Abandonar el desierto
Días atrás hace que quiero ir al desierto, cosa no difícil en mi situación de vecino actual del desierto. Nuevas fuerzas necesité para llegar hasta aquí y ahora ya no tengo. Dispuse de mí mismo con valores agregados y en algún momento sentí el impulso. Estaba yo impelido hacia adelante y lanzado hacia allí no supe si llegar. Querido estar donde la fuerza pedía forcé el cuerpo hacia afuera. Estoque bruto no pedido fue ese el resultado. Causa fuerte recomiendo eludir: no es que niegue razones ni voluntad al fondo, pero siento cómodo hacer como que no. Hay un designio de cansancio, durmamos sin precedentes. El hombre preocupado: el hombre preocupado.
Arrastrada por la fuerza de un perro grande, gran perro lanudo imposible de criar por el alimento que demanda, por el espacio que abarca cuando está dormido, obligada a salir a dar vueltas a horas de la madrugada, cuando todos duermen menos ella. También sucede, para empeorar la situación, que el animal la arrastra una vez ya caída y se detiene sólo ante el bulto de una bolsa. Allí orina y, de paso, el pis que resbala, se canaliza por los pliegues de la ropa de ella, y por sus arrugas.
A un costado del camino retirado el simulacro del mismo camino su modelo, en un desvío muy propio del desierto en donde fue plantado su padre, modelo y recto, hasta el día de no querer recordar cuándo fue abandonado al sol, al mareo que conlleva. La piel rajada, no importa qué camino, se abre en tantos secundarios, sendas digamos, hacia cualquier sitio que escapen. Es sin duda el falso tan camino como el otro, es sin duda el camino tan falso como el otro. Tan confuso es el desierto.
Yo no se si te dije voy ha hacer una excursión allí donde no te atrevés por vagancia. El trecho planeado a recorrer a más tardar llegará a la tarde y entonces habré arañado el extremo más cercano al triunfo, dios te guarde de mi alcance.
Tan feroz parece normal que todo lo toca, tan cercano a uno sigue en pos, como si la noche no fuese una pausa de la que ella se jacta, asiste, da aliento al cansancio para no dejarlo dormir: qué triunfo que sucumba.
Cómo es posible vivir sin agua, sin embargo se vive. Vive dios sin agua, vive la piedra sin agua, la creación con toda su arena. El vacío, la pena, los restos todos sin agua. Sin agua el río seco vive porque vive y vive mucho y negado perseguido y negado por el agua.
Incorporada la mujer de todo su desastre alcanza a su perro en su marcha de tiro que llega a la casa origen del paseo y suelta allí la correa tanto como frena, en su depósito hogareño, y hunde el pie en el tarro de agua que el can de todos modos sorbe, mientras que de paso desgarra las medias de ella, ya convertidas en trapo, al igual que la pollera, tan buflada en el suelo. Así se pregunta será toda mi vida, agarrada de un ocico, bajo el signo, bajo él.
La respuesta es que agua hay, tanto como piedra y hay un engaño que induce a creer que tanta vida seca es posible sin agua. Quien haya hecho ingenio de esta suerte, de nada le ha valido aunque mago fue excelente. Ahora que está descubierto el artificio, hay quien se dedica a inventar nuevos trucos. Ninguno ya sirve.
Ya estoy en medio del desierto y vieras cómo no me doy cuenta. En el norte está el sol que se supone debiera aparecer por el este y si embargo está arriba mío sin otro objeto que hacerme confundir el rumbo que no es uno sino mil más cuatrocientos sin que haya dado un sólo paso. Atrás mío también un sol amanece y es discutible acto así cuando ya se ha amanecido demasiado y quedan tantos soles por quemar. Si a esto se agrega que ruedo o rueda bajo mío una bola tan crecida, entonces no me quedan dudas, ya no me quedan, me desespero.
Cuando se habla de perros se habla de una alianza y cuidado con quebrarla. Hace años que vengo con el cuento y tengo el propósito de auxiliar a la mujer, que no deja de tirar y ser tirada por el suyo, que es su perro atado. Desde su mano hasta la otra punta del mundo hay una tierra, cavada y revuelta, que contiene huesos, papeles, restos de comida que tira la historia. No es necesario y nadie obliga a recorrer caminos así, a menos que así lo exija el aliado.
Tanta agua y ya no quiero, cansado de lidiar con el transporte bajo arena, en secreto, para que nadie sepa que bajo piedra siempre agua, para qué custodiar un trayecto que siempre digo traerá consecuencias al clima, que tarde o temprano terminará por caer sobre espaldas de nosotros, tan creídos como estábamos de que el desierto nos secaría hasta el cerebro y solo el cerebro se secó.
Asido de su correa, ella detrás, el perro es capaz de hacer tanta agua como agua tomó en dos dias y medio, medida que pasada a litros es el doble de la ingesta del perro en agua bebida durante medio día extraído de una semana en la que el agua fuese incluída en forma normal pero continua en la dieta del can que luego, al séptimo día, hace aguas tantas que inundan si quisieren, tanto mundo como tierra abarca un mar.
Nunca nadie está parado en el centro de la loma que se yergue en el médano principal, un poco a la izquierda de un arenal algo menos importante pero más concurrido y vital. Por eso tomé mi lugar en este sitio, como un mástil o un tronco o un hito que es dable de ver desde lejos y es punto de referencia de viajeros que en raras ocasiones se aventuran hasta aquí y si llegan o sucumben y se secan o creen que no existo y en efecto toman agua mucha agua que se apagan sus visiones y según eso ya no estoy ya no me ven.
Cómo es posible que el agua en existencia no se ve y sólo pueda verse el agua que no hay, cómo es posible que los ríos verdaderos nunca salen a la luz y corren por todos lados falsos sistemas que no sólo fluyen sino que desbordan sus aguas, inundan las tierras, ahogan el ganado y llegan hasta el mar; cómo es posible que la lluvia provenga de estas aguas y no de las que hierven en las fozas mas oscuras.
Cómo es posible que un perro tire del perro y la mujer de la mujer, cómo es posible que el medio nunca se parta en la soga y sigan los días y los años y más que siglos y la lucha de ambos termina y comienza y nace un perro y cómo es posible, muere un perro y muere una mujer, de la misma mujer que nació y murió y aún camina con un perro por delante.
Cómo es posible un pedazo desierto dentro del mismo desierto, cómo es posible un pedazo del propio desierto superpuesto al mismo desierto, cubierto de desierto, aire que respira el desierto sin poder entender por qué siendo en sí mismo un desierto debe soportar día y noche a un desierto que no es él pero está allí para comerse al desierto, dejar el desierto.
De Perrupagia Amoghino Búnfeld, Alción, 2012.