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viernes, 17 de mayo de 2013

FFWD

Se aplastan las venas
-no sabía-
cuando muere alguien.

Y quedan planas,
vanas,
como cintas inútiles
de un cassette destripado.

Y no sé adónde
va la sangre,
ni el sonido
de las cintas,
de las venas.

Ni si sirve de algo
pretender rebobinar
con un bolígrafo gastado
atravesando el ombligo.

jueves, 14 de marzo de 2013

De muertes a extrañezas,
el Libro objeto

Hace un par de meses tuve la enormísima suerte de recibir una invitación. Norberto Luis Romero, escritor y editor artesano, quiso regalarme la oportunidad de ver publicados algunos de mis textos en su editorial Las puertas del hacedor.
El resultado ha sido una pequeña recopilación de nueve microrrelatos que recorren de a tres el breve camino de muertes a extrañezas.
Os hablaría de texturas, del olor, del peso de la muerte escrita y de cuánto aprieta el cordón; pero jamás os haríais una idea. De modo que os invito a ver algunas fotos y a visitar la página de la editorial Las puertas del hacedor, y la del propio Norberto Luis Romero, de cuyas manos brota algo así como la materialización lectora.


sábado, 29 de diciembre de 2012

Dalma tangencial

Y quién iba a imaginar que algo así ocurriría, demonios, quién iba a sospechar siquiera la sensación extraña de alivio, mientras mamá desgranaba lamentos y sumaba puntos entre los dedos, entrechocando aquellos ganchillos enredados de lana roja, como si tejiera los hilos de sangre que brotaran de su hija unos minutos atrás.
Y quién, en fin, perdonaría ese rehuir la visión de la agonía, ese darnos la vuelta todos en formación; la cara contra la pared y la espalda expuesta a la extinción de Dalma, joven aún, que jadeaba en un degüello. Dalma, que fue tanto tiempo centro de nuestras vidas orbitales; que derramó su ausencia en medio de un salón, de una insólita sobremesa abrupta.


El año pasado nos pareció mal que el Círculo Cultural Faroni
declarara desierto su certamen anual de hiperbreves.
Este año alguien se la ha metido doblada.
Doblada e inédita.
Indómita y mística.
Dindúmila y cacafufa.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Inquilina

a I. L.

Cierro el bar, enciendo un cigarro y dejo cinco euros en la caja. Saco dos Heineken. Las abro.
Bebo de la mía y miro la otra. Sola.

Acabo mi cigarro. Acabo mi Heineken y miro la otra. Sola. Inquilina de un recuerdo, poseída del duelo de haber perdido el tiempo, con un brillo fresco y verde de luto de mierda.
Qué sola estás, hija de puta. Y la tiro por la fregadera.

viernes, 17 de agosto de 2012

Instrucciones para resucitar

Escucho al vecino vociferar, y me noto muerto. Pongo la tele, les advertimos de la dureza de las imágenes que acaban de ver. Yo no miraba, pero lo he oído todo; el golpe, los lloros, el tumulto, yo qué sé; una mierda.
Tomo un libro y me detengo en las esquinas superiores, apenas dobladas; las palabras dan igual si te notas muerto.
Un refresco, una cerveza, lo que sea que haya en la nevera. Por pasar el rato. Agua del grifo. Al final, agua del grifo. Para notarme muerto bebo un vaso.
Clan, clan, me noto vivo.
Estoy.
Movería las orejas si pudiera.
Clan, clan, trrr, clan.
En el baño, clan, clan.
Me siento allí, delante, a observar. Mejor que la tele. Entre la espuma. Aunque haya sido sin querer. Para sentirse vivo hay que escuchar monedas en la lavadora.

jueves, 31 de mayo de 2012

Ojalá

Hay muchos factores que pueden hacer que un texto esté bien leído. Da igual. Ojalá todos los textos se leyeran así. Ojalá. Mil gracias, Maika.

