Un
deseo universal (e intemporal) que se puede expresar cantando.
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martes, 18 de diciembre de 2018
martes, 19 de diciembre de 2017
Black Xmas (50 Estados USA)
Nos
gusta la integración.
Nos
gusta sentirnos vinculados.
Nos
gusta la Navidad.
Y lo celebramos
cantando villancicos.
Christmas en clave de soul.
¡Feliz
Navidad!
jueves, 3 de diciembre de 2015
Feliz Nadidad
Quizá
sea cierto que, sin humor, no nos queda nada.
Llega
la época de la alegría.
Celebremos
que estamos vivos.
Hagámoslo
de una forma célebre.
![]() |
"Feliz Nalguidad" |
Jorge Pérez es el percusionista, español, que, en
Canadá, va de gorra y se viste como un perro, acompañado por
la banda Patax.
Un sinsentido.
Un sinsentido.
En
esta época, tocas las canciones se tararean igual: “na-di-dá”.
jueves, 25 de diciembre de 2014
Uve Palito, primera estación
Ayer fue el día que sirve
para comprobar si estás preparado, o no.
Nochebuena. El día en que Uve
Palito debutó en la alocución más importante de su agenda,
programada, de actos públicos. Tras una vida preparándose, era la primera
vez que se dirigía a todos los españoles.
El momento se había hecho
esperar. Eran las nueve de la noche.
*****
El instante sirve también
para establecer un límite familiar entre los que quieren oírlo y los que no. No
es una cuestión que quede definida por la afinidad política; es, en todo caso,
un asunto de edad.
Tu adscripción al mundo adulto comienza cuando, cedes a la presión
de los viejos, para atender a lo que dice el monarca. Y, de repente, entre
guasap y guasap, te descubres escuchando al Gran Jefe, asintiendo
condescendiente, o negando de forma febril; mecido y amodorrado por el pase
paralelo de Xavi, o
levantando las manos al cielo, acompañadas de una mirada para confirmar la
posición de la osa polar ante el enésimo fallo de Piqué.
Y, habiendo atendido, no queda otra que acordarse de Friedrich Hebbel, quien
afirmaba que "el asunto
es el problema; la forma, la solución".
Habrá que fijarse en la forma.
*****
Tres
detalles me han atrapado, de un mensaje que se enlaza íntegro:
La foto de Letizia, apoyando su cabeza en el hombro de su esposo, soportando
los rigores de volar en avión privado.
La (espléndida) alfombra.
Un cambio de plano, aprovechado para
ponerse a sí mismo, y a su padre, como ejemplos. Una foto aparece en lugar
privilegiado. Predecesor y heredero se atrapan por los codos. El inusual encuadre
confiere especial protagonismo a un sofá; no puedo dejar de imaginar una
aparición en la que JC I, como si fuera otro, le
regala un épico ¡zas en toda la boca!
*****
Más
allá de la forma, también se notan ausencias.
Ni
una cita. Ni un pensador, literato, científico.
No
hay nadie a quien haya concedido relevancia; la suficiente, al menos, para
mostrarla de forma explícita, pese a que una parte del mensaje parecía
inspirada por Paulo Coelho (“fracturas emocionales, desafectos o
rechazos”).
Pero
se cita a sí mismo, dos veces: en la ceremonia de entrega de los premios
Príncipe y en su discurso de Proclamación.
Empieza
pronto a caer en ese latiguillo, tan molesto como español, “como yo digo”, que me desquicia cada vez que hago una cola.
*****
Atender
a la forma no implica desatender al fondo.
George Horace Lorimer avisaba a su hijo Pierrepont al respecto, en la decimotercera carta que le enviaba:
“Las
apariencias engañan, lo sé, pero ya que es así, no tiene nada de malo procurar
que engañen a favor y no en contra nuestra”.
“En
este mundo no basta con que te vayan bien las cosas, también debe parecerlo,
porque dos partes del éxito consisten en hacer que el resto de la gente crea
que las cosas te van bien”.
