Comenzamos en Centro Virtual Cervantes. En el Trujamán Misivas de amor de Itziar Hernández Rodilla encontrarán, prologados por una traductoria anécdota, el acronímico significado que tienen en inglés topónimos como ITALY, HOLLAND o los más osados VENICE o CHINA.
El Rinconete de la semana es un curioso artículo de caracter etnográfico: La muerte de un «manzanillero» de la Sierra Nevada, Granada, 1914 de José Manuel Pedrosa.
Entre la recomendaciones realizadas por Fundéu resultan especialmente oportunas la alternativas para extranjerismos innecesarios vinculados atan compradoras fechas, y no solo por internet. Particularmente interesante nos parece el cultismo oniomaníaco que, junto a comprador compulsivo, proponen para sustituir el anglicismo shopaholic.
Ya en el diario El País, Álex Grijelmo trató esta semana sobre los Periodistismos, las expresiones periodísticas que no forman parte del uso general de los hablantes. En el anexo encontrarán los que trata en La punta de la lengua del pasado miércoles.
Quizá hayan adertido, como hace unos días nos apuntaba un interlocutor, que la apelaciones políticas al fango han disminuido considerablemente desde la tragedia de Valencia. Se ve que ahora connota mal. Una observación que nos invita a comenzar el recorrido por el lenguaje del humor con el paronímico verbo fangocitar propuesto por Ramón en su viñeta del miércoles. La acompañamos con un lodoso doblete de JM Esteban.El propio Ramón aportaba el jueves una segunda neológica paronimia, la lobatomía practicada por Sánchez en la federación socialista madrileña. Proseguimos con la adaptación de García Morán del tradicional dicho "el muerto al hoy y el vivo al bollo" y una nueva apelación al ahora muy utilizado tirar de la manta, la de Asier y Javier que se suma a las tres viñetas recientes (y otra más antigua) que recopilamos en la sabatina de la semana pasada.
Dave Brown es el máximo contribuyente a nuestro nuestro monográfico Tiros en el pie que ayer acrecentó con una viñeta que da cuenta, en el marco del debate que vive el Reino Unido sobre la eutanasia, de las impopulares decisiones que va acumulando el primer minitro laborista Keir Starmer.
Pasamos a la habitual sección final literaria con Nick Newmann que apoyó el domingo pasado en el cuento Ricitos de Oro y los tres osos, en inglés Goldilocks and the Three Bears, su ironía sobre las aparentes nuevas prioridades policiales [1]Sigue la versión de la fábula La Zorra y las uvas protagonizada por Feijóo en una de las viñetas del jueves de Santy Gutiérrez y concluimos con el libresco calendario de adviento de John Le Carré que hoy ha publicado Tom Gauld en The Guardian.Anexo
El Diccionario marca muchas palabras y locuciones por su origen o por su ámbito de uso: mexicanismos, argentinismos, españolismos, latinismos, vulgarismos, cultismos…
Habría que añadir a la lista los periodistismos.
Aclaro que este neologismo no es mío, pero no soy capaz de recordar a quién se lo oí por vez primera con ese sentido (me llegó por la lengua oral). Lo recogí en un libro cuya primera edición se publicó en 1998, así que si alguien documenta una referencia anterior podrá darla por buena y adjudicársela a quien la haya escrito o pronunciado antes.
Son periodistismos las expresiones que han anidado en el lenguaje de los medios pero no forman parte del uso general de los hablantes, lo cual no impide que a veces se cuelen en el repertorio académico por su ingente número de registros documentados o tal vez por el hecho de que hagan picar a algún escritor influido por ellos.
Un periodistismo, por ejemplo, es llamar “pasamanos” a la salutación entre los futbolistas que van a disputar un partido. Para el común de los hablantes —y por tanto para las academias—, un pasamanos es una barandilla, pero los narradores deportivos han mezclado la expresión “besamanos” y la idea de que las alineaciones completas de los dos equipos van pasando la una ante la otra sin que nadie se quede sin su saludo, igual que en las recepciones de los Reyes. (Ya no se les besa la mano como antaño, pero se mantiene la vieja expresión). Pocos testimonios de “pasamanos” hallaremos en nuestro entorno, o en la literatura, con ese sentido periodístico que empieza a extenderse.
A cada rato leemos también que los delincuentes huyeron “a bordo de un vehículo”. Sin embargo, rara vez dirá usted “me enteré de la noticia cuando iba escuchando la radio a bordo de mi coche”. Hoy en día los que más van a bordo de los automóviles son los delincuentes. Los demás nos conformamos con ir, circular, desplazarnos o viajar en ellos. Sería extraño que le soltásemos a alguien “no sé si iré a tu casa a bordo de mi coche o a bordo de mi patinete”.
Del mismo modo, sólo los periodistas usan la preposición a con el verbo “medirse”: Feijóo se medirá a Sánchez, el Zaragoza se midió al Espanyol. Entre el resto de los hablantes, uno mide sus fuerzas con alguien o se mide con un rival; es decir, usamos esa preposición habitual en los verbos de simetría (casarse con, equipararse con, enfrentarse con, emparejarse con… y medirse con). Así que un equipo se mide a otro en la radio, pero usted, amable lector, se puede medir con otros en una oposición.
Tampoco oímos en nuestro entorno el aparente catalanismo “al cumpleaños vendrán la mayoría de familiares”, pero en las emisoras muchos periodistas de todos los orígenes suprimen en las formaciones partitivas el artículo representativo del total: “la mitad de votantes”, en vez de “la mitad de los votantes”.
En los medios se usa para anunciar los partidos el anglicismo versus, que procede del participio del verbo latino verto, “volverse” (contra): Valencia versus Betis. Sin embargo, nadie anuncia en el bar “esta tarde iré a ver al Valencia versus el Betis”.
O el pertinaz “a día de hoy”. La gente dice, según proceda, “hoy por hoy”, “hasta hoy” o simplemente “hoy”.
Tampoco será fácil oír en la vida habitual “mi hijo se torció su tobillo”, pero el superfluo posesivo anglicado les encanta a los narradores futbolísticos, grandes devoradores de artículos. De artículos no comestibles.
Los periodistas constituimos un catalizador de dislates, porque nos leemos y escuchamos mucho entre nosotros; y nos reforzamos así en ciertas peculiaridades alejadas de la lengua común (tanto la popular como la culta) al creerlas originales y de buen estilo. Eso a veces hace que se confunda el uso de algunos redactores de diez o doce medios con el de millones de hablantes: “Ahora se dice así”. No, ahora estás oyendo un periodistismo.