15 de noviembre de 2015

Te conozco. Voy a por ti.

19.


Viernes noche. La gente sale a la calle a divertirse, a desconectar después de una semana de duro trabajo. Un estadio de fútbol en pleno partido internacional. El deporte que más seguidores tiene en Europa. Una discoteca -de mucha solera- donde acude gente joven a divertirse, bailar y demás. Una serie de restaurantes y cafés donde la gente no muy mayor, con un cierto nivel socioeconómico, se sienta a disfrutar de las buenas viandas, la compañía, la belle vie. Y todo esto, en la ciudad más importante de Europa, la más poblada, en la que se une el turismo, el arte, la ciencia, la ilustración, el civismo político, etc. París es Europa.Es la perfecta ejemplificación de quienes somos, de nuestro modus vivendi.

El aparato simbólico que está ahí expuesto no es un tema menor. Los criminales que han perpetrado la masacre saben tocar las teclas adecuadas para hacer daño. Como si nos conocieran mejor que nosotros mismos. ¿Qué sabemos de ellos?, ¿qué sabemos de lo que ocurre allí? Algo está fallando aquí y no queremos darnos cuenta. Hoy he visto en Youtube un video en el que en 5 minutos se explica con dibujitos la situación geopolítica de Oriente Medio. 
Es curioso cómo estas cosas que se deberían aprender en los colegios-institutos-universidades se aprenden hoy en día en Youtube y las redes sociales. Y con dibujitos, viñetas y demás material masticable para que al baranda de turno no se le fundan los plomos. Vivimos tan cómodos y confortables, con papa-estado dándonos lo que necesitamos que una parte importante de la sociedad sólo sabe que existe lo que vomita la pantalla de su Apple.

Para nosotros son sólo bárbaros, acémilas criminales, cabrones asesinos, fanáticos religiosos, sucios incultos con barba. Y al menospreciar su incapacidad técnica, nos sorprende la capacidad de sus cálculos; la sagacidad con la que planean sus actos; la minuciosidad con la que son ejecutados. ¿Cómo pueden esos cuasi animales integristas planear algo así?, se preguntan algunos con cara de haber visto un T-Rex en el jardín de su casa. Pues pueden, lo han hecho, ahí están los resultados. No solamente no son unos burros estúpidos, unos creyentes exagerados, sino que alguno de ellos saben perfectamente cómo hacer que el terror funcione. Que la inseguridad se agigante, que se rompa la normalidad y que el miedo tenga proporciones gigantescas. Nos dicen, "te conozco, voy a por ti, a joderte la vida y la existencia".

"No entiendo esto. No puedo comprender cómo hacen esto, cómo pueden ser tan insensibles, tan malvados". Esta frase -y similares- las estoy leyendo mucho en este fin de semana. Y claro, quiero decirles a estas personas, ¿cómo podría alguien normal y corriente entender esto?, es imposible, algo increíble, es algo inconcebible para una mente europea. Pero les diré algo más: es el problema de la razón insuficiente, de la lógica incapaz. A la razón le repugna tanto este tipo de actos -fuera de toda sensatez-, que parece incapaz de contemplarlos y analizarlos. Mucha gente queda como anonadada, en profundo estado de shock. Y se encasquillan en la pregunta del porqué y del cómo, las que se hacen para comprender lógicamente el asunto. Es difícil asumir que exista gente capaz de este mal y de este fanatismo. La constatación, la evidencia rotunda de la muerte en masacre es un cortocircuito que muchos no saben cómo manejar.

El paradigma europeo de vida y existencia, que es racional-lógico-ilustrado, el de la democracia, los derechos humanos y la dignidad, el de la serenidad, la condena enérgica y los lazos de colores, necesita una revisión. Una especie de kit de herramientas en caso de accidente o un rómpase en caso de incendio. Este paradigma le ha hecho creer al europeo medio que es la razón y la lógica lo que mueve el mundo. Que el centro neurálgico de la toma de decisiones del individuo es la razón pura, o el sentido común o el interés económico, por lo menos.

Personalmente, me parece que son las fuerzas irracionales, las voliciones inconscientes, las que dominan la vida. Para obtener una visión o perspectiva clara de este horizonte en el que estamos empezando a vivir, en el que nos hemos despertado de un bombazo, hay que introducir nuevos elementos a la pura y simple razón. Hay que empezar a tirar o echar mano de lo irracional, de lo atávico y bestial, de otras categorías no lógicas ni sensatas e ilustradas; esas que son inconscientes, profundas y lógicamente repugnantes. 

No quiero que se colija de mis palabras que haya que empezar a descartar el modelo de vida europeo ilustrado. Que tengamos que convertirnos en racistas insensibles, o en bestias vengativas y dejar de cumplir las leyes que nosotros mismo nos dimos. Nada más lejos de la realidad. Antes de llegar a ese extremo hay varios estadios intermedios que contemplan la sagacidad, la minuciosidad y la contundencia. Pero no hacerlo, no empezar a introducir elementos que ayuden a la comprensión del mundo en el que vivimos es hacer lo que dicen los cuentos que hace el avestruz cuando siente el peligro. Es cierto, con la cabeza metida en el agujero negro dejamos de ver a la bestia que se acerca para atacarnos. Pero es cierto que en ese boquete oscuro nos convertimos en un blanco fácil y seguro. Ya lo hemos visto, por desgracia.