Bizcocho Bundt de Reyes

 Antes de nada me gustaría volver a desearos lo mejor para estas fiestas. Espero que los que reciban la visita de Papa Noel hayan tenido buenas y gratas sorpresas. En casa celebramos la Nochebuena en familia y nos repartimos algunos regalitos (supuestamente un amigo desconocido, pero ni el amigo es único, ni es desconocido en la mayoría de los casos) y un año más, he tenido la enorme suerte de tener la mejor familia de todas.
  La generosidad de todos me deja sin palabras, y menos mal que sacado fotos a los regalitos gastronómicos (aunque todavía no las he procesado, ya os las enseñaré).... ¡una barbaridad! ¡Muchísimas gracias una vez más!

 Y pensando en la familia, se me ha ocurrido la idea de este bizcocho. Resulta que mi hermano ya se vuelve a Alemania después de estar aquí unos días y hoy me he dado cuenta de que no podrá estar para la tarde de Reyes (se va mañana) ¡con lo que le gusta el roscón de reyes!. 
  Mi primera intención ha sido hornearle rápidamente un roscón, pero claro el roscón no tiene nada de rápido, así que he decidido inventarme un bizcocho con aroma a roscón.

  Lógicamente la miga es de bizcocho, pero el agua de azahar y las frutas confitadas recuerdan al roscón de reyes.

Ingredientes:

• 200 gr de mantequilla a temperatura ambiente.
• 200 gr de azúcar.
• 300 gr de harina tamizada.
• 4 huevos a temperatura ambiente.
• Un sobre de levadura.
• 100 ml de almibar
• La cáscara de un limón.
• Canela en rama.
• Una copita de ron o coñac
• Una cucharadita de agua de azahar (le he puesto una cucharada y se nota demasiado, con una cucharadita es suficiente).
• Frutas confitadas. Yo las he puesto por encima, pero se podrían incluir en la masa cortadas en trozos pequeños.

 Mi idea ha sido hacer la infusión de la receta del roscón que hacemos en casa de siempre, y añadirla a la masa del bizcocho.
  La infusión se hace con 100 ml. de agua y toda el azúcar que lleva el roscón, pero yo quería batir el azúcar con la mantequilla (como en un bizcocho), así que he pensado poner un poco menos de azúcar de lo habitual en la masa de bizcocho y utilizar el almibar que tengo siempre en la nevera para hacer la infusión. El almibar se hace con el mismo peso de azúcar que de agua, y se calienta hasta que se disuelve el azúcar.
  Para 100 ml de almibar habría que utilizar 50 ml de agua y 50 gr. de azúcar. Como yo ya lo tenía hecho, simplemente lo he calentado en el microondas con el limón y dos palitos de canela en rama partidos por la mitad un minuto a máxima potencia.

   Cuando ha empezado a hervir, le añadido el coñac y el agua de azahar y lo he dejado tapado con un plato, como una infusión.

  Mientras se enfriaba, he encendido el horno a 175º y he empezado a batir la mantequilla con el azúcar, unos minutos hasta que esté de un color más claro y el azúcar se haya disuelto.

  Se añade los huevos de uno en uno, sin añadir el siguiente hasta que no esté integrado en la masa el anterior.

  Entonces empecé a añadir la harina tamizada con la levadura y la infusión.

  Primero un tercio de la harina, mezclar hasta que se integre. La mitad de la infusión, volver a mezclar. Otro tercio de harina, infusión y terminamos con la harina. Reconozco que por un momento me temí que el experimento iba a ser fallido porque al añadirle la infusión parecia que quedaba demasiado líquido. Pero no.

  Se vierte en un molde previamente engrasado y se mete en el horno sobre la rejilla para que el aire caliente pase por el agujero del molde.

  En mi caso ha estado 40 minutos, aunque siempre hay que comprobar con un palillo a ver si sale límpio.

  Pasados unos minutos, se puede desmoldar sobre una rejilla para que termine de enfriarse.

  Cuando esté frío, se puede decorar. Yo he hecho una glasa clarita con un par de cucharadas de azúcar glas y una cucharada de agua. También tenía preparada unas frutas escarchadas en trozos grandes y el azúcar granulada que hice el año pasado.

 En verdad, las frutas podrían añadirse a la masa del bizcocho, pero en casa no gustan mucho en general, por eso prefiero ponerlas por encima y el que quiera puede apartarlas.

  El aroma que desprende me ha gustado mucho, y salvo que me he pasado un poco con el agua de azahar, el resto creo que es muy recomendable.

 

  La miga es tierna y jugosa. Muy rico (¡y mucho más rápido que el roscón!)