“Uno
no siempre puede hacer lo que le apetece, pues cuanto más alto asciende más se
fijan en él los demás”.
*****
Yo,
que quieren que les diga, me he fijado en Felipe.
Y sigo sin saber cómo ha podido aguantar, en esa misma postura (contando
repeticiones y tomas falsas), sin que se le haya cortado la circulación de la
sangre en la pierna izquierda.
Realmente
meritorio.
*****
Aun
así, el fondo cobra importancia. Dos momentos marcan el tono de las
aspiraciones del monarca (para él y para su pueblo).
(7:19) "...lo
que hace de España una nación con una fuerza única, es la suma de nuestras
diferencias, que debemos comprender y respetar y que siempre nos deben acercar
y nunca distanciar. Porque todo lo que hemos alcanzado juntos nace de la fuerza
de la unión. Y la fuerza de esa unidad es la que nos permitirá llegar más lejos
y mejor en un mundo que no acepta ni la debilidad ni la
división de las sociedades, y que camina hacia una mayor integración".
(10:27) "Somos,
además, una nación respetada y apreciada en el mundo y con una profunda vocación
universal, imprescindible para promover
nuestra cultura y defender nuestros intereses en un mundo global. Hoy, más
que nunca, somos parte fundamental de un proyecto europeo que nos hace más
fuertes, más competitivos y más protagonistas de un futuro de
integración".
Asunción
de la injusticia de un mundo que no acepta a los débiles.
Promoción,
frente a un intento de hacer que las cosas cambien.
*****
Es
el final (y llegamos al principio). El vídeo se inicia con una entradilla en la
que aparece la enseña nacional, ondeando al viento y un castillo. No son
imágenes reales; es una infografía. Una mala
infografía. Una pésima infografía.
¿Un diseño de Froilán, o un amiguito
del pequeño Nicolás?
La
mejor forma de prepararnos para el montaje.
martes, 25 de noviembre de 2014
Carpeta (Lotería de Navidad 2014, VII)
La
Envolvente campaña de Lotería va desplegando sus argumentos.
Lo
hace de forma sibilina, percutiendo directamente sobre nuestras emociones.
En
anteriores episodios se incidió en otras. Hoy toca mirar atrás.
La
Navidad se acerca; es un momento en el que nos volvemos especialmente sensibles
y recordamos con añoranza a los que ya no están. Las personas a las que
quisimos. Aquellos que nos permitieron conocer sus anhelos, sus sueños, sus
esperanzas.
A
los que consideramos nuestra familia.
*****
Hoy
me costará más utilizar la ironía.
Por
mis propios recuerdos.
Pero,
muy especialmente, porque no me gustaría herir sensibilidades.
Todos
tenemos una memoria llena de buenos y malos momentos.
Darían
para llenar un montón de carpetas, si dedicáramos tiempo a anotarlos.
“Carpeta”
*****
Un
autobús recorre la ciudad, devolviendo a los viajeros agotados a sus casas. Ha
sido un largo domingo.
Una
mujer viaja, con la mirada perdida. Es Toñi. Aprieta una carpeta azul contra su
pecho, como había hecho cuando era joven y estudiaba en el Instituto.
Se
acuerda de todo. Y de todos. Le cuesta contener las lágrimas.
Su
amiga quiere hacerle hablar. Conoce la primera regla de las relaciones de
amistad: escuchar. Y tira de Toñi, que se cierra e impide actuar el mecanismo
liberador de la catarsis. “Pero, a ver, ¿no me vas a contar esos ojos a qué se refieren?”. “Alergia”.
La
reacción de su amiga está llena del mismo escepticismo incrédulo que el de
cualquiera que haya visto al pequeño Nicolás en acción.
Si
Toñi era hasta ahora una fortaleza, la insistencia machacona de su amiga hace
que decida claudicar. Sus ojos, anegados en lágrimas, han hecho que se le corra
el rimmel, argumento definitivo para el
zorro del Desierto de la amistad
femenina. Su carpeta, que le amparaba y protegía su intimidad, se abate como
un puente levadizo. Deja salir sus emociones contenidas, en una catarata
liberadora.
