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domingo, 20 de noviembre de 2011

Allá en el Rancho grande, allá donde vivía

Cuando viajé al Chaltén con mi hermana en el 2002 conseguí trabajo apenas me lo propuse. Anduve unos días dando vueltas por las montañas, conociendo y cuando ya había llegado hasta Laguna de los tres dos veces y la plata comenzaba a escasear, me decidí a buscar y me decidí a hacer lo que había ido a hacer. Se me ocurrió preguntarle a un guía de montaña que conocía de una excursión y en seguida me tiró la data de quienes estaban necesitando gente.
Y tuve mucha suerte. Esa suerte de los que viajan sin paquete ni seguro, y es que nadie te dice lo que puede suceder en un viaje como ese. Caí en Zafarrancho, el Restaurante del "Rancho grande" uno de los Hostel mas lindos, limpios y copados del Chaltén. Y Obvio como no voy a decir que son los mejores cuando todos me trataron tan bien.
Entré por primera vez de muchas al que sería mi trabajo y pedí hablar con el encargado, un chico extranjero que decía tener 26 años. Atrás de la barra dos chicas me miraban y hablaban bajito. Una de ellas sabía para qué estaba ahí y le dijo a la otra "pero que suerte tengo!! si engancha mañana no vengo!!".
Y así fue como enganché, el primer lugar que entro a buscar trabajo me dicen que sí. Una de esas chicas justo le había dicho al dueño que no quería trabajar mas ¡Justo ese día!
Así conocí a Agus, la otra mesera, Flavia, la bachera y los dos cocineros que ya no me acuerdo el nombre, pero eran geniales.
A las pocas semanas estaba compartiendo habitación y trabajo con ellas, y miles de buenas anecdotas. Ahora por supuesto sigo sus pasos desde el Facebook. Sé que Flavia viaja por el mundo, y Agus se puso de novia con el chico del kiosco y ahora ellos tienen un kiosco propio en El Chaltén.
Por esos días y gracias a Agus, conocí esta banda "Chala rasta". Habían estado en Rancho grande unas semanas antes que yo empezara a trabajar y les habían dejado un casette con canciones de la banda (PROHIBIDO PREGUNTAR QUE ES UN CASETTE!!. Así que trabajabamos al ritmo de Chala Rasta y a veces nos preguntaba la gente "¿Qué es eso?" y le mostrábamos la cajita.
Se imaginarán la de recuerdos que me trae esta canción, se las recomiendo:



Buen inicio de semana!!!

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Una historia de año nuevo (judio)

Como les conté hace un tiempo, en el año 2002 me fui de mochilera a El Chaltén y me quedé trabajando unos meses. El Chaltén es el pueblito Argentino mas cosmopolita del país, quizá del mundo y conocí mucha gente interesante, entre ellos un chico de Israel, su nombre era Erez o Eres, que es un árbol o significa árbol fuerte... eso es lo que entendí.
Vale decir que era completamente ignorante en cuanto todo lo referente a ese país hasta ese entonces, tanto así que la primera vez que escuché hablar a un israelita pasé cerca de media hora tratando de establecer que idioma hablaba, casi convencida de que podría ser Francés... Por supuesto que la diferencia entre el Francés y el Hebreo es espectacular, pero ambos tenían la similitud de que nunca entendí nada de Francés, de hecho me la llevé a diciembre el único año que la tuve (los idiomas y yo, je!).
Viviamos todos en el mismo camping, y ahí estuvimos meses conviviendo. Los días los pasábam,os en las montañas y a la noche comìamos comidas exòticas del mundo entero. Le enseñàbamos a jugar truco a los extranjeros y nos matábamos de risa con los excesivos cuidados que le ponían a la hora de tomar agua corriente.
Eres fue èl que mas se quedó. Fue así que nos hicimos un hermano mas, le enseñamos a jugar al truco, lo hicimos adicto al dulce de leche y al mate. Faltaba que aprendiera español. Entonces pasó un tiempo que yo volví a Buenos Aires y el siguió viajando por toda Argentina hasta que llegó a quedarse a casa. Era mas o menos Octubre del 2003. Mi inglés era horrendo, su español... arcaico (por decirlo gratamente).
Un día dijo que iba a ser una comida judía porque era Rosha shanà. Comimos comida judía por un mes, pero no pregunten los nombres porque solo los conocí en hebreo. Después me pidió que lo acompañara a un locutorio porque tenía que mandar emails a su familia y amigos. Como me llamaba la atención que en todos los mails decían "shanà tova" entonces le pregunté que era eso.
-Es el saludo por holidays.- me dijo en el espanglish que practicábamos a diario.
Para mi toda la vida holidays fue vacaciones, así que asumí que le estaban diciendo felices vacaciones, y me sorprendió el entusiasmo que le ponían los israelitas a sus vacaciones y que la gente se saludara.
Si. Había algo que no cerraba en toda la historia. No soy gila, pero vivan dos meses con alguien que no habla tu idioma, y tu inglés es patético y todo el tiempo hay que tratar de entenderse, y hacer de cenar algo coherente puede ser todo un desafío. Me sentía como Darin viviendo con el Chino.
Entonces me fui al gimnasio y ahí me di cuenta lo que pasaba. Estaba escuchando la radio y obviamente decían que ese día era el año nuevo judío y eso se llamaba Rosha shaná.
¡¡¡¡¡Ahhhh!!!! pensé ¡Esas son holidays! ¡Las fiestas!
Después nos matamos de risa cuando des enredamos la situación. Y a la noche comimos eso de nombre raro que era como un puré de papas con cebolla y que ni ahí me acuerdo el nombre.

