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domingo, 21 de abril de 2013

Llamadas y abrazos

Recuerdo una vez, de pequeña en el que el teléfono sonó por la mañana, un poco demasiado pronto. Estaba en la cama de mi madre, como casi siempre. Pregunté qué pasaba. "La abuela". No dijo nada más, no pregunté nada más. Me dio un beso, me arropó y yo debería haberme dormido un rato más, pero por alguna extraña razón, no lo hice. Ella se quedó sentada.
Un rato después, mi abuela apareció por la puerta, cómo cada mañana. No entendí nada. Creía que había llamado para decir que hoy no podría llevarme al colegio.
Mis recuerdos a partir de ahí son difusos. El que había llamado era mi tío, para decir que mi otra abuela había muerto esa noche.
Era mi primer contacto cercano con la muerte. El descubrimiento de que las personas a las que tu quieres, y con las que compartes tus rutinas, mueren.
Recuerdo el abrazo de mi madre. Un abrazo más largo que fuerte del que intenté zafarme, pero en el que me retuvo hasta que la rabia y la incredulidad dejaron paso al dolor.Todavía hoy no se si ese abrazó me sirvió más a mi o a ella.
El tiempo pasa y aprendes a recibir llamadas. A veces incluso eres tu quién tiene que hacerlas. Y con cada una de esas llamadas entiendes un poco más la necesidad de ese abrazo, que no soluciona nada, que no mitiga el dolor, pero que es lo único realmente sincero que puede hacerse cuando no puede hacerse nada.
Para mi querido amigo S., que hoy necesitará abrazos.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Transportistas

8:30. La sujeto recibe un mail:
Su pedido ha cambiado al estado En tránsito el día 27/03/2013
La agencia de transportes contactará con usted para realizar la entrega.
El plazo aproximado es de 2-3 días.

12:30. La sujeto recibe una llamada
- Hola buenas, estoy en la puerta y no hay nadie...
- No, estoy en el trabajo... Me dijeron que llamarían para concertar la entrega. ¿Pueden venir mañana?
- ¿Y no hay nadie que pueda recibirlo?
- Bueno, podría haber alguien en una hora o así. ¿No pueden venir mañana?
- Mmm... una hora... ¿y por la tarde?
- A partir de las 5 o así.
- Mmm, es muy tarde, ¿podemos venir mañana?
- Sí, mañana, ok.
Y luego nos quejamos de falta de eficiencia...

viernes, 9 de noviembre de 2012

Acompañando

Hace más de un año, una tarde de jueves, leí un post que me pareció brutal. Lo leía un día después de su publicación, así que no comenté, aunque lo compartí en Twitter. Acompañar. Habla del bien que hace sentir el apoyo y el cariño de los que te quieren en momentos difíciles. Yo soy esa clase de personas que consiguen que te rías en esos sitios tan fríos. Soy capaz de marcarme un pase a lo modelo profesional en una sala de espera de hospital con tal de arrancar una carcajada entre lágrimas, cuando creo que mis abrazos ya no son suficientes.

La lectura me hizo pensar en muchas cosas, incluyendo un post que tenía en la recámara, y que me dio por publicar. Pero sobretodo, me dio por pensar que debería escribir sobre otro tipo de acompañamientos que son todavía más difíciles. Y quizá incluso más agradecidos.

A veces, no sólo hay que acompañar a los que se quedan, si no a los que se van. El azar, o el destino, o el simple paso del tiempo, hizo que esa semana lo hiciese de nuevo.

Una llamada de teléfono. "Tía María se muere". Cuelgas el teléfono, suspiras, sonríes. 90 años y cada día peor. Llevas más de un año sin verla con la eterna promesa de que el domingo siguiente encontrarás un hueco. No te sientes culpable. No tienes ganas de llorar. Sabes que este día tenía que llegar, y que no podía tardar. No corres. No hay nada que hacer. Ni siquiera despedirse. El día siguiente tienes cosas que hacer, y las haces. Si no llegas, no llegas. Ya hay alguien allí.

Al fin, día y medio después, te escapas. Dijeron que quizás no pasaba la noche y ahí está. Y la ves, y la besas, y la tocas. Y no sabes si siente o no siente, pero no puedes dejar de tocar, de acariciarla, de hablarle. Y acompañas a los que la acompañan. Y compartes recuerdos. Y sigues teniendo esa sensación de que no has llegado a conocerla todo lo bien que merecía. Todavía le quedaban cosas por contar, seguro. Pero ya no le quedaban cosas por vivir.

