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martes, 7 de octubre de 2014

Ver a la gente arder. Las cartas de amor de Bonnie y Clyde.


[Bonnie y Clyde, 1933]



En el año 2009 el FBI desclasificó el archivo que contenía la investigación que concluyó con el asesinato de Bonnie y Clyde a manos de la policía en mayo de 1934. En las casi mil páginas que contenía el documento no solo se incluían las pruebas y los indicios que la policía había ido acumulando a lo largo de casi dos años de persecución, sino también objetos personales encontrados en los registros domiciliarios. Entre ellos estaba una serie de fotografías en la que Bonnie y Clyde miraban a la cámara con actitud desafiante, elegantemente vestidos y posando con los revólveres y escopetas con los que realizaban sus atracos. Algunas de las fotografías habían sido filtradas a la prensa, pero otras nunca habían visto la luz. Una de ellas mostraba los cadáveres de los dos jóvenes tendidos en la mesa de autopsias, donde el forense extrajo más de cincuenta balas de cada cuerpo. 

Pero las fotografías no eran los documentos más curiosos que contenía el archivo. Entre todos aquellos papeles desclasificados se encontraba también la correspondencia que habían mantenido Bonnie y Clyde mientras él cumplía condena por un delito menor, al poco tiempo de conocerse. La policía las había encontrado entre las pertenencias que la pareja había tenido que abandonar en una de sus huidas, cuando el cerco de la policía se estrechaba cada vez más sobre ellos. Cuando Bonnie y Clyde fueron asesinados a tiros en una emboscada, la investigación se cerró y las cartas permanecieron como material clasificado, sin que nunca fueran filtradas a la prensa. 

El otro día di con ellas por casualidad y pude leerlas. Supongo que tiene que ver con cierta idealización romántica de la pareja que me había hecho, pero lo cierto es que las cartas me resultaron tremendamente aburridas. Bonnie solo repite tres o cuatro ideas, básicamente que se aburre, que ha visto a tal o cual familiar y que va a ir a ver a Clyde a la cárcel. En las de él hay algunos datos más de lo que hacen en prisión, de cómo se encuentra y de lo que echa de menos a Bonnie, pero poco más. Nada de pasión, nada de sexo, nada de amor. Cuando las comparo con las que intercambiaron James Joyce y Nora Barnacle, resultan especialmente llamativas. El escritor y su mujer siempre llevaron una vida bastante corriente, muy diferente a la carrera delictiva de Bonnie y Clyde. Sin embargo, sus cartas están llenas de prácticas sexuales extremas, de gustos sofisticados en la cama, de filias eróticas curiosas. Se nota que se desean, que les está matando la distancia, que echan de menos el cuerpo del otro. En las de Bonnie y Clyde no hay nada de eso. Supongo que la comparación con un escritor como Joyce no es justa, pero no se trata de la calidad literaria. Bonnie y Clyde parecen simplemente dos adolescentes aburridos que no paran de quejarse, mientras que Nora y James arden de fiebre el uno por el otro. Y a mí me gusta ver a la gente arder. 



[Edición en fanzine por Antipersona. Para 
adquirirlo hacer clic AQUÍ]

viernes, 1 de agosto de 2014

De lo que me dijo el embalsamador antes de cerrar mis ojos


Theda Bara, The Unchastened Woman, James Young, 1925.





“y a su paso las lilas se doblaban”
Batania

“como ángeles deficientes a los que dios
hubiese encargado la destrucción
de una ciudad”
Juan Manuel de Prada


I

Oh, qué os hicieron. Qué os hicieron. Cuántos agujeros hermosos e inútiles. Cuánta prisa por arrojaros al lecho de los durmientes. Yo vi vuestra muerte, que fue hermosa como los cantos de la escarcha, como los salvajes alaridos de los profetas. Os vi caer sobre la acera y ser pisoteados por los ciervos. Erais tan hermosos que ni si quiera podíamos sosteneros la mirada, y teníamos que bajar la frente pálida por la culpa. Tú estabas allí tendida y eras la más hermosa de todos. Eras tan hermosa que las lilas se doblaban a tu paso. Eras tan hermosa que los locos bailaban con las manos atadas a la espalda cuando te veían. Eras tan hermosa que los suicidas te regalaban los botones de sus abrigos a pesar de los dedos largos del invierno. Eras tan hermosa que los mendigos te ponían flores y caimanes en el pelo. Habías caído sobre la acera y eras tan hermosa que tuve que cerrar los ojos cuando recogí tu cuerpo.

II

Yo coseré para ti un vestido de luto y dejaré crecer tus cabellos para que puedas dormir envuelta en ellos. Yo inyectaré la ponzoña en tu cuerpo, y tu cuerpo se mantendrá joven y bello como si nunca hubiera conocido la melancolía. Después adornaré tu lecho con polillas y todos vendrán a arrodillarse frente a él. Todos se dejarán caer sobre tu frente. Todos se cortarán los dedos en señal de respeto. Todos llorarán delante de tu belleza.  


