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lunes, 20 de julio de 2009

el prescriptor



En su libro La edición independiente como herramienta protagónica de la bibliodiversidad el investigador francés Gilles Colleu define al prescriptor en los siguientes términos:


‘Esta figura engloba a todas las personas u organizaciones que contribuyen a tomar las decisiones de compra y a la lectura de ciertos libros. Básicamente incluye a todos aquellos que pueden —de alguna forma— llevar adelante la tarea de recomendar un libro, por lo que puede enumerarse bajo este ítem a profesores, especialistas, asociaciones, ferias, formadores de opinión, periodistas, críticos, etcétera’.


¿En qué medida contribuyen a la visibilidad, a las ventas o a la lectura de un libro un comentario de Enrique Vila-Matas en El País, una recomendación de Oprah Winfrey en su show, una frase aparecida inicialmente en el Moleskine literario que se cita en la faja que lo acompaña, una reseña de Rodrigo Fresán en el suplemento Radar libros de Página/12, su presencia en la mesa de novedades de una librería y la recomendación del librero de ésta, su mención por parte de un líder político o un gesto de éste alrededor suyo, una frase suelta en una conversación de cafetería que se sostiene con alguien cercano, un escándalo protagonizado por su autor o la muerte de éste, un consejo de un bibliotecario o un comentario de El lamento de Portnoy?





Estas preguntas vienen a propósito de un mail que Camilo Hoyos me escribió esta mañana tras leer una noticia. En su mail Camilo comenta la manera como recientemente dos gestos de dos líderes políticos bastante mediáticos, polémicos y populares entre ciertos sectores sociales han contribuido a disparar las ventas de dos libros: en primer lugar, el regalo de un ejemplar de Las venas abiertas de América Latina por parte del presidente venezolano Hugo Chávez a Barack Obama; y, en segundo lugar, la declaración en la que Obama decía hace unos mese que Netherlands es su novela favorita.


Por un lado, un líder carismático y populista entregándole al icono por excelencia del poder mundial un libro de culto de la izquierda latinoamericana publicado hace 36 años y considerado por muchos como una obra poco seria para rojos trasnochados y cooperantes incautos; y, por otro lado, la nueva encarnación de ese mismo icono, que se proyecta a sí misma y es percibida por muchos como una nueva forma de ejercer el poder, haciéndole un guiño público a una novela que sin ser un best seller ya había alcanzado una cierta notoriedad.


En relación con el tema de la prescripción, ver las entradas "la influencia de los prescriptores de opinión" "mis dealers" y "has de seducir al librero".


martes, 5 de mayo de 2009

"has de seducir al librero"

El pasado martes 14 de abril en la librería Altaïr de Barcelona tuvo lugar la presentación de Los viajes de Emily Nudd Mitchell, editado por Demipage. Al final de la presentación me encontré con Diego Moreno, de Nórdica libros, y con Rafa Sánchez, de UDL libros. Al cabo de cinco minutos David Villanueva se acercó a agradecernos por haber ido a la presentación y se quedó conversando un rato con nosotros.


Mientras charlábamos David le dijo a Diego que como los libros de Nórdica aparecían con tanta frecuencia en las páginas de las secciones y los suplementos culturales tendría que darle algunos consejos para conseguir que la prensa le pusiera tanta atención como a él. Diego le respondió que ni se preocupara tanto por la prensa ni se desgastara intentando llegar a ella porque aunque una reseña de un libro en Babelia o en El Cultural solía hacer un aporte significativo al prestigio y a la visibilidad de la editorial, su contribución al aumento de las ventas era bastante insignificante. Alguien que se había unido a la conversación dijo que hoy en día quizás era mucho más eficaz orientar la estrategia de prensa hacia los blogs.


En ese momento Rafa, que había estado escuchando atentamente los comentarios de unos y otros, dijo algo que para mí le puso fin a la discusión: ‘Si quieres que un libro funcione, has de seducir al librero. Ahí está la clave’.




Desde ese día no he dejado de pensar en la manera como las decisiones de los libreros pueden llegar a incidir en la visibilidad que tiene un libro, en su posicionamiento ante el público, en la valoración que éste hace de él incluso antes de haberlo leído y, por lo tanto, en sus ventas y en el desarrollo de la conversación que se genera alrededor suyo.


Por otro lado, supongo que la influencia de los comentarios hechos en las páginas culturales o de opinión de los medios escritos, en los pocos programas de radio y televisión en los que se habla sobre libros e incluso en los blogs debe variar según la autoridad que el público le confiera a quien los hace, el tipo de lector al que lleguen y la clase de libros de los que se ocupen. Conozco lectores que toman nota de los libros que comentan autores como Enrique Vila-Matas, Juan Villoro o Rodrigo Fresán para añadirlos a sus listas de compras e ir a buscarlos a una librería en cuanto tengan la oportunidad de hacerlo. Hace casi dos años en un una entrada titulada "la influencia de los prescriptores de opinión" comenté el caso del boom que Rosario Tijeras, de Jorge Franco, tuvo en Colombia después de que Enrique Santos —quien es uno de los tres líderes de opinión más influyentes del país— escribió en la columna que tenía en el diario de su familia una elogiosa reseña de este libro que pocos meses atrás había ganado la Beca Nacional de Novela del Ministerio de la Cultura y que acababa de ser publicada por la editorial Plaza & Janés.


El comentario de Rafa me lleva a hacerme varias preguntas: ¿hasta qué punto puede el librero elegir los libros que recibe en su establecimiento para ofrecer al público? ¿Qué porcentaje de las compras de libros se deciden en el punto de venta? Del total de libros que se venden, ¿qué porcentaje corresponde a novedades editoriales? De las personas que visitan una librería, ¿cuántas solicitan algún tipo de orientación del librero? ¿Qué porcentaje de los compradores de libros cuentan con un librero de confianza?


Seguro que conocer las respuestas a preguntas como éstas puede ayudarnos a hacernos una idea con respecto al lugar que ocupan los libreros en el sector del libro y a la importancia del rol que cumplen en él.

miércoles, 6 de agosto de 2008

mis dealers

En cuestión de lecturas yo tengo mis dealers: personas que me suministran referencias de autores y obras que vale la pena leer y que mediante sus recomendaciones me van orientando como lector.


Se trata de lectores voraces, inquietos y curiosos en cuyo criterio confío bien sea porque sus acertados consejos han puesto en evidencia que éste está en sintonía con mi gusto o bien porque me han recomendado autores y obras que en su momento me han abierto nuevas inquietudes.



Aquí les presento a mis dealers de cabecera:


- Freddy: en materia de narrativa y poesía tanto modernas como contemporáneas parece haberlo leído casi todo —y no suelen faltarle referencias confiables con respecto a lo que no ha leído—.


- Roberto: ha cultivado no sólo una patológica gabofilia gracias a la cual descubrí una parte de la literatura del sur de los Estados Unidos, sino también una pasión por las formas clásicas y por la poesía de vanguardias de finales del siglo XIX y de principios del XX.


- Javier Moreno: todo un conocedor de la literatura estadounidense contemporánea y de sus entresijos más recónditos.


- El poeta Camilo Hoyos: mi referente # 1 en vanguardias artísticas europeas de principios del siglo XX.


- Camilo Jiménez: el blog del editor de la revista El malpensanteel ojo en la paja— es una excelente guía de lecturas de clásicos modernos y contemporáneos que saca a la luz autores olvidados y curiosidades varias.


- Subal Quinina: ha sido mi iniciador en la literatura catalana, bolañero hasta el tuétano, apasionado de la narrativa latinoamericana y divulgador de alguna figura eslava —que pronto publicará en su editorial—.

viernes, 29 de junio de 2007

la influencia de los prescriptores de opinión

Quisiera retomar el tema de mi entrada de ayer trayendo a colación dos anécdotas simples pero significativas acerca de la manera como los prescriptores de opinión consiguen dirigir la atención de esa masa amorfa que se conoce como “la opinión pública” hacia los temas sobre los que manifiestan sus puntos de vista.


Bogotá, abril 8 de 1999


En la columna ‘Contraescape’ que publica en el periódico de su familia, Enrique Santos —quien es uno de los tres líderes de opinión más influyentes de Colombia— escribe una elogiosa reseña de una novela que ganó la Beca Nacional de Novela del Ministerio de la Cultura y que acaba de sacar la editorial Plaza & Janés porque el ministerio no dispone de los fondos necesarios para publicarla. Se trata de Rosario Tijeras, cuyo autor es un desconocido escritor de la ciudad de Medellín llamado Jorge Franco Ramos —que ya había publicado el libro de cuentos Maldito amor y la novela Mala noche—.


Un par de semanas después de la publicación de la columna de Santos —titulada ‘Un libro para leer’—, Rosario Tijeras es el libro más vendido de la Feria del Libro de Bogotá. Al cabo de unos meses la editorial Norma publica el libro, que debe reimprimir una y otra vez. Ahora todo el mundo habla de Franco y de su novela —después de la cual vendrían un par más y la adaptación cinematográfica tanto de ésta como de Paraíso Travel—.


Rosario Tijeras es una novela corta que explora el mundo de los sicarios a través de una historia de amor —dos elementos que producen una combinación explosiva—. Aunque su argumento es flojito y cursi, la novela tiene las virtudes de estar escrita con una prosa muy pulida y de tener un ritmo narrativo bastante dinámico. Claramente los elementos “tema”, “extensión” y “estilo narrativo” son el complemento perfecto al push de Santos para que la novela funcione comercialmente.


Tras la euforia de Rosario Tijeras se reeditaron tanto Maldito amor como Mala noche y Franco publicó Paraíso Travel —novela en cuya dedicatoria le devuelve el guiño a Enrique Santos— y Melodrama. Años después del fenómeno Rosario Tijeras los detractores de Franco siguen llamándolo "el escritor aguacate" porque dicen que lo maduraron a punta de periódico.


***


Bogotá, octubre de 2001


Para mi trabajo de grado sobre tendencias y hábitos de lectura de narrativa contemporánea entrevisto a Luis Fernando Afanador, el comentarista de novedades editoriales del semanario más importante de Colombia. Le pregunto si tiene indicios de que sus comentarios tengan alguna repercusión sobre las ventas de los libros a los que dedica sus columnas y me cuenta que tras haber reseñado un título que había salido un par de años atrás, éste se agotó en Biblos y otras librerías del norte de la ciudad.


La anécdota que me cuenta Afanador es bastante sugestiva porque normalmente en las revistas generalistas de actualidad sólo se comentan novedades editoriales. Sin embargo, cuando él se toma la licencia de comentar un libro que no es novedad las ventas de éste se comportan como si sí lo fuera.