Hoy hace un año de aquella llamada, y no puedo evitar sonreír al pensar que todo el mundo debería morirse así. Con todo hecho.

martes, 23 de octubre de 2012

Esfuerzo y sacrificio

- A veces, uno debe sacrificarse para conseguir lo que quiere. Y tú no tienes ni idea de lo que significa esa palabra.
- ¿Cómo que no? ¡Me he esforzado mucho! - Gritó, rabioso, con lágrimas en los ojos. -
- Sí, te esfuerzas muchísimo, y eso no puede negartelo nadie. - Sonrió y le besó tiernamente una lágrima.- Pero eso no significa que te sacrifiques. 
- Pues... no sé qué más puedo hacer. - Respondió abatido -
- Cariño, esfuerzo y sacrificio no son lo mismo. Esfuerzo significa hacer todo lo que uno puede. O quizás un poco más, como tú. Sacrificio implica renunciar a hacer algo que uno quiere.

viernes, 1 de junio de 2012

Del Latin

La palabra "maestro" deriva del término latino "mag ister" y este, a su vez, del adjetivo "magis" que significa "más o más que". El mag ister lo podríamos definir como el que destaca o está por encima del resto por sus conocimientos y habilidades.
Por ejemplo, Mag ister equitum, jefe de caballería en la Antigua Roma, o Mag ister militum,  jefe militar.
De la misma familia tenemos magistrado, magistratura, magistral. Obsérvese que los oficios "nobles" de la misma raíz, prefieren la forma latina.

La palabra "ministro" deriva de "minister", sirviente, y este, a su vez, del adjetivo "minus" que significa "menos" o "menos que". El minister era el sirviente o el subordinado que apenas tenía habilidades o conocimientos.


El latín nos explica porqué cualquiera puede ser ministro, pero no maestro.

Recibido en mi correo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Buenos días!

Ayer, el conductor del bus que cojo por las mañanas me esperó. Me había adelantado a unos 30 metros de la parada. Normamente hubiera corrido al verlo venir, pero aún no puedo. Iba a dejarlo escapar, pese a que tiene una frecuencia muy baja, y la alternativa hubiera sido tener que coger otra línea y hacer transbordo. Esa otra línea tiene una frecuencia muy superior, y hace la mayor parte del recorrido conjunto, pero él me esperó porqué me había reconocido y sabe que casi siempre voy con él y me bajo en el Walden, una parada dónde la otra línea ya no llega.

Me esperó porque el semáforo que está a 5 metros de la parada se había puesto en rojo, y en lugar de avanzar, esperarse allí y negarse a abrir las puertas, cómo hacen normalmente muchos otros, se esperó en la parada para que pudiera llegar.

¿Sabéis por qué me conoce? No es que sea amigo de mis padres, ni de mis abuelos, ni que sus hijos hubieran ido a la misma escuela que yo, ni que trabaje con su mujer, ni que seamos del mismo barrio. No se si tiene hijos, ni siquiera cómo se llama. Ni él tampoco lo sabe de mi. Me conoce porque por las mañanas, cuando me subo, haga frío o calor, tenga un buen dia o uno malo, le miro, le sonrío y le deseo buenos días.

Hoy, cuando ha llegado, yo estaba puntualmente esperándole en la parada. He subido detrás de los gemelos de 4 años que también le saludan, antes de ir corriendo a buscar el sitio junto a la ventana que cada día le toca a uno de los dos, le he saludado y me ha respondido, sonriendo, hoy no te ha tocado correr, eh? Ojalá todos hiciéramos nuestro trabajo con las mismas ganas que él.

¿Habéis probado a ineteractuar con el mundo? Y más aún, ¿a hacerlo sonriendo? No nos sacará de la crisis, nisiquiera garantiza tener un buen dia, pero os aseguro que, si es malo, al menos se afronta de otra manera

jueves, 8 de marzo de 2012

Encarna

Ayer por la mañana me tocó a mi comprar las cuatro barras de pan que nos desayunos con mis compañeros de trabajo cada día. Casi nunca voy a la panadería, y menos entre semana y ya nunca coincido con Encarna.
Ella no me (re)conoce, aunque me saluda como si fuera clienta habitual, pero para mí es un recuerdo vivo de mi más tierna infancia.
La panadería ha cambiado. Recuerdo un mostrador alto altísimo, tan alto que nisiquiera veía lo que había en el mostrador. Mi madre iba a comprar el pan, imagino que cada día, y ella siempre salía del detrás del mostrador gigante y me daba un trozo de bastón. Aunque mi madre me comprase uno entero. Ella siempre tenía guardado un currusco para mí. Y imagino que para el resto de niños del barrio.
Ahora está detrás de un mostrador que a mi me parece mucho más bajo, y que seguramente lo sea, en una panadería tan grande que tiene hasta cafetería. Y al menos otras dos panaderías.
Ayer, mientras esperaba, pasó una mujer mayor, muy mayor, asomó la cabeza y Encarna le dijo a una dependienta que la señora Ana venía a por su media barra de pan. Le dieron un trozo de una barra de pan rota. Cómo mis trozos de bastón. La señora Ana se fue pagando con una sonrisa. -Mañana te lo traigo, Encarna. - No se preocupe. Sonrisa.
No se nada de Encarna. No se sí es encargada o si las panaderías son suyas. No se sí tiene hijos, si es feliz con su vida. Sólo se que se llama Encarna y que lleva al menos 25 años preparando pan y regalando sonrisas a todo un barrio.
Ella es una mujer trabajadora. Dicen que hoy es nuestro día. Felicidades a todas. Y ojalá algún día vivamos en en un país civilizado y no necesitemos celebrarlo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Incubando la regla