“Esta mañana he ido a
recoger al despacho de mi padre”.
“He encontrado esta
carpeta. Siempre la llevaba”.
Además de las dos amigas, el autobús transporta a otros cinco viajeros: tres
varones y dos mujeres (éstas se afanan en conectarse vía móvil). Ninguno
aprovecha el trayecto para leer. Los cinco aparentan ese aire mecánico, zombie, que a veces se encuentra en los medios
de transporte colectivo (imprescindible en los secundarios de un spot).
“Mis padres habían
escrito, juntos, todo lo que iban a hacer el día que les tocara la Lotería”.
“¡Qué guay! ¿Y qué ponía?”.
“No lo sé. No la he
abierto”.
“O_O”.
“Pone: ‘NO ABRIR (Hasta que nos toque la Lotería)’”.
“¡Qué romántico!”.
Los
sueños de los pobres viajan en bus.
*****
¡Qué
emotivo!, ¿verdad?
Y
completamente lleno de trampas.
La
más importante de todas consiste en evocar la vida de tus padres y dejarla
reducida a una lista de cosas que no pudieron hacer por falta de dinero. No por
falta de tiempo, o de oportunidades, o de decisión. No. Todo lo que les
faltaba era dinero. Así, un golpe de la fortuna, les permitiría ser capaces de
disfrutar plenamente de la vida, porque no hay sueños que se puedan cumplir si
falta el dinero.
La
historia es falsa como una moneda de 5 €. Toñi, extraordinaria en su papel,
dice que su padre llevaba siempre con él la famosa carpeta. Pero ha ido a
recoger su despacho (se sobreentiende que su padre ha fallecido) y ha
encontrado allí la carpeta. ¿Cómo podía estar allí, si su padre la llevaba
siempre consigo? Si la encuentra y en ella era donde sus padres escribían
juntos lo que harían si les tocaba la Lotería, y Toñi no se la lleva a su
madre, quiere decir que su madre tampoco está. Porque, en caso contrario, sería
una indiscreción que hablara de ello con su amiga.
Resulta
sencillo comprender los sentimientos que evoca una carpeta abierta, donde se
han guardado recuerdos, recortes de periódico, fotografías, escritos o material
del tipo que sea que nos vincula con alguien que ya no está.
Esas
carpetas de cartón azul con gomas en las esquinas son bombas emocionales. Nada
en la tecnología de pantallas, teléfonos o tablets podrá igualar su potencia.
Quizá
sea una sabia decisión mantenerla cerrada y permanecer a salvo de su efecto
devastador.
*****
La
buena noticia es que al día siguiente, Toñi comprueba que tiene un décimo
agraciado y baja al bar de Antonio a celebrarlo, no sin antes enfundarse en su
atuendo de cazadora (y sombrero tirolés).
Tendrá
la oportunidad de cumplir algunos sueños pendientes.
*****
Otros
lazos empleados con anterioridad:
Episodio 7 –
Carpeta
Episodio 8 – No
siempre se gana
Episodio 9 – No
la pierdas
Extras – Traca
final
Ya
queda menos. El camino está siendo largo, pero se intuye la proximidad de la
última etapa.
martes, 18 de noviembre de 2014
El secreto (Lotería de Navidad 2014, III)
La
Envolvente sigue desplegando su lazo. En este episodio, mostrará un secreto.
En
la vida de un barrio, ciertas personas se convierten en un centro de gravedad
permanente.
Durante
años, estuve convencido que eran los panaderos quienes cargaban con ese honroso
privilegio.
Antes, quizá lo fueran los quiosqueros, pero en este nuevo mundo virtual, son cada
vez menos necesarios.
Cobran
mayor presencia los farmacéuticos, en una sociedad que envejece y se
medicaliza.
Pero,
y esto no es ningún secreto, siempre fueron comerciantes los que ejercían esa
labor.
Los
que veían crecer a los niños, haciéndose adolescentes y, más tarde, adultos.
Los
que escuchaban las preocupaciones ajenas.
