Aún me mareo a causa de la pastilla que me hiciste tomar...
El piso se mueve y las cosas cambian de lugar, giran, se entrecruzan...
El estómago retiene algo que lo retuerce y lo hace respirar; es como un ir y venir de enanos imaginarios que juegan al billar allí dentro...
Me duele la cabeza, y encima llegaste y me dijiste que traías una película para que viésemos juntos. No. Lo que yo quiero es que ya calles mis quejidos con un largo intercambio de muñecas y de palabras y de adornos, que me levantes la pollera y me lleves danzando hasta la ventana para desde allí mirar el vacío, besarnos y tocarnos los rostros...
Estás tan lejos. Y me llamas, y no estoy, y me siento a mirar fotos viejas de gente que no conozco... siendo que sólo me mantengo pensando en tu manera de llevarme a bailar sobre tus pies...
No creo que el mareo sea casual. Ya mañana pasará y me iré a que me muerdas mis costados, a que me arañes el cabello... a que juegues con mi pollera y que pienses que es una calesita, y te trepes a girar y olvidar y reir...
Ya llego. Queda la última pastilla sobre la mesa de luz.
La pollera ansiosa bebe la luz y sonríe por entre sus bolsillos.
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Uffffff.... He leido todos tus post, y me quedo con ganas de más. Me encanta tu trabajo, realmente, mucho.
ResponderEliminarTe sigo y, si no te molesta, agrego un link en mi blog para llegar aquí.
Abrazo.
Qué gran alegría poderte leer, Leo. de verdad inmensidad de gracias!!
ResponderEliminarMe gusta mucho tu trabajo también.
Va a ser un honooor que pases por acá! Siéntase como en su casa.
abrazo