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martes, 19 de diciembre de 2017

jueves, 3 de diciembre de 2015

Feliz Nadidad

Quizá sea cierto que, sin humor, no nos queda nada.
Llega la época de la alegría.
Celebremos que estamos vivos.
Hagámoslo de una forma célebre.

"Feliz Nalguidad"

Jorge Pérez es el percusionista, español, que, en Canadá, va de gorra y se viste como un perro, acompañado por la banda Patax.

Un sinsentido.



En esta época, tocas las canciones se tararean igual: “na-di-dá”.


jueves, 25 de diciembre de 2014

Uve Palito, primera estación

Ayer fue el día que sirve para comprobar si estás preparado, o no.


Nochebuena. El día en que Uve Palito debutó en la alocución más importante de su agenda, programada, de actos públicos. Tras una vida preparándose, era la primera vez que se dirigía a todos los españoles.

El momento se había hecho esperar. Eran las nueve de la noche.

*****

El instante sirve también para establecer un límite familiar entre los que quieren oírlo y los que no. No es una cuestión que quede definida por la afinidad política; es, en todo caso, un asunto de edad.

Tu adscripción al mundo adulto comienza cuando, cedes a la presión de los viejos, para atender a lo que dice el monarca. Y, de repente, entre guasap y guasap, te descubres escuchando al Gran Jefe, asintiendo condescendiente, o negando de forma febril; mecido y amodorrado por el pase paralelo de Xavi, o levantando las manos al cielo, acompañadas de una mirada para confirmar la posición de la osa polar ante el enésimo fallo de Piqué.


Y, habiendo atendido, no queda otra que acordarse de Friedrich Hebbel, quien afirmaba que "el asunto es el problema; la forma, la solución".


Habrá que fijarse en la forma.



*****

Tres detalles me han atrapado, de un mensaje que se enlaza íntegro:

La foto de Letizia, apoyando su cabeza en el hombro de su esposo, soportando los rigores de volar en avión privado.

La (espléndida) alfombra.

Un cambio de plano, aprovechado para ponerse a sí mismo, y a su padre, como ejemplos. Una foto aparece en lugar privilegiado. Predecesor y heredero se atrapan por los codos. El inusual encuadre confiere especial protagonismo a un sofá; no puedo dejar de imaginar una aparición en la que JC I, como si fuera otro, le regala un épico ¡zas en toda la boca!

*****

Más allá de la forma, también se notan ausencias.

Ni una cita. Ni un pensador, literato, científico.
No hay nadie a quien haya concedido relevancia; la suficiente, al menos, para mostrarla de forma explícita, pese a que una parte del mensaje parecía inspirada por Paulo Coelho (“fracturas emocionales, desafectos o rechazos”).

Pero se cita a sí mismo, dos veces: en la ceremonia de entrega de los premios Príncipe y en su discurso de Proclamación.

Empieza pronto a caer en ese latiguillo, tan molesto como español, “como yo digo”, que me desquicia cada vez que hago una cola.

*****

Atender a la forma no implica desatender al fondo.

George Horace Lorimer avisaba a su hijo Pierrepont al respecto, en la decimotercera carta que le enviaba:

“Las apariencias engañan, lo sé, pero ya que es así, no tiene nada de malo procurar que engañen a favor y no en contra nuestra”.

“En este mundo no basta con que te vayan bien las cosas, también debe parecerlo, porque dos partes del éxito consisten en hacer que el resto de la gente crea que las cosas te van bien”.

“Uno no siempre puede hacer lo que le apetece, pues cuanto más alto asciende más se fijan en él los demás”.

*****

Yo, que quieren que les diga, me he fijado en Felipe. Y sigo sin saber cómo ha podido aguantar, en esa misma postura (contando repeticiones y tomas falsas), sin que se le haya cortado la circulación de la sangre en la pierna izquierda.

Realmente meritorio.

*****

Aun así, el fondo cobra importancia. Dos momentos marcan el tono de las aspiraciones del monarca (para él y para su pueblo).

(7:19) "...lo que hace de España una nación con una fuerza única, es la suma de nuestras diferencias, que debemos comprender y respetar y que siempre nos deben acercar y nunca distanciar. Porque todo lo que hemos alcanzado juntos nace de la fuerza de la unión. Y la fuerza de esa unidad es la que nos permitirá llegar más lejos y mejor en un mundo que no acepta ni la debilidad ni la división de las sociedades, y que camina hacia una mayor integración".