- Creo que estoy incubando algo. Me duele la cabeza, llevo una semana dopándome, estoy súper pava y juraría que tengo fiebre.
- Pues a mí me suena a regla.
- Eres imbecil. 
- Si, definitivamente, es regla.

Lo jodido, es que probablemente lo sea. Y que la conversación ha tenido lugar horas después de leer el post de Moli: Molidocumentales: Grandes verdades de la regla.

¿Se regulará la regla también por convivencia online?

sábado, 15 de octubre de 2011

Reflexiones dignas de Philosoraptor

Si la experiencia es un grado, cuantas más veces vuelva a empezar a fumar, ¿más fácil será dejarlo la próxima vez?

Conversaciones tuiteras entre @linkaSarip y @jvivess.

domingo, 28 de agosto de 2011

No lo estropees

Publicado originariamente en Fotolog, el 19 de Noviembre del 2008



- Tiruriruriruri
- Si? Dime.
- Nada, es que acabo de descubrir que ya no te necesito. Y tenia que decirtelo
- Ah. Que bonito, no?
- ... que no te necesito, pero que te quiero.
- Vaya, yo ...
- No digas nada, sólo vamos a estropearlo.
- ...
- Buenas noches, bicho
- Soñaré contigo
- Mierda. Sabia que lo estropearías.
- Por que? Qué he dicho ahora?
- Porque lo que yo quiero es dormir contigo, no soñarlo.

martes, 26 de julio de 2011

jueves, 7 de julio de 2011

Dentro de una maleta

Publicado originariamente en Fotolog, el 22 de Julio del 2007

#déjame volar en tu maleta de los sueños#

y si me hago una bolita,
me encojo muy pequeña
me meto en el fondo de la maleta,
escondida debajo de todo lo que necesitas....
¿me llevarás contigo?
¿hasta el fin del mundo?

[xq te juro que ahora mismo perderme contigo es lo que más deseo...]

domingo, 3 de julio de 2011

Adicta a la sal

Cualquiera que me conozca o me lea de hace tiempo sabrá que no puedo vivir sin ella. Hay personas que dicen necesitar el mar, pero yo lo necesito todo. El mar, la arena, la sal. He hablado muchas veces de mi paraíso particular, del origen de mi devoción, incluso de las conversaciones que he oído contando aviones.

Ayer, pese a que el día parecía haber confabulado en nuestra contra para sabotear mi primer día de playa intensivo del verano, los comerciantes, una vez satisfechos con mi consumo, decidieron aligerarse la tarde, y permitieron al sol volver a salir. Lo tomé como una señal y cogí un tren dirección opuesta a mi paraíso particular, dirección a otra de las playas de mi vida.

Aterrizamos en una playa que tenía intención de quedarse tranquila en un par de horas y me quedé disfrutando de su compañía hasta que el sol se escondió por las horas, y las nubes de tormenta aprovecharon para oscurecer aún más la noche que entraba.

En algún momento indeterminado, con el sol ya muy bajo, la playa casi vacía, mi piel seca y con sabor a sal y mi toalla llena de arena, abrí los ojos mientras alguien exclamaba, en tono de susurro, "¡Qué cara de felicidad! Sonreí, asentí y pregunté en voz alta: ¿Hay algún sitio en que se pueda ser más feliz que en la playa?

sábado, 25 de junio de 2011

Chica yéyé

- Aix hija, si yo tuviera tu edad, haría las cosas de otra manera.
- Ya claro, serías una golfa, ¿no?
- Pues sí. No sería tan buena, no.
- Eso lo dices ahora, pero cuando tuviste la oportunidad no lo hiciste, será por algo, ¿no?
- Porque era tonta. Ser tan buena no lleva a ninguna parte.