III

Oh, qué os hicieron. La muerte, la muerte, la muerte, la muerte. Os abatíais sobre la ciudad como una plaga de langostas, como un enjambre de insectos enormes y terribles. Vuestros cantos nos hipnotizaron, y solo fuimos capaces de caer de rodillas delante de nuestras casas, sin poder apartar la vista de vosotros. Entonces supe que dios había enviado a sus ángeles deficientes a destruir la ciudad, supe que erais portadores de la destrucción y la pureza. Era tan hermoso ver cómo propagabais las esporas de la fiebre, cómo  incendiabais las casas de los usureros, cómo arrastrabais hasta la hoguera a los mercaderes, cómo hacíais caer los infinitos mecanismos de la destrucción con vuestras piedras. Entonces supe también que no iban a permitiros vivir mucho más allá de aquel día. Las autoridades estatales encargadas de la extensión de la tristeza enviaron a sus francotiradores, que aprendieron su oficio disparando sobre vosotros. Oh, qué os hicieron, qué os hicieron, cómo corrió la sangre aquel día. Era tan hermoso veros caer sobre la acera. Tú eras la más bella de todos, tú contenías el exterminio de todas las libélulas, tú llevabas la devastación dentro del pecho. Ellos querían llevarse tu cuerpo para cerrar los agujeros, pero no veían que por aquellos agujeros manaba la luz del interior de tu cuerpo. Ellos no podían ver aquella luz, pero brillaba tanto como si hubieras tragado miles de luciérnagas. Por eso me llevé tu cuerpo, para que no cosieran aquellos agujeros. Me llevé tu cuerpo porque yo he visto tu muerte y fue hermosa. Me llevé tu cuerpo porque yo he visto tu muerte y no podía olvidarla.





[Este poema está publicado en "Serial" (El Gaviero, 2014), una antología que recoge poemas sobre series de televisión. El mío tiene que ver con "A dos metros bajo tierra"]



jueves, 13 de marzo de 2014

el instante preciso antes de que todo cambiase

[Gabriele D´Anunzio]


El instante preciso en el que Gabriele D´Annunzio, poeta alucinado, canalla y héroe de la Primera Guerra Mundial, abre a patadas las puertas del cementerio de Venecia. Está a punto de forzar la cerradura del osario, sacar varias calaveras humanas y oficiar un rito de magia negra. Necesita la protección que los muertos puedes proporcionar, la suerte que se esconde en el interior de los huesos. Unos días después marchará a la conquista de la ciudad yugoslava de Fiume con un ejército de aventureros y canallas como él, aburrido ante la perspectiva de la vida monótona que se le viene encima después de haber regresado triunfante del infierno de las trincheras. Aún no sabe que logrará conquistar la ciudad, que los espíritus convocados aquel día le protegerán durante años y que él les rendirá culto el resto de su vida. Hasta que un día esa suerte se acabe. Benito Mussolinni, capaz de convocar también a las oscuras fuerzas que residen en el interior de los hombres, ordenará que le arrojen desde un balcón, temeroso de las dudas que están empezando a ensombrecer el rostro de D´Annunzio, hasta entonces devoto fiel de los ritos fascistas.


[Arthur Conan Doyle]


El instante preciso en el que Arthur Conan Doyle decide contratar como chófer a un joven francés de aspecto serio y mirada desafiante llamado Jules Bonnot. El joven acaba de llegar a Londres y apenas habla inglés, pero tiene un brillo de determinación en la mirada que Doyle sabe apreciar. El escritor no sabe que Bonnot ha tenido que abandonar Francia porque está incluido en todas las listas negras que manejan los patrones y nadie le da trabajo, pero sabe que no es quien dice ser. Doyle es capaz de percibir el brillo de interés en la mirada de Bonnot cuando habla de política, la leve agitación de su rostro cuando el chófer lee la prensa. Lo que no sabe todavía es que dentro de unos años Bonnot se convertirá en el atracador de bancos más famoso del mundo, que será el primero en utilizar el coche para huir después de los robos, que la policía le perseguirá sin descanso pero él será más rápido.


[Agustín Rueda]



El instante preciso en que Agustín Rueda, militante libertario nacido en una chabola de la colonia minera de Sallent, en Barcelona, termina el túnel con el que planea escapar de la cárcel de Carabanchel. Agustín solo tiene veinticinco años, pero ya sabe que no le dejarán salir vivo de aquella prisión si no es él mismo el que se escapa. Lo que no sabe es que los carceleros están a punto de descubrir el túnel, que los días siguientes será torturado sin descanso por los funcionarios, que la Transición va a hacerse sobre los cadáveres de cientos de militantes y sindicalistas. No sabe que nunca le dejarán salir, que aquellas palizas van a costarle la vida, pero también que su muerte encenderá la lucha en las prisiones y que esa lucha será feroz, como todas las que libran los animales enjaulados.



