13 de septiembre de 2017

Se acaba aquí esta andadura que comenzó un 20 de enero del año 2009. Un montón de años, un montón de experiencias, pensamientos y sentimientos que quedan aquí plasmados para la eternidad digital. Gracias a los pocos lectores que os habéis dejado caer por aquí. El proyecto de los momentos perdidos se acaba, pero seguiré escribiendo en otro sitio, por supuesto.
Adiós. Hasta siempre.

This is the End

100

Cuando la deconstrucción deviene destrucción y termina incluso con las cosas que nos funcionaban razonablemente bien. Cuando la debilitación deviene aniquilación y acaba colocando en el lugar vacío un nuevo monstruo. Y pueden terminar provocando peores fantasmas que aquellos que pretendían eliminar. En pos del funcionamiento exacto de una realidad que se resiste a esos finales perfectos En pos de un bien y una justicia sociales que ni ellos mismos tienen clara. Ahora entiendo que si le vas a quitar algo a alguien, masivamente, si vas a terminar con su pasado, si vas aniquilar todo aquello en lo que creyó alguna vez, si quieres terminar con el suelo sólido que soporta a esa inmensa muchedumbre, si vas a acabar con todo aquello que entendían por serio, digno, valioso, más vale que lleves en los bolsillos una buena propuesta, no un puñado de chascarrillos y una plétora de palabras biensonantes. Las alternativas que tenían que ser propuestas tenían que mejorar la vida de las personas, sí. Y resulta que las ocurrencias que salieron de aquella esperanza ni redujeron la violencia, ni aportaron valores claramente superiores a sus contrarios, los que tenían que ser debilitados y deconstruidos. Parece que nadie se percató de las consecuencias futuras. No hubo selección de objetivos. O, ¿es que una vez desatadas las hordas destructivas del ser humano nadie pudo controlar la demolición del presente occidental? Entonces, en el fondo, a estos debilitadores no les separa nada de la barbarie de los fuertes anteriores. Nos estamos disolviendo, nos estamos autofagocitando, y no para bien, precisamente. Si nada lo remedia terminaremos liquidados por nuestra propia mano. Y será un triunfo de esa filosofía, y de esa política. Y nadie quedará para saborearlo, porque el monstruo que saldrá victorioso de esa ruina no dejará a la gente que lea, que se forme, que se instruya, que haya pluralidad, que la gente tenga espíritu crítico. Invitar a un terrorista a la televisión para que se ría en la cara de todas su víctimas, que la autoridades públicas le agasajen como si fuera un héroe, es un signo más que claro y evidente de la corrupción imparable que nos queda por delante. 

7 de septiembre de 2017

El poder

99.
I
La esencia del poder es el autorreforzamiento, no su disgregación en formas menores. En el nivel corriente de la política, el de los partidos y las elecciones, esto suele ser convenientemente ocultado. La promesa del político de turno -que quiere hacerse con el poder- es la de debilitar el poder: dice comprometerse para repartir el poder entre la ciudadanía. Y esto es o la ingenua incapacidad teórica de comprender las cosas o una manipulación consciente del electorado. Toda forma de poder está orientada al aumento de sí misma.
II

El conformismo es el vencedor del proceso reflexivo que hace casi a diario la generalidad de la ciudadanía. La generalidad de la ciudadanía busca su propio acomodo en los vericuetos del poder. No es tanto una respuesta a la presión exterior del poder como una reacción a un cálculo interiorizado. El conformismo, el pragmatismo, la acomodación gana en los procesos reflexivos básicos del ciudadano medio frente a la construcción crítica autónoma que requiere más tiempo y esfuerzo.

4 de septiembre de 2017

Contradicciones, tensiones y conflictos.

98.

Nadie puede evitar hacerle al otro, a todos los otros, un Schleiermacher. Y querer saber más y mejor sobre lo que uno dice y hace que el mismo tipo que dijo e hizo. Somos así. En la vida cotidiana y, especialmente, en el ámbito del pensamiento.
En cualquier creación del hombre (texto, discurso, película, obra de arte, meme, twitter, post en redes sociales y entradas de blogs) pueden buscarse ideologías, sean estas dominantes, o sean estas conflictivas. Pueden encontrarse prejuicios culturales aceptados y conscientemente expuestos y pueden encontrarse prejuicios culturales inconscientes, esos de los que ni el propio autor se percata. Pueden encontrarse valores mayoritarios y pueden encontrarse valores que tratan de subvertir a los anteriores. Y todo eso enmarañado. Hay lecturas e interpretaciones para todos los gustos.
El que busque contradicciones internas (así como conflictos y tensiones) en todo esto, las encontrará, de seguro. Y no porque él mismo las ponga ahí, que también. Las encontrará porque están ahí, no están escondidas, ni ocultas, la mayoría de ellas. La Humanidad que somos es profundamente contradictoria (siempre en tensión y conflicto). Y no vamos a poder evitar no plasmar nuestras contradicciones en lo que hacemos y pensamos.
Denunciar contradicciones internas en la Humanidad (o en la Cultura, o en el Capitalismo, o en la Democracia) es el deporte cognitivo más normal que conocemos, el ejercicio teórico más corriente que existe. Haciendo un cálculo estimativo rápido, nos sale una una infinidad de denuncias, y otras tantas contradicciones (tensiones y conflictos). 
Algún día de estos, alguien -de modo oportuno y necesario, por supuesto- denunciará a la gravitación universal, que hace caer una vez tras otra la manzana del pobre Newton. Evitar lo inevitable, he ahí el futuro que nos espera. Cambiar lo insoslayable es la próxima frontera que hay que desbordar.

2 de septiembre de 2017

La prevención del terror.

97.

