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30 junio, 2016

El Celler de Can Roca: un viaje a los sentidos

Comerse el mundo: Aperitivos que proponen un pequeño viaje 
gustativo y visual por Tailandia, Japón, China, Perú y Corea.

En el año 2015 El Celler de Can Roca había recibido el premio al Mejor Restaurante del Mundo, este año desplazado a un nada despreciable segundo lugar. Desde 2013 conservan sus apreciadas tres Estrellas Michelin y toda la fama que les rodea le hace justicia a este maravilloso restaurante. La espera para reservar una mesa es de alrededor de seis a nueve meses*. Existen dos menús, uno más corto que propone algunos de los clásicos de la casa (180 euros), con porciones un poco más generosas y otro, más largo (Menú festival, 195 euros) con más platos, porciones un poco más pequeñas, que permiten llegar al final. La atención es impecable, el restaurante agradable, luminoso y sobrio. Allí estaba el chef  Joan Roca que saludaba a los comensales, ese gesto da mucha confianza en lo que se espera que va a ser el homenaje.

Sin duda escogimos el menú largo. Empieza con cinco aperitivos que propone un recorrido por los sabores del mundo (foto arriba). Adoro la puesta en escena que es toda una declaración de intenciones como comienzo. La sorpresa de lo que nos atiende, correr las cortinas de este pequeño teatro sensorial para el que hemos venido, y se abre una lamparita asiática de papel con estos cinco abrebocas, que disparan inmediatamente mi imaginación y mis sentidos. Comerse el mundo: aperitivos que proponen un pequeño viaje  gustativo y visual por Tailandia, Japón, China, Perú y Corea.

Memoria de un bar de las afueras de Girona.


Seguimos con el pequeño teatro que me trae a la memoria mi infancia, cuando me armaba casas de muñecas hechas con cartón, y son los segundos aperitivos, que como una tarjeta familiar están los tres hermanos de pequeños, y que lleva por nombre: Memoria de un bar de las afueras de Girona. De atrás hacia adelante y de izquierda a derecha: mejillones en escabeche, bacalao con espinacas y piñones, calamares a la romana, riñones al jerez y Campari.


Helado de oliva verde.

Los aperitivos siguientes vienen servidos en un bonsai de un olivo, del que cuelgan helados de oliva verde (que simulan las olivas, claro), qué más emblemático de la cultura mediterránea. Una bella sorpresa, que al morder despierta un sabor fresco, levemente cítrico, y una textura suave y firme.




Siguen los abrebocas con una suerte entre mousse-terrina de marisco, en forma de estrella de mar, en una oblea también de sabores marinos. Seguimos con una hermosa presentación en forma de coral, con Ostras yin-yan y ceviche de dorada. La salsa de las ostras son de una base de ajo negro. Un dúo gustativo que sorprende por la armonía de sabores.


Ostras yin-yan y ceviche de dorada.

Para terminar este festín de aperitivos tenemos dos últimos realizados con un mismo tipo de materia prima: la apreciada seta perrechicos. Comenzando con un bombón, frío y suave, y luego una brioche de perrechicos, absolutamente delicado.


Bombones de perrechicos.


Brioche de perrechicos.


Y ahora comienzan los entrantes, con un consomé de perrechicos, miso, ñoqui de yema de huevo. Ligero, suave, lleno de matices.




De segundo, uno plato que adoré: espárragos blancos con flor de sauco, botarga, orejones y holandesa de miel de acacia. No hay más que mirar el brillo de estos espárragos, como si fueran mármoles, qué maravillosa combinación de sabores y texturas.

Espárragos blancos con flor de sauco...

Seguimos con platos ligeros; cerezas marinadas con base de anacardos, anguila ahumada y aire de mantequilla tostada. Un festín de texturas, cremosidades y de sorprendentes nuevos sabores que se conjugan.

Cerezas marinadas con base de anacardos y anguila ahumada.