(10:27) "Somos, además, una nación respetada y apreciada en el mundo y con una profunda vocación universal, imprescindible para promover nuestra cultura y defender nuestros intereses en un mundo global. Hoy, más que nunca, somos parte fundamental de un proyecto europeo que nos hace más fuertes, más competitivos y más protagonistas de un futuro de integración".

Asunción de la injusticia de un mundo que no acepta a los débiles.
Promoción, frente a un intento de hacer que las cosas cambien.

*****

Es el final (y llegamos al principio). El vídeo se inicia con una entradilla en la que aparece la enseña nacional, ondeando al viento y un castillo. No son imágenes reales; es una infografía. Una mala infografía. Una pésima infografía. ¿Un diseño de Froilán, o un amiguito del pequeño Nicolás?

La mejor forma de prepararnos para el montaje.


martes, 25 de noviembre de 2014

Carpeta (Lotería de Navidad 2014, VII)

La Envolvente campaña de Lotería va desplegando sus argumentos.
Lo hace de forma sibilina, percutiendo directamente sobre nuestras emociones.
En anteriores episodios se incidió en otras. Hoy toca mirar atrás.
La Navidad se acerca; es un momento en el que nos volvemos especialmente sensibles y recordamos con añoranza a los que ya no están. Las personas a las que quisimos. Aquellos que nos permitieron conocer sus anhelos, sus sueños, sus esperanzas.
A los que consideramos nuestra familia.

*****


Hoy me costará más utilizar la ironía.
Por mis propios recuerdos.
Pero, muy especialmente, porque no me gustaría herir sensibilidades.
Todos tenemos una memoria llena de buenos y malos momentos.
Darían para llenar un montón de carpetas, si dedicáramos tiempo a anotarlos.

Carpeta



*****



Un autobús recorre la ciudad, devolviendo a los viajeros agotados a sus casas. Ha sido un largo domingo.


Una mujer viaja, con la mirada perdida. Es Toñi. Aprieta una carpeta azul contra su pecho, como había hecho cuando era joven y estudiaba en el Instituto.


Se acuerda de todo. Y de todos. Le cuesta contener las lágrimas.


Su amiga quiere hacerle hablar. Conoce la primera regla de las relaciones de amistad: escuchar. Y tira de Toñi, que se cierra e impide actuar el mecanismo liberador de la catarsis. “Pero, a ver, ¿no me vas a contar esos ojos a qué se refieren?”. “Alergia”.


La reacción de su amiga está llena del mismo escepticismo incrédulo que el de cualquiera que haya visto al pequeño Nicolás en acción.


Si Toñi era hasta ahora una fortaleza, la insistencia machacona de su amiga hace que decida claudicar. Sus ojos, anegados en lágrimas, han hecho que se le corra el rimmel, argumento definitivo para el zorro del Desierto de la amistad femenina. Su carpeta, que le amparaba y protegía su intimidad, se abate como un puente levadizo. Deja salir sus emociones contenidas, en una catarata liberadora.


“Esta mañana he ido a recoger al despacho de mi padre”.


“He encontrado esta carpeta. Siempre la llevaba”. Además de las dos amigas, el autobús transporta a otros cinco viajeros: tres varones y dos mujeres (éstas se afanan en conectarse vía móvil). Ninguno aprovecha el trayecto para leer. Los cinco aparentan ese aire mecánico, zombie, que a veces se encuentra en los medios de transporte colectivo (imprescindible en los secundarios de un spot).


“Mis padres habían escrito, juntos, todo lo que iban a hacer el día que les tocara la Lotería”.


“¡Qué guay! ¿Y qué ponía?”.


“No lo sé. No la he abierto”.


“O_O”.


“Pone: ‘NO ABRIR (Hasta que nos toque la Lotería)’”.


“¡Qué romántico!”.




Los sueños de los pobres viajan en bus.

*****

¡Qué emotivo!, ¿verdad?
Y completamente lleno de trampas.
La más importante de todas consiste en evocar la vida de tus padres y dejarla reducida a una lista de cosas que no pudieron hacer por falta de dinero. No por falta de tiempo, o de oportunidades, o de decisión. No. Todo lo que les faltaba era dinero. Así, un golpe de la fortuna, les permitiría ser capaces de disfrutar plenamente de la vida, porque no hay sueños que se puedan cumplir si falta el dinero.