miércoles, 21 de abril de 2010

La historia de esta foto


Esta foto tiene una historia que para mi es bastante interesante. Además hay un recuerdo y sentimiento ligado a ella, por eso está aquí en este espacio. Quisiera contárselas así cuando miren esta foto quizá les llegue el mismo sentimiento.
Esta foto fue tomada en el trayecto entre Calafate y Chaltén.
En ese entonces la ruta que une estos dos pueblos no estaba asfaltada, por lo que llevaba muchísimo tiempo transitarla. Sin embargo estaba poblada de gente que decidía atravesarla en bicicleta o inclusive caminando (220 kms!). La ruta estaba viva, en su quietud menguaba de seres humanos que transitaban un camino hacia el cambio. Poblada de curvas, nunca sabías con quien te ibas a encontrar en el siguiente zigzag.
Una vuelta ¡y zas! Un hombre de unos 60 años: pelo blanco pero buen estado físico.Su bicicleta peleaba con el viento y con los kilómetros, en un momento no pudo mas y paro sobre una pierna su bicicleta, y ahí pasamos nosotros. Me quedó grabado la imagen de su rostro lleno de felicidad y como la luz del sol lo iluminaba, un rostro lleno de sueños a pesar de sus años una expresión colmada de placeres ante el desafío.
Y ahí vimos esto que se ve en l foto. Según mi hermana parecían indios o guardianes parados en el filo de la montaña, vigilantes de los transeúntes y aficionados al trekking que pretenden llegar a El Chaltén.
A ella se le ocurrió la idea: Iba a correr hasta donde estaban “parados los hombrecitos” e iba a posar para esta foto, como si fuera un vigilante más.
Luego contó que cuando llegó a la primer roca comprendió el groso error que había cometido. Lo que creía que era una piedrita, la doblaba en altura ¡Era gigante en comparación a su primer percepción del paisaje! Por primera vez tuvo una aproximación de la distancia real hasta “los hombrecitos”.De pronto todo tomó un nuevo tamaño.
La distancia era mucha, y a mi hermana se veía cada vez mas pequeña.
Y con ustedes, les dejo la foto que es sin duda, muestra del verdadero tamaño de las cosas.



lunes, 19 de abril de 2010

Lo que la era del hielo nos dejó


Y finalmente después de varios kilómetros recorridos llegamos a ese lugar.

Habíamos salidos un día en verdad muy lluvioso y luego de 36 horas de viaje (36 horas de viaje mareada a punto de vomitar) llegamos a Calafate. Yo ya conocía, pero para mi hermana era todo nuevo, fantástico e increíble. Para mi también, aquel lugar al que uno va una vez y cuando vuelve a ir, se vuelve a sorprender como si jamás hubiese estado.

Allí conocimos un grupo de Brasileños que viajaban en Land Rover desde Brasil y que estaban sufriendo los avatares del clima. Solo uno de ellos hablaba español tan bien que cuando hablamos por primera vez creí que era Chileno :s.

Pasamos año nuevo de campamento ¡Si! Con un grupo de extraños: Ingleses, Brasileños, otros Argentinos, todos juntos en el camping festejamos, brindamos y nos matamos de risa un rato. Todos compartíamos estar muy lejos de casa, lejos de la familia. Son muy extrañas las fiestas lejos de la familia para mi al menos, ya que la mayoría de los que andaban por ahí estaban acostumbrados y habían pasado navidad en viaje.

Prometí encargarme de los mates del grupo y los Brasileños nos llevaron a ver el famoso glaciar.

Fue de una forma muy graciosa. Nosotras andábamos por ahí cerca de las Land Rover y ya habíamos hablado un rato con los Brasileños, creo que Gabi fue quien se acercó a la dama del grupo y lentamente en un español muy despacito le preguntó. Yo solo llegué a escuchar "Si tenemos lugar" y nada más, pero me dio gracia como con mímica Gabi les decía si podíamos ir atrás.

Ellos eran cuatro hombres y una chica, todos empresarios textiles.
Si bien es lindo un hotel, no se compara a la aventura de la carpa, de ponerla donde uno quiere, de salir y ver las estrellas, ni escuchar toda la noche ese relajante sonido de una arrollo cercano que corre. Es exquisito comer en un buen restaurante, pero pocos saben de la exquisités de la polenta con queso, comida con verdadero hambre animal, ni del contacto con la naturaleza, lo purificador y liberador de ese contacto.

Ellos lo sabían, lo sentían y lo aceptaban como parte de un buen viaje y por sus camionetas estoy segura que no había necesidad económica de usar una carpa.

Tan alegres y positivos eran ellos, que se inventaron una cancion bastante pegadiza que aún recuerdo: Era al ritmo de esa canción "Welcom to tijuana..."



Welcome to patagonia

Viento, carpa, insomnia




Nos invitaron a Torres del Paine, pero no pudimos acceder porque en ese entonces mi hermana era menor de edad por unos pocos meses, quedamos en encontrarnos en nuestro siguiente destino: El Chaltén.
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