Toca zambullirce en el mar y pasar a los platos principales. El menú da paso a una cigala con salsa de haba de cacao (mole negro con chocolate y crema de galera con coco y ceps). La untuosidad de la crema resalta la textura y sabor de la carne ligeramente tostada.


Cigala con salsa de haba de cacao.


Continuamos con chipirones con tempeh de judías. Cocción perfecta, sin duda, la salsa de mariscos en donde reposa permite resaltar cada uno de los ingredientes del plato, una maravilla.



Una de las joyas de la corona de esta ronda marina, la gamba marinada en vinagre de arroz, con veluté de algas y pan de fitoplancton. Las patas son completamente comestibles, lo que le aporta una textura extra al plato: crujiente.


Gamba marinada en vinagre de arroz.


Y ahora es el turno de los pescados, comenzamos con raya roja con jugo de pimiento y ruibarbo, con notas de azafrán. Una delicadeza suprema.

Raya roja con jugo de pimiento y ruibarbo.


Para terminar con los pescados, besugo, con una salsa de sus espinas, coronado hermosamente con samfaina. La belleza del plato puede dejar sin aliento por los detalles y colores.

Besugo con samfaina.

Pasamos a las carnes con un cochinillo ibérico con salsa de papaya verde, pomelo thai, manzana, anacardo y puré de tamarindo y shisho. Debo decir que la proporción de salsa que sirven es perfecta, porque en ningún momento ni me sobró ni eché más en falta. Un perfecto matrimonio entre ingredientes asiáticos y ese clásico de la cocina española que es el cochinillo.



Pasamos ahora al cordero, con remembranzas más árabes. Acompañado de puré de berenjenas y garbanzos; pies de cordero y tomate especiado. Sin duda toda una fiesta de equilibrio de especias, jugosidad y texturas crujientes y suaves que se mezclan.

Cordero con puré de garbanzos y berejenas.


Y como cierre de los platos principales, llata (redondo) de ternera con tuétano, tendones y aguacate terroso. La cocción lleva tres días. Y como cierre de los platos principales solo puedo decir que no podría ser mejor. Carne jugosa y tierna, coronadas por trufas blancas.


Llata de ternera, tendones y aguacate terroso.


Para refrescar el paladar y dar paso a los postres, un sorbete en forma de nariz, creación de los helados de Jordi Roca (se pueden compara en la heladería que tiene en la ciudad).



Como suvenir de Turquía, el chef nos trae este delicado Perfume Turco, con rosa, melocotón, azafrán, comino, canela y pistacho. Una verdadera maravilla llena de perfumes orientales.



La joya de los postres, este magnífico Cromatismo Naranja. Este postre es una joya, yo la preferiría como petición de matrimonio que cualquier diamante de un Cartier... Adoro los platos con sorpresas, sobre todo cuando contienen tal refinamiento de sabores y de presentación. 

Cromatismo naranja, una pequeña joya servida en el plato.

Y terminamos con un postre más goloso, y claro, tenía que ser de chocolate. Caja de Habanos: chocolate, vainilla, ciruelas pasas, hojas de tabaco y cacao. Un festín de sabores: cacao, leña, ahumado, textura espumosa pero bien firme.


Caja de habanos.

Gracias al buen tiempo, tuvimos la suerte de tomar el café en su bella terraza y seguir degustando más de sus delicados dulces. Tiene una extensa carta de vino, tres libros, por así decirlo. No soy ninguna experta en la materia, pero bien vale la pena pedir el maridaje que les permitirá descubrir nuevos sabores. El maridaje para el menú clásico es de 50 euros, el de degustación, 90. Si quiere pedir de botella, hay precios para todos los gustos.



Lo peor es que la comida tiene un fin, pero sin duda, en mi memoria gustativa, visual, olfativa, sigo paladeando muchos de estos platos. Bien vale la pena por tal experiencia la espera, el precio y el viaje a esa ciudad tan hermosa que es Girona.


17007 Girona
España
Teléf.: +34 972 222 157





*Antes había escrito que la espera es de alrededor de un año.