Quienes
tenían que estar, día sí y día también, al pie del cañón, asumiendo que un
mundo cambiante, en el que se apoyaba a los grandes y se abandonaba a su suerte
a los pequeños, era un mundo crecientemente injusto.
Aquellos
que sabían que su importancia derivaba de su presencia y su proximidad.
Porque
las cosas importantes se tocan y se sienten cerca.
Porque
la relevancia radica en el estar, más que en el ser.
*****
*****
Debo
admitir que la señora resulta simpática, pese a sus inexplicables hábitos. Se
retoca el cardado ante el espejo, en combinación, y llama a Horacio, sin
haberse dado cuenta que éste ya se ha ido.
La
camiseta que le pedía a Horacio estaba previsoramente dispuesta a su lado,
encima de la cama, a la vera de la cómoda donde da los últimos ajustes de
peinado y pintura.
Cariñete la contempla atónito. Sólo mueve su
cola. Nunca deja de darle sorpresas.
Como ahora. ¿No ha terminado de arreglarse el pelo?
Y, entonces, ¿por qué se pone la camiseta después?
No sólo eso. También se ha puesto un turbante. Para, ya completamente arreglada, venir a
darme de comer. Yo se lo agradezco, claro, pero creo que hace las cosas en completo
desorden.
En todo caso, siempre es amable conmigo. Me guste más mi nombre,
“Secreto”, que ese epíteto que me
dedica: “Cariñete”. A mí me suena
condescendiente, pero se lo acepto gustoso porque me da comida hasta que me
pongo tibio y me deja afilarme las uñas en el sillón orejero que usa Horacio.
La
señora sale a la calle y despliega su conocimiento enciclopédico del barrio.
Saluda a todas las Natalias que pilla
el paso. Le comió la tostada a la abuela de la Tahona, antigua pretendiente de
Horacio que, tras el rechazo, se encerró tras las cortinas de su escaparate y
perdió la posibilidad de ser el eje del vecindario.
Horacio
es gnomo y, entre ambos, tienen
montado un suministro de décimos y gorros de Papá Nöel, que no se lo salta un
reno, por mucho que lleve la nariz roja y diga llamarse Rudolph. Antoñito, que es un ingenuo y vive en la parra, no sabía
nada del trapicheo de la que Chelo, la provecta mujer, era camello. El
traficante es Horacio y, su mujer, su tapadera.
“Sabes lo que te digo: que
este año molaría que mostrase la camiseta. ¿Organizamos una fiesta de camisetas
mojadas para la Nochevieja, en el bar?”
*****
Estoy
convencido que en la Asociación de Administraciones de Lotería, si es que
existe, están encantados con el protagonismo que se la ha concedido a esta
singular mujer.
Una
comerciante, por mucho que su comercio sea el juego.
Pensándolo
bien, sólo falta la estanquera para completar el trío más perseguido durante la
“Ley seca”: alcohol, juego y tabaco.
Actividades
que en muchos sitios se consideran ilegales pero que, aquí, en nuestra querida
España, son una importante fuente de recaudación.
*****
Volviendo
al anuncio: si la labor de Chelo, la lotera, es tan importante:
[[[Reto a que alguien me muestre una escena de
la campaña completa, donde se vea a Chelo o su camiseta.
Y le regalo un décimo.
O le invito a ver repetido el vídeo de la
décima]]]
¿Por
qué los creativos de la agencia se empecinaron en mantenerla en secreto?
¿Por
qué ha quedado reducida a actuar como intermediaria (o agente)?
O,
si no te ha caído bien, como una chismosa y cotilla.
¿Por qué el lugar del que hablaba
Battiato,
el centro neurálgico de
la Envolvente,
es el bar
de Antonio?
*****
Más que un secreto, es un verdadero enigma.
*****
Otros episodios
de la campaña:
Episodio 2 – Si
tú supieras
Episodio 3 – El
secreto
Episodio 4 –
Beautiful
Episodio 5 –
Dilo bien
Episodio 6 –
Llamada
Episodio 7 –
Carpeta
Episodio 8 – No
siempre se gana
Episodio 9 – No
la pierdas
Extras – Traca
final
Un
descanso —orinar, fumar un pitillo, echar la siesta— y la función continuará.
