Detalle
Días bebidos
por el detalle
de tu pelo
que viene
en el ahogo de la noche.
Adán, Eva y Dios
“¡Claro está!...
Ni él ni ella saben
lamerse solos las heridas!”,
dijo Dios,
con una mínima sonrisa,
los ojos empapados
y la lengua ensangrentada.
Nadie sabe aún
si era de ellos o de él mismo
ese rojo inconfundible.
Solo sé
que a veces lo escucho
aullando como un perro.
Ni él ni ella saben
lamerse solos las heridas!”,
dijo Dios,
con una mínima sonrisa,
los ojos empapados
y la lengua ensangrentada.
Nadie sabe aún
si era de ellos o de él mismo
ese rojo inconfundible.
Solo sé
que a veces lo escucho
aullando como un perro.
De La gota, 2013.