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“
El humor es una pica.
Como la que usa el poderoso para mantener a ralla al plebeyo.
Como la que usa el débil para tratar de empalar al poderoso”.
I
El humor es una herramienta técnica, psicológica y social, que está al alcance de todos y de nadie. Paradójico y ambiguo, sirve para una cosa y la contraria. Veamos algunas de las posibilidades.
1.
El humor otorga poder al que hace reír. El monologuista, por ejemplo, se pone en una posición de superioridad respecto a su público, manejándolo a su antojo. El buen humorista puede llegar a desactivar la voluntad de los que le escuchan al manipular sus emociones. El público queda entregado y a la espera del siguiente chascarrillo, y del siguiente, y del otro, etc.
El humor ataca al poderoso. El bufón, por ejemplo, se ríe de los reyes y de las gentes de noble cuna, les dice ciertas cosas que nadie más se atrevería a decir. El payaso ridiculiza al poder, lo despoja de toda su seriedad y solemnidad, de todo el boato y la ampulosidad que se reúne alrededor de los poderosos.
2.
El humor procura inclusión. Una pandilla de amigos, por ejemplo, refuerzan sus relaciones mientras se gastan bromas, cuentas chistes y comparten situaciones jocosas. El humor consigue una cierta unidad grupal al proporcionar una serie de experiencias comunes, y placenteras, a los que componen esa comunidad.
El humor procura exclusión. Un chico, por ejemplo, gasta bromas crueles a uno de sus compañeros en el instituto, convirtiéndose en el hazmerreir de clase, en la diana a la que todos dirigen sus puyas. El humor consigue una cierta segregación social al marcar a unas personas colocándolas fuera del grupo.
3.
El humor se convierte en burla autodestructiva, hipercrítica y desactivadora. Reírse de uno mismo hasta el punto de no tomarse en serio, desactivando la autocrítica, pervirtiendo el aprendizaje y toda posibilidad de acción constructiva.
El humor se convierte en profunda autorreflexión, actuando como el auténtico nivel meta del pensamiento. Reírse de uno mismo ayuda a resolver los propios conflictos y tensiones personales.
4.
El humor nos hace afrontar con ironía crítica los problemas socio-económicos en los que nos vemos inmersos. No son pocos los escritores o los artistas, por ejemplo, que pergeñan en sus obras los grandes pecados capitales que las estructuras que administran y gestionan la vida comunitaria cometen contra la sociedad.
El humor procura el olvido de los graves problemas sociales que nos aprietan, es una especie de lenitivo social masivo. Los problemas que nos acucian son tan graves, las expectativas de salir del pozo son tan pocas, que el humor de muchas fiestas populares conocidísimas, por ejemplo, se convierte en una especie de cuidados paliativos comunitario, que no curan el origen del problema pero que sí tratan de mitigar el sufrimiento.
II
Muchos se ríen de las desgracias ajenas, cuando otra persona sufre una caída en la calle o un compañero se da un golpe casual en el trabajo, por ejemplo. Los malvados se ríen cuando sus diabólicos planes salen bien y quedan indemnes ante la justicia. El psicópata se ríe cuando va a trinchar a su próxima víctima. El humor, ciertos chistes por ejemplo, ayudan a perpetuar determinados prejuicios étnicos y posturas claramente machistas y homófobas.
Reímos de felicidad irrefrenable cuando nos toca un premio, o ganamos en un juego o el Real Madrid gana un partido importante. Reímos satisfechos cuando una injusticia es desenmascarada. Reímos, por ejemplo, cuando descubrimos con astucia el sentido oculto detrás de un chiste. Y las personas que cuidan altruistamente de otras que están enfermas o necesitadas sonríen mientras lo hacen, satisfechos de sus actos abnegados.
Se hacen toda clase de chistes -se publican viñetas, se cuelgan memes en redes sociales- tremendamente ofensivos contra figuras religiosas y contra minorías socio-culturales. Y también llenamos los cines para ver algunas películas que se ríen de las peculiaridades de los pueblos y regiones del país -esas que cuentan apellidos- y terminan hermanando a la sociedad.
