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viernes, 12 de marzo de 2021

Hamnet, de Maggie O' Farrell

 


Para muchos lectores estadounidenses, esta ha sido la gran novela del pasado 2020. Ganadora del Women's Prize for Fiction y con una trayectoria muy destacable, Hamnet de Maggie O' Farrell aterrizó en España el mes pasado de la mano de la editorial Libros del Asteroide con una traducción muy aplaudida y una edición muy cuidada, como la que nos tiene acostumbrados semejante sello editorial. Pero, ¿es tan buena como dicen los suplementos periodísticos? Quizás sí y quizás no. Aquí entraríamos en criterios subjetivos y tendríamos que valorar todo lo que se publicó (de peso) en Estados Unidos en 2020 para determinarlo. Sin embargo, y, aunque no va a ser una de mis lecturas del año (porque tengo demasiados clásicos pendientes de los siglos XIX y XX), debo reconocer que es una novela que roza la excelencia y se codea con otras tantas historias del género histórico.

Porque sí, Hamnet es una novela histórica, pero una novela histórica diferente y hasta cierto punto rupturista. Y eso es un gran acierto por parte de su autora. Cuando un escritor decide emplear para su trama unos personajes y unos ambientes tan alejados de nuestro tiempo como lo son los de las postrimerías del siglo XVI, la labor de documentación debe ser obligatoriamente amplia y rigurosa. ¿Pero qué ocurre cuando la información disponible, a pesar de rodear a alguien del que se ha dicho tanto como William Shakespeare, escasea? Pues se trazan hipótesis más o menos fiables, más o menos coherentes, y en los huecos incorregibles se deja paso a la duda. En esos huecos ambiguos, indemostrables, O' Farrell va a colocar con acierto todo un haz de magia. Un elemento que escapa a esa reconstrucción histórica, pero que nos retrotrae invariablemente al teatro del más grande dramaturgo en lengua inglesa. Si el teatro de Shakespeare está plagado de hadas, brujas y duendes, ¿por qué no deberían aparecer estos en una novela que busca rendirle tan claramente homenaje?

Esta novela habla del autor de Hamlet, Otelo y Romeo y Julieta, pero, curiosamente, no será él el protagonista. De William conocemos muchas cosas, pero serán sus facetas menos señaladas (la tormentosa relación con su padre y sus años previos al éxito teatral) las que saldrán a relucir. Por el contrario, la novela se centrará en la familia Shakespeare, especialmente en su mujer Agnes y en sus hijos gemelos Judith y Hamnet. El conflicto viene de una premonición de la propia Agnes, que sabe antes de tener gemelos que perderá a uno de sus hijos antes de morir. Históricamente, sabemos que quien muere en 1596 es Hamnet Shakespeare a la tierna edad de once años. Su muerte anunciada recuerda a la famosa novela Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez. El lector ya sabe de primeras qué va a ocurrir, pero desconoce el cómo y el por qué, así como las diversas consecuencias tras dicho acontecimiento, siendo esto lo que le motiva a seguir leyendo. 

La pieza se divide en dos partes y goza de una estructura diferente en cada una de ellas. La primera parte presenta una alternancia temporal. Se intercalan los días previos a la muerte de Hamnet en 1596 con los amores y el nacimiento de los hijos del matrimonio Shakespeare, así como sus penurias y conflictos, muy propios de los grandes dramas familiares de la narrativa del siglo pasado (pienso mucho en Faulkner, pero también y de nuevo en García Márquez). Una vez muere Hamnet, la segunda parte se deslizará desde las exequias hasta la primera representación en Londres de Hamlet, una de las cuatro tragedias shakespearianas más recordadas. Como se advierte en el prólogo, Hamlet y Hamnet son el mismo nombre encubierto y suenan a herida honda, abierta y puesta al sol.

Agnes como madre se corroe por la pérdida, que puede llegar a resultar desesperante, sobre todo si tenemos en cuenta que toda la novela se articula en torno a dicho evento, convirtiendo a Hamnet paradójicamente en antagonista al decidir morir en oposición al deseo de los protagonistas, en especial de su madre, que, como una heroína griega, es incapaz de alterar cualquier designio del destino a pesar de controlar ciertas fuerzas sobrenaturales, como irá descubriendo el lector. Agnes será, sin duda, el pilar de toda la novela. Se construye como un personaje complejo, enigmático y asocial, ya que no sigue los roles que la sociedad le asigna por ser mujer. Esto la hace probablemente el personaje menos fiel a su contraparte histórica de toda la trama, pues la sociedad inglesa era mucho menos permisiva con la mujer en esta época que la española, lo cual ya es decir mucho. La existencia de una mujer con tal rebeldía en una sociedad como la del Barroco inglés suena a licencia de la autora, pero, lejos de molestar, enriquece. O' Farrell no busca una novela totalmente fiel a la realidad, comprobable o posible, porque entiende que esto le resultaría aburrido al lector y como novelista ese es un pecado que no está dispuesta a pagar. 

La sintaxis es directa, con muchos diálogos breves, pero predomina una escasa acción que a veces cae en ciertos clichés. Con toda la profundidad que tiene Agnes detrás de sí, es imposible no ver en ella el rastro de otros tantos personajes parecidos. El hecho de conocer toda la trama desde la primera página resta bastante sorpresa y frescura al relato, que no se termina de solventar hasta su tramo final y que me ha parecido, en lo personal, innecesariamente largo. No obstante, la novela es muy buena y será las delicias de todos los enamorados de las memorables obras del poeta inglés.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.



sábado, 1 de febrero de 2020

La boca pobre, de Flann O'Brien



La boca pobre es una novela satírica irlandesa escrita en gaélico en 1941 por el irreverente Flann O'Brien, autor entre otras obras de En-Nadar-Dos-Pájaros, y que editó Nórdica con una traducción directa hace ya algunos años. En sus hojas se narra la vida de un prototípico irlandés pobre del suroeste del país, muy lejos de la influencia de Dublín y más aún de la de la metrópoli londinense. Bonaparte O Cúnasa es el hijo único de un presidiario y vive con su madre y su abuelo en la remota aldea de Corca Dorcha, cerca de las islas Blasket, donde el aire es tan pestilente y gaélico que cuesta aspirarlo, siendo heredero de la miseria de la región y de la lengua y las tradiciones de sus ancestros, las cuales le reportarán más desgracias que alegrías. Él, al igual que su familia y los vecinos del lugar, sobrevive como puede a base de patatas cocidas y alternando la vida honrada de la ganadería con alguna que otra pillería sin la cual seguramente habría muerto de hambre en el capítulo dos. Por lo que la trama de la obra se construye como una Bildungsroman con mucho ingenio donde la picaresca propia de la narrativa tradicional irlandesa cobra un fuerte peso. Corca Dorcha se presenta como un espacio verosímil, pero al mismo tiempo onírico, donde la larga sombra de la bestia mitológica gaélica conocida como el Gato de Mar (que entra en contacto con Bonaparte y que él describe como la silueta de la isla) se proyecta en el aguacero que se filtra en la chamizo donde duermen nuestros personajes y que es para ellos el pan de cada noche. 

El estilo recuerda mucho al del llamado realismo mágico. Tanto los espacios como los personajes se construyen con las teclas propias de las narraciones realistas sobre el devenir del pueblo gaélico que intenta parodiar O'Brien, pero cuentan con coletazos de la más pura extravagancia que le otorgan a la obra momentos muy divertidos y cargados de simbolismo. El narrador busca la aparente descripción objetiva de los acontecimientos, pero incurre en exageraciones a propósito y en intervenciones que resultan inconcebibles en el momento en el que se realizan. Para poneros un ejemplo, las primeras palabras del narrador cuando interactúa siendo un bebé con su abuelo son las siguientes:
"—Hace calor, hijo.
 —La verdad es que este fuego achicharra —le respondí—, pero fíjese, caballero: es la primera vez que me llama hijo. No hay peligro en afirmar que es usted mi padre y que yo soy su hijo, que Dios nos libre del mal y esté lejos de nosotros el demonio."
Y como este tenemos una ristra de momentos disparatados que hacen de La boca pobre una de las novelas más divertidas que he leído nunca. La obra refleja una Irlanda no muy conocida, pero que muchos tildarían de auténtica. Los capítulos se desglosan en pequeñas historias que van narrando situaciones puntuales a las que tuvo que enfrentarse el protagonista y su familia, en la que no solo debemos incluir al abuelo y a la madre, sino también a los cerdos, que duermen entre los juncos, a veces sin que medie un tabique entre ellos. Estos animales representan simbólicamente a los habitantes de Corca Dorcha. Son tratados como personas por el Viejo, por el inglés miope y por el lingüista del gramófono. Es decir, por la propia Corca Dorcha, por el Imperio Inglés y por la elegante Dublín. Ocupan un papel central en buena parte de la obra y constituyen una especie de hermanos para el protagonista.

En definitiva, una historia escrita con una gran agudeza y que tenemos la suerte de que ha sabido trasladar muy bien el traductor. Mi experiencia no puede haber resultado más positiva. Tenéis otras reseñas en Un libro al día y Solo de libros.

Lean mucho, coman con moderación y namasté.