[Lucy Parsons]

El instante preciso en el que Lucy González ve por primera vez a Albert Parsons, un ex soldado que cojeaba por el tiro en la pierna que acababa de recibir y que estaba amenazado por defender el derecho al voto para los negros. El instante en el que se enamoran y deciden marcharse a Chicago, donde los matrimonios interraciales no están prohibidos y los movimientos revolucionarios conspiran en cada esquina. Lo que Lucy no sabe es que la felicidad no durará para siempre, que Albert será detenido y ejecutado junto con otros cuatro anarquistas por luchar por la jornada laboral de ocho horas, que su ejecución será la causa de que el 1 de mayo se fije como el día de los trabajadores. Tampoco sabe que ella luchará el resto de su larga vida, que será feliz, que se convertirá en el un referente del movimiento feminista y en una figura clave de las luchas obreras en Estados Unidos. Que morirá con ochenta y nueve años y una sonrisa enorme en el rostro.

jueves, 16 de enero de 2014

De lo que le dije a Boris Savinkov cuando descubrí su cadáver a los pies de la Lubianka

[Boris Savinkov 1879-1925]

Una belleza terrible ha nacido
W.B Yeats


El invierno me maltrata
despiadadamente, Boris,
pero incluso aquí,
tumbada sobre la colcha 
de una pensión moscovita,
preferiría tenerte
que acabar con los mecanismos
de la destrucción perpetua
que bailar entre los ardores
de los venenos silvestres
que desencadenar
la más terrible de las bellezas.

Incluso aquí,
cubierta de pólvora y de rabia,
prefiero tu belleza anarquista
de soldado adolescente
tu rostro nocturno
coronado de lilas
tu cuerpo febril y salvaje
enterrado con vida
bajo el hielo y la nieve.

Incluso aquí,
enferma de frío y de violencia,
sé que a nosotros,
que hemos conocido
la deambulación generalizada
de todos los objetos, 
nunca nos será concedido
el don de la pureza.

Pero qué importa, Boris.

La pureza
es solo otra forma
de llamar 
a la oscuridad. 



[Boris Savinkov, terrorista ruso autor de más de veintisiete atentados y responsable, entre otras, de la muerte del ministro del interior del zar y del gobernador general de Moscú. Fue finalmente apresado por el régimen soviético y torturado durante días en la peor prisión de Rusia, conocida como la Lubianka. Su cuerpo se encontró una mañana a los pies del edificio, después de su supuesto suicidio. Sus diarios han sido publicados por la editorial Impedimenta]

viernes, 3 de enero de 2014

sexualidad infantil y control social



Hace unos días se publicaba el tercer número de la revista Estudios. El año pasado ya colaboré en ella con un artículo llamado "Hartémonos de amor ya que no podemos hartarnos de pan" que se ha difundido bastante a través de la red. En él hacía un repaso de cómo el anarquismo siempre se había ocupado de todo lo relacionado con el sexo y la sexualidad, llevando la iniciativa en la reflexión de temas como los métodos anticonceptivos, la familia, el amor o la maternidad consciente. En el artículo también proponía volver a recuperar esa iniciativa, porque la sexualidad es uno de los escenarios claves de la dominación. El disciplinamiento de los cuerpos, y especialmente de la sexualidad (entendida en un sentido amplio como los deseos, los afectos, las fantasías, las prácticas, etc.) es una de las estrategias claves con las que cuenta el sistema en la actualidad para imponer unas determinadas relaciones de poder y de dominación. Como dicen los de Tiqqun, el capitalismo no es el FMI o el BCE: el capitalismo es sobre todo un poder de fascinación, un ideal de seducción, una promesa de paraíso en la tierra, y esa promesa tiene mucho que ver con unas determinadas ideas sobre la sexualidad y los cuerpos. El amor se ha convertido en una máquina de guerra, y la están utilizando contra nosotros.

Siguiendo con esa línea de recuperar la reflexión sobre la sexualidad, el artículo de este año trata sobre la etapa de la infancia. En concreto sobre cómo el discurso de los abusos infantiles que tanto oímos repetido en los medios una y otra vez esconde una voluntad de control social, un método de disciplinamiento. Bajo una supuesta intención de proteger a los niños, lo que se esconde es la repetición constante de una única idea: la asociación del sexo con el peligro. Esa idea nos la repetirán a lo largo de toda la vida (charlas sobre sexualidad que únicamente tratan de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados, películas en las que la víctima siempre es una mujer a la que han violado, asesinos en serie que fueron abusados sexualmente de pequeños, etc), pero se empieza a fijar en una etapa clave para la sexualidad como es la infancia. Esto no significa que los abusos no existan, pero sí que la continua repetición de ese discurso cumple unos objetivos que no tienen que ver con proteger a los niños. Así, consiguen convertir nuestra vida sexual en algo miserable, algo así como una gestión de los genitales de otra persona. El sexo pasa a convertirse en una especie de trabajo, y como todo trabajo es aburrido, monótono y alienante. La dominación se ha introducido así en todos los resquicios de nuestra existencia.