Si tú supieras (Lotería de Navidad 2014, II)
La
campaña de la Lotería de Navidad avanza.
Tras
el bar de Antonio, donde El mayor premio es compartirlo, una segunda entrega se centra en un
recinto cerrado.
Una
pareja baila, en la intimidad de la cocina.
¿Son
moradores asiduos del Hotel en el que Jack
Torrance permanecía atrapado para siempre?
Ya
sabes.
Jack Nicholson, Shelley
Duvall, un niño médium, Stanley
Kubrick, “The shining” (“El resplandor”), 1980.
Allí
también bailaban (y bebían) eternamente.
El
tiempo parecía no avanzar.
No
había preocupaciones.
*****
La
luz verde, en serpentín, era una pista. Una botella abierta y dos copas flauta.
Una pareja baila. No sabemos quiénes son. Aparentan felicidad.
Ella,
Verónica Forqué, le rasca en el
sitio donde, ayer mismo, él le decía hasta dónde estaba de ella. Aunque ya se
sabe que el tiempo da y quita razones (como aligera coronillas masculinas de peso capilar).
La
niña llega de la calle. Lleva un inmenso cartapacio azul y un tubo para llevar
planos. Es evidente que su vena artística la descarta como autora del adorno
navideño de la cocina, con espumillón verde rodeando el microondas y encima de
la panera.
“Menudo día llevo”. Son las diez y veintisiete. De la
noche. No hubiera podido decirlo si fueran de la mañana. Sus padres llevan diez
horas bailando y bebiendo. Son inmunes a la adolescencia programada.
Belén Rueda no ha madurado. Lleva fatal lo de compartir
coche con su hermano.
Arturo Pérez-Reverte, ahíto tras bailar (como una peonza) y
beber (como un trompo) es capaz, por primera vez en años, de ahorrarse el
improperio que le pasa por la cabeza y piensa para sí: “cosas de chicas”.
“Y, lo peor de todo, he
tenido que ir en metro, como si fuera una paria”.
“¿Qué quieres? ¿Un
teléfono móvil? Ni que fuera por pasta. Si tú supieras. Mamá te dejará su
pelliza de la suerte”.
*****
El
niño, que ya se mostraba obsesivo andando en triciclo durante el rodaje de la
película, ha tuneado el coche y, con su dedo parlante, le dice nones a su
hermanita.
Los
padres, con el virus de la ilusión inoculado, creen que podrán parar las
discusiones entre hermanos, acallándolas con un soborno.
— “¿Cuál
es el mejor premio?”.
— “Compartirlo”.
— “Pues
toma, un coche nuevo para que ya no tengas que compartir el viejo con tu hermano.
Y un teléfono móvil, que hemos aprendido las estrategias de los bancos, dándote
más de lo que habías pedido”.
*****
Posiblemente,
lo de que el mayor premio es compartirlo sea, simplemente, un eslogan. Quizá
haya que buscar otra motivación.
Puede
que haya un secreto, una forma un poco más compleja para resolver los problemas
que disolviéndolos con dinero.
*****
La
campaña sigue:
Episodio 2 – Si
tú supieras
Episodio 3 – El
secreto
Episodio 4 –
Beautiful
Episodio 5 –
Dilo bien
Episodio 6 –
Llamada
Episodio 7 –
Carpeta
Episodio 8 – No
siempre se gana
Episodio 9 – No
la pierdas
Extras – Traca
final
*****
Continuaremos
dentro de nada. Seguid viendo la TV.
lunes, 17 de noviembre de 2014
La envolvente de Navidad
Todos
hemos visto el anuncio. La campaña de la Lotería de Navidad empezó a emitirse
el miércoles 12 de noviembre. Y estará machaconamente presente hasta el 22 de
diciembre, el día del sorteo.