Mi abuela, en pleno arrebato de: No seas tonta y disfruta la vida.

jueves, 9 de junio de 2011

Llamadas entrecortadas

- ¿Si?
- No digas nada que se me corta.
- ¿Perdona?
- Escuchame: necesito verte.
- ¿Perdona?
- No te escucho, escribeme a fsdfsds@fsfds.net.

Y colgó. No se quien era esa mujer. No se a quien creía estar llamando. Y lo que es peor: no he entendido su mail y no puedo avisarla de que esa persona no ha recibido el mensaje.

domingo, 15 de mayo de 2011

Perdiendo el norte

Publicado originariamente en Fotolog, el 11 de Agosto del 2008



- Algún dia tendrás que explicarme como se hace para no perder el norte, que me siento como la brújula del Capitán Sparrow cuando se hace un lio!
- Vale, algun dia te lo explico! Pero es muy simple: a veces es necesario que se haga un lio.
- Estoy tranquila, se que siempre habra alguien para deshacer el nudo.

jueves, 5 de mayo de 2011

Redecora tu vida

Hay momentos en que uno tiene la necesidad. No sabes si tu has cambiado, o ha cambiado el entorno, o quizás un poco de las dos cosas. Quizás tiene que ver con que, ahora que casi ya no parece que acabemos de mudarnos en el trabajo, estamos de obras en casa y mi querido sofá naranja está hibernando debajo de unas sábanas. O más posiblemente, con que me pase el día discutiendo tonos de pantone para las puertas del comedor al mismo tiempo que intentamos lanzar el nuevo proyecto. O puede ser porque me estoy acostumbrando a vivir rodeada de... muebles encintados y capas y capas de polvo. Puede que sea un cocktail de todo. Y qué buena pinta tienen los zumos de A vista d'hotel, y qué ganas de probarlos. Puede que el hecho de tener poco tiempo para escribir ayude. Quizá sea la primavera, o que no es la primera (vez). No lo sé, y, aunque tampoco me preocupe, y a vosotros quizás no os interese, confieso que... me muero de ganas de cambiar el diseño del blog.

martes, 26 de abril de 2011

Demasiado

Se dejó caer en la cama, a su lado, temblando, dándole tiempo, entre caricias, para que su respiración recuperase el ritmo. Le besó la nariz y susurró un te quiero que no obtuvo más respuesta que una sonrisa temblorosa. Leyéndole el pensamiento, añadió. -  Sí, lo sé... Es demasiado pronto. Pero te quiero. Demasiado. - Sonrió y se dejó besar, consciente de que aquel beso era todo lo que conseguiría de sus labios. Se apartó ligeramente, contemplando su cuerpo desnudo, suspiró y retomó su monólogo.
- Voy a dejarte.
-¿Qué...? ¿Cómo? ¿Por qué? - se zafó de su abrazo, se sentó en la cama y le miró fijamente, incapaz de encontrar lógica al razonamiento de su amante.
- Porque te quiero demasiado.
- ¿Por que no te he dicho que te quiero? ¿Que yo también? - se acercó y volvió a besarle - Yo quiero estar contigo, ya lo sabes.
- Pero no me quieres. Y yo te quiero demasiado. No quiero volver a estar en ese lado de la balanza.
- ¿Y cómo vas a averiguar cuánto puedo llegar a quererte si sales corriendo ahora?

jueves, 17 de marzo de 2011

Tan sólo un segundo (III)

Él la desnudó despacio, en silencio, cómo si el reloj se hubiera parado. Lo había deseado durante tanto tiempo que no quería perderse detalle. Si alguien les hubiera visto hubiera creído que ella guardaba un mensaje escrito en braille en los lunares de su espalda. Ella se dejó hacer, sentada entre sus piernas, sintiendo el contacto de esas manos tan familiares, y tan desconocidas a la vez. Eran mucho más ásperas de lo que las recordaba, pero no le importó. Llevaba tiempo sin sentirse tan en casa en su propia casa.

Ella recordó una situación demasiado parecida, tiempo atrás. Él le había confesado que aquella vez no se atrevió por miedo a haber malinterpretado algo. Ella no estaba dispuesta a que hubiera ningún error de interpretación. Él le acarició la nuca, ella se deshizo la coleta. Sus manos siguieron subiendo, enredándose en su pelo. Ella bajó la cabeza, se estiró hacia delante. Él sonrió, siempre había dicho que parecía una gata, pero nunca lo había sido tanto como en ese momento. Resiguió con las manos el arco de su espalda, se inclinó y la besó en la espalda, justo en el centro, cómo si quisiera llegar al corazón siguiendo el camino más difícil. Ella sonrió al pensarlo, pero no entendió la jodida paradoja.