Por si queréis leerla, la revista entera está en libre descarga AQUÍ.

jueves, 3 de octubre de 2013

Estoy solo, escribió Savinkov mientras planeaba un atentado



No sé si os ha pasado alguna vez. Hace unos días, buscando información en internet, me encontré con una fotografía antigua y tuve la certeza absoluta de haber conocido a esa persona en algún momento de mi vida. Me resulta extraño, pero estoy totalmente segura de ello. La fotografía era un retrato de Boris Savinkov, un nihilista ruso muerto en 1925. Yo acababa de leer su diario y quería encontrar más información sobre él, porque la edición que yo tenía no incluía fotografías ni había muchos más datos personales que los que el mismo Savinkov proporcionaba. Introduje su nombre en el buscador y aparecieron varios retratos. Fui viéndolos uno a uno, mientras la certeza de que Savinkov era alguien conocido crecía y crecía. 

No era la primera vez que me pasaba. Cuando murió mi abuela, tuve que ordenar sus pertenencias y aparecieron un montón de fotografías que nunca había visto. En una de ellas aparecía un chico moreno de pelo rizado y sonrisa desafiante. Llevaba una de esas camisas anchas que los hombres se ponían antes para trabajar en el campo. Era tan hermoso que dolía verlo. Le pregunté a mi abuelo quién era, y me dijo que había sido el primer novio de mi abuela. Murió, dijo. Una mula le dio una coz y lo reventó por dentro. El médico le operó en la mesa de la cocina de sus padres, pero no pudo hacer nada. No sabía que tu abuela había guardado esa foto todo este tiempo.

Desde que le di la fotografía a mi padre para que la guardara no había vuelto a sucederme. Pero entonces vi a Savinkov, hermoso y terrible. Estoy solo, estoy solo, escribe Savinkov de forma obsesiva en su diario. Estoy solo, escribe mientras planea el atentado que le costará la vida a Vyacheslav von Plevhe, Ministro del Interior del zar, mientras detona la bomba que causará la muerte de Sergei Alexandrovich, Gobernador General de Moscú. Estoy acostumbrado a esta vida entre las sombras, escribe mientras le condenan a muerte. Si eres capaz de amar, si de verdad amas con todo tu ser, entonces eres capaz de matar, escribe mientras participa en la toma del Palacio de Invierno. 


Me pregunto dónde o cómo habré conocido a Savinkov. En qué extraña distorsión entre una dimensión y otra nos habremos cruzado. Me pregunto también qué estará haciendo ahora. Quizá esté siendo arrojado desde una ventana del temible presidio de la Lubianka. Quizá esté bebiendo absenta en algún antro de París con Apollinaire. Quizá esté planeando uno de los veintisiete atentados que cometió a lo largo de su vida. Quizá esté leyendo esto. 



[El diario de Boris Savinkov fue publicado por Impedimenta en 2009, con el nombre "El caballo amarillo. Diario de un terrorista ruso"]



viernes, 13 de septiembre de 2013

de lo que le prometí a René Crevel antes de que abriese la llave del gas

[René Crevel]


"La locura sabe mi nombre"
"Hagamos una trenza de diez caimanes"
Batania


Te he guardado un asiento
en la habitación de los insomnes, René,
donde las sillas de la desesperación 
giran incesantemente.

Mantén los ojos abiertos
y háblame de las tempestades
que atraviesan la noche,
de los dulces delirios
provocados por la fiebre.

No cierres los ojos, René,
no los cierres.

Si lo haces
verás el polen blanco
que supuran tus pulmones
la tristeza infinita de tus noches
el oscuro silencio de los tanatorios.
Si lo haces
sabrás que la locura
conoce nuestros nombres.
Si lo haces
me verás abrir la llave del gas
y tumbarme a tu lado.

Mantén los ojos abiertos, René,
para que puedas hacerme una trenza
y llenarme el pelo de flores y caimanes.
Peina mis cabellos
como peinarías los cabellos
de tu amante.

Yo, a cambio,
incendiaré París
y te regalaré sus ruinas. 