A partir del 4:24


Ese maravilloso viaje que le habían prometido sus padres con la mirada fija en el suelo y la sonrisa de comer limón, Corfú; la garantía de unas gafas de sol enormes, diecisiete tarjetas que venían con las flores, una copia de la esquela, una foto en la cuna, el certificado, un suplemento semanal, instrucciones de una crema para el pecho, la ecografía y la amniocentesis; prospectos de yodo, prospectos de hierro, la factura de la clínica y la del hotel. Habitación individual. Todo eso sobre la mesa, en ese orden. Y la ventana. Y al otro lado de la ventana, nada de nada.

jueves, 10 de mayo de 2012

Montón


Ese maravilloso viaje que le habían prometido sus padres con la mirada fija en el suelo y la sonrisa de comer limón, Corfú; la garantía de unas gafas de sol enormes, diecisiete tarjetas que venían con las flores, una copia de la esquela, una foto en la cuna, el certificado, un suplemento semanal, instrucciones de una crema para el pecho, la ecografía y la amniocentesis; prospectos de yodo, prospectos de hierro, la factura de la clínica y la del hotel. Habitación individual. Todo eso sobre la mesa, en ese orden. Y la ventana. Y al otro lado de la ventana, nada de nada.



Micro clasificado hoy en ReC

jueves, 3 de mayo de 2012

Stock



Se entrenaban para estar muertos; un, dos, tres, ictus; hop, hop, tiro en la sien. Al sonar el silbato se levantaban y trabajaban en grupo para escenificar una guerra civil, o una buena epidemia; lo que dijera el míster. Luego, las hordas nonatas, prorrogadas, volvían a sus nidos, a esperar la llamada a filas, conminadas a una vida rápida antes de que acabara el mundo, para ir vaciando ese enorme almacén de todas las almas pendientes

martes, 24 de abril de 2012

Allí

En un pueblo que se llamaba Visavis había dos casas enfrentadas. Dos puertas, doce ventanas, cientos de agujeros en las fachadas. Y una fuente en la calle. Mugía una vaca con hambre detrás de cada casa. También había dos teléfonos sonando para ver qué tal está el abuelo.

miércoles, 18 de abril de 2012

Ritual

Abro mi baulito de herramientas, tomo el destornillador del abuelo Walter, con sus cachas de madera, con sus manchitas de sangre. Recuerdo a la abuela Doris, tan linda, tan bruja, tan llena de agujeros después. Lo empuño con fuerza y me acerco a la caja. Hay muescas en el borde, bajo la tapa, allí donde cada año apoyo el destornillador para hacer palanca y abrir la caja y mirar dentro y decir hola Doris y cerrar la tapa.
Este año Doris no está.
Me agacho tras dejar escapar un grito en blanco y tomo de nuevo el destornillador. Me acerco a la caja del abuelo Walter. Hay muescas en el borde, allí donde antes no había ninguna.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Caracola

Surgió el tiburón de la caracola y arrancó la cabeza del niño que escuchaba el mar, tan real. Y luego, esa agonía rasposa del tiburón en el suelo de la cocina se vio interrumpida por un latigazo de pulpo, que brotó de la caracola para enrollarse alrededor del escualo y llevarlo de vuelta al fondo del mar, con las olas y la cabeza del niño.



Surgió el tiburón de la caracola y arrancó la cabeza del niño que escuchaba el mar, tan real. Y luego, esa agonía rasposa del tiburón en el suelo de la cocina se vio interrumpida por un latigazo de pulpo, que brotó de la caracola para enrollarse alrededor del escualo y llevarlo de vuelta al fondo del mar de la imaginación, con las olas y la cabeza del niño.

martes, 13 de marzo de 2012

Sus labores

Mamá era plañidera en una fábrica de pañuelos. Tenía los ojos marrones, de hayedo húmedo, descoloridos y azules de tan gastados. Empapaba los pañuelos y decía «una capa más, un gramo menos de fibra».
Mamá no tenía horario, se iba cuando le dolía la cabeza, y a menudo trabajaba en casa. Le pagaban el desconsuelo a peso.
Así nos mantuvo durante años, hasta que un día se secó y murió sentada en el sofá; con la foto de papá en una mano y un paquete de «aloe tissue fresh sensation» en la otra.

