Hay momentos mágicos que no se pueden expresar con palabras, que suceden, que devienen, que traspasan nuestra piel y nos calan hasta el alma. Hay momentos que compensan, que consuelan, que confortan en las horas bajas. Y el miércoles por la tarde sucedió, en el encuentro que tuve en Martos, viví la magia de la literatura, comprendí por qué estoy tan enganchada.
El ambiente era propicio, los sótanos de una casa construida con el amor de una pareja, una historia de amor que rompió la guerra, cuando murió el marido. La esposa se marchó y la casa quedó inhabitada durante más de ochenta años. Ahora, entre sus paredes, viven mil historias de amor, de guerra, de miedo, de risa,... Cientos de libros a disposición de todos los ciudadanos de Martos.
Muchas veces he hablado en este blog de mis inseguridades como escritora, de las decepciones que he sufrido con editoriales o agentes, del sufrimiento que supone corregir una y otra vez, de no saber si lo que escribo realmente tiene un valor, si tiene calidad suficiente, si llegará a los lectores. Hoy quiero compartir algo bueno, lo mejor que le puede suceder a un escritor, el encuentro con sus lectores.
Yo sabía que la mayoría de la gente que asistiría al acto ya había leído mi novela por eso decidí centrarme en mi libro de relatos, pensé en hablar sobre el cuento, su evolución a lo largo de la historia y sus características principales. Intercalé lecturas de fragmentos de mis relatos, para ello conté con la ayuda del público, que se prestó a colaborar, como se ve en las fotos.
Al final de mi charla, llegaron los comentarios sobre mi novela, sobre mi asesina de ojos bondadosos, hablamos de los personajes, de las motivaciones, de los paisajes, de los olivos, del final… Un poco de todo. La opinión era unánime, les había gustado mucho mi libro. Alguien me dijo: sigue escribiendo, no lo dejes. Y lo dijo de tal forma que me emocioné. Yo, que soy de lágrima floja, estuve a punto de llorar. Le di las gracias, y pensé que no tenía por qué preocuparse, que seguiré escribiendo, que el veneno de la literatura circula por mis venas, que ya no puedo dejarlo, que mi pasión es indestructible, como los olivos.
“Allí estaban sus raíces, como las de los olivos, eran gruesas y profundas, enredadas en la suelo, fecundas y ásperas. Tantos años alejada de su tierra y aún conservaba sus raíces. Su padre le contó un día que los olivos eran árboles fuertes, duros, acostumbrados a sufrir, apegados a los suyos. Le contó cómo resistían las heladas, los ardientes agostos, el granizo, la nieve. Le contó cómo resucitaban tras ser cortados por el tronco y que la única forma de matarlos era arrancarlos de raíz.” (Extracto de la novela La asesina de los ojos bondadosos, una chica lo traía apuntado en un papel para decirme que le había gustado especialmente esta descripción)