No hay salud sin prevención. Del mismo modo, no hay paz sin prevención. 
Atiborrarse de antibióticos no es prevenir; cuando hagan falta es posible que los patógenos hayan creado resistencia. 
Los hábitos saludables en la higiene y la dieta, abandonar el consumo de sustancias nocivas, la práctica moderada de cualquier deporte, evitar el estrés físico y emocional, consultar regularmente con los profesionales de la salud, vigilar el propio cuerpo y sus “humores”, entre otras, sí previenen las enfermedades. 
Bombardear países del tercer mundo no es prevenir, es ensañarse con los más débiles. La fobia y el rechazo a la minorías étnicas y religiosas tampoco previene absolutamente nada.
Elegimos a los representantes políticos, entre otras cosas, para que nos protejan del terror -en la medida de lo posible- dentro del marco legal. Y hay medidas de prevención, de todo tipo y ponderadas todas ellas, que pueden ponerse en marcha para proteger a las ciudadanías sin llevarse por delante los derechos de grupos minoritarios de personas. 
Hay una vileza terrible en esa política –y en esos políticos- que pudiendo prevenir de manera legal y proporcionada no lo hicieron. Y esa mezquindad, esa traición a los ciudadanos, es un signo de la descomposición democrática tan claro y patente como pueda serlo la corrupción. 
Está claro quién fue el responsable primero y fundamental. No son culpables, desde luego. Pero si tuvieran conciencia, la muerte de las víctimas del atentado de Barcelona recaería en ella.

1 de septiembre de 2017

Pasajeros

96.

Una lectura política (actual) de la película 'Passengers'*.
Te venden la película como una mezcla de romance, suspense y ciencia ficción, con los dos actores de moda en Hollywood. Realmente es un panfleto político que terminará cabreando a los románticos, a los que nos gusta la syfy y sobre todos a ambos bandos del espectro político.
El capitalismo es una catástrofe. Como despertarse en una gigantesca nave en mitad del cosmos y descubrir que no vas a ningún sitio. Como tener que vivir solo durante 90 años rodeado de tecnología sin alma ni corazón. Pero es la única manera de vivir. El ingeniero no puede salir de la nave. El instinto de supervivencia le impide salirse al espacio y morirse al instante. No podemos escapar del capitalismo tampoco. La burocracia del capitalismo funciona de la misma manera que la robótica de la nave. Nos da lo que según su programación tenemos asignado, no lo que realmente necesitamos. El razonamiento de la máquina, del capitalismo, es tan inflexible, tan inhumano, que no contempla nunca la excepcionalidad de las circunstancias. O le haces trampa o te fastidias. Al ingeniero le dan cereales y a la escritora le dan lo que quiera, que para eso tiene pase vip. Y claro, el ingeniero, usando sus conocimientos, empieza a hacerle trampas a la nave espacial, consiguiendo algunos beneficios. Todos, en mayor o menor medida, tratamos de vivir trampeando dentro del capitalismo. Vemos, claramente, como es justo y necesario joder al capitalismo en pequeñas dosis sabiendo que el capital nos jode a nosotros a lo grande. La ética no ha sido nunca el fuerte ni del capitalismo ni del ser humano. La superviviencia lo es todo. Por eso, no hay nada más fidedigno a la naturaleza humana que el capitalismo. Tenemos justo lo que somos, ni siquiera podemos decir que tenemos lo que merecemos. Seguimos, llegar al corazón de la nave está por encima de sus comprensión y, sobre todo, de su voluntad. Un nuevo fallo de la programación despierta a alguien de la tripulación, que sí tiene privilegios de manipulación del sistema. Efectivamente, el capitalismo despiadado también ataca a sus creadores. Y este, el sobrecargo, se pone a favor de los dos solitarios. En el capitalismo ocurre otro tanto: los otrora gurús del capital termina apoyando a los que quieren finiquitarlo cuando son expulsados del Olimpo. Y así se suceden toda clase de peripecias vitales. Tienen, incluso, que salvar de la destrucción al gran reactor que mueve la nave. Nuestros dos pobres solitarios tiene que salvar a ese capitalismo que los tiene bien jodidos, revoleados en medio del cosmos. ¡Que ironía! Si el motor se destruye, la nave también lo hará. Y con ella, las 5.000 personas que hibernan dentro. Los dormidos es la metáfora perfecta del futuro, de las generaciones venideras, del mundo que vendrá. Sin capitalismo nos morimos todos, nos dice la película, su director y su guionista. Con capitalismo (nave averiada) estamos jodidos, pero sin nave averiada (capitalismo) estamos muertos. No hay posibilidad de elección entre una cosa mala (el capital, el viaje al planeta remoto) y una buena. O elegimos lo malo (salvar la nave) o elegimos lo peor (la destrucción de Occidente). Y claro, visto así, nuestro instinto de supervivencia elige el capitalismo antes que la muerte. Realmente hay una solución. Una alternativa débil a esta dicotomía fuerte y radical: soledad o muerte. Es la que finalmente adoptan estos dos tortolitos. Una alternativa que no difiere mucho de la que ya optó el ingeniero cuando estaba solo. Seguir trampeando la nave, seguir haciéndole trampas al capitalismo, más ahora que saben lo que el sobrecargo les enseñó. Si el rumbo de la nave ya está marcado, si hay que ir por cojones al planeta lejano, si no hay solución posible que no termine en la muerte, hay que seguir viviendo en el capitalismo. Sí, pero de otra manera. El que vea la película y vea cómo se quedan las caras de la tripulación al ver a dos gallinas correteando por allí en medio lo entenderán enseguida.

* Morten Tyldum, 2016. Columbia Pictures. 

19 de agosto de 2017

El Humor

95.

El humor es una pica.
Como la que usa el poderoso para mantener a ralla al plebeyo.
Como la que usa el débil para tratar de empalar al poderoso
”.