El humor se ha usado como yugo opresor contra la mujer, como un recuerdo constante del mandato del hombre sobre la mujer. Es ésta, una versión concreta, especialmente relevante, del caso general, el poder de uno sobre otros. Y si el humor se ha usado como respuesta a la amenaza de la mujer en el mundo de los hombres, ya abundan los casos en el que el humor es usado por la mujer para atizar sin miramientos a los machos y sus ademanes represores, ridiculizando los perfiles patriarcales de la sociedad.
Hacer reír a otros es tener poder sobre esos otros, sobre sus emociones, y de ahí a la toma de decisiones. El humor es un potente vehículo ideológico que puede inocular ciertas ideas sin que el público se percate conscientemente de ello. El humor es uno de los nuevos campos de batalla en el que conservadores y posmodernos de izquierdas se meten caña a diario. El humor exacerba la competencia, como vemos a diario en el Twitter –a ver quién hace más gracia, qué chiste es más rompedor, quién es más mordaz y ofensivo-, realmente está potenciando la crueldad y la mezquindad del individuo contra sus semejantes. El humor destruye la comunidad.
Pero, además, la risa es contagiosa, se propaga con una velocidad vertiginosa, vinculando sin dominio a personas completamente desconocidas que descubren, de repente, que tienen algo en común y que pueden relacionarse sin temores ni miedos. El humor humaniza, hace que aflore en nuestra conciencia emociones positivas y constructivas. El humor funciona como el sueño: ayuda a expresar lo oculto, lo inconsciente, lo inconfesable. Es terapéutico, nos libera de la tensión psicológica. El humor nos ayuda a ligar y a encontrar pareja. El humor potencia la solidaridad, hace comunidad.
El humor critica y ridiculiza al poder opresor. El humor critica y desprecia a los oprimidos. Ambas dos se dan en nuestra existencia. Si tratamos de hacer una lectura de cierta profundidad de un tebeo conocido por todos –Carpanta, creado por Escobar en 1947 y publicado por la Editorial Bruguera- descubrimos lo absurdo y surrealista de la sociedad y sus relaciones; pero también del ser humano y su mentalidad personal. Con los cortos de Charles Chaplin ocurre otro tanto. Vemos cómo se hace una critica a la miseria del régimen social y económico en el que estos infelices habitan. Y vemos como el humorista también ridiculiza sin piedad al propio individuo, corresponsable inevitable de su miseria vital. El buen humor no deja títere con cabeza, no sólo hace caso a las circunstancias materiales del vivir -políticas o ideológicas-, también a las bajezas psicológicas y morales de los individuos. El humor puede terminar por autodestruirse, y es el único que puede resucitarse. El humor diluye a la sociedad y al individuo, pero también –a ambos- los renueva y eleva por encima de sí mismos.
Efectivamente, el humor puede ser usado por el poder y puede ser usado por el impotente. Nos da y nos quita, nos ataca y nos protege. Puede llegar a destruirnos, y con él la salvación personal y comunitaria está más cerca. Nos preguntamos, ¿el humor va contra el poder o lo afianza? El humor tiene un lado oscuro y, por correspondencia, un lado luminoso. La conclusión a la que llego es la siguiente: el humor es siempre un medio o un vehículo para algo más, no es un fin en sí mismo. Es un arma o una herramienta que depende de la mano del que la empuña.
PD:
El mundo es un objeto de contemplación, un auténtico espectáculo digno de ser observado. Es un juego, una partida, un toma y daca constante, un movimiento perpetuo entre la risa y el llanto. Está en nuestra mano tomar una u otra. Y entender la vida como una tragedia o como una comedia. Y digo yo, ¿no es motivo de risa –uno de los mejores motivos que existen- el llanto del que solamente llora, sin parar, haciendo de la vida un drama perpetuo? Y, ¿no es dramático –penoso quizás- la risa del que solamente ríe, a cada instante, haciendo de la vida una pura burla?
El Humor. VI Seminario de Antropología de la Conducta “Carlos Castilla del Pino”. Cursos de Verano de la UCA en San Roque (27, 28, 29 julio 2017). Universidad de Cádiz. Celia Fernández Prieto y Amelia Valcárcel Bernaldo de Quirós (Coordinadoras). Relación de ponentes por estricta aparición cronológica:
- J. Mª. Valls Blanco.
- F. Benítez Reyes.
- A. Valcárcel.
- A. González Sinde.
- J.Mª. Perceval.
- J.L. Téllez
- L. Freixas