sábado, 14 de junio de 2014

Alberto Cisnero




Flecha

La tierra de mi adopción o el limitado
amor o la causa que lo suscitó,
todo es el reverso exacto de un espejo
desde el cual la flecha ha sido disparada
y esto no es el final, mas morir habemos
y pasa como la inconstante luna
cada signito, su tesoro abominable,
la metódica descomposición de uno
mismo; eso ya le pertenece ahora.


De "Los dados de la muerte", en El límite de la materia, Ediciones Ruinas Circulares, 2012.




Sal

Pero adiciono, a la serie interminable,
entre escombros de coral derrumbado,
otro atisbo, mientras la velocidá capta
y difumina la aspersión de un débil
cúmulo de sal, sangre vertida otrora.
Yo no sé si es bueno o malo o la manera
mejor de agradecer cuando en un sueño
nos es revelado un nombre, invocarlo.


De "Akullico", en El límite de la materia, Ediciones Ruinas Circulares, 2012.




20

Cerca pero siempre a igual distancia
de la advenediza múltiple luz,
no hay víctimas aquí, ninguna
referencia a tiempo y lugar;
la piedra abatió las nítidas aguas,
un efímero atavío de totoras.


De Tagsales, Encausto editores, 2013.




17
 
Algo muy pequeño y sencillo  
sobre la superficie ennegrecida
del agua, haciéndose más y más  
leve, como si eso significara  
algo, un fingidísimo cambio  
en la cualidad de la luz. Un instante  
para que alguien lo reproduzca.  
¿Te acucia el hallazgo, Anica?




24


Digo en mi corazón: Nada
de brusquedades, nada de merced.
Sólo predije aquello que haría.
Y con los dos ojos en funcionamiento.
Inmóviles. Integran también un sueño
verdadero. La ejecución de un acto.
Pan y tierra. Una débil frontera de tinta.
Una lírica impía. El silencio. La más larga
de nuestras extremidades.




De Adiós y hasta pronto, Dio Fetente, 2013.