Es
una campaña. Marketing de guerra. Su objetivo es evidente: asaltar el bolsillo
de los españolitos de a pie. Ni Felipe,
ni Mariano, ni Rato, ni Pdro Snchz, ni
Pablo Iglesias, ni Sánchez Gordillo, ni Messi, ni CR7, ni Olga María Henao,
ni Isabel Pantoja (por poner sólo a
diez) necesitan hacerse con un décimo.
Pero
tú, seguramente, sí.
Así
que debes tener cuidado. No son tus amigos. No tienen escrúpulos. Y, por mucho
que (todavía) no respondan a intereses privados, están locos por tu pasta.
Vale.
El
spot es bueno.
Está
en boca de todos.
A
favor o en contra.
Han
conseguido su propósito.
Ha
polarizado a la audiencia.
Sin
término medio.
O
te gusta, apasionadamente, o lo
detestas.
Puede
que te emocione hasta hacerte brotar lágrimas.
O
que hayas intuido parte de la trama.
Pero
no te ha dejado indiferente.
*****
Aquí
puedes verlo, [si eres del planeta klingon y no lo has visto aún].
¡Qué
bonito todo!, ¿verdad?
O
quizá sólo sea la fachada.
Tal
vez, rascando un poco, será posible encontrar la trampa.
El
truco.
El
señuelo con el que captan tu atención para que no veas cómo te despluman.
El
principio básico del trilero.
Centrar
tu mirada en una de sus manos; es la otra la que está metida en faena.
*****
Jon D. Domínguez es director de fotografía y fue el
responsable de tal tarea en la confección de la maqueta para presentar al
concurso que la agencia Leo Burnett
ganaría y que, en una práctica común, haría sin cobrar, a expensas de ser
contratado para la producción definitiva. No sería así. Da su versión en un blog creado ah hoc.
Afirma
que el spot es “tierno, emotivo, bonito, y técnicamente impecable”.
Es
su valoración, no la mía.
*****
Estoy
más de acuerdo con quien sostiene que, “por
alguna extraña razón está ambientado en Berlín en 1989”, quizá coincidiendo con la actuación de
David Hasselhoff, “buscando la libertad”, empleado como ariete para el acoso y
derribo de un muro ignominioso.
Plausible.
Y
cientos de interpretaciones variopintas para este singular fenómeno.
Así
que tratar de dar una nueva visión es un reto complejo.
Los
que molan de veras.
Allí
voy.
Espero
que tengas un poco de tiempo
*****
Antes
de empezar, hay que situar el contexto.
Quizá
no sea Berlín. Y seguramente no es 1989, pero no es la España en la que yo
vivo.
Y
no son, desde luego, humanos los seres que pueblan la pantalla.
Tendré
que demostrarlo.
Deconstruyamos.
Vamos
con Manuel y Antonio, protagonistas de la entrega.
*****
Manuel
mira por la ventana.
Los
ojos vidriosos.
Su
mujer le habla.
Se
vuelve.
Está
en casa.
En
el salón.
Es
su hogar.
Una
lámpara y un par de cuadros.
Ambos
cuadros representan el paisaje que se ve desde la ventana, en su lugar de
origen. Como la colina del Windows 98. La lámpara esconde diversos prototipos,
reducidos a escala, de las naves interestelares en las que suelen viajar. ¿Recuerdas
“MIB”, con Will Smith y Tommy Lee Jones?
Un
barómetro en la pared. Mis abuelos tenían uno igual. Y la pared del salón
chapada en madera.
Una
vespa blanca. Mi tío tenía una igual.
En
los bajos del portal de la casa de Manuel hay, ¡abiertos!, dos
establecimientos: uno, “Muebles de cocina”;
el otro, “La Tahona de la abuela”. El
segundo tapa el escaparate con cortinas, mientras a la puerta hay aparcado un
carrito de carga (de madera) y una señora charla con la transportista de un
bebé. Ambos locales sobreviven a pesar de la expansión sueca, el intrusismo de
GG SS, o la proliferación de franquicias. También se veía un local con un
escueto cartel que reza “Flores” y otro par que no he podido identificar. A
pesar de la hora (recordemos que es por la mañana; acaba de producirse el
sorteo), las luminarias están a todo trapo. Examinando la fachada del edificio
no se vislumbra ni un solo Santa Claus trepador.
