Escribo este post la tarde del jueves, estoy sentada en la mesa del despacho, tengo el CD con los datos del proyecto, que tengo que entregar mañana antes de la presentación, grabado, metido en una caja con caratula y todo, aunque sé que luego la caja se la quitan y lo guardan en un libro de CDs con los demás proyectos. Tenía impresa la caratula antes de hacer el descubrimiento del libro de CDs, y me gusta como queda.
Estoy acabando de imprimir el powerpoint que utilizaré en mi presentación, tres copias, una para cada miembro del tribunal. Cuando esté impreso, lo meteré en tres portafolios
SwingClip© (me encanta el nombre de este trasto). Y no tendré nada más que hacer que esperar a que sean las 11 de
mañana.
Quiero ir a la uni relativamente pronto, aunque dependo de Rous y su Pocoyó, que tienen que llevarme; soy la primera que presenta en la sala y quiero aprovecharlo. Mi intención es llegar, montar el portátil, verificar que todo funciona, y hacer la presentación una vez por la mañana; aunque me han dicho que no es buena idea porqué voy a estar nerviosa. De la media docena laaarga de veces que la he practicado, he llegado a la conclusión que lo hago mucho mejor la segunda vez, así que, lo voy a intentar. Si no sale, iré a tomarme un café (o quizás una tila) y recibiré a todos los que hayan podido montárselo para venir a verme.
No estoy nerviosa. Es raro, porqué soy perfectamente consciente de que debería estarlo, pero tampoco lo estuve antes del examen de conducir: ni el
teórico ni el
práctico. Estoy inquieta, con ganas, pero no con nervios. Es como si mañana tuviera un cumpleaños, una cena en casa, una comida familiar, o algo que hay que montar, y que me hace ilusión... pero no nerviosa.
Me han dado muchos consejos: que esté tranquila, que soy la que más sabe del proyecto que he hecho, que lo he practicado mucho, que estoy acostumbrada a dar clases, que lo voy a hacer bien. Además, intento aplicar también lo que me dijo
el chico del delfín el día antes de mi examen de conducir:
Vas a hacer un examen de algo que sabes hacer... a ver cuantas veces te ha pasado eso en toda la carrera. Pero el que más me gustó fue el que me dio el fin de semana pasado el que probablemente sea el hombre más encantador que he conocido nunca:
entregar el proyecto es una experiencia única, es un logro, es acabarlo, culminar todos estos años... deberíamos disfrutarlo, y no pasarlo nervioso y agonizando. Quizás he versionado un poco las palabras, pero me quedé con la idea, y doy fe de que voy a hacer todo lo que esté en mis manos para conseguirlo.