendido). En tiempos de lápiz y papel también lo hizo Caboblanco o lo ilustró Riglos con la hermosa historia del naufragio de un barquito de papel.

Yo, normalmente, no cuento cuentos que acompañen los modelos. Siempre he pensado que es mejor que cada modelo hable por si mismo, pero hoy me ha atacado un serafín que algo quería decir. No se que (porque debo confesar que algunas veces lo entiendo y otras no), pero algo quería decir…


domingo, octubre 22, 2006

El peso del mundo

Últimamente me siento cansado, muy cansado. Siento el peso del mundo en los hombros, y eso, creo que no hace falta decirlo, pesa. Así que me he puesto en la tarea de plegar un Atlas, personaje griego condenado a cargar el cielo sobre sus hombros para que con su peso no acabe con la fragilidad de aquellos mortales que vanamente nos escondemos y exponemos bajo él. A veces, de hecho, uno cree que alcanza a tocar el cielo con sus manos, pero afortunadamente el cielo está tan lejos que no lo tocamos más que en sueños.

Atlas era un titán. Su castigo por revelarse contra los dioses del olimpo fue sostener el cielo con sus brazos. Poéticamente es una idea hermosa: Sostener el cielo. Esta imagen poética ha sido tocada por múltiples mitologías que le dan un enfoque diferente cada vez, pero cuyo concepto prevalece. En algunos mitos el cielo lo sostiene un árbol, en otros un gusano gigante y blanco que evita su caída, en otras es en elefante cuyas piernas son columnas que permiten aguantar el peso. (Yo pienso que el cielo tiene forma de mujer, y que en los senos de otra se sostienen, pero creo que eso no viene al caso).
Bajo el peso del cielo, Atlas debe doblar una de sus rodillas para soportar. A veces, cuando se cansa, cambia el cielo de hombro y en su movimiento hace temblar la tierra. Lo mismo le pasa a uno cuando carga el mundo en sus hombros: tiembla la tierra cuando se desliza el peso hacia otro lado.

Creo que Atlas nunca se preguntó qué ocurriría si dejara caer el cielo. Esa es una cuestión preocupante. Imagínense la escena: cargar día a día, noche a noche, la cúpula celeste con sus estrellas que se disfrazan de constelaciones para que nadie las conozca (pero para que todos las reconozcan). Cargar el cielo cuando se llena de nubes de lluvia. Cargar el cielo eterno. Quizás hoy no creamos en Atlas por una cuestión práctica. Cargar además del cielo su contaminación y los millones de almas que suben cada año, cargar las oraciones que van en aumento y todas vía cielograma, cargar los cientos de aviones que lo surcan cada día.

Solo conozco en origami un modelo que trabaje sobre Atlas. Es un modelo bastante nuevo, que no tiene más de un par de meses y que creo mucho más estructurado que el propio. Una lástima lo ignorado que ha sido este titán por nuestros pliegues, especialmente porque creo que un cuadrado de papel pesa tanto como lo que en él pleguemos.

Este modelo no explota todo el potencial que podría explotar, sin embargo creo que ilustra bastante bien la escena. Lo dejo aquí entonces, esperando que por lo menos me sostenga el mundo que cargo por unos días.

jueves, septiembre 28, 2006

Hada(o)

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Me lo dijo Raquel y tiene toda la razón... Me lo dijo Román antes que Raquel, y Felipe en el medio de ambos. Y todos tienen razón. La figura, más que Hada parece Hado... Así que por ahora cambio el nombre y el primer párrafo de esta entrada, aunque aún no el nombre de la foto. Pero ese cambiará pronto, que todos tienen razón. Eso es lo que pasa cuando uno escucha a sus buenos críticos, aquellos que siguen visitando esta página día a día y noche a noche. A ellos gracias...
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La mayoría de las personas, al escuchar la palabra hada piensan en dos opciones: o aquellas hadas como la hermosa campanita de Disney, o en aquellas hadas similares a las presentadas en los libros de los cuentos infantiles (bueno, esta no es tan infantil...) Yo, confieso, nunca me he tropezado con ninguna, ni de las de cine ni de las reales (excepción hecha de una mujer que adoro cuyo nombre es ese). No deja de ser curioso no haber encontrado a ninguna de esas criaturas mágicas, dado que son seres que están presentes en la mayoría de las culturas del mundo: Desde Irlanda hasta Colombia pueden encontrarse sus rastros en el folclor y en los cuentos de cuna. En Colombia, por ejemplo, se menciona un pequeño ser equivalente al Pixie, o los Meneses, famosas luces que también recorren europa aunque con un nombre diferente...


Pero, a diferencia de las hadas del cine, en la mayoría de cuentos y relatos populares las hadas no son seres buenos. Tienen malicia y travesura en exceso. No miden las consecuencias de sus actos por lo que con frecuencia terminan generando dolor entre quienes con ellas se encuentran. Incluso, podría pensarse que son malas. Mucho. Y, además, no siempre son bonitas. De hecho, dentro de todos aquellos seres que podrían introducirse en la categoría de hadas muchas de ellas son horribles porque buscan la tragedia del hombre.


En origami existen varias, aunque no muchas. Las más famosas y hermosas son las de David Brill y Kimura, figuras harto distintas ambas, pero harto bonitas. Existe también una creada por David Derudas y publicada por el CDO (Centro Diffusione Origami) y una más de Fernando Gilgado.

Como muestran las fotos, yo he plegado una. Se parece más a la de Peter Pan de Disney que a la original que era simplemente una luz que se proyectaba en el escenario y nunca hablaba (aunque aclaro que la mía tampoco habla)… Espero sea un modelo bonito para observar.