Un
comerciante se ha gastado una pasta en ambientar su local, con lucecitas
colgantes, un abeto cargado de adornos, un árbol seco que ha forrado por
completo, un par de guirnaldas y una corona mortuoria que, por decencia, ha
cubierto de blanco. El cristal esmerilado y un esmirriado cartel de Feliz Navidad
(recortado a mano) no dan pistas de a qué demonios puede dedicarse el sujeto.
Las
muestras de la procedencia alienígena de los moradores del terruño, se van
multiplicando. Una bicicleta, sin amarrar, está a la izquierda…
…y
otra se ve a la derecha, también suelta. Posada junto a un banco, coronado de
lucecitas que tapan un muro y se iluminan sin necesidad de estar enchufadas.
El
Bar de Antonio tiene un ambientazo de aúpa. Parece el día de la final contra
Holanda. Sólo que ahora está lleno por dentro, pero también por fuera. Ha
llegado la prensa y se ve el corrillo jaranero a que estas situaciones
jubilosas conducen siempre.
Cómo
han llegado hasta allí es difícil de explicar. La toma cenital muestra que la
furgoneta de la TV (con la paellera encima) ha dejado escapar un sitio más
cercano a la puerta del local y se han tomado su tiempo para maniobrar y
aparcar de culo, sin rodadas impresas en el blanco manto. Además, pese a bajar
precipitadamente, sin tiempo para cerrar la puerta corredera, no han dejado
huella en la delatora nieve. Ni siquiera el propio Manuel, que debería ir
contrito, arrastrando los pies, deja más marca que la del pie que acaba de
levantar. No vale la excusa de que está nevando; cae un poco más que la caspa de
Torrente alborotándose el pelo.
Se
ve que los hombros de Manuel están limpios. Y se ven todos los detalles, porque
es fácilmente perceptible que la jamba de la puerta presenta desconchones que
deben ser reparados.
Una
tropa salta y brinca. Antonio ha tenido tiempo de desempolvar las copas y sirve
champán (es patriota y partidario del boicot al cava). Entre una grey, que se
viste con tonos pardos, se aprecia a una mujer, con pelliza (mi prima tenía una
igual, estilo McCloud), recibiendo un
beso. También se ve un tipo que se cubre con sombrero (recuerda al padre Merrin, Max Von Sydow en “El
exorcista”) e inicia un gesto cómplice. Y una jovencita con gorro de lana
embutido. Otro lleva un jersey de campo, color berenjena, con trenzas en las
mangas. En el bar hay ambientazo (y tufo a sobaquina).
Comparten
el mismo plano un joven con chaqueta verdiblanca (estilo Starsky), un abuelo con chaqueta gris, bufanda y boina (remedo de Paco Martínez Soria) y tres jóvenes
que, pizpiretos, lucen gorro de Navidad, pese a estar a 22 (día; los grados
irán subiendo y el termómetro del local estallará).
Antonio
trae una cara de satisfacción que no le cabe en el cuerpo. Singing Fish asoma su boca cantarina; tenerlo ahí colgado
era un signo premonitorio. La caja registradora manifiesta que no estamos en
1989. La báscula de aguja (analógica) parece fuera de contexto. El calcetín y la
bola contrastan cromáticamente con la camisa a cuadros del jefe y el abeto
casero (una nota retro). Mínimamente
asoman y se vislumbran las bolas que el buencha
se ha arrancado, para mostrarlas como colgajo, a modo de trofeo. ¡Qué güevos!
Antonio
tiene la capacidad de multiplicar el vino (aunque sea blanco y de aguja): pese
a que un montón de copas se ven llenas en la barra, en perfecta formación,
varios de los presentes trasiegan de la suya. Un tipo, de aspecto siniestro,
contrasta con el ambiente festivo, aunque se esconda al fondo de la barra;
lleva camisa blanca, chaqueta y corbata oscuras y se le intuye un aire de estar
fuera de su ambiente habitual. Ha reemplazado súbitamente a la joven del gorro
de lana. El barman no se despista y
sirve a Manuel su cafelito. Un fotógrafo inmortaliza el momento.
