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miércoles, 6 de abril de 2011
Fertimachos
La otra vez hablábamos en un post sobre esa costumbre masculina de mirar el forro cuando se lo sacan y de preocuparse por la cantidad de semen, aún cuando no tienen ni las remotas ganas de tener un hijo. Y esto tiene puntos en común con esa relación que parecería existir entre virilidad y fertilidad.
Hoy, a pesar de que hace muchos años que la actividad sexual se despegó de los fines reproductivos, continúa en la mente de muchos y también en el discurso social esta idea de que un hombre puede definirse por su posibilidad de embarazar a una mujer.
Y hablaba del discurso que está en la estructura de toda sociedad y que va modelando nuestros malestares, ideas y formas de ser hombre y de ser mujer. Cuantas veces escuchamos frases como: "faaa, le hiciste mellizos" (como si tener mellizos tuviera alguna relación con la potencia de la relación sexual o con el placer obtenido), o los tipos que te gritan por la calle "mamita, si te agarro te hago trillizos". A la hora de insultar también se apela mucho a esta relación entre ser hombre y ser fértil: "Pero ese es un puto, si ni hijos pudo tener". También he escuchado a hombres decirles a su pareja, luego del anuncio del embarazo: "yo sabía que esa noche te había dejado embarazada". "Te quiero hacer un hijo". Incluso hasta llegué a escuchar a un hombre que dijo (su mujer estaba embarazada): "seguro que es nena, porque dicen que los hombres muy mujeriegos como yo HACEMOS nenas".
Y ni hablar del ataque social que se le hace a los hombres que hacen pública su infertilidad. Pongamos el caso de Jorge Rial, al que por su falta de códigos se le pueden hacer mil críticas y hay cientos de cosas por las que putearlo. Pero sin embargo, más de uno, cuando se enojan con él apelan al "huevoseco" y ese tipo de cosas. Para mí esas expresiones implican dejar de hablar con alguien, automáticamente.
Algo curisoso de esta sobreexigencia que socialmente se le hace al hombre en cuanto a su virilidad, lleva a que algunos hombres, ante el diagnóstico de la infertilidad se sientan disminuídos en su condición de hombre y hasta les de verguenza. En cambio, las mujeres que no pueden tener hijos, suelen tener una sensación diferente, la mayoría se siente desilusionada, piensan en lo que no podrán tener, pero no en términos de imagen social, sino en el sentido de la ilusión.
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