No era la primera vez, y tampoco será la última, que mis pasos ponían rumbo al salvaje Macizo de los Ecrins, atrás, las nubes amenazantes y con tintes lúgubres salpicaban el Mont Blanc con continuas tormentas, y alumbraban los recodos con rayos fugaces, a intervalo regular.
El mal tiempo había cortado nuestras alas en el Glaciar de Le Tour, y a modo de animal herido, buscábamos un rincón donde lamer nuestras heridas y aprovechar cualquier atisbo de posible actividad.
La afilada punta de la Divona, rasgó mi celebró en el preciso instante en que la lente óptica pasó por el lugar donde estaba almacenada la información latente, recogida 3 años atrás en el Stage del Game que se organizó en La Berarde.
Y al igual que en aquella ocasión la estrategia era sencilla, visita fugaz, actividad bellísima sin respiro y una carrera valle abajo para llegar a la cena.
Nos costó un rato organizarnos, pues en pocas horas habíamos cambiado las botas, los crampones, los piolets y el frió del glaciar, por las zapatillas, los pies de gatos y el calor de un sol contento y con ganas de fiesta, pero el hecho resultó muy grato. A lo que había que sumar, el instinto y las ansias de roca caliente de calidad.
Las rutas y las cordadas se fueron definiendo sobre la marcha, pues en esta concentración del Plan de Tecnificación de la Fexme no habíamos barajado la posibilidad de escalar en roca seca, y al final el azar quiso emparejar a unos y a otros para correr lo más rápido posible por la pared.
Fuera como fuese, Borja y yo terminamos unidos por dos cuerdas y deseándonos una buena escalada a pie de vía.
La ruta escogida, de entre lo más selecto de la zona, se llamaba y se llama “Visite Obligatoire”, que de entrada, ya deja entrever la calidad de su escalada, pues es una invitación a no pasar por la zona sin recorrer sus magníficos 300 metros, en una dificultad tan asequible como es el 6a, y con un equipamiento completo a base de bolts, colocados con exactitud milimétrica en busca del equilibrio entre aventura y seguridad.
A cual más bonito y disfrutón, el culmen de la ruta se encuentra en el largo séptimo, donde los agarres más selectos y grandes del mercado, han sido dispuestos de tal forma, que provoquen un deleite al ser recorridos.
Para finalizar, tras cuatro largos más, en la cumbre soñada, pulpito de los vientos a partir del cual todo decrece excepto ,claro esta, las ganas de volver a llegar allí por otro sitio diferente.
Toda la inmensidad del vacío se encuentra ahora bajo nuestros pies, podemos respirar y sentir el aire fresco recorriendo los pulmones, cerrar los ojos y palpar la felicidad, buscar dentro y creernos realizados, son momentos inexplicables que sin duda hay que experimentar en la propia carne….
… Más tarde bajamos de la nube, tocamos el suelo firme y volvemos a empezar, pues la escalada es un camino infinito de continuas subidas y bajadas, rozando el vacío en busca del logro efímero y la felicidad permanente.
Al lio!!!!