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Joaquín Badajoz (Pinar del Río, Cuba, 1972). En E.E.U.U. desde 1999. |
Nuestro cerebro, pobre de él, tiene la ingrata tarea de darle sentido al mundo a partir de la miríada de datos que le proporcionamos. Para ello busca similaridades, reglas, y no puede hacerlo sino en el forzosamente magro universo de los conocimientos del individuo al que pertenece. Al mío, que no es excepción, la lectura de una serie de poemas de Joaquín Badajoz le hace pensar en obras de otros dos poetas cubanos expatriados de la misma generación comentadas en este blog, Pablo De Cuba Soria y Waldo Pérez Cino. Argumentos tiene (mi cerebro, digo): en los tres poetas, referencias a la cultura occidental desde sus orígenes y a la tradición judeocristiana en sus diversas manifestaciones. También, invocación de personajes de la historia y la literatura que funcionan como disparadores de la creación poética. En el caso de Badajoz, lecturas y textos diversos funcionan como un flujo sin fin que transcurre hasta que algo (una frase, una anécdota, una tradición entera) hace eclosión en la voz poética.
"Passar Páxaros", el poema que da título al libro que compila sus poemas entre 1994 y 2004*, se origina en una frase de Colón:
"Toda la noche estuvimos oyendo passar páxaros".