I
El humor es una herramienta técnica, psicológica y social, que está al alcance de todos y de nadie. Paradójico y ambiguo, sirve para una cosa y la contraria. Veamos algunas de las posibilidades.
1. 
El humor otorga poder al que hace reír. El monologuista, por ejemplo, se pone en una posición de superioridad respecto a su público, manejándolo a su antojo. El buen humorista puede llegar a desactivar la voluntad de los que le escuchan al manipular sus emociones. El público queda entregado y a la espera del siguiente chascarrillo, y del siguiente, y del otro, etc. 
El humor ataca al poderoso. El bufón, por ejemplo, se ríe de los reyes y de las gentes de noble cuna, les dice ciertas cosas que nadie más se atrevería a decir. El payaso ridiculiza al poder, lo despoja de toda su seriedad y solemnidad, de todo el boato y la ampulosidad que se reúne alrededor de los poderosos.
2.
El humor procura inclusión. Una pandilla de amigos, por ejemplo, refuerzan sus relaciones mientras se gastan bromas, cuentas chistes y comparten situaciones jocosas. El humor consigue una cierta unidad grupal al proporcionar una serie de experiencias comunes, y placenteras, a los que componen esa comunidad. 
El humor procura exclusión. Un chico, por ejemplo, gasta bromas crueles a uno de sus compañeros en el instituto, convirtiéndose en el hazmerreir de clase, en la diana a la que todos dirigen sus puyas. El humor consigue una cierta segregación social al marcar a unas personas colocándolas fuera del grupo.
3.
El humor se convierte en burla autodestructiva, hipercrítica y desactivadora. Reírse de uno mismo hasta el punto de no tomarse en serio, desactivando la autocrítica, pervirtiendo el aprendizaje y toda posibilidad de acción constructiva. 
El humor se convierte en profunda autorreflexión, actuando como el auténtico nivel meta del pensamiento. Reírse de uno mismo ayuda a resolver los propios conflictos y tensiones personales.
4. 
El humor nos hace afrontar con ironía crítica los problemas socio-económicos en los que nos vemos inmersos. No son pocos los escritores o los artistas, por ejemplo, que pergeñan en sus obras los grandes pecados capitales que las estructuras que administran y gestionan la vida comunitaria cometen contra la sociedad.
El humor procura el olvido de los graves problemas sociales que nos aprietan, es una especie de lenitivo social masivo. Los problemas que nos acucian son tan graves, las expectativas de salir del pozo son tan pocas, que el humor de muchas fiestas populares conocidísimas, por ejemplo, se convierte en una especie de cuidados paliativos comunitario, que no curan el origen del problema pero que sí tratan de mitigar el sufrimiento.

II
Muchos se ríen de las desgracias ajenas, cuando otra persona sufre una caída en la calle o un compañero se da un golpe casual en el trabajo, por ejemplo. Los malvados se ríen cuando sus diabólicos planes salen bien y quedan indemnes ante la justicia. El psicópata se ríe cuando va a trinchar a su próxima víctima. El humor, ciertos chistes por ejemplo, ayudan a perpetuar determinados prejuicios étnicos y posturas claramente machistas y homófobas. 
Reímos de felicidad irrefrenable cuando nos toca un premio, o ganamos en un juego o el Real Madrid gana un partido importante. Reímos satisfechos cuando una injusticia es desenmascarada. Reímos, por ejemplo, cuando descubrimos con astucia el sentido oculto detrás de un chiste. Y las personas que cuidan altruistamente de otras que están enfermas o necesitadas sonríen mientras lo hacen, satisfechos de sus actos abnegados. 
Se hacen toda clase de chistes -se publican viñetas, se cuelgan memes en redes sociales- tremendamente ofensivos contra figuras religiosas y contra minorías socio-culturales. Y también llenamos los cines para ver algunas películas que se ríen de las peculiaridades de los pueblos y regiones del país -esas que cuentan apellidos- y terminan hermanando a la sociedad. 
El humor se ha usado como yugo opresor contra la mujer, como un recuerdo constante del mandato del hombre sobre la mujer. Es ésta, una versión concreta, especialmente relevante, del caso general, el poder de uno sobre otros. Y si el humor se ha usado como respuesta a la amenaza de la mujer en el mundo de los hombres, ya abundan los casos en el que el humor es usado por la mujer para atizar sin miramientos a los machos y sus ademanes represores, ridiculizando los perfiles patriarcales de la sociedad.
Hacer reír a otros es tener poder sobre esos otros, sobre sus emociones, y de ahí a la toma de decisiones. El humor es un potente vehículo ideológico que puede inocular ciertas ideas sin que el público se percate conscientemente de ello. El humor es uno de los nuevos campos de batalla en el que conservadores y posmodernos de izquierdas se meten caña a diario. El humor exacerba la competencia, como vemos a diario en el Twitter –a ver quién hace más gracia, qué chiste es más rompedor, quién es más mordaz y ofensivo-, realmente está potenciando la crueldad y la mezquindad del individuo contra sus semejantes. El humor destruye la comunidad. 
Pero, además, la risa es contagiosa, se propaga con una velocidad vertiginosa, vinculando sin dominio a personas completamente desconocidas que descubren, de repente, que tienen algo en común y que pueden relacionarse sin temores ni miedos. El humor humaniza, hace que aflore en nuestra conciencia emociones positivas y constructivas. El humor funciona como el sueño: ayuda a expresar lo oculto, lo inconsciente, lo inconfesable. Es terapéutico, nos libera de la tensión psicológica. El humor nos ayuda a ligar y a encontrar pareja. El humor potencia la solidaridad, hace comunidad.
El humor critica y ridiculiza al poder opresor. El humor critica y desprecia a los oprimidos. Ambas dos se dan en nuestra existencia. Si tratamos de hacer una lectura de cierta profundidad de un tebeo conocido por todos –Carpanta, creado por Escobar en 1947 y publicado por la Editorial Bruguera- descubrimos lo absurdo y surrealista de la sociedad y sus relaciones; pero también del ser humano y su mentalidad personal. Con los cortos de Charles Chaplin ocurre otro tanto. Vemos cómo se hace una critica a la miseria del régimen social y económico en el que estos infelices habitan. Y vemos como el humorista también ridiculiza sin piedad al propio individuo, corresponsable inevitable de su miseria vital. El buen humor no deja títere con cabeza, no sólo hace caso a las circunstancias materiales del vivir -políticas o ideológicas-, también a las bajezas psicológicas y morales de los individuos. El humor puede terminar por autodestruirse, y es el único que puede resucitarse. El humor diluye a la sociedad y al individuo, pero también –a ambos- los renueva y eleva por encima de sí mismos. 
Efectivamente, el humor puede ser usado por el poder y puede ser usado por el impotente. Nos da y nos quita, nos ataca y nos protege. Puede llegar a destruirnos, y con él la salvación personal y comunitaria está más cerca. Nos preguntamos, ¿el humor va contra el poder o lo afianza? El humor tiene un lado oscuro y, por correspondencia, un lado luminoso. La conclusión a la que llego es la siguiente: el humor es siempre un medio o un vehículo para algo más, no es un fin en sí mismo. Es un arma o una herramienta que depende de la mano del que la empuña.

