miércoles, 3 de agosto de 2011
Receta para la felicidad
Ingredientes:
• Una libra de recuerdos infantiles.
• 2 tazas de Sonrisas.
• 2.5 libras de esperanzas.
• 12 onzas de Ternura.
• 5 latas de cariño.
• 40 paquetes de alegría.
• 1 pizca de locura.
• 8 tazas de Amor.
• 5 libras de Paciencia.
MODO DE PREPARACIÓN:
• Limpia los recuerdos, quitándoles las partes que estén echadas a perder o
que no sirvan. Agrégale una a una las sonrisas, hasta formar una pasta
suave y dulce.
• Ahora, añade las esperanzas y permite que repose, hasta que doble el tamaño.
• Lava con agua cada uno de los paquetes de Alegría, pártelos en pequeños
pedacitos y mézclalos con todo el cariño que puedas.
• Aparte, incorpora la paciencia, la pizca de locura y la ternura cernida.
• Divide en porciones iguales todo el amor y cúbrelo con la mezcla anterior.
• Hornéalas durante toda tu vida en el horno de tu corazón.
• Disfrútalas siempre con toda tu familia y seres queridos.
CONSEJO FINAL:
Puedes agregar a la mezcla anterior dos cucharadas de comprensión y una libra
de comunicación para que la receta te dure para siempre. Pero sobre todo, lee
siempre el libro de recetas llamada Biblia, del Chef Superior, Dios. Por ti
mismo no podrás, con El si lo lograrás. Si olvidas algun paso, puedes siempre consultar con su Madre, que se sabe todas las recetas.
jueves, 20 de diciembre de 2007
Inés Llona del clan Johnson
Me acaban de avisar (la bloguer jefe del blog) desde Para el recuerdo... o el blog de los Johnson, que se murió "la abuelita", Inés Llona de Johnson.
Vela en la Igl. del Bosque, por si alguien en Santiago de Chile puede ir.
Pongo esta noticia aquí, porque "la abuelita" es una de las personas con mejor humor y más altamente divertida que he conocido. Cualidades que heredaron sus nietos, de quienes proceden algunos de los mejores chistes de este blog.
Dos fotos: la de arriba, en una en la reunión de los Llona (Fotos de la Llonada..en el Mercurio y comentarios....) y la otra -la que más me gusta- de ella a caballo.
Recuerdo que ella me contó una vez que había montado a caballo toda la vida, incluso hasta un día antes de que naciera cada uno de sus hijos. Y me aseguró que no era peligroso, ja ja. Es que se nota que no le tenía miedo a nada. Y que disfrutaba la vida (y la Malta Morenita) y a la gente que la rodeaba siempre. Se notaba que lo pasaba bien en todas partes, que era una persona feliz "de adentro", esa fue la impresión que siempre me dió.
Después, cuando se fue a vivir a la ciudad, cuando la conocí, cambió su caballo por una citroneta, con la que se la veía rauda y veloz por las calles de la ciudad, siempre con sus anteojos de sol, que le daban el aire de una corredora de fórmula 1.
Sus nietos nos piden que encomendemos su alma, petición que transmito a los lectores de este blog.