La historia es falsa como una moneda de 5 €. Toñi, extraordinaria en su papel, dice que su padre llevaba siempre con él la famosa carpeta. Pero ha ido a recoger su despacho (se sobreentiende que su padre ha fallecido) y ha encontrado allí la carpeta. ¿Cómo podía estar allí, si su padre la llevaba siempre consigo? Si la encuentra y en ella era donde sus padres escribían juntos lo que harían si les tocaba la Lotería, y Toñi no se la lleva a su madre, quiere decir que su madre tampoco está. Porque, en caso contrario, sería una indiscreción que hablara de ello con su amiga.

Resulta sencillo comprender los sentimientos que evoca una carpeta abierta, donde se han guardado recuerdos, recortes de periódico, fotografías, escritos o material del tipo que sea que nos vincula con alguien que ya no está.

Esas carpetas de cartón azul con gomas en las esquinas son bombas emocionales. Nada en la tecnología de pantallas, teléfonos o tablets podrá igualar su potencia.

Quizá sea una sabia decisión mantenerla cerrada y permanecer a salvo de su efecto devastador.

*****

La buena noticia es que al día siguiente, Toñi comprueba que tiene un décimo agraciado y baja al bar de Antonio a celebrarlo, no sin antes enfundarse en su atuendo de cazadora (y sombrero tirolés).

Tendrá la oportunidad de cumplir algunos sueños pendientes.

*****

Otros lazos empleados con anterioridad:

Episodio 2 – Si tú supieras
Episodio 3 – El secreto
Episodio 4 – Beautiful
Episodio 5 – Dilo bien
Episodio 6 – Llamada
Episodio 7 – Carpeta
Episodio 8 – No siempre se gana
Episodio 9 – No la pierdas
Extras – Traca final

Ya queda menos. El camino está siendo largo, pero se intuye la proximidad de la última etapa.

martes, 18 de noviembre de 2014

El secreto (Lotería de Navidad 2014, III)

La Envolvente sigue desplegando su lazo. En este episodio, mostrará un secreto.


En la vida de un barrio, ciertas personas se convierten en un centro de gravedad permanente.
Durante años, estuve convencido que eran los panaderos quienes cargaban con ese honroso privilegio.
Antes, quizá lo fueran los quiosqueros, pero en este nuevo mundo virtual, son cada vez menos necesarios.
Cobran mayor presencia los farmacéuticos, en una sociedad que envejece y se medicaliza.

Pero, y esto no es ningún secreto, siempre fueron comerciantes los que ejercían esa labor.
Los que veían crecer a los niños, haciéndose adolescentes y, más tarde, adultos.
Los que escuchaban las preocupaciones ajenas.
Quienes tenían que estar, día sí y día también, al pie del cañón, asumiendo que un mundo cambiante, en el que se apoyaba a los grandes y se abandonaba a su suerte a los pequeños, era un mundo crecientemente injusto.
Aquellos que sabían que su importancia derivaba de su presencia y su proximidad.
Porque las cosas importantes se tocan y se sienten cerca.
Porque la relevancia radica en el estar, más que en el ser.

*****

El secreto



*****



Debo admitir que la señora resulta simpática, pese a sus inexplicables hábitos. Se retoca el cardado ante el espejo, en combinación, y llama a Horacio, sin haberse dado cuenta que éste ya se ha ido.


La camiseta que le pedía a Horacio estaba previsoramente dispuesta a su lado, encima de la cama, a la vera de la cómoda donde da los últimos ajustes de peinado y pintura.


Cariñete la contempla atónito. Sólo mueve su cola. Nunca deja de darle sorpresas.


Como ahora. ¿No ha terminado de arreglarse el pelo?


Y, entonces, ¿por qué se pone la camiseta después?


No sólo eso. También se ha puesto un turbante. Para, ya completamente arreglada, venir a darme de comer. Yo se lo agradezco, claro, pero creo que hace las cosas en completo desorden.


En todo caso, siempre es amable conmigo. Me guste más mi nombre, “Secreto”, que ese epíteto que me dedica: “Cariñete”. A mí me suena condescendiente, pero se lo acepto gustoso porque me da comida hasta que me pongo tibio y me deja afilarme las uñas en el sillón orejero que usa Horacio.


La señora sale a la calle y despliega su conocimiento enciclopédico del barrio. Saluda a todas las Natalias que pilla el paso. Le comió la tostada a la abuela de la Tahona, antigua pretendiente de Horacio que, tras el rechazo, se encerró tras las cortinas de su escaparate y perdió la posibilidad de ser el eje del vecindario.


