domingo, febrero 27, 2011

Admirable

Desde hace ya muchos años, una señora que vive en la calle pasa el día dentro o fuera de nuestra iglesia. No pide sino cuando está muy necesitada; uno la ve hacerse su comida, coser, lavarse la ropa y hasta teñirse el pelo. Algunos feligreses se extrañan un poco porque a veces teje, duerme o cose en plena misa; pero los demás sabemos que esta en su casa. Imposible sugerirle otra cosa: ella así está bien.
En julio, un día de muchísimo frío, vino a pedir un techo para dormir –en general no quiere porque prefiere su independencia- y después de un rato de dialogar, ya que la cosa no era demasiado fácil, nos contó que la señora de una pensión la recibía pero ella no tenía dinero.
Le dimos para pagar unos días un cuarto. Enseguida –creo que al día siguiente- se la volvió a ver en la calle, porque como digo no resiste estar encerrada. Y nunca hablamos más del tema.
Ayer, salía yo de casa a hacer un mandado, y me para con una sonrisa:
-Hermana, usted me había prestado doscientos pesos.
-No eran prestados. Sino porque los necesitabas en ese momento.
-Pero yo estuve juntando y se los devuelvo.
No pude convencerla. Tampoco hizo mucho caso a mi insistencia de que, en todo caso, si volvía a necesitar nos volviera a pedir. Lo totalmente lógico, y que dejaba las cosas en orden para ella, era que me devolviese ese dinero. Por lo que pude ver, le quedaba bastante menos de lo que me daba.
Y me volví a casa con los doscientos pesos.

viernes, febrero 18, 2011

Una buena pregunta

Con otra hermana, entramos a hacer una compra a la farmacia. Cuando nos acercamos al mostrador:
- ¡Hola! ¿Son felices? - Nos preguntó a boca de jarro el señor que nos atendió.
Las dos contestamos bien pronto que sí, y le devolvimos la pregunta, que respondió más o menos así:
- Yo también. O, al menos, prefiero no plantearme si no lo soy.

Después del pequeño desconcierto por lo inesperado del recibimiento -muy cordial desde el principio al final de la estadía-, me dí cuenta que había sido una muy buena pregunta.
Y sobre todo, para hacérnosla nosotros los religiosos.
Me alegré que las dos pudiésemos dar un sí tan simple: En medio de todos los problemas que siempre tiene la vida -la de todos- somos felices. Soy feliz.

Creo que es un lindo -y medular- testimonio de la vida religiosa.
Para agradecer.

lunes, febrero 14, 2011

Si no la pongo la van a extrañar


¡Así seguro que se va a divertir de lo lindo!

sábado, febrero 12, 2011

Ejercicios Espirituales

Ayer terminé los Ejercicios Espirituales.
Los hacemos, de 8 días, todos los años; y son, cada vez, un regalo grande.
Esas cosas que podemos gozar los religiosos y que, una pena, no se les hace fácil a los laicos.
Uno toma fuerza para recomenzar la vida. Son una bendición.