[Poema dedicado a René Crevel, escritor francés que se suicidó a los 35 años dejando la llave del gas abierta. El día de antes le habían confirmado que la tuberculosis incurable que padecía había avanzado mucho. Leedle si tenéis oportunidad. Yo le conocí gracias al libro "¿Estáis locos?" (Cabaret Voltaire, 2008), que Juan Camós recomendó en su programa de radio]

lunes, 25 de marzo de 2013

un cuchillo en la mesilla de noche



Últimamente pienso mucho en las parejas, en el hecho de comprometerse con una persona y hacer una vida en común. En concreto desde que acabé "Perdida", de la autora estadounidense Gillian Flyn. Justo antes había acabado "Matate, amor", de Ariana Harwicz, que también trataba en cierto modo de las parejas aunque contado de una forma muy diferente, y creo que de alguna forma la lectura de los dos libros ha acabado afectándome. 

"Perdida" lo empecé con curiosidad pero sin muchas expectativas, seguramente porque la novela tenía un cierto aire a best-seller. Es un prejuicio estúpido, porque en realidad que algo sea un best-seller no dice nada sobre su calidad, hay best-seller que son auténticas maravillas, otros que están bien y muchos que no valen ni lo que costaron de imprimir, pero a veces me cuesta quitármelo de encima. Lo leí casi del tirón, porque la trama engancha y tiene varios giros inesperados que consiguen mantener la tensión, pero según avanzaba iba teniendo una sensación cada vez más rara. Después de pensarlo, creo que esa sensación se debe a que el libro tiene varias lecturas, o al menos, no una tan simple como yo había supuesto al principio. Hay una lectura superficial en la que la autora cuenta un thriller que gira en torno a una pareja atrapada en un pueblo perdido de Missouri. Si nos quedamos con ella, la novela es entretenida, engancha y está bien escrita, con una trama densa y bien planeada por la autora, incluso a pesar de la dificultad de sustentar un thriller únicamente en dos personajes. Pero si le damos unas cuantas vueltas más, hay una segunda lectura mucho más aterradora que los asesinatos y desapariciones de la novela. Una segunda lectura que aparece solo en momentos puntuales de la trama, pero que es lo que le da peso al libro, porque habla de cosas mucho peores que un asesinato. Habla de cómo los seres humanos nos maltratamos los unos a los otros y de cómo disfrutamos con ello. De la crueldad que ejercemos conscientemente, incluso con nuestra pareja o nuestra familia. De cómo a veces la pareja es una forma de destruirse a uno mismo y destruir al otro. O más bien de cómo todas las parejas son también una forma de destruirse a uno mismo y destruir al otro.

No lo sé. Quizá todos los que duermen con su pareja deberían dormir también con un cuchillo en el primer cajón de la mesilla de noche. Puede que, cuando tu pareja te mira dormir, esté calculando cuánto tiempo tardarías en dejar de respirar bajo el peso de la almohada. 




miércoles, 6 de febrero de 2013

mátate, amor

 


En la ciudad no tengo que matar nada. Es algo de lo que me he dado cuenta cuando he vuelto a vivir en una. Pasan días enteros sin que acabe con la vida de ningún ser. Y mis vecinos tampoco lo hacen, lo sé porque oigo sus conversaciones a través de las paredes. En el campo es distinto. Mis vecinos mataban a diario, luego hablaban sobre lugares donde enterrar los cuerpos. Cada día cometían cientos de asesinatos. Mataban gallinas que ya no ponían huevos, conejos que estaban demasiado crecidos, perros moribundos, caballos enfermos, ratones que caían en las trampas, cabritos que eran machos, gatos que se reproducían demasiado, babosas que se comían las coles del huerto. Los ahogaban con sus propias manos. Los envenenaban. A veces les disparaban en la cabeza.

Creo que por eso me ha gustado tanto "Mátate, amor", de Ariana Harwicz. Echaba de menos esa violencia brutal y luminosa que lo inunda todo cuando vives en el campo. Esa sensación oscura que empieza a extenderse por el fondo de tu cabeza cuando te enseñan a manejar una escopeta y te preguntas cómo será disparar a alguien. Cuando apuntas al perro y sabes que no le dispararás, pero te preguntas qué se sentirá al hacerlo. La protagonista de la novela dice "estoy cansada de que no se pueda andar a escopetazos o denigrar al bebé" y yo la entiendo. Dice "la muerte está presente en el fuego, en la alfombra, en las cortinas, en el aire encerrado en los muebles de campo y en la vajilla de plata. En el jarrón sin flores. La muerte exuda de los paraguas apilados cerca de la puerta" y yo la entiendo. Dice "me fui de allí sin saber si pisaba su cabeza o estiércol" y yo la entiendo.