Espero la disfruten y, si quieren crear una les recomiendo que, además de mirar las imágenes que google ofrece o las películas que las dibujan, separen sus manos unos 20 o 25 cms, luego golpeen una con otra las palmas de sus manos repitiendo el mismo proceso por lo menos tres veces. Al mismo tiempo deben pronunciar aquellas mágicas palabras que dicen: “creo en la hadas, creo en las hadas, creo en las hadas”

Saludos a todos, y buenas hadas en su camino

domingo, agosto 13, 2006

La mujer del caracol


(¿Pensará el caracol que camina lento?)


Normalmente escribir las entradas de este blog es una labor sencilla. Algunas entradas tardan más que otras, otras salen de un solo impulso... Pero ésta viene lenta, con las palabras a cuestas como caminar de caracol, ésta se toma su tiempo, sabiendo que, a la larga, ha de llegar a algún destino.

Empieza hablando sobre el tiempo, ese engaño que inventaron antiguos dioses para que las cosas no ocurran todas a un mismo tiempo. Hablando de la mentira y el engaño que el tiempo trae consigo. Bendición y maldición, premura y parcimonia. Tiempo que cura, tiempo que condena... Ante todo, tiempo que se vuelve relativo. En la felicidad el tiempo es corto, y en la tristeza suele ser eterno. En la guerra, cualquier tiempo es mucho, y en la paz siempre ha de ser corto. Es el tiempo un tirano que nos rige y que a veces nos colma de favores. Es el tiempo aquel bien extraño cada vez más difícil de encontrar.

Resulta entonces agradable encontrar un modelo como este. Sin prisas, conciente de su tiempo. De su propio tiempo. Un modelo que sabe que llegará a su destino alguna vez. No es una figura común, y se presta a encantadoras interpretaciones. Un caracol que lleva sobre si a una mujer que es su casa, una casa que es una mujer. (“Si esa mujer es una casa su sexo ha de ser mi cama” ). Una mujer, que es dueña del tiempo y sobre él camina. (“no somos otra cosa más que tiempo”). Una mujer que es de agua, y cuyo único rastro lo deja el caminar de un caracol. Una mujer que es un caracol.

Bonita imagen, y cercana a la realidad. Es la mujer un caracol que carga a cuestas a quienes la habitan. En el caracol de mi oído resuenan siempre palabras de mujer. Algunas dulces que hablan de amores. Otras que me hablan de recuerdos.



***

Este modelo, para ser honesto, ha venido lento. Lleva varios días dando vuelta en mi cabeza tratando de salir, pero solo ayer encontró un camino. El caracol está lógicamente basado directamente en los trabajos de Tomoko Fuse y sus hermosas espirales y, visualmente, en los hermosos caracoles de Manuel Sirgo y Nícolas Terry, aunque la forma de plegarlos es bien distinta. La mujer, por su parte, es una de las típicas mujeres que resultan de mis dedos cuando de acariciar una hoja de papel se trata. No sé si existen otros modelos similares a este. Surge de una sola hoja de papel cuadrada, sin cortes, que convierte mujer en caracol. En este modelo es especialmente atractivo la diferencia entre las dimensiones de los dos protagonistas. El caracol puede ser visto como un abuso, y la mujer como apenas un suspiro. Solo me queda entonces una pregunta: ¿Qué estará pidiendo mi alma en estos momentos que me dice a gritos que coloque a una mujer a lomo de caracol?

sábado, agosto 05, 2006

Dédalo:

Existen en el arte obras maestras que uno sueña con haber inventado. Son de otras personas, pero por diversos motivos uno los siente tan cercanos al alma que uno desearía que fueran propias. Gabriel García Márquez lo hizo en sus “Memoria de mis Putas tristes” que es en últimas una excusa para hacer suya La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata, lo hace Picasso, cuando pinta los cuadros de otros para hacerlos suyos. Trató de hacerlo Gauguin con los Girasoles de van Gogh, aunque afortunadamente en ese caso no tuvo éxito su robo. Lo han hecho también algunos origamistas, algunos con mala intención y otros con cándida inocencia. Yo, hoy, lo hago con toda la intención y admiración hacia una obra maestra que no es propia (aunque uno siente que debería serlo).

Uno de los modelos que más me ha enseñado es el dédalo de Gabriel Álvarez. Un modelo de otros tiempos, que no busca el realismo o el hiper realismo, solo la expresión. La emoción. Así que me decido a buscar lo mismo, y para esto parto de una base que es, estructuralmente, similar a la usada por Gabriel Álvarez: Dos puntas para piernas, dos para alas. La intención, que no estoy seguro de haberla logrado por completo, es respetar aquella emoción que transmite el modelo original, solo que permitiendo decirlo a mi manera. Y eso es lo más difícil. Decir lo que dijo otro, volviéndolo propio, usando palabras que son ajenas. Pero las palabras, traicioneras, se vuelven propias aunque uno no lo quiera, y terminan haciendo que el modelo hable de uno más que de otro. Así, en el proceso de plegado ha surgido un dédalo que recuerda a su padre, pero que es sin duda distinto. Que vuela de otra forma, que añora de otra forma. Un modelo que cambia con el vuelo


No sé si Gabriel Álvarez lea esta entrada, pero sobra decir que este modelo es para él.

"Tengo una terrible necesidad
¿diré la palabra?
de religión...
Entonces salgo por la noche, y pinto las estrellas"
Van Gogh