Horacio es gnomo y, entre ambos, tienen montado un suministro de décimos y gorros de Papá Nöel, que no se lo salta un reno, por mucho que lleve la nariz roja y diga llamarse Rudolph. Antoñito, que es un ingenuo y vive en la parra, no sabía nada del trapicheo de la que Chelo, la provecta mujer, era camello. El traficante es Horacio y, su mujer, su tapadera.


“Sabes lo que te digo: que este año molaría que mostrase la camiseta. ¿Organizamos una fiesta de camisetas mojadas para la Nochevieja, en el bar?”

*****

Estoy convencido que en la Asociación de Administraciones de Lotería, si es que existe, están encantados con el protagonismo que se la ha concedido a esta singular mujer.

Una comerciante, por mucho que su comercio sea el juego.

Pensándolo bien, sólo falta la estanquera para completar el trío más perseguido durante la “Ley seca”: alcohol, juego y tabaco.
Actividades que en muchos sitios se consideran ilegales pero que, aquí, en nuestra querida España, son una importante fuente de recaudación.

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Volviendo al anuncio: si la labor de Chelo, la lotera, es tan importante:

[[[Reto a que alguien me muestre una escena de la campaña completa, donde se vea a Chelo o su camiseta.
Y le regalo un décimo.
O le invito a ver repetido el vídeo de la décima]]]

¿Por qué los creativos de la agencia se empecinaron en mantenerla en secreto?
¿Por qué ha quedado reducida a actuar como intermediaria (o agente)?
O, si no te ha caído bien, como una chismosa y cotilla.

¿Por qué el lugar del que hablaba Battiato,
el centro neurálgico de la Envolvente,
es el bar de Antonio?

*****

Más que un secreto, es un verdadero enigma.

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Otros episodios de la campaña:

Episodio 2 – Si tú supieras
Episodio 3 – El secreto
Episodio 4 – Beautiful
Episodio 5 – Dilo bien
Episodio 6 – Llamada
Episodio 7 – Carpeta
Episodio 8 – No siempre se gana
Episodio 9 – No la pierdas
Extras – Traca final

Un descanso —orinar, fumar un pitillo, echar la siesta— y la función continuará.


Si tú supieras (Lotería de Navidad 2014, II)

La campaña de la Lotería de Navidad avanza.
Tras el bar de Antonio, donde El mayor premio es compartirlo, una segunda entrega se centra en un recinto cerrado.


Una pareja baila, en la intimidad de la cocina.
¿Son moradores asiduos del Hotel en el que Jack Torrance permanecía atrapado para siempre?
Ya sabes.
Jack Nicholson, Shelley Duvall, un niño médium, Stanley Kubrick, “The shining” (“El resplandor”), 1980.
Allí también bailaban (y bebían) eternamente.
El tiempo parecía no avanzar.
No había preocupaciones.




*****



La luz verde, en serpentín, era una pista. Una botella abierta y dos copas flauta. Una pareja baila. No sabemos quiénes son. Aparentan felicidad.



Ella, Verónica Forqué, le rasca en el sitio donde, ayer mismo, él le decía hasta dónde estaba de ella. Aunque ya se sabe que el tiempo da y quita razones (como aligera coronillas masculinas de peso capilar).


La niña llega de la calle. Lleva un inmenso cartapacio azul y un tubo para llevar planos. Es evidente que su vena artística la descarta como autora del adorno navideño de la cocina, con espumillón verde rodeando el microondas y encima de la panera.


“Menudo día llevo”. Son las diez y veintisiete. De la noche. No hubiera podido decirlo si fueran de la mañana. Sus padres llevan diez horas bailando y bebiendo. Son inmunes a la adolescencia programada.


Belén Rueda no ha madurado. Lleva fatal lo de compartir coche con su hermano.


Arturo Pérez-Reverte, ahíto tras bailar (como una peonza) y beber (como un trompo) es capaz, por primera vez en años, de ahorrarse el improperio que le pasa por la cabeza y piensa para sí: “cosas de chicas”.


“Y, lo peor de todo, he tenido que ir en metro, como si fuera una paria”.


“¿Qué quieres? ¿Un teléfono móvil? Ni que fuera por pasta. Si tú supieras. Mamá te dejará su pelliza de la suerte”.