"Mátate, amor" es un libro perturbador. Esta hecho de algo oscuro, tibio y viscoso, de algo que se arrastra entre la maleza. De algo que nos susurra al oído, que late en el fondo del cerebro. Todo ocurre en una casa de campo, donde la protagonista pasa muchos días sola, observando el límite del bosque, espiando a su bebé con un cuchillo en la mano, acechando a los vecinos, explotando de deseo y de ansia. Hay algo en la novela que deja sin respiración, que corta no como un cuchillo, sino como el deseo no satisfecho, que entra más hondo y es más doloroso que los cortes metálicos. Tiene algo de animal, de desgarrador, de salvaje, pero también algo hermoso y vivo. Ella dice "soy un ciervo entrando al bosque como lo haría un novio a la iglesia" y yo la entiendo.

miércoles, 16 de enero de 2013

Matemos a Rimbaud, adoremos a Saint-Just



 



Con apenas diecisiete años, Louis Antoine de Saint-Just abandonó la casa de sus padres y se marchó a París, cegado por la luz fluorescente que irradiaba la ciudad. El viaje fue costeado con el dinero que ganó vendiendo las joyas de su madre. En la ciudad, consiguió entrar en los círculos jacobinos por ser el autor de “Organt”, un poema en el que relataba la violación de una monja en medio de una orgía. Tenía veintidós años cuando estalló la Revolución Francesa, pero su aspecto pálido y enfermizo le hacía parecer un adolescente. Los santos capaces de afilar todas las guillotinas aparecían disfrazados de niños ojerosos. Hasta 1794, Saint-Just ocupó algunos de los cargos políticos y militares más importantes del nuevo gobierno revolucionario: teniente coronel de la Guardia Nacional, diputado, mano derecha de Robespierre, portavoz de los jacobinos de la Montaña, Presidente de la Convención, Delegado de los ejércitos del Rin y del Norte y miembro del temido Comité de Salud Pública. Las numerosas ejecuciones que se produjeron bajo su responsabilidad directa y aquel aspecto delicado le hicieron ganarse el sobrenombre de “el arcángel del terror”. Los ángeles, como los insectos, siempre habían estado en la cima de la cadena alimentaria. Y a veces podían ser caníbales: cuando estalló la sublevación de La Vendée, la piel de los vencidos fue utilizada para fabricar botas, que escaseaban en el frente, y la grasa de los cadáveres sirvió para engrasar los fusiles. Saint-Just fue el promotor de la idea, que resultó un éxito. En 1794 fue detenido y ejecutado junto a Robespierre. Su cabello rizado rodó por la tarima de madera durante unos segundos.     



[los datos han sido extraídos del libro "La facción caníbal", de Servando Rocha (La Felguera)]

lunes, 12 de noviembre de 2012

constatación de que los insectos son demasiado parecidos a los ángeles de alas membranosas



Después de casarse con la muchacha que llevaba un escarabajo atado con un hilo a la muñeca derecha 
-señal inequívoca de haber conocido las inyecciones de cloro o de haber gritado azul azul azul azul escondida debajo de la cama o de haber escupido a los mendigos que pronunciaban palabras incoherentes-, el funcionario de manos diminutas fue trasladado a un sótano dedicado a la inspección de plagas. Allí pensó que sus pequeños dedos podían ser de utilidad, pero pronto se dio cuenta de que los insectos son demasiado parecidos a los ángeles de alas membranosas que persiguen a las muchachas. Que las persiguen y las atan a los pararrayos y rezan durante días hasta que llega una tormenta y las ven explotar en miles de destellos blancos y breves. Rezan tanto que les sale polen de las rodillas y sus huesos se vuelven frágiles y brillantes como el papel de aluminio. 

[texto que forma parte de un 
poemario aún en construcción]

domingo, 21 de octubre de 2012

la experiencia con los alfileres del coleccionista de insectos



La tórtola apuñalada 
no es una víctima,
es un tipo de tórtola.

Berta García Faet



Aquel día conocimos al coleccionista de insectos que vivía en el Museo de la Tortura de San Pertersburgo. Su experiencia con los alfileres y los murmullos incomprensibles le había hecho comprender dos cosas:

1. Que un corazón de mamífero sometido/ a altas dosis de desierto tiene la propiedad de predecir lo venidero cuando es cortado en pequeños trocitos y colocado debajo de la lengua.
2. Que lo que se acaba (lo triste)/ no anula el suceso (lo bello)/ sino que le es paralelo.

Por eso cuando vinieron las heladas rojas el coleccionista de insectos decidió encerrarnos en el sótano. Cada noche encendía un candil distinto y nos hablaba de los murmullos de los insectos, que cantaban en lenguas extrañas. Nosotras nos sentíamos bonitas: eso bastaba: eso entonces bastaba.  



