Serie FotoBreves Num. 1. CEBRA.

Publicado en http://demisbocetosylosvuestros.blogspot.com

CEBRA

Te preguntarás qué hace una fotografía mía en este lugar. La tomó un reportero gráfico hace unos años, cuando recorría el Kiliwagoo en un jeep verde. Como no podía moverme entablamos conversación e intercambiamos pareceres. Le conté que en la sabana africana el tema de buscar vivienda estaba muy difícil,  por lo devastado del hábitat y la superpoblación, él asintió como si  ya conociera la historia, y yo me remonté al día en el que decidí meterme en este árbol para sentirme protegida. Invertí todas mis ilusiones aún sabiendo del riesgo. 

Después le hablé de mis estrecheces, de cómo de tanto empujar mi cuerpo hacia delante, mi lomo se dilató mucho más de lo normal, e incluso llegaron a llamarme bicho raro. Él me dijo que eso no ocurría en su país. Que allí, en España, podría tener una casita en comunidad y compartirla con mis semejantes, sin necesidad de estos aprietos. Gracias a mis dos amigos que me vigilan desde lo alto, no le hice caso, y sigo aquí tal y como ahora me ves. 

El reportero, se ha quedado sin casa, lo llamó desahucio, y me ha visitado para ver si puedo cederle un espacio. A pesar de que lo he encontrado mucho más delgado y famélico que la primera vez, definitivamente no cabemos juntos. Cuando se marchaba, entristecido, me ha dicho que tenga cuidado, no sea que tú me confundas con un código de barras y quieras aplicarme un veintiún por ciento de IVA, pero tampoco le he entendido. En cualquiera de los casos, seguiré aquí, esperando el día en el que encuentre un árbol mejor en el que camuflarme. 

Leyenda del caballero comedor de calendarios.

                                                   IMAGEN CEDIDA POR SARA LEW

Leyenda del caballero comedor de calendarios

Como tantas otras veces articuló sus pesados brazos, e irguiendo su cuerpo soplado de vidrio, se levantó de la mesa procurando no romper ni una sóla de sus logradas filigranas con las que Anabel esculpió, soplando, su bello porte de caballero templado.

Se colocó el sombrero de las siete plumas, el que sólo portaba quien herederara el título de experto comedor de calendarios. Expectante y en silencio, el resto de la vajilla observó sus gestos y movimientos muy calculados. Los platos lo hicieron con su único ojo redondo y las tazas giraron sobre sí mismas para mirarle a través de sus asas. Había llegado el momento más esperado, el ritual que se repetía año tras año.

A la par que el sonido de las doce campanadas y mientras Anabel y los suyos degustaban las uvas, en la sala, el caballero de los calendarios deshojó los doce meses del año engulléndolos uno a uno. Cuando terminó, se reclinó en la silla exhausto por el esfuerzo, y la vajilla guardó silencio en memoria del año fallecido. Oyeron las voces de ¡recojamos la mesa!, ¡sonaron los cohetes de fin de año!, y todos los presentes supieron que su triste momento, de nuevo, había llegado : reposarían en la alacena hasta el año que viene y el comedor de calendarios sería guardado entre papeles usados y paños mojados.

Dicen que es tradición en la familia de Anabel, sentar a la mesa de la cena de fin de año, a un caballero mágico que deguste la celulosa cual si de rico manjar se tratara. Que es tradición de padres a hijos aunque los más pequeños rían la ocurrencia y más de un año hayan hecho peligrar su frágil existencia .

La vieja leyenda dice que sin su presencia, los años serían infinitos, y la maldición del año nuevo reinaría por siempre en sus vidas.

SARA LEW publica en su blog :  

http://microrelatosilustrados.blogspot.com

en el apartado INSTANTANEAS DE LA IRREALIDAD,

todas las aportaciones recibidas.

GRACIAS SARA.

En 25 líneas. Los ancestros.

Con este pequeño y humilde relato ambientado en la ciencia ficción he participado en el concurso Fantasti'cs11 de Castellón. Podéis leer todos los presentados en 

                                                  http://fantasticscertamenmicrocuento.blogspot.com/

58. LOS ANCESTROS (23 líneas)

El más pequeño de la casa cumplía años. Jambi esperaba con ilusión uno de esos regalos especiales. Había madurado mucho desde la última vez que se reunieron todos sus familiares y ya había aprendido a soplar las velas sin escupir. Su tía abuela, la que más le adoraba, había prometido regalarle una sorpresa muy especial. Ella, venía de muy lejos, y sus maletas solían pesar tanto que el progenitor-primero siempre debía acudir en su auxilio nada más poner los pies en tierra. Por el contrario su progenitor- segundo, no era de la veneración de su tía. A las cinco en punto, hora estelar, doña Esprinja Astencia, apareció por la puerta con una gran sonrisa. Su maleta era tan grande como el asteroide que Jambi vio caer hacía unos días.

- ¿Qué me traes tía? – preguntó Jambi girando los ojos aceleradamente.

- Te traigo algo de lo que estarás orgulloso cuando crezcas. Es digno de un museo.

Jambi no pudo aguantar la emoción y se abalanzó sobre ella para abrazarle y rogarle abrir el paquete en ese mismo momento. Con sus pequeños seis dedos afilados despegó las tiras de papel adherente que envolvían una caja de madera. En su interior, sobre una masa gris, yacía una especie de manzana roja palpitando con buen ritmo junto a un par de alubias gigantes que bombeaban líquidos por un conducto enganchado a la manzana.

- ¿Le has traído órganos ancestrales? - preguntó el segundo enarcando las antenas.

- Por supuesto, ya va siendo hora de que este crío conozca lo improcedente de semejantes sistemas. Le traigo una batería autoinducida cargada, y si los cuida le durarán mucho tiempo.

- Gracias tía, gracias ..... - dijo Jambi aguantando las lágrimas – el corazón lo pondremos en la vitrina y junto a él los pulmones. El cