El grado de confusión (real muchas veces, fingida otras) en el uso de estos términos que se evidencia en las discusiones mantenidas en la blogósfera es aterrador: así, por un lado, mucha gente parece pensar que el judaísmo no es más que una religión, pero por el otro para interpretar el conflicto israelo-palestino no dudan en usar una división étnica monolítica, que no se ajusta a la realidad del terreno.
Los judíos fueron por mucho tiempo un pueblo sin Estado (como los Palestinos), y los pueblos sin Estado sobreviven recurriendo a diferentes estrategias, a diferentes elementos de su identidad que funcionan como cemento identitario. En el caso del pueblo judío, su principal nexo en común durante siglos fue la religión.
También hay mucha confusión sobre el elemento étnico/ cultural del conflicto israelo-palestino, cuando es un conflicto esencialmente político cuya solución también lo es (dos Estados para dos pueblos). Para no enredarse, hay que diferenciar las diferentes identidades que aparecen en el conflicto: judíos, palestinos, árabes, israelíes (a lo que se suma la cuestión religiosa).
Para los judíos laicos (que son la mayoría), los judíos son quienes se consideran parte del pueblo judío, que tiene una religión propia; hay judíos creyentes o practicantes, judíos laicos y judíos ateos, que sin creer en Dios consideran la identidad judía importante para ellos. La definición religiosa es más estricta: es judío el que tiene madre judía. Cuando el Estado de Israel tuvo que establecer criterios para otorgar la ciudadanía a emigrantes o refugiados judíos, se decidió que no se podía dejar afuera a quienes hubieran sido considerados judíos y exterminados por el régimen nazi, que consideraba judío a quien tuviese antepasados judíos hasta tres generaciones hacia atrás.
Lo judío es una identidad cultural; "semita" también: semita es cualquier persona cuya lengua materna sea una lengua semita. "Antisemitismo" (el lenguaje es arbitrario, se recuerda), se aplica a la discriminación contra los judíos. Semita no significa tener una fisonomía "mediterránea", como parecen confundirse unos cuantos: no hay nada fisonómico en ser semita. Las diferencias en la fisonomía de los habitantes de tal o cual región son producto, en principio, de la adaptación al medio a través de milenios. Una etnia es un pueblo, es un concepto cultural. Los semitas, sobre todo los israelíes, vienen en todos los colores, tamaños, corpulencias, color de pelo... Pero todos todos, ¿ok?
La árabe es una cultura, con lengua y tradiciones propias, que se expandió en diferentes zonas de Asia, Europa y África a partir del surgimiento del Islam. La árabe es la cultura "oficial" del Islam, como es la judía del judaísmo (el árabe es lengua sagrada), pero no todos los árabes son musulmanes.
Los israelíes son los ciudadanos del Estado de Israel. Los palestinos son los habitantes de la zona donde debería crearse el Estado palestino según determinó la ONU. Los árabes israelíes también son palestinos.
Israel fue creado por la ONU para darles a los judíos el Estado que no tuvieron durante más de dos mil años. La exterminación de seis millones de judíos por los nazis sirvió como prueba de esta necesidad. El sionismo, el movimiento que buscaba la creación de un Estado judío en la tierra de Israel, existía desde fines del siglo XIX.
Cuando la ONU determinó la creación de dos Estados en esa zona, los países árabes se opusieron y llamaron a los palestinos a abandonar la zona, a la que podrían volver una vez se hubiera tirado "a los judíos al mar". Muchos obedecieron, y hubo también expulsiones, pero la cuestión es que árabes israelíes existen desde la creación del Estado (no pasó lo mismo en los países árabes de la zona, que echaron a todos los judíos cuando se creó Israel. Hoy son aprox. un 20 % de la población. Como dato, vale saber que el Meretz, la izquierda israelí, tiene un 30 % de votantes árabes. 30. Es enorme como porcentaje. Como para que quede claro que hay israelíes judíos y árabes tirando para el mismo lado.
En un contexto de conflicto permanente, no es sorprendente que israelíes y palestinos se opongan a un Estado binacional (en el Líbano se matan, flor de ejemplo); es absurdo entonces considerar a eso racismo o segregacionismo (sobre todo teniendo en cuenta que hay árabes israelíes desde la creación del Estado, repito). Muy diferente es la horrible posición de una minoría de israelíes de derecha que quieren darles plata a los árabes israelíes para irse (pero insisto: no quedó un solo judío en los países árabes de la región. Malos que echan gente, muchachos, hay en todas partes; en los países árabes parece haber habido más que en Israel).
Israel se creó para darle un Estado a un pueblo sin Estado, los judíos, junto a un Estado palestino que aún no se creó. Los que determinarán si Israel sigue siendo judío son los israelíes: unos son judíos (la mayoría), otros no. La mayoría de los judíos sienten que la existencia de un Estado judío es necesaria para su supervivencia (lo que no implica, como lo prueba Israel, que en ese Estado haya sólo judíos), por lo que es absurdo pedirles que formen un Estado binacional con los palestinos; lo que sí se debe no pedir, sino exigir, es el respeto de todas las minorías nacionales, y que una de esas minorías llegue a ser mayoría por el proceso natural del crecimiento poblacional es una de las reglas del juego. Si alguna vez llega a haber un solo Estado binacional, lo cual sería bello, sólo podrá ser posible luego de un período de paz. Israelíes y palestinos (palestinos; árabes -gente de cultura árabe- también hay en Israel) son como una pareja que se mata porque la obligan a estar junta. Déjenlos divorciarse, es el primer paso.
***
PS: Publico aquí, porque me parece muy bueno, el comentario de Eva Row al post original en "La Cooperativa de Blogs"
Eva Row dijo...
Esta acción del Estado de Israel, nos ha metido a muchos judíos en un problema, y no me refiero a los que se sienten "sionistas" y les disgusta la imagen de malo que tiene hoy Israel. Me refiero a los judíos que no nos sentimos involucrados como judíos en ese conflicto. Yo no sé otros, pero yo estoy luchando por que no me involucren, no quiero que lo hagan, ni los que se dicen "sionistas", ni los que se dicen "antisionistas". Entre ellos dos, han dispuesto que ningùn judío quede afuera de clasificación, y eso yo no lo permito para mi vida.
Que yo por ser judía tenga que definirme obligatoriamente "sionista", eso es racismo, y que yo como judía deba definirme obligatoriamente "antisionista", eso también es racismo.
La ideología militarista del Estado de Israel, y la ideología militarista del Hamas, y la ideología pseudo pacifista de los bienpensantes que obligan a los judíos como yo a definirme contra el Estado de Israel, simplemente por ser judía, es todo un abanico de despropósitos, que es lo que me tiene preocupada.
Hoy el tema no son los judíos, son los palestinos. Porque el dìa de hoy ellos son las victimas, ellos son los invadidos, ellos son los muertos. Hoy la violencia sobre Gaza, expone a la muerte a jòvenes israelíes en una guerra de venganza estúpida, como todas las guerras, hasta las de defensa.
Hoy no voy a levantar demasiado la perdiz, pero mañana y pasado y pasado mañana, y por mucho tiempo, voy a tratar de devolverles la imagen de su propia cara, a todos y cada uno de los que me mancharon con la realidad de su racismo, que no me dejaron siquiera manifestar mi descontento tranquila, atacada por argumentos falaces, como los de una lectora mía que observó que los judíos están copando los medios de comunicación, o un desaforado que ordena a los judíos argentinos que se definan. Me dan làstima. Todos éstos racistas le hacen un flaco favor a los palestinos. Pero no importa. La verdad es la verdad, tiene un peso enorme y hay que saberla defender.
Gracias por tu post, Comandante.
Ben Yehudas del soneto, versificación lúdica, poesía expatriada y todo por el estilo. Surfeando el caos con Epicuro.
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miércoles, 29 de julio de 2015
viernes, 9 de enero de 2009
De la supuesta superioridad moral obligada de los judíos

Criticar a Israel por que está matando civiles está bien. Muy bien. Decir que esas muertes son peores porque quienes las llevan a cabo son judíos está mal. Muy mal.
El sufrimiento no hace mejor a nadie. Sí así fuera, los palestinos deberían ser unos ángeles incapaces de desear y llevar a cabo la muerte de nadie. Pero la lógica de que es peor que quienes han sufrido enormemente hagan sufrir se aplica sólo a los israelíes. La violencia del Hamas se suele justificar por el sufrimiento, ese sufrimiento que se usa como arma para criticar a los israelíes por judíos.
Los judíos no son más buenos que el resto de los pueblos. A muchos judíos les gustaría pensar que sí (y hay quienes aprovechan eso para exigírselo), pero no es cierto. Nadie es más bueno que nadie, y matar es matar: no es peor dependiendo de quién mate. Es tan simple como eso. Sería lindo que el hecho de sufrir hiciera mejor a la gente, pero no es así. No es así para los individuos, no es así para los pueblos. Sufrir trauma. Puede ponernos tristes constatar que el sufrimiento no mejora, pero es infame criticar al que sufrió por no haber mejorado por eso.
Los pueblos sin Estado son una cosa. Los Estados son otra. Los pueblos sin Estado no tienen la posibilidad de ejercer violencia, no de manera orgánica. Los Estados sí. La diferencia entre un pueblo (una nación) y un Estado es justamente un ejército. Ser judío no es ser israelí. Ser israelí no es ser judío: es ser israelí y judío.
Joann Sfar es un talentoso y prolífico historietista francés. Joann Sfar es judío. En varias de sus series (El gato del rabino, Klezmer, Las aceitunas negras), situadas en diferentes lugares y momentos históricos, muchos de los protagonistas son judíos. En el postfacio del primer tomo de Klezmer, Sfar habla sobre Israel, y dice que los Israelíes son menos judíos que los judíos de la diáspora. A causa de Israel, dice Sfar, los judíos ya no son sólo músicos, artesanos, etc: ahora hay policías judíos, barrenderos judíos, jueces judíos, prostitutas judías, soldados judíos... Israel es como Polonia o cualquier otro Estado, y a él le gustaba cuando ser judío implicaba ser diferente (en ese postfacio al menos; luego parece haber modificado su postura en muchas cosas). Más allá de querer aferrarse a un momento de una identidad colectiva (que será largo pero es un momento al fin: las identidades, como el resto de las cosas, no son inmutables), en algo tiene razón Sfar: Israel vuelve a los judíos un pueblo como cualquier otro. Yo no pido más que eso. Excuse my french, pero yo me cago en la singularidad judía: ser judío es tan bueno o malo como ser árabe, druso, polaco, budista, postanarquista, hincha de Boca o cualquier otra identidad colectiva.
Es normal, y hasta bueno, atribuirles rasgos positivos a las identidades colectivas a las que adscribimos; no es normal, ni bueno, pensar que una identidad colectiva hace o debe hacer moralmente mejor al que se la atribuye. No está bien hacerlo para sí mismo, y menos aún para los otros.
[La imagen del principio pertenece a la presentación de la serie Klezmer, de Joann Sfar, y está sacada de aquí]
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