Una
chica mulata, rizosa, con chaqueta lavanda (la sobrina de Bob Marley) salta y sujeta una botella en la mano diestra. A su
lado, una mujer dada a vestirse en una tienda especializada en caza y pesca,
hace evidente lo difícil de estar en ese bar con la cabeza descubierta.
El
despipote va tomando carácter épico. Las copas desaparecen de la barra. El tono
festivo hace que el padre Merrin se
descubra y esboce un guiño que parece una sonrisa. No se sabe de dónde aparece
otra mujer, tocada con un Fedora.
Manuel
se da la vuelta. Cree que le han tocado el culo. Una rubia y uno que se hace
pasar por Craig David, disimulan y
mueven la mano: “pío, pío, que yo no he
sío”.
El
mosqueo de Manuel va in crescendo. La
borla de la chica bailarina que tiene al lado casi le da en el ojo y, para más inri, recuerda la gorra de chulapo que
olvidó ponerse y que le haría sentirse más integrado.
Manuel
quiere pirarse. Pide la cuenta. El camarero emplea el método vasco para cobrar
pintxos y, en lugar de contar palillos, cuenta copas. “Veintiuno”, afirma ufano, como si estuviera jugando al blackjack. Su capacidad para hacer
aparecer copas parece casi mágica. El fotógrafo tira fotos, pero no pilla al
prestidigitador que hay bajo el mandil burdeos. La mano siempre es más rápida
que el ojo.
Ni
Bárcenas. Aparece un sobre y el café
se mantiene intacto. El confeti cubre parte de la barra. En la mano de Manuel
se marca una vena.
Manuel
no aguanta. Asoman sus lágrimas (y sus dientes).
12:27.
Manuel ha salido a chupar cámara y alcachofa amarilla de TV4. Detrás suyo, una
chica agita un papelito de pega (se ve que el reverso es prístinamente blanco).
Su amiga, con gorro navideño, se agarra con dos manos y es seguro que, en
breve, deberá poner a prueba el antiprincipio de Arquímedes: “dame un punto de
apoyo y conseguiré que el mundo deje de moverse”.
Aparece
su mujer. No desde la derecha, como vimos que hacía Manuel. Ella llega desde la
izquierda. O ha hecho un requiebro o le costará dar explicaciones a un Manuel
que, a estas alturas, no siente la sangre en el cuerpo. Una mujer de mediana
edad dedica la mejor de sus sonrisas a la cámara (y a toda España).
Antonio
por fin ha salido. Los tres gnomos bailan felices. Manuel y su mujer se
abrazan. La reportera menos dicharachera de la historia de las retransmisiones
en directo sigue con su interminable cháchara.
*****
La
primera (mala) noticia es que para no saturar al público, han preparado una
campaña envolvente. Son 9 (nueve) anuncios. Seguramente los irán dosificando.
Pero he podido capturarlos todos.
[El Doctor Ugur Yansel no podía soportar la visión
de pies con pedicura francesa. Participando en la TV turca repitieron tantas
veces la imagen que terminó sufriendo uninfarto.
Pese a estar hablando de
cómo prevenirlo.
Con este aviso, las
consecuencias de la exposición a los vídeos que vienen a continuación, corren
de tu cuenta].
Y,
a partir de hoy, serán analizados.
Episodio 1 – El
mayor premio es compartirlo
Episodio 2 – Si
tú supieras
Episodio 3 – El
secreto
Episodio 4 –
Beautiful
Episodio 5 –
Dilo bien
Episodio 6 –
Llamada
Episodio 7 –
Carpeta
Episodio 8 – No
siempre se gana
Episodio 9 – No
la pierdas
Extras – Traca final
Seguimos
tras una pausa.
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Esa incierta edad [el libro]
A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...
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