[es un cuento colectivo. La imagen del museo de la tortura y los versos en cursiva son del poemario "Fresa y herida", de Berta García Faet, que recomiendo mucho. La imagen de las heladas rojas es de Giovanni Collazos, al que también tenéis que leer tanto como podáis. Lo demás es mío.]

miércoles, 10 de octubre de 2012

sobre las señales que a veces no vemos// "Bestimenta" es tan bello que a veces duele

[Bestimenta, Óscar Pirot. Papel de fumar ediciones, 2011]


Mi primer trabajo fue en un herbolario. Las dueñas querían que me ocupase de atender a los clientes mientras ellas estaban en el sótano, donde echaban las cartas y hablaban con los muertos a través de un tablero de ouija. Por lo primero cobraban, por lo segundo no. Decían que a los muertos no les iba a gustar. Yo nunca creí en esas cosas, a pesar de haber pasado la infancia en casa de mi abuela, que pone rosarios debajo de las camas para que los aparecidos no molesten. Hacía mi trabajo arriba, atendiendo a gente que quería comprar germen de trigo o levadura de cerveza, y no preguntaba. 

Sin embargo, a veces había personas que tenían que esperar arriba a que acabase la consulta anterior, y yo me ponía a hablar con ellos, porque descubrí que la gente normalmente tiene ganas de contarte cosas y a mí me encanta escuchar. Había una señora que venía casi todos los meses a hablar con su marido muerto. Ya tenía otro novio y vivían juntos, pero una vez al mes se arreglaba y venía a hablar con él, que se llamaba Ricardo y había muerto de un paro cardíaco. Ella fue la que me enseñó a ver las señales, las casualidades que de repente empiezan a sucederse unas a otras para indicarte algo. Decía que cada uno en la vida toma sus decisiones, pero que la vida a veces te da señales para que no te pierdas las cosas importantes. Si las escuchas te llevan a una persona, a un momento, a un sitio que son buenos para ti. 

Algo así me pasa desde hace unas semanas. En apenas quince días he leído dos bestiarios distintos, a pesar de lo raro que es encontrarlos. Uno de ellos es el de Ferrer Lerín, más similar a los bestiarios medievales, y otro el de Óscar Pirot, Bestimenta. Este post debería ser una reseña de este último, pero a veces me sucede que cuando un libro me gusta tanto, me siento incapaz de reseñarlo. Acabo hablando de mí porque el libro se me ha metido dentro. 

No sé cómo describiros Bestimenta. Es tan bello que a veces simplemente duele. Me gustaría escribiros todos los versos que han hecho que se me encogiese el estómago, pero son demasiados. Os pondré solo unos pocos, del que probablemente sea el mejor poema del libro, "Muérdeme cocodrila": no aguanto más cocodrila disimulo estar bien como/ el dolor bajo la herida pero es inútil/ reviento esquirlas yugulares deletreo el canto de los/ cerdos enfrentándose a la muerte. Y otros del poema "Araña", por mi debilidad con los insectos: y los insectos palpitan como corazones/ en la pirámide del sacrificio/ como frutos nerviosos en el follaje invisible. Leedlo, en serio. Solo vale seis euros y os aseguro que merece la pena, que la merecería aunque costase sesenta. 

[Por cierto, tengo este post a medias y leo esto en el blog de la bella Elise. Seguiré las señales a ver a dónde me llevan.]

martes, 25 de septiembre de 2012

una historia de las que hacen y curan heridas para un día como hoy


Severino Di Giovanni


América Scarfó



Investigando para un artículo que espero que se publique pronto (he puesto velas a Marilyn Manson y a Santa Gema bonita) me encontré con una historia de esas que hacen heridas. O que las curan, no lo sé. De todas formas me apetecía contarla, sobre todo un día como hoy, en que la gente sencilla y valiente saldrá a la calle para luchar por lo que es suyo.

Argentina, 1928. Severino Di Giovanni es perseguido por la policía por luchar para que unos pocos no decidan sobre la vida de todos, por creer que es posible cambiar las cosas. Acepta la invitación de la familia Scarfó, que se ofrece a refugiarlo en una habitación de su casa, una especie de piso franco. Di Giovanni llega allí de noche, con su mujer y sus dos hijos pequeños. Solo tiene veinticuatro años, pero aparenta muchos más. Quizá porque su mirada hace daño incluso cuando se ríe. Se sienta en la mesa de la cocina y le pregunta a los tres hijos del matrimonio Scarfó si son anarquistas. Todos dicen que sí. El mayor solo tiene unos años menos que Di Giovanni, y pasa a formar parte de su grupo de afinidad, de los compañeros con los que seguirá luchando a pesar de estar perseguido. La menor tiene quince y se llama América. Él la mira y sonríe. No lo ha dudado ni un momento.