20 octubre, 2015

El de Alberto, una buena sorpresa en la Coruña



Situado en el barrio Monte Alto el restaurante El de Alberto propone una cocina con base gallega pero que se atreve a modernizar, cuidando su presentación e intentando sabores singulares. La decoración es sobria, con toque modernos, de tonos claros, con madera y bastante agradable en su sencillez. La atención es excelente, camareros muy profesionales que conocen bien el oficio y hacen que la experiencia de comer sea aún mejor.

Vieras en caldo de champiñón.

De primero probamos las zamburiñas gratinadas que no levantaron gran entusiasmo, pero sí las vieras en caldo de champiñón, con puré de apionabo, levemente pasadas por la plancha. De segundos una merluza con tartar de verduras, deliciosa y ligera combinación de sabores y el solomillo de ternera gallega con foie, realmente especial, tanto por la calidad de la carne como por su salsa consistente lo justo y más que gustosa.

Merluza acompañada de tartar de verduras.


Solomillo de ternera gallega con foie.


De beber, tomamos un vino Valdeorras de crianza, excelente, Douro do Volo, y para terminar, de postre, una magnífica esfera de chocolate. El restaurante tiene una inmejorable calidad precio, con una media de 17 euros para los platos principales. Una magnífica sorpresa que hay que recomendar. Suele estar bastante lleno, así que es mejor reservar.


Esfera de chocolate.



El de Alberto
Calle Ángel Rebollo, 18
15002 A Coruña
España
Teléf.: +34 981 907 411







15 septiembre, 2015

Sabores clásicos: Les Brigittines en Bruselas



En el corazón Bruselas, frente a la Place de la Chapelle, se encuentra Les Brigittines, este restaurante tradicional, me fue recomendado por uno de mis bloggeros preferidos: Sorokin. La decoración es preciosa, en una espacio que era antiguamente una oficina de correos, art noveau, en madera oscura, muy acogedor, elegante y cálido. Su chef, Dirk Myny ofrece una carta de platos locales pero que buscan su propia expresión.




Tiene una carta de vinos que es pura tentación, y hacía muchísimo tiempo no comía en un restaurante donde el vino te lo decantasen, se puede ver en la foto la cantidad de decantadores en la mesa del centro. Solo pedimos un plato, son absolutamente generosos, así que comimos la ternera escocesa asada a la sal gorda, salsa bearnesa y ensalada de lechuga rouguette. La verdad es que la carne, además de suave, conservaba intacta su jugosidad y el gusto estaba potenciado al máximo. Las patatas fritas te las sirven directo de una olla, inmensa, y son de concurso, perfectas.

El lugar es muy agradable e ideal para una cena romántica, aunque había muchas mesas de grupos. La media de los precios de la carta es 32 euros, así que es caro comer a la carta, y ofrecen un menú de mercado por 55 euros.

Muy recomendable, si lugar a dudas. Merci monsieur Sorokin !


Les Brigittines
5 Place de la Chapelle
1000 Bruselas
Bélgica
Teléf.: +32 0 2 512 68 91



21 julio, 2015

Palms: intento por crear una cocina tradicional y gourmet, pero...



Celebro que en muchos países se esté creando nuevas cocinas que parten y rescatan los sabores y recetas tradicionales. Venezuela ha hecho lo suyo, y cada vez encontramos más restaurantes que llaman a su cocina "criollo-gourmet". En pleno corazón de Los Palos Grandes, el restaurante Palms lo lleva la chef Elena Ibarra, la cual ha sido galardonada recientemente en París con le premio Gourmand por su libro de recetas: Cocina extra-ordinaria.

El mero, aunque gustoso, estaba bastante frío, nadaba en demasiada salsa.