PD:
El mundo es un objeto de contemplación, un auténtico espectáculo digno de ser observado. Es un juego, una partida, un toma y daca constante, un movimiento perpetuo entre la risa y el llanto. Está en nuestra mano tomar una u otra. Y entender la vida como una tragedia o como una comedia. Y digo yo, ¿no es motivo de risa –uno de los mejores motivos que existen- el llanto del que solamente llora, sin parar, haciendo de la vida un drama perpetuo? Y, ¿no es dramático –penoso quizás- la risa del que solamente ríe, a cada instante, haciendo de la vida una pura burla?




El Humor. VI Seminario de Antropología de la Conducta “Carlos Castilla del Pino”. Cursos de Verano de la UCA en San Roque (27, 28, 29 julio 2017). Universidad de Cádiz. Celia Fernández Prieto y Amelia Valcárcel Bernaldo de Quirós (Coordinadoras). Relación de ponentes por estricta aparición cronológica: 
- J. Mª. Valls Blanco. 
- F. Benítez Reyes. 
- A. Valcárcel. 
- A. González Sinde. 
- J.Mª. Perceval. 
- J.L. Téllez 
- L. Freixas

18 de agosto de 2017

Resiliencia


94.


La Resiliencia es la capacidad que tenemos las personas para afrontar las crisis existenciales en las que nos vemos involucrados, asumir las situaciones límites a las que nos arroja la vida, adaptarse a las situaciones traumáticas -personales y sociales- que vienen a nuestro encuentro. 
Es difícil no usar en este día tan triste un lenguaje bélico. Días como estos son aquellos en los que entiendes perfectamente, de modo claro y empírico, cómo funciona el mecanismo de la venganza en la mente de las sociedades humanas -ahora y hace eones cuando se erigieron murallas en las primeras ciudades del neolítico. Del mismo modo entiendes cómo la violencia se perpetúa generación tras generación y salta de una cultura a otra, llenando todo el espacio público y personal. No hace falta un sesudo tratado filosófico, simplemente conecta con las redes sociales.
Es difícil ser resiliente en estos tiempos que corren, en los que se ha puesto de moda la indignación y hasta para comprar en el mercado hay que ir hasta las trancas de revolución. Incluso algunos sospechan ideológicamente de la resiliencia. 
Algunos nos decimos, aprieta los dientes, hay que seguir adelante para pelear otro día, aprende de estas derrotas, etc. Y no hay más, no hay fórmulas mágicas de algún nuevo chamán superventas: afrontar, asumir y adaptarse.




7 de agosto de 2017

Convivencia

93.


No existe un PP separado de una sociedad conservadora, como no existe un PSOE separado de una sociedad progresista, ni existe ahora un PODEMOS separado de una sociedad posmoderna. 
Estos partidos emergen como la espuma de esos grupos sociales, cada vez más transversales. 
Eliminar, por profunda animadversión, cualquiera de los tres partidos provocaría el nacimiento de otro movimiento político concreto, con otras siglas, con otras caras. 
Nadie garantiza que eliminado el partido se desactive el compuesto social, sus valores, sus referentes, etc.
Nadie garantiza que el nuevo surgimiento no sea más fuerte que el anterior y termine provocando justo lo contrario de lo que buscabas al eliminarlo: más votos, más apoyo, etc. 
La única manera de eliminar al PP de esta sociedad (o a los otros dos) es mediante el genocidio de la parte de la sociedad de la que emerge el partido (o de las otras).
El orden constitucional del 78, que para algunas cosas ha demostrado ser una auténtica mierda pinchada en un palo (la metáfora es malsonante pero no por ello menos cierta), por lo menos garantizaba la convivencia de todas esas sociedades distintas y antagonistas.
Si nadie garantiza que la verdad y la justicia se encarne de golpe y porrazo en la sociedad española, y como querubines hartos de redbull dancemos por el fin de la corrupción y otros males que nos aquejan, prefiero una convivencia llena de imperfecciones al genocidio de una de las partes de la sociedad.

22 de julio de 2017

El Norte. El Recuerdo

92. 

The North Remembers” (*). 
¡Cómo nos gusta una buena venganza! 
¡Cómo las disfrutamos! 
¡Cómo nos regocijamos en ese mal que sufre el otro que detestamos! 
¡Cómo parece resarcirnos del daño que nos infligieron devolviéndoselo con saña infinita! 
Somos el Infierno. Hace tiempo que moramos en él, y tan acostumbrados estamos a vivir dentro que nada fuera de él nos parece siquiera digno.
(*)
Coinciden en el tiempo la emisión de la 7ª temporada de Juego de Tronos y el fallecimiento de Manuel Blesa (por suicidio). El primer capítulo (7x01 Rocadragón, HBO, 16/7/2017) comienza con la tremenda y emocionante venganza que Arya Stark ejecuta contra la familia Frey. Y Blesa estaba envuelto en uno de lo más ominosos casos de corrupción política –y bancaria- de nuestra historia. Un mal tipo que le hizo daño a mucha gente. Lo que las redes sociales han traído a raíz de este tremendo suceso -se han ensañado brutalmente con el tipo- supera a cualquier ficción, por buena e intensa que sea ésta. Y esto, que la realidad supere a la ficción-, no es nuevo.

2 de julio de 2017

Al uno por el otro.

91.

Somos un cuerpo, no lo olvidemos nunca. No somos, solamente, una conciencia nebulosa, una vida interior que piensa y siente. Todos tenemos patrones de conducta, posturas, gestos y expresiones habituales inconscientes; que cuentan un historia, un estado emocional, unos pensamientos. Estos nos delatan frente a otros -sin darnos cuenta, muchas veces-, ya que nadie puede salir de su cuerpo para verse. Es el otro el que detecta los cambios en nuestro cuerpo. Y por el cambio en nuestro cuerpo detecta el cambio en nuestra conciencia. 
Si uno no aprende a conocer su cuerpo -cuando cambian estas conductas, gestos, etc.-, bien nos vendría aprender a conocer cuando el otro detecta nuestros cambios. Evitaríamos malos y embarazoso desencuentros.
Conocer al otro es bueno por el otro mismo. Hay ahí fuera gente maravillosa, mejor que uno mismo. Pero conocer al otro es siempre bueno para uno mismo. Si uno no es capaz de ver la bondad del otro por el otro mismo, bien que podría hacerlo por egoísmo o utilidad propia. Sea como fuere, el otro es esencial para el ego que somos.