Pasan las semanas y la estancia en casa de los Scarfó comienza a prolongarse. El matrimonio de Di Giovanni hace mucho que no funciona, quizá nunca lo hizo, y él empieza a enamorarse de América. En medio de una casa llena de gente y de una cuidad llena de plomo y cenizas. Ella es solo una adolescente y él empieza a ser atacado por todos los frentes, incluso dentro del propio movimiento. América le defiende escribiendo una carta a Émile Armand, el teórico más importante del amor libre, un francés loco que creía en el amor por encima de todas las cosas:

"Creímos, al principio, que sería imposible. Cada uno continuó viviendo entre la duda y el amor. El destino hizo lo demás. Abrimos nuestros corazones, y nuestro amor y nuestra felicidad comenzaron a entonar su canción en medio de la lucha y del ideal. El amor libre que no conoce barreras ni obstáculos. También su mujer simpatiza con nuestras ideas. Fue así como la esposa de mi compañero y yo hemos llegado a ser amigas. Ella no ignora nada de lo que representa para mí el hombre que vivía a su lado, porque él se lo confió. Por otra parte, él la dio libertad de actuar como ella deseara. [..] Pero he aquí que algunos se han erigido en jueces. Hay también otros que nos tratan de degenerados y de enfermos. A todos ellos les contesto: ¿por qué? ¿porque vivimos la vida en su verdadero sentido? ¿porque amamos sin importarnos los códigos o las falsas morales?"

Sin embargo, la militancia es arriesgada y Di Giovanni acaba siendo detenido en 1930, junto al hermano de América, Paulino. La orden del Presidente Uiburu es clara: deben ser ejecutados. América tiene que huir y las cartas de amor que le escribía a Severino son confiscadas por el gobierno. No las recuperará hasta sesenta años más tarde, con 86. "No vengo a pedir nada, vengo a reclamar lo que es mío", dijo.





[La obra más importante sobre amor de Émile Armand, "Vida sensual y camaradería amorosa", puede encontrarse en la biblioteca del blog.]
 [Esta entrada va con especial cariño a todos lo que me leen desde Argentina, que sé que son algunos]

miércoles, 20 de junio de 2012

las damas que vomitan pelo castaño

[imagen: Ray Caesar]


Los adolescentes
muertos de sífilis
son demasiado bellos
para ser enterrados:

colocamos sus cuerpos
en la mesa del comedor
y amputamos sus manos
para dárselas como recuerdo
a las damas caprichosas
que vomitan pelo castaño
en medio del invierno. 

jueves, 31 de mayo de 2012

los ojos abiertos de Marcelle


collages: Layla Martínez


"Amé a Marcelle sin añorarla. Si está muerta es por culpa mía. Si bien tengo pesadillas, si bien durante horas me encierro a veces en un sótano porque estoy pensando en Marcelle, estoy dispuesto a volver a empezar, por ejemplo, a hundirle, cabeza abajo, el pelo en la taza de los retretes."

Historia del ojo
Georges Bataille

sábado, 26 de mayo de 2012

lugares en los que he estado









Lugares en los que he estado. En los que he soñado estar. 
Lugares sórdidos y horribles a los que pertenezco. 


martes, 28 de febrero de 2012

el post que debía





Mi primer novio se llamaba Miguel y trabajaba de cristalero. Era el 2004 y hablábamos de México en los bancos del parque. De irnos con el subcomandante Marcos a los territorios liberados por los zapatistas. Le dejé mi ejemplar de Las flores del mal y nunca me lo devolvió. Los viernes hacíamos turismo en los centros comerciales o íbamos a algún concierto. Yo llevaba un imperdible en la oreja y él me regaló una camiseta de The Clash con la foto de Joe Strummer que compró en El Rastro. Se sacó el carné de conducir y cogía el coche de su madre, un volvo enorme y destartalado al que había que echar gasolina continuamente. Tenía un radiocassete kenwood. Un día vino a buscarme y me llevó a Carabanchel. El alcalde de Madrid acababa de instalar parquímetros en el barrio y  por las noches los vecinos los destrozaban a golpes. A mi me dejó la barra antirrobo del volante y el usó el gato mecánico. Unos meses después me fui a la universidad y dejamos de vernos, pero ayer me lo encontré. Iba con su novia Mónica, que está embarazada, y estaban radiantes. Los dos han conseguido mantener el curro y se han comprado una casa. Me alegré muchísimo por ellos, y sobre todo por él. Le debía un post.

domingo, 1 de enero de 2012

despertar de la fiebre en un año distinto




despertar de la fiebre como el que despierta de un ataque de narcolepsia como el que despierta de un ataque de narcolepsia y no sabe dónde está pero sabe que está lejos de su casa en algún lugar extraño     despertar y encontrar un poemario en el correo un poemario sin puntos ni comas ni mayúsculas    para no dejarnos respirar porque la respiración nos hace parecer máquinas salvajes o ciervos     un poemario que va sobre el amor y sobre el sexo y sobre una mujer o muchas mujeres que solo son una       a mi que no me gustan los poemas de amor porque no los entiendo pero tu nombre/ lo llevo azul o templado entre mis dedos pero su pálpito de luciérnagas  pero yo te nombraré pájaro.



Los versos en cursiva son de Tomás Rivero, del poemario "Fornicaciones". Su blog aquí