*****

El niño, que ya se mostraba obsesivo andando en triciclo durante el rodaje de la película, ha tuneado el coche y, con su dedo parlante, le dice nones a su hermanita.

Los padres, con el virus de la ilusión inoculado, creen que podrán parar las discusiones entre hermanos, acallándolas con un soborno.

“¿Cuál es el mejor premio?”.
“Compartirlo”.
“Pues toma, un coche nuevo para que ya no tengas que compartir el viejo con tu hermano. Y un teléfono móvil, que hemos aprendido las estrategias de los bancos, dándote más de lo que habías pedido”.

*****

Posiblemente, lo de que el mayor premio es compartirlo sea, simplemente, un eslogan. Quizá haya que buscar otra motivación.

Puede que haya un secreto, una forma un poco más compleja para resolver los problemas que disolviéndolos con dinero.

*****

La campaña sigue:

Episodio 2 – Si tú supieras
Episodio 3 – El secreto
Episodio 4 – Beautiful
Episodio 5 – Dilo bien
Episodio 6 – Llamada
Episodio 7 – Carpeta
Episodio 8 – No siempre se gana
Episodio 9 – No la pierdas
Extras – Traca final

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Continuaremos dentro de nada. Seguid viendo la TV.

lunes, 17 de noviembre de 2014

La envolvente de Navidad

Todos hemos visto el anuncio. La campaña de la Lotería de Navidad empezó a emitirse el miércoles 12 de noviembre. Y estará machaconamente presente hasta el 22 de diciembre, el día del sorteo.

Es una campaña. Marketing de guerra. Su objetivo es evidente: asaltar el bolsillo de los españolitos de a pie. Ni Felipe, ni Mariano, ni Rato, ni Pdro Snchz, ni Pablo Iglesias, ni Sánchez Gordillo, ni Messi, ni CR7, ni Olga María Henao, ni Isabel Pantoja (por poner sólo a diez) necesitan hacerse con un décimo.

Pero tú, seguramente, sí.

Así que debes tener cuidado. No son tus amigos. No tienen escrúpulos. Y, por mucho que (todavía) no respondan a intereses privados, están locos por tu pasta.



Vale.
El spot es bueno.
Está en boca de todos.
A favor o en contra.
Han conseguido su propósito.
Ha polarizado a la audiencia.
Sin término medio.
O te gusta, apasionadamente, o lo detestas.
Puede que te emocione hasta hacerte brotar lágrimas.
O que hayas intuido parte de la trama.
Pero no te ha dejado indiferente.

*****

Aquí puedes verlo, [si eres del planeta klingon y no lo has visto aún].





¡Qué bonito todo!, ¿verdad?
O quizá sólo sea la fachada.
Tal vez, rascando un poco, será posible encontrar la trampa.
El truco.
El señuelo con el que captan tu atención para que no veas cómo te despluman.
El principio básico del trilero.
Centrar tu mirada en una de sus manos; es la otra la que está metida en faena.

*****

Jon D. Domínguez es director de fotografía y fue el responsable de tal tarea en la confección de la maqueta para presentar al concurso que la agencia Leo Burnett ganaría y que, en una práctica común, haría sin cobrar, a expensas de ser contratado para la producción definitiva. No sería así. Da su versión en un blog creado ah hoc.

Afirma que el spot es “tierno, emotivo, bonito, y técnicamente impecable”.
Es su valoración, no la mía.

*****

Estoy más de acuerdo con quien sostiene que, por alguna extraña razón está ambientado en Berlín en 1989, quizá coincidiendo con la actuación de David Hasselhoff, buscando la libertad, empleado como ariete para el acoso y derribo de un muro ignominioso.

He leído la versión del director, firmada por un tocayo del titular del bar.
Plausible.

Y cientos de interpretaciones variopintas para este singular fenómeno.

Así que tratar de dar una nueva visión es un reto complejo.
Los que molan de veras.
Allí voy.
Espero que tengas un poco de tiempo

*****

Antes de empezar, hay que situar el contexto.
Quizá no sea Berlín. Y seguramente no es 1989, pero no es la España en la que yo vivo.
Y no son, desde luego, humanos los seres que pueblan la pantalla.
Tendré que demostrarlo.

Deconstruyamos.

Vamos con Manuel y Antonio, protagonistas de la entrega.

*****

Manuel mira por la ventana.
Los ojos vidriosos.
Su mujer le habla.
Se vuelve.
Está en casa.
En el salón.
Es su hogar.
Una lámpara y un par de cuadros.



Ambos cuadros representan el paisaje que se ve desde la ventana, en su lugar de origen. Como la colina del Windows 98. La lámpara esconde diversos prototipos, reducidos a escala, de las naves interestelares en las que suelen viajar. ¿Recuerdas “MIB”, con Will Smith y Tommy Lee Jones?


Un barómetro en la pared. Mis abuelos tenían uno igual. Y la pared del salón chapada en madera.


Una vespa blanca. Mi tío tenía una igual.


En los bajos del portal de la casa de Manuel hay, ¡abiertos!, dos establecimientos: uno, “Muebles de cocina”; el otro, “La Tahona de la abuela”. El segundo tapa el escaparate con cortinas, mientras a la puerta hay aparcado un carrito de carga (de madera) y una señora charla con la transportista de un bebé. Ambos locales sobreviven a pesar de la expansión sueca, el intrusismo de GG SS, o la proliferación de franquicias. También se veía un local con un escueto cartel que reza “Flores” y otro par que no he podido identificar. A pesar de la hora (recordemos que es por la mañana; acaba de producirse el sorteo), las luminarias están a todo trapo. Examinando la fachada del edificio no se vislumbra ni un solo Santa Claus trepador.


Un comerciante se ha gastado una pasta en ambientar su local, con lucecitas colgantes, un abeto cargado de adornos, un árbol seco que ha forrado por completo, un par de guirnaldas y una corona mortuoria que, por decencia, ha cubierto de blanco. El cristal esmerilado y un esmirriado cartel de Feliz Navidad (recortado a mano) no dan pistas de a qué demonios puede dedicarse el sujeto.


Las muestras de la procedencia alienígena de los moradores del terruño, se van multiplicando. Una bicicleta, sin amarrar, está a la izquierda…


…y otra se ve a la derecha, también suelta. Posada junto a un banco, coronado de lucecitas que tapan un muro y se iluminan sin necesidad de estar enchufadas.


El Bar de Antonio tiene un ambientazo de aúpa. Parece el día de la final contra Holanda. Sólo que ahora está lleno por dentro, pero también por fuera. Ha llegado la prensa y se ve el corrillo jaranero a que estas situaciones jubilosas conducen siempre.


Cómo han llegado hasta allí es difícil de explicar. La toma cenital muestra que la furgoneta de la TV (con la paellera encima) ha dejado escapar un sitio más cercano a la puerta del local y se han tomado su tiempo para maniobrar y aparcar de culo, sin rodadas impresas en el blanco manto. Además, pese a bajar precipitadamente, sin tiempo para cerrar la puerta corredera, no han dejado huella en la delatora nieve. Ni siquiera el propio Manuel, que debería ir contrito, arrastrando los pies, deja más marca que la del pie que acaba de levantar. No vale la excusa de que está nevando; cae un poco más que la caspa de Torrente alborotándose el pelo.


Se ve que los hombros de Manuel están limpios. Y se ven todos los detalles, porque es fácilmente perceptible que la jamba de la puerta presenta desconchones que deben ser reparados.


Una tropa salta y brinca. Antonio ha tenido tiempo de desempolvar las copas y sirve champán (es patriota y partidario del boicot al cava). Entre una grey, que se viste con tonos pardos, se aprecia a una mujer, con pelliza (mi prima tenía una igual, estilo McCloud), recibiendo un beso. También se ve un tipo que se cubre con sombrero (recuerda al padre Merrin, Max Von Sydow en “El exorcista”) e inicia un gesto cómplice. Y una jovencita con gorro de lana embutido. Otro lleva un jersey de campo, color berenjena, con trenzas en las mangas. En el bar hay ambientazo (y tufo a sobaquina).


Comparten el mismo plano un joven con chaqueta verdiblanca (estilo Starsky), un abuelo con chaqueta gris, bufanda y boina (remedo de Paco Martínez Soria) y tres jóvenes que, pizpiretos, lucen gorro de Navidad, pese a estar a 22 (día; los grados irán subiendo y el termómetro del local estallará).


Antonio trae una cara de satisfacción que no le cabe en el cuerpo. Singing Fish asoma su boca cantarina; tenerlo ahí colgado era un signo premonitorio. La caja registradora manifiesta que no estamos en 1989. La báscula de aguja (analógica) parece fuera de contexto. El calcetín y la bola contrastan cromáticamente con la camisa a cuadros del jefe y el abeto casero (una nota retro). Mínimamente asoman y se vislumbran las bolas que el buencha se ha arrancado, para mostrarlas como colgajo, a modo de trofeo. ¡Qué güevos!


