Si no supiéramos lo que ya sabemos, podríamos creerlo. Si la Historia no nos hubiera enseñado con muchos ejemplos lo que está pasando, podríamos creerlo. Si la política internacional no fuera como demuestra ser una vez tras otra, podríamos creerlo. Si la casta política hiciera las cosas de otra manera, podríamos creerlo. Podríamos creernos que la intervención en Libia es para ayudar a los ciudadanos libios. Que detrás de todo este despliege, detrás de todas las declaraciones, el interés está en promover la democracia en ese país.
Pero como sabemos lo que sabemos, como la Historia nos ha enseñado tantas cosas despreciables, como demuestra día a día la política internacional y su búsqueda pertinaz y salvaje por controlar los recursos energéticos de tantos y tantos lugares en nombre de las Multinacionales que la controla como si fuera un títere, como sabemos, sobre todo, cómo hace las cosas la patulea de buitres carroñeros de la casta política; por todo eso, sabemos que es mentira. Espero que alguien, algún día, nos explique lo mismo que nos explicaron cuando lo de Irak y su petroleo: ¿qué relación tiene Francia y 'sus Multinacionales' con el petroleo y el gas libio? Sería exigible que alguien explicara lo que aquí se cuece antes de manipular a la opinión pública con eso de que se hace lo que se hace para salvar vidas humanas. Les importa un bledo, por desgracia, pero es una mentira tan bella, y la gente está tan dispuesta a tragársela, que termina funcionando.
¿Es que nadie ve un contradiós en todo esto? Yo voy a matarte a ti para que tu no mates a ese otro. Cuando el otro fue a matar a otro para que no siguiera matando a otro era un crimen, pero ahora no, porque si yo mato a otro para que no mate a otro, lo que yo hago es justicia.¿De quién es la guerra ahora, de quién los muertos? ¿A quién le protestamos, a quién insultamos? ¿Nos vamos a la calle con pancartas, qué mensaje de móvil se mandarán ahora? No a aquella guerra, no a esta guerra, no a ninguna guerra. No a aquel sufrimiento de civiles inocentes, no a este, no a ninguno de los que vendrán. No a la manipulación de aquella guerra, no a la manipulación de ésta, no a ninguna de las muchas manipulaciones a las que no someten. No a los marionetas beligerantes de aquel entonces, no a las marionetas mudas de hoy, no a las marionetas del futuro. No a la casta política y la política internacional de ayer, hoy y siempre. No a esta forma de vida, de existir y relacionarnos. No a las mentiras y las manipulaciones.
La otra vez, esta vez, y la siguiente vez, porque habrá más veces, sabemos lo que sabemos pero no sirve porque no aprendemos. Es mentira, no aprendemos de los errores. La Historia nos enseña cosas pero no le hacemos caso. Es mentira, la verdad no nos hace libres. La política internacional es una salvaje parca desbocada en manos de unos sádicos que sólo miran por sus intereses estratégicos, que no atienden a razones humanitarias, sólo a sus tácticas de control. Es mentira, hablando no se entiende la gente. La casta política, la de aquí y la de allí, la que gobernó antes, la que gobierna ahora, la que gobernará mañana, miente más que habla, nos manipula, nos trata como lerdos, nos arrean en los lomos y entonces nos movemos. Es verdad, tenemos lo que merecemos.
Merecemos un mundo donde la ONU no sirve para nada, donde la diplomacia no sirve para nada y donde la violencia es el primer y único recurso de los incompetentes. Incompetentes hay muchos, seguramente los merecemos todos, como merecemos los muchos mediocres que nos gobiernan, seres ladinos y mezquinos con gran poder de decisión que usan para enriquecerse. Alguien tiene que despertarnos de este sueño. Mentira, nadie nos va a despertar. Si Salvor Hardin levantara la cabeza...