23 de junio de 2017

El Ocaso empieza con la autocomplacencia.

90.

Una sociedad que se encomienda a un sistema educativo que convierte el fracaso en triunfo, está abocada a un futuro miserable. El esfuerzo, la dedicación, el sacrificio, el trabajo duro, la insistencia, el desempeño constante, los altos niveles de exigencia, el éxito por el mérito, no son elementos constitutivos de una sociedad fascistoide y represiva. Me niego a creerlo. Y si gana ese pensamiento, el futuro que viene -además de miserable- será corto. Esta sociedad autocomplaciente e inculta no aguanta la dentelladas que vienen dando desde extramuros.

8 de junio de 2017

Cómo? Los siento, pero esto no interesa.

89.
¿Cómo gestionamos el dinero de nuestro día a día?
¿Cómo educamos a nuestros hijos, en cultura y en valores éticos?
¿Qué clase de ejemplaridad recibimos los ciudadanos desde las redes sociales, convertidas en los altavoces del odio y la basura?
¿Cómo enfermamos?
¿Cómo cuidamos a nuestros familiares enfermos en casa?
¿Cómo morimos?
.....
Hay muchos más de estos 'cómo' que siguen perteneciendo a los arrabales de la política. Estos 'cómo' que aparecen en lo cotidiano de la gente siguen sin entrar en la agenda de la política. Si un problema social actual no puede ser politizado bajo el prisma de la indignación y el frentismo es obviado y eliminado de la agenda política. No estaba en la vieja política y no está, por supuesto, en la agenda de la nueva política.
Vivimos en la época de la politizición de los cuerpos y de las identidades; la politización de la pobreza y el sufrimiento; la politización de las altas finanzas y la macroeconomía. 
Esta tremenda politización no está rearmando a la sociedad de sentido común, solidaridad y altruismo. Es la politización de la sociedad completa en el dolor y el odio. Esta politización se nutre y retroalimenta oleajes de odio. Con lo que el afrontamiento de una gran parte de las cosas que nos pasan es inefectivo. Ya no es cuestión de que aumente el pesimismo, es auténtico resentimiento que embarga a varias generaciones abocándonos a un futuro nada halagüeño. 
Estamos en un tiempo de rendir cuentas, de transparencias e impudicias, de la pornografía del dolor, de venganzas y limpiar la mierda oculta bajo la alfombra. No es tiempo -¡qué desgracia!- de ocuparse de estos 'cómo'.

20 de mayo de 2017

88.

Tribus de antropófagos buscando algún miembro podrido que llevarse a la boca. 
Buitres sobrevolando el futuro cadáver esperando el fallecimiento para lanzarse a por los restos.
Y piensan que en la realidad solo existen ellos -sus ansias de sangre- y el otro moribundo -que merece toda la muerte que le viene.
Y no se percatan que ni el canibalismo ni la necrofágia levantan una sociedad.   

4 de mayo de 2017

La coartada de la "sociedad".

87.

Es bueno que siga habiendo gente piadosa que no quiera ver ni entender que la violencia forma parte del ser humano. 
Es digno de loa que sigan escandalizándose frente a lo inaudito de la violencia. 
Todos y cada una de las personas normales y corrientes pensamos que no seríamos capaces de hacer lo que hizo esa otra persona normal y corriente. 
Hasta que dejó serlo –normal y corriente digo. O es que eso de normal y corriente no existe, nos pongamos como nos pongamos. 
La violencia late en el mismísimo interior de eso que llamamos personas normales y corrientes. 
Nos cuesta unir A con B. No se atreven muchos, les asusta miran más allá de lo evidente. 
Las personas que se retuercen en la violencia no llegaron de Marte, ni saltaron de las páginas de un Bestiario medieval. 
Somos nosotros mismos, pero esforzándonos notablemente por un espíritu –una conciencia, o una psique- bonancible. 
No dejar que la violencia se desate requiere esfuerzo -ético y emocional.
Es bueno –digo y repito- que siga existiendo personas así, horrorizadas por el horror. 
Lo que no comparto es que les parezca que es un fallo estrepitoso de la sociedad.
Eso es hacer dejadez de la propia conciencia, de la propia autonomía, del propio esfuerzo, del trabajo -emocional y ético- que hay que hacer con uno mismo. Poner en manos del conjunto nuestro ser y nuestra conducta sí que es un fallo estrepitoso.
Al final, nada será imputable a uno mismo. Todo será culpa y responsabilidad de la sociedad. Y podremos deshacernos de nuestros fallos estrepitosos colgándolos a eso que llamamos sociedad.
Ese día no habrá modo de parar la violencia.

1 de mayo de 2017

En realidad, y aunque parezca otra cosa, todos tenemos algo por lo que luchar y matar. Más le valdría a algunos, repensar las etiquetas que le colocan a sus enemigos, so pena de salir -una vez más- escaldado y con la frustración en cantidades incompatibles con la vida y una salud mental digamos que aceptable.

86.


A los que piensan que su lucha, justa y necesaria, va contra los que llaman cobardes, conformistas, apáticos, colaboradores e insolidarios. A los que piensan que tienen que hacer frente a estos ante que a los poderosos. A los que piensan que hacen esta cruzada como el nuevo gran compromiso con la vida.

Toda pedrada que lancéis contra uno de esos es una piedra -y un esfuerzo- menos que se lleva en la sesera el rico, el poderoso, el corrupto, etc... Este cambio de estrategia quita presión arriba y la añade abajo. ¿No estarán manipulando vuestro estado emocional, de frustración constante, para que ataquéis al que no tiene poder alguno, dejando escapar vivo y coleando al auténtico responsable de las injusticias?