viernes, 10 de febrero de 2012

Peluche

En el arcén de la autopista el hombre sostiene un peluche ensangrentado. Mira al cielo con pinta de querer subir. Con pinta de querer subir y partirle la cara a alguien.

jueves, 2 de febrero de 2012

Eugenesia






Abro la ventana.
Sí, ahí está. Oigo la flauta.
Viene el afilador.
Rebusco en la cocina y elijo el cuchillo largo, el de cachas de madera. El mango está mellado cerca del filo, y allí reposa el pulgar, la cadera del pulgar. Acaricio la muesca con el dedo. Y la muesca responde con la sólida aspereza de un roto en un cuchillo.
Viene el afilador. Todos corremos ahora escaleras abajo. Oigo la flauta. Oigo el ruido de un millón de pasos. Sólo los locos quieren llegar primero. Sólo los torpes y los suicidas llegan segundo, tercero, cuarto... Y el resto, los sumisos, esperamos en la fila.
El afilador lleva un sombrero de dios y una sonrisa del diablo. Conoce su trabajo. Sus dedos cicatrizados se dejan querer por ese infierno entre filo y piedra. Hace su labor y se va. No se detiene a mirar cómo el primero comprueba el filo con el segundo, con el tercero, con el cuarto.

lunes, 16 de enero de 2012

Sana


En la sala de disección nunca se mueve nada. Los cuerpos, acartonados, descansan sobre las camillas mientras esperan a los estudiantes. Hoy no hay muertos a la vista. Sólo sábanas en el suelo y un rastro de charcos de formol hasta el aula; y allí, un rumor de voces sin laringe, un olor a pedos sin tripas, una pena de almas sin cerebro. Y al fondo, entre maternal y enloquecida, la voz de Damián, el vigilante, que les canta: «cura, sana, cura, sana, culito de rana».


domingo, 25 de diciembre de 2011

Propitaphium



Si quisiera decir
de lo que fui,
es que ya no soy.

Y, no siendo,
¿qué diré?;
y ¿a quién?,
¿por qué?

Y, si no soy,
que digan otros.
¿Qué dirán?
¿De quién?,
si ya no soy...
ah, bien.

Y, si aun así,
hubiera algo que decir,
algo que fuera obvio,
indudable, destacable,
realmente notable,
es que siempre tuve las manos
bastante Pedrorena.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Urgencia


Se me cruza un coche. La madre conduce histérica. En el asiento de atrás, la abuela, con el niño en brazos, me mira triste y tranquila. Sólo ella y yo sabemos que ya es tarde.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Escribe tu propio epitafio


Haz la tarea antes de morirte.
El 25 de Diciembre
escribe tu propio epitafio
y publícalo en tu blog.

Esta iniciativa nace
como homenaje a Nicanor Parra,
Premio Cervantes 2011.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Receta

Tome unas zapatillas deportivas del número 32.
Introduzca algo de arena en su interior.
Inclínese ante el retrete y vacíe allí la arena de las zapatillas.
Escuche.
Es un ruido de bambú hueco entrechocando, de Campanilla volando en Guatemala, de balbuceo de flauta, de pompas en los labios.
Así suenan los recuerdos de un hijo muerto.






Me apetece re-publicar este micro, que mi amigo Alberto me permitió mostrar en su blog hace un tiempo. A Iván le gustó (y eso es muy bueno), así que ahí queda.

martes, 26 de julio de 2011

Requiem pro Amy Winehouse

La hija del taxista cantaba
con una voz que le dieron
y una fuerza que le puso.
Con el timbre del que sabe
que tropezar no es más
que parte de andar.

Por fumar le dio la tos,
por la farlopa, un yuyu;
por la keta, un mal rollo
y por el costo, esa manía
chunga de mirar al techo.

La hija del taxista tenía
choja para el buen vino
y costumbre para el peor;
y tenía los ojos capaces
de ver lo cierto de la vida,
y toda su mierda.

La hija del taxista
me hizo llorar
con su versión de Moody’s mood
igual que Nina con How it feels.

y,
al contrario que tú y que yo,
sabía, más o menos,
lo que iba a durar;
y eso la mataba,
o al revés.