Antonio tiene la capacidad de multiplicar el vino (aunque sea blanco y de aguja): pese a que un montón de copas se ven llenas en la barra, en perfecta formación, varios de los presentes trasiegan de la suya. Un tipo, de aspecto siniestro, contrasta con el ambiente festivo, aunque se esconda al fondo de la barra; lleva camisa blanca, chaqueta y corbata oscuras y se le intuye un aire de estar fuera de su ambiente habitual. Ha reemplazado súbitamente a la joven del gorro de lana. El barman no se despista y sirve a Manuel su cafelito. Un fotógrafo inmortaliza el momento.


Una chica mulata, rizosa, con chaqueta lavanda (la sobrina de Bob Marley) salta y sujeta una botella en la mano diestra. A su lado, una mujer dada a vestirse en una tienda especializada en caza y pesca, hace evidente lo difícil de estar en ese bar con la cabeza descubierta.


El despipote va tomando carácter épico. Las copas desaparecen de la barra. El tono festivo hace que el padre Merrin se descubra y esboce un guiño que parece una sonrisa. No se sabe de dónde aparece otra mujer, tocada con un Fedora.


Manuel se da la vuelta. Cree que le han tocado el culo. Una rubia y uno que se hace pasar por Craig David, disimulan y mueven la mano: “pío, pío, que yo no he sío”.


El mosqueo de Manuel va in crescendo. La borla de la chica bailarina que tiene al lado casi le da en el ojo y, para más inri, recuerda la gorra de chulapo que olvidó ponerse y que le haría sentirse más integrado.


Manuel quiere pirarse. Pide la cuenta. El camarero emplea el método vasco para cobrar pintxos y, en lugar de contar palillos, cuenta copas. “Veintiuno”, afirma ufano, como si estuviera jugando al blackjack. Su capacidad para hacer aparecer copas parece casi mágica. El fotógrafo tira fotos, pero no pilla al prestidigitador que hay bajo el mandil burdeos. La mano siempre es más rápida que el ojo.


Ni Bárcenas. Aparece un sobre y el café se mantiene intacto. El confeti cubre parte de la barra. En la mano de Manuel se marca una vena.


Manuel no aguanta. Asoman sus lágrimas (y sus dientes).


12:27. Manuel ha salido a chupar cámara y alcachofa amarilla de TV4. Detrás suyo, una chica agita un papelito de pega (se ve que el reverso es prístinamente blanco). Su amiga, con gorro navideño, se agarra con dos manos y es seguro que, en breve, deberá poner a prueba el antiprincipio de Arquímedes: “dame un punto de apoyo y conseguiré que el mundo deje de moverse”.


Aparece su mujer. No desde la derecha, como vimos que hacía Manuel. Ella llega desde la izquierda. O ha hecho un requiebro o le costará dar explicaciones a un Manuel que, a estas alturas, no siente la sangre en el cuerpo. Una mujer de mediana edad dedica la mejor de sus sonrisas a la cámara (y a toda España).


Antonio por fin ha salido. Los tres gnomos bailan felices. Manuel y su mujer se abrazan. La reportera menos dicharachera de la historia de las retransmisiones en directo sigue con su interminable cháchara.

*****

La primera (mala) noticia es que para no saturar al público, han preparado una campaña envolvente. Son 9 (nueve) anuncios. Seguramente los irán dosificando. Pero he podido capturarlos todos.

[El Doctor Ugur Yansel no podía soportar la visión de pies con pedicura francesa. Participando en la TV turca repitieron tantas veces la imagen que terminó sufriendo uninfarto.
Pese a estar hablando de cómo prevenirlo.
Con este aviso, las consecuencias de la exposición a los vídeos que vienen a continuación, corren de tu cuenta].

Y, a partir de hoy, serán analizados.

Episodio 1 – El mayor premio es compartirlo
Episodio 2 – Si tú supieras
Episodio 3 – El secreto
Episodio 4 – Beautiful
Episodio 5 – Dilo bien
Episodio 6 – Llamada
Episodio 7 – Carpeta
Episodio 8 – No siempre se gana
Episodio 9 – No la pierdas
Extras – Traca final

Seguimos tras una pausa.

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...