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25 feb 2017

La muñeca diabólica

El mundo del cine ha contribuido a la creación de una cierta animadversión hacia un determinado tipo de muñecos. Así, Chucky, el muñeco diabólico, aterrorizó a una generación de espectadores ávidos de buscar terror en lo cotidiano. Pero el palmarés lo copan las muñecas de porcelana, y Anabelle es un ejemplo reciente de esta juguetofobia. 

Sin embargo, el concepto  de  muñeca diabólica en una sociedad tecnificada, pragmática y menos paranormalizada se acercaría más a un dispositivo capaz de vulnerar la intimidad de su hogar de acogida. Y según la Agencia Federal de Redes alemana, la muñeca Cayla puede cumplir estos preceptos, por lo que ha prohibido la venta del juguete en el país. Jochen Homann, presidente de la agencia ha declarado que el control temático de la cámara y el micrófono que incorpora el juguete podría ser interceptado por terceros, poniendo en peligro la intimidad y seguridad de los menores. No sabemos si se trata de una medida extrema o si en los próximos días esta normativa será adoptada en otros estados. En cualquier, la noticia caso nos permite abrir el debate de una sociedad altamente controlada y donde, en nombre de la seguridad, ha desaparecido la privacidad de los ciudadanos.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo

28 feb 2015

Del selfie al braggie

La obsesión por retratar lo cotidiano y hacer masivo lo íntimo alcanza límites inimaginables en la sociedad red. Quizá desoyendo la máxima que con sensatez nos pide que no hagamos en la red lo que no haríamos en la calle, los usuarios se afanan en quedar constancia gráfica o escrita de su efímera existencia. Así, los perfiles de FB o Twitter se convierten un muro de lamentaciones donde se alojan secretos a voces o se plasma lo que, aparentemente, no querríamos que nadie viera ¿O sí?

A pesar de que la exposición digital hace que nuestros contenidos pasen a formar parte de la cloacas de la red nada más hacerlos públicos, perdiendo el control sobre los mismos, los usuarios suben información privada sin ser conscientes del alcance de tal acción ¿O sí? Un componente muy presente en la conducta humana, como es la envidia, está presente en esta digitalización compulsiva. Mostrar nuestro mejor perfil, nuestras últimas vacaciones o el coche de nuestros sueños podría ser un síntoma de baja autoestima o de necesidad de lanzar nuestra concupiscencia al ciberespacio. Y esta tendencia ya tiene nombre: el braggie (del inglés brag, presumir), o la necesidad de presumir ante nuestros contactos.
alfonsovazquez.com
ciberantropólogo

5 feb 2014

Vigilancia Digital consentida


En uno de los post que utilizamos para resaltar los hechos más remarcables de 2014, analizábamos el impacto que habían tenido las declaraciones del ahora extrabajador de la NSA, Edward Snowden (Espionaje digital: la cloacas de la red, 20-12-14). Gobiernos, empresas y usuarios se llevaron las manos a la cabeza por sentirse observados. Contrasta esta indignación con la predisposición del usuario a utilizar aplicaciones que muestran su “intimidad” en abierto o ante un grupo más o menos extenso. Subir fotos o videos a diferentes comunidades como Facebook es una acción que una vez consumada escapa a nuestro control, pues un documento digital que sale de nuestro ordenador, pasa a ser de dominio público de manera inmediata. Visto de otra manera, exponemos nuestra intimidad a través de un pantalla ubicua y globalizada sobre la que no tenemos ningún tipo de control.

Además, con el auge de los smartphones, exponemos nuestras acciones a tiempo real si no somos consecuentes con las apps instaladas en nuestro dispositivo de comunicación. Facebook puede ir difundiendo nuestra posición geográfica si a nuestro móvil no le decimos lo contrario. Las aplicaciones de entrenamiento deportivo pueden mostrar, con más menos restricciones, nuestras pautas de comportamiento. Y con Whatsapp, la panacea de las comunicaciones personales, ofrecemos una clara postal sobre nuestra disponibilidad y nuestro horario de conexiones. De hecho, el doble check de esta app puede llegar a generar una obsesión casi enfermiza por el control de nuestros contactos.



alfonsovazquez.com
ciberantropólogo

14 mar 2010

Internet, intimidad y relaciones humanas.


De todos es conocida la noticia:

El Defensor del Menor crea en Tuenti un perfil falso para el control de la actividad de sus hijos.

En primer lugar habría que sustituir el término FALSO; en este tipo de casos, el perfil no es falso aunque no responda a la identidad del usuario y/o esta quedase indeterminada.

La respuesta de un portavoz de Tuenti ha sido un tanto absurda: Todos los perfiles en Tuenti responden a una identidad corroborada.

Llevaba tiempo queriendo tratar este tema. Son múltiples los problemas de seguridad en internet y para muchos se disponen de infinidad de herramientas software o hardware con las que combatirlos.

El mayor problema surge, e irá en aumento, en lo referente a la privacidad. Como usuario siempre confié en el "autocontrol" que hacía de mis movimientos en internet, de la información que depositaba y de las herramientas o internautas a los que cedía mi tiempo.

Tanto los usuarios expertos como los más noveles deberíamos tomar conciencia de que en ocasiones las cosas enfrente, en la pantalla, no son como esperamos o creemos. Sin demonizar en absoluto las relaciones humanas que se dan en la red (más bien todo lo contrario, siempre dije que internet es el gran Faro) debemos invitar al uso responsable.

Bravo por aquellas redes sociales que imponen como condición indispensable el cotejo fehaciente de la identidad del usuario.

Alberto Ledo - Notrec

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