No comáis los niños de los otros
pues su carne se pudrirá en vuestras bocas repletas.
No comáis las flores rojas del verano
pues su savia es la sangre de los niños crucificados.
No comáis el pan negro de los pobres
pues está fecundado por sus lágrimas ácidas
y echaría raíces en vuestros largos cuerpos.
No comáis a fin de que vuestros cuerpos se marchiten y mueran
haciendo germinar sobre la tierra en luto
el otoño.
Joyce Mansour