El restaurante tiene una decoración un poco rara, algo demodé y fría. Tiene una terraza frente a una pequeña piscina. Aunque también la decoración era algo desangelada,  siempre se agradece disfrutar del buen tiempo que suele hacer en las noches caraqueñas. La atención es correcta, el camarero no tiene mucha idea de los vinos, por no decir ninguna. La carta es interesante, mezcla de la cocina criolla, toques asiáticos y todo ello pasado por una buena dosis creativa.




El problema, sin duda, ha sido la ejecución de los platos. Da la impresión que la chef estaba de vacaciones y su cocina queda a la deriva. Primera sorpresa, todos los platos llegaron a la mesa en cuestión de brevísimos minutos, casi no podría competir el mismísimo McDonal's en rapidez, lo que me remite a platos pre-preparados (supongo y espero que no todos) que pasan por un golpe de horno y listo. Y sin duda es lo que me pareció, en cuanto a las texturas que tenían que estar crujientes (que no lo estaban), a la jugosidad que deberían tener ciertos platos, que uno sabe bien que es imposible obtenerla si son platos listos con anterioridad. Quizá también pecan de excesiva salsa en los platos, puede que sea un gusto muy venezolano, pero la cocina creativa se está desmarcando cada vez más de los antiguos platos pesados que nadaban en salsa.

Mi veredicto es que parte de buenas ideas pero descuidan totalmente la ejecución, quedándose las propuestas en puras intenciones y quizá poco esmero por lo cuidados que supone toda cocina que quiera llamarse gourmet. Una pena y una decepción porque este lugar gozaba de prestigio. Por cuestiones de inflación es difícil decir  el rango de precios, pero es bastante caro para el estándar venezolano.

Hotel Altamira Suits
1ra. Avenida de Los Palos Grandes
Caracas
Teléf.: +58 (0) 212 209 34 53






11 septiembre, 2012

Tramin luce su nueva estrella Michelin en Múnich

Hamachi con espuma de aguacate y wasabi y pequeños toques de kimizu.

Lo bueno de pregonar y ser fiel a una afición es que facilita mucho el trabajo para los amigos en los días de cumpleaños. Este año, una vez más, nos han regalado un vale para un restaurante magnífico, que, casualmente, ha recibido este año un estrella Michelin: Tramin. El joven chef, Daniel Shimkobwitsch fue pupilo de en el restaurante dos estrellas a cargo de Christian Jürgens y es quien está a cargo de la cocina, y de cara al público, su excelente y amable somelier Holger Baier, son parte de un jovencísimo equipo que le sobra entusiasmo y calidad.

El restaurante es sencillo y sin pretensiones, una decoración sobria, pero sobre todo, un ambiente relajado y cordial. Quizá, sigo echando de menos los manteles blancos para las cenas de calidad, como también se agradecería unas mesas más amplias. Aunque el espacio entre mesas está muy bien.

El menú de Tramin es cerrado, como suele ser en esta ciudad para los restaurantes de cierta calidad y se puede escoger entre el de cuatro, cinco, seis o siete platos, que se pueden combinar, si se quiere, con un extra de vino, con el maridaje escogido para cada plato de dicho menú. Pero si se quiere escoger de la carta, aparte de su excelente selección, los precios del vino son bastante moderados.
De entrada, como detalle para esperar sirvieron una delicada crema de guisantes, con dos pequeños aperitivos que ya iban preparando el camino al banquete. De primero, el exquisito hamachi (foto de apertura), es un pescado conocido en español como buri, que se consume en Japón o Perú. El pescado, cocido solo con el marinado, estaba servido con rábano, una salsa delicada de lima, acompañada con otra más espesa: la kimizu. El pescado también se complementaba con la espuma de aguacate y wasabi. Simplemente espectacular en su combinación de sabores y texturas,  junto a alguna seta, espárragos finísimos y algas. Le seguía una suerte de pequeña ensalada de carne con una salsa verde de Frankfurt a manera de helado, acompañada con berenjenas. 


Salvenius.


Y para comenzar con los segundos, un pescado Salvenius (según Wikipedia, salvelino), una mezcla de sabores entre trucha y salmón, cocido a bajísima temperatura por muy largo tiempo, acompañado de una delicada salsa, levemente dulce con pequeñas bolitas de dos tipos diferentes de melón y semillas de calabaza.  Una textura tierna pero firme y una salsa ligera y fina.


Rape.

Seguimos con un rape en una cama de crema de piñones, acompañado con una salsa de apio*, una combinación interesante con el sabor levemente agrio de este vegetal, matizado por la cremosidad de los piñones. Para cerrar, carne (de res) en diferentes "versiones", servida, una en una salsa fina y para jugar con las texturas y sabores de lo crudo y cocido: tartar, servidos con pequeños trozos de coliflor. 

Quizá el postre fue lo que menos levantó mi entusiasmo: musli de cerezas perfumado con hojas de apio de monte. La verdad es que estaba rico, con un hermoso centro hecho de cerezas que conservaba su bello color y era lo suficientemente ligero para cerrar una cena con tantos platos.
La atención es buena, aunque un tanto irregular por momentos. Sin duda, una fiesta para los sentidos, en la propuesta deconstructiva de Shimkobwitsch: belleza, ingredientes de alta calidad, platos originales, creativos y fresquísimos. 

La relación precio calidad creo que es bastante buena. Los cuatro menú, van en escala de 70 a 100 euros sin vino. Un menú mínimo con sus respectivos vinos, 105 por persona, el máximo, 150. Esperemos que este equipo siga manteniendo su estrella, o quizá siga sumándoseles, por los momentos, que se mantenga, es bastante. Gracias a los amigos por este estupendo regalo.


Lothringerstr. 7
81677 Múnich, Alemania
Teléf.: +49 0 89 444 540 90




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*célery o apio España

16 agosto, 2012

Comida tradicional gourmet de México



Queríamos probar todas las versiones posibles de la comida mexicana, la de pie de calle y la de la alta cocina (que nuestros bolsillos permitiese pagar), que en México hay cientos de opciones y saben bien los mexicanos de la riqueza de su gastronomía. En Colonia Condesa se encuentra el restaurante Azul Condesa, a cargo del chef Ricardo Muñoz Zurita.


Foto: Azul Condesa.

El restaurante tiene una terraza interior pequeña pero preciosa, con sus paredes tapizadas de vegetación, muy acogedor, del cual se puede ver por una ventana hacia la cocina. El restaurante esta decorado con gusto y sencillez y, para imprimir dinamismo, cada tanto invita a un o una chef para hacer una  carta alternativa. Lo cierto es que nos decantamos por la propuesta del chef local.


Foto: Azul Condesa.

De entrante pedimos caracoles de mar, muy frescos, con apenas un poco de oliva para resaltar su sabor y un ceviche verde, el cual estaba bien pero su sabor resultaba al final un poco cansino. De segundo pedimos el pipián blanco de almendras y ajonjolí, un plato típico de Popayán. El pipián es una crema, en este caso bañaba una pechuga de pavo y, aunque realmente estaba sabrosa no logro arrancar muchas pasiones en mi gusto. Mucho mejor la especialidad veracruzana que ofrecen del huachinango (es un pescado blanco), que lo sirven con patatas y un toque de ciruelas pasas.


La carta de vinos es muy buena pero igualmente cara, y nos arriesgamos con un vino blanco local que realmente no nos gustó especialmente, y los vinos europeos (que tienen excelentes) son realmente costosos. El veredicto, es que el restaurante no está mal pero tampoco es una cocina especialmente memorable. Como si le faltara un toque para volverla realmente diferente e inolvidable.


La atención es buena aunque algo irregular
al ser un restaurante gourmet, los precios son caros para la media de la ciudad, aunque no prohibitivos. Lamentablemente, por eso del cambio que favorece a veces a unos países, la cena en moneda europea resulta muy bien de precio, unos cincuenta euros por dos personas, con vino.


Azul Condesa
C/ Nuevo León, 68
México, D.F.
Teléf.: + 52 86 63 80