Se suele coincidir sin ninguna duda, al hablar de la familia, que ésta es el núcleo de nuestra sociedad y que su importancia es vital para el sano desarrollo de todos los seres humanos. Sin embargo, en algunas circunstancias el divorcio puede ser una medida necesaria, cuando la relación de pareja se ha tornado demasiado conflictiva, tiene repercusiones graves sobre los hijos y, se han agotado todos los recursos por solucionar la situación.
Cuando dos personas deciden separarse, cualquiera que sea el motivo, ocurren una serie de hechos que suelen ser incómodos, y en medio de todas las cuestiones legales y de la vivencia emocional de cada miembro de la antigua pareja, existe otra situación a la que muchas veces no se le da la importancia suficiente y que requiere de un adecuado manejo para sobrellevarla, y es la vivencia que los hijos están teniendo de esta separación.
Los niños son los principales afectados en estos casos y el deber de ambos padres es el tratar de minimizar los efectos que su decisión producirá en ellos.
El ideal es que los niños mantengan una relación con ambos padres lo más similar a la previa al conflicto.
Para intentar ayudar a la familia en este difícil trance se han editado una serie guías.