Tened en cuenta que si abrís una guerra, al que ataquéis os devolverá la lucha sin cuartel. Os estáis parapetando en una etiquetas llenas de desprecio pero que no hace justicia a la realidad de las cosas. Esos también tienen un compromiso con su vida, también tienen cosas que conservar. Cosas por las que luchar y pelear. Aunque a vosotros os parezcan mezquinas, son suyas y las van a defender del mismo modo que vosotros defendéis lo vuestro. 

Pensáis que os lanzáis a una magnífica epopeya, que la razón está de vuestra parte y que vuestro compromiso os acerca a la victoria. Es curiosa la forma en la que aquí se mezcla lo infantil -lo naif incluso- con la agresividad y la violencia. Realmente, os asignáis el maravilloso papel de héroes de vuestra propia narrativa pero no tenéis garantía alguna de la victoria. Es más, ni imagináis siquiera cómo quedará el campo de batalla cuando terminéis de despedazaros. Incluso si conseguís tan magnífica victoria. 

Tierra quemada para el que quede. Más Olimpo para el poderoso.

24 de abril de 2017

85.

Los maximalistas en política, y los rigoristas en la religión, convierten en imposible lo que de por sí viene complicado: la convivencia en sociedad de un amplio espectro de seres y estares. 

Si a eso le añadimos un cierto populismo que lanza anatemas a diestro y siniestro en el contexto del enjambre digital, el problema deviene tragedia.

9 de abril de 2017

El trauma psicológico como hacedor de políticos.

84.

Hay críticas (políticas) que no parecen críticas. Más bien parecen la expresión de un trauma mental, de esos terribles problemas que llevamos sin resolver desde nuestra infancia, o de algunos resquemores personales llevados al extremo, o quizás sea la mala conciencia envidiosa. De sus obsesiones, de sus odios, de sus fobias, obtienen materiales para construir su política. Y éstas al provenir de donde provienen conectan con las misma hecatombe mental de otros, haciendo movimiento social. Es una curiosa perversión, esta psicoterapia grupal masiva que buscar obtener la cura en la exacerbación total. 
Hay que seguir observando, pero no creo que sea la primera vez en la historia que nos pasa. Lo que ocurre ahora, una vez más, es que las redes sociales conectan a mucha gente, tanta como nunca antes se habían juntado.

26 de febrero de 2017

83.

Foto de Monumento a Gandhi - México, D.F., México

Parque Gandhi, Col. Bosque de Chapultepec, México, D.F.

¡Y Gandhi, que nunca le puso flores a sus enemigos! 
¡Y Gandhi, que con su actitud, sus palabras y su pensamiento, hizo frente a la tiranía! 
¡Y Gandhi, que simbolizó como nadie la resistencia frente al mal gobierno y la injusticia! 

La ausencia de ademanes violentos y agresivos les resulta preocupante a los que defienden la destrucción del sistema. Por eso es una figura olvidada en la crisis civilizatoria que vivimos en Occidente en este comienzo del s. XXI, que está dominada por los que premian ese tipo de comportamientos. 
La estrategia de la política convertida en activismo es imponer la virulencia e impedir que el ciudadano no piense en otra cosa que estar indignado por todo, hasta el agotamiento. 
Las figuras de este calibre, como Gandhi, les resultan incómodas ya que no les conviene ese tipo de actitudes reflexivas y prudentes, ya que las entienden como desmovilización y descapitalización social. Y eso les preocupa mucho.

25 de febrero de 2017

Hipocresía

82.

Esta es una sociedad hipócrita que utiliza como coartada moral la indignación (frente a la corrupción política), para no asumir lo suyo propio, personal e individual.


Post Data a los que cuando ven estas opiniones contrarias a la marea de agitación e indignación popular se les hinchan las venas del cuello y se ponen a preparar la cuerda para la horca: 
- No me parece correcta la decisión de la Fiscalía. No la comparto, en absoluto 
- No estoy a favor de la corrupción política en ninguna de sus modalidades. ¡Faltaría!
- No todo el mundo se expresa de la misma manera. Y si criticáis el pensamiento único, uniforme y borreguil del algunos, empezad a criticaros a vosotros mismos por pretender que existe una única manera de expresar indignación, de protestar, de movilizarse, de cambiar las cosas a mejor.
- Siento mucho si este tipo de pensamientos incómodos que hacen reflexionar a la gente sobre sí misma, y su forma de vivir, rompe la estrategia del activismo virulento.
- El combate contra la corrupción política empieza en uno mismo, en el día a día, y con decisiones aparentemente insustanciales.

18 de febrero de 2017

El pifostio de la libertad.

81.

Un breve recuerdo, histórico y filosófico, de cómo comenzó la pugna entre las ideologías. Todo comenzó en torno al tema de la libertad. Todo el mundo estaba de acuerdo con ella, todo el mundo la quería y la defendía. Pero los desacuerdos llegaron a partir de su caracterización y su tamaño. Básicamente: los defensores de una u otra opción fueron constituyendo distintas tradiciones, luego corpus ideológicos adyacentes y, finalmente, programas políticos divergentes.

Vamos a verlo con un ejemplo sencillo...

En un camino del bosque encontramos un cartel que nos dice que tenemos derecho a transitar por él. Tú vas por allí y listo. Sencillo, ¡verdad!, pues algunos se aturrullaron con esto. 
La cuestión endemoniada aquí, en esta fácil sentencia, es el concepto de ‘derecho’. 
Para unos se trata de que no haya cortapisas ni impedimentos: puede usted andar por el camino, no hay muros, ni baches, ni golfos apandadores que se lo impidan. 
Para otros se trata de que existan elementos que blinden la acción: va usted a andar por el camino y alguien se lo va a acondicionar, se lo va a proteger. 
La carga de la primera de las libertades recae sobre el individuo, en la segunda ha de existir una entidad supraindividual sobre la que recaerá esta carga. 
En la primera, esa entidad superior (tribu, empresa, Estado, sociedad) hace de árbitro que impide que el camino se vea cortado, vallado o amurallado, atacado, etc. En la segunda, la entidad superior protectora y benefactora, interviene en todo el proceso, se encarga de poner el dinero para poner el asfalto, los semáforos y señales, los profesionales que la defiendan y les hagan reparaciones, etc.
Los primeros siguieron pensando en su dirección, a partir de lo que entendían por libertad y por derecho. Los segundos siguieron también en su dirección. Y comenzaron a cruzarse críticas y acusaciones.
Al cabo de un tiempo olvidaron que ambos defendía eso que llamamos libertad, entregándose a esas características que les diferenciaban.
En algún punto de este largo tránsito, alguien pensó que la libertad estaba en el derecho a reventar la carretera, en meterle fuego a las señalizaciones y los semáforos, en golpear a los protectores, en desvirtuar esas entidades -sean árbitros o sean protectores-, en hacer que la gente con ideas diferentes terminaran enfrentados y odiándose. 

PD. El quiera puede leer:
-La conferencia de 1819 de Benjamin Constant llamada 'De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos'.
- El libro de Isaiah Berlin titulado 'Cuatro ensayos sobre la libertad' (Alianza).
- El libro de Ludovico Geymonat titulado 'La libertad' (Crítica).
- Mi trabajo de hace unos años
https://www.academia.edu/9313180/Cuadernos_de_Filosof%C3%ADa_Pol%C3%ADtica_III_Estado_Poder_Autoridad_Libertad_y_Derechos

29 de enero de 2017

Populus (2ª parte)

80.

- El oleaje de indignación surgió en un marco concreto -gente joven, generalmente estudiantes, en un escenario de crisis económica e institucional- y fue su bisoñez idealista la que reactivó resortes que mucha otra gente tenía apagados. Luego llegaron los oportunistas que los manipularon usando las potentes redes sociales lograron volcar la energía que surgía de la marea para sus proyectos políticos. Una vez más, y como hicieron los de antes, los que aspiraban a gobernar no se preocuparon de educar o enseñar a la gente a cómo manejar esas oleadas emocionales. Simplemente, sacaron beneficios de esta psicopolítica. El oleaje emocional terminó convirtiéndose en un status quo estable, en la situación común y corriente de la vida social. La ‘tormenta de mierda’(*) es la forma de interacción de la actualidad. Esta semana hemos visto un claro ejemplo tras el lamentable fallecimiento de una reconocida modelo.

- La crítica al populismo –que hay que hacerla- no puede venir sola, sin hacer otra de igual calibre a la política ortodoxa, tradicional e institucional que teníamos. Los errores estratégicos y las injusticias con la ciudadanía son el caldo de cultivo perfecto. La génesis del populismo no está nunca en el ansia del populista de turno. Algún día los libros de historia contarán esto como corresponde. El nacimiento del populismo está en los fallos y la inhumanidad del sistema. 

- El populismo no está en vías de desaparición; al contrario, está por llegar su más alta cumbre. Primero, porque la política tradicional ha perdido claramente la partida de la táctica (¡Ay las redes sociales!); segundo, sigue sometiendo al ciudadano-votante a una violencia tremebunda (la subida de la electricidad este enero es injusta e inhumana); y tercero, montados en la cresta de la ola, los líderes populistas tienen todavía mucho que evolucionar en su retórica y sus prácticas. 

-El discurso tradicional de la socialdemocracia hablaba al individuo concreto pero apelando al conjunto de la sociedad. Al votar, el ciudadano no pensaba en sí mismo, sino en el conjunto de la clase obrera. Algo similar ocurría con los partidos conservadores, que en vez de apelar a las cuestiones de clase, apelaban a cuestiones familiares, tribales, de cohesión nacional y otras afines. En ambos casos, el individuo concreto se pensaba como dentro de un conjunto mayor, y más importante. De algún modo, reinaba la idea de que había que sacrificarse por el conjunto. La caída de los partidos e ideologías tradicionales traen consigo la destrucción de este imaginario colectivo, el del bien común. Entre otras cosas porque el bien común no traía más que migajas al gran conjunto, quedándose los poderosos con la parte buena del pastel. 

- Los partidos de ahora (sus líderes concretamente) le hablan al individuo de tal modo que éste piensa, sola y exclusivamente, en sí mismo. Hablando para todo el conjunto, el individuo siente con claridad meridiana que sólo le está hablando a él mismo. Y que el populista de turno solucionará su problema, no el de todo el conjunto social, el suyo propio. El votante vota al populista buscando la propia salvación, porque piensa que lo que promete el populista de turno es bueno para sí. Piensa, “ya está bien de pasarlo mal, ya está bien de sacrificios por el bien general, ya estoy harto de lo de siempre y que nunca saque nada de todo esto. Ahora me toca a mí”. El populismo también es esto, pasar de pensar por y para un gran conjunto, a pensar contra la colectividad. Así consigues, curiosamente, amalgamar un enorme colectivo de gentes - de distintos niveles socioculturales y económicos- que piensan en sí mismos y sus deseos; y que sea esa idea antisocial la que haga de cemento de la nueva sociedad. 

- No hay nada más paradójico que el pensamiento populista, nada más líquido, vaporoso e inane. Estas modalidades autocontradictorias, oscilantes, hiperemotivas, resultan desquiciantes para los análisis hiperracionales de la política tradicional acostumbradas a las bipolaridades y las regularidades, entre otras. La política tradicional patina sobre el absurdo del populismo. La plasticidad propia y la incapacidad de la tradición  en estos terrenos resbaladizos procura una tremenda ventaja al populismo. Cuando el populismo se termine convirtiendo en la práctica habitual y corriente de la actividad política, se cerrará el ciclo (Thomas Kuhn y las revoluciones científicas) y será el paradigma dominante que entrará en colisión con un nuevo paradigma revolucionario entrante (el nuevo populismo, seguramente).




(*) Término que conocí por Byung-Chul Han.

Populus (1ª parte)

79.

- El populista, realmente, no se reconoce a sí mismo como tal. La gente que los vota tampoco. Hay ahí una perfecta simbiosis entre unos y otros. Lo que hace de esta unión algo temible es la ceguera voluntaria –‘no hay peor ciego que el que no quiere ver’-, unido al dejarse llevar por todo lo que el líder considere justo y necesario. Los que están dentro piensan que lo de populismo es poco menos que una etiqueta, o una especie de insulto. Los que estamos fuera, lo que nos preocupa realmente no es insultarles ni faltarles al respeto, sino la resistencia al pensamiento crítico de unos y otros. Y, por supuesto, el simplismo con el que interpretan las cosas del mundo.

- ¿Por qué las propuestas de los populistas tienen un grandísimo impacto sobre sus votantes, dónde radica su atractivo, qué hay en ellas que le procuran semejante carga de convicción? Un primer y rápido vistazo sobre el asunto nos dice que el populismo es una forma masiva de inmadurez. Inmadurez en el sentido siguiente. Se da la circunstancia de que una masa crítica de personas se encuentran en la misma situación: la incapacidad de gestionar la frustración de habitar en un mundo en el que la interactuación erosiona profundamente. La frustración frente a las complejidades de la vida les lleva a caer rendidos a los pies de aquellos que les venden fórmulas sencillas de solución de sus problemas complejos.

- ¿Y no es esto lo que lleva haciendo la tecnología toda la vida? Hacer fácil -mover el dedo por la pantalla táctil de nuestro móvil- lo difícil -cómo funcionan el jodido aparato. De modo inconsciente la gente suele funcionar (ojo, hay excepciones, gracias al cielo) en la política como lo hace en la vida real. No se compra el aparato más difícil de manejar. Ni le decimos a nuestros hijos que estudien la carrera que les llene sino la que pueda darles una mejor colocación laboral. Ejemplos como estos, de búsquedas de cosas sencillas antes que complicados, son abundantísimos. 

- El populista sabe detectar como nadie qué es lo que quiere oír el votante, qué es lo que anhela, que es lo que quiere y, especialmente, por dónde se encuentran sus seguridades. El populista es la promesa de que quedarán eliminados todos los obstáculos en la consecución de esos deseos. En cierto modo es una vuelta a la tierna infancia. Esos días en los que los padres hacían que el mundo fuera sencillo, pues eran estos los que tenían que lidiar con los muros que los críos no podían saltar. El populista sabe cómo funcionan esta clase de resortes. Y en vez de educar a la ciudadanía mostrándoles cómo moverse en un mundo lleno de trabas, riesgos e incertidumbres, en los que existe una interacción constante u multilateral que puede llegar a ser muy corrosiva, se muestran a sí mismos como el progenitor protector que asume el facilitarle las cosas, eliminar sus preocupaciones y llevarlos, cual Moisés, a la tierra prometida donde el maná solo hay que recogerlo del suelo. 

- Y digo otra cosa: combatir el populismo con desprecio intelectual y racionalismo duro no lleva a ningún sitio. Porque, precisamente, los populistas se blindan frente a éste con una retórica directa y un lenguaje sin requiebros –simplismo de nuevo, aunque sea impostado- alejado de cómo la gente que le vota entiende que es la clase política profesional. En cuanto aparece la crítica intelectual al voto populista -como un desprecio, mirando por encima del hombro al pobre truhán que no sabe lo que vota-, el votante del populista reconoce como cierta la defensa que el populista hizo anteriormente frente a la política más institucional. Se siente insultado por el intelectualista y, por ende, aumenta el apego al populista y la decisión en su voto. Por desgracia, me parece que en la historia hay varios ejemplos, el populismo se cura cuando la gente prueba en carne propia la tragedia. Tragedia que se une a la ya existente y que le arrojó en brazos del populista de turno.

16 de diciembre de 2016

Machismo implícito, inconsciente e involuntario. Pero machismo al fin y al cabo.

78.

Ayer recibí, ya reparado, mi robot de cocina alemán. Este mediodía, para celebrar el acontecimiento como corresponde, me he puesto con un arroz caldoso que sale de maravilla.
Cuando estaba terminando le he dicho a Ana que iba a llevarle un plato a mi padre, que le encanta esta receta. Ella me ha mirado y me dice: "Siempre dices lo mismo, que le llevas un plato a tu padre". Y sigue: "Y luego pones arroz para dos o más de dos, y aun así sigues diciendo solamente que es arroz para tu padre". Y termina: "¿Si pones arroz para los dos, porqué no dices que le llevas un plato para los dos y no sólo para tu padre?".
Pero la cosa no termina aquí. 
Cuando ya lo tengo hecho cojo el teléfono y marco el número de la casa de mis padres. Se pone mi padre: "Dile a mamá que me acerco a casa [no vivimos muy lejos, a 2 min. de coche], que te llevo un plato de arroz caldoso, que baje al portal para dárselo".
Ana está anonadada. "Has vuelto a hacerlo", me dice. "Y además tiene tu madre que bajar a buscarlo", termina. "Ahora resulta que soy un poco machista", le he dicho. "Tampoco es para tanto", me responde.
Es cierto. No es para tanto. Pero es cierto, soy un poco machista. No era consciente de lo que decía. Son frases que uno larga sin pensarlas, de modo involuntario, por la costumbre. Pero el machismo empieza así, incrustado en estas pequeñas cosas. Y el machismo empieza a combatirse, igualmente, en estas pequeñas cosas: no volviéndolas a repetir. Detectando cuántas de estas pequeñas perlitas de la costumbre tenemos en nuestro interior, inconscientes e involuntarias.
Estas minucias no hace daño. El problema está en cuando las minucias se acumulan. Con un grano de arroz no se hace comida, con unos buenos puñados sí. Ahora hay que aprender de los errores.


9 de noviembre de 2016

Los idiotas son siempre los otros.

77



Los otros son unos estúpidos cuando votan lo que votan. Nosotros somos muy listos cuando votamos lo que votamos. 
Esos otros son unos garrulos, unos incultos, unos rancios. Nosotros, sin embargo, somos todos unos ilustrados. Además, con esta fina ironía que nos acompaña podemos hacer frente a su cuñadismo. Que no quepa duda. 
Son ellos los que se equivocan al elegir a sus representantes políticos, esos que tan mal hacen las cosas. Los nuestros son gente seria y con estudios, muy formada.
¡Cómo se puede ser tan necio, tan lerdo, tan gilipollas! ¡Fíjense en nosotros, en cómo nos guiamos siempre por un estricto espíritu crítico! Cuando insultamos y faltamos al respeto al otro tonto lo hacemos por nuestro sabio entendimiento. Por eso y porque tenemos razón. Los otros no tienen ni idea. Sólo por eso.