Eli salió corriendo de su casa. Había
llenado la mochila de cualquier manera, apuntes, lapiceras, viandita del
almuerzo. Ya se le hacía tarde y tenía que ir a trabajar y no olvidarse de los
apuntes de su clase del día porque después del trabajo tenía un parcial. Corrió
a tomar el subte en Federico Lacroze.
¡No podía perder ese tren y sintió el
golpe de las puertas cuando se cerraban a sus espaldas!
El vagón estaba repleto y trató de no
alejarse mucho de la puerta porque bajaba en Pueyrredón.
Poco a poco el tren tomó velocidad, lo
normal. Pero tuvo la sensación de que sucedía algo raro.
—
¿Cómo, no para en Dorrego?— le preguntó a un muchacho que estaba junto a ella. Éste
la miró con mirada ausente y no le contestó.
Lentamente la sensación de irrealidad
se apoderó de ella. ¿Por qué el tren iba cada vez más rápido? ¿Por qué no
paraba en las estaciones? ¿Y dónde estaban las estaciones? No había estaciones;
el tren tomó un túnel que ella no conocía, con extrañas bifurcaciones mientras
la velocidad aumentaba continuamente. Sólo existía el túnel bordeado de caños y
cables.
Quiso preguntar a otros pasajeros. Cuando
los miró se dio cuenta de sus miradas petrificadas; nadie hablaba, los chicos
estaban quietos en brazos de sus padres, las miradas perdidas y los rostros de
todos cada vez más grises a medida que la luz del tren se hacía más tenue y la
velocidad cada vez más intensa.
¿Qué eran estas personas?
Aterrada dijo: ¡Por favor, en dónde
estamos! ¿Cuándo vamos a parar? Parecía que nadie escuchaba, como si estuvieran
en otra dimensión.
A inmensa velocidad, vio una luz al
final del túnel. La máquina se fue deteniendo y llegaron sin novedad a la
estación terminal, Leandro Alem. Instantáneamente las luces del tren
recuperaron su intensidad normal y los rostros de los pasajeros recuperaron sus
expresiones humanas. Todos recogieron sus cosas, las mamás tomaron de las manos
a sus hijos y salieron al andén. Eli
hizo lo mismo.
La chica, que debió haber bajado en la
estación Pueyrredón, tomó su celular y se comunicó con su trabajo:
— Sí, mirá, tuve un problema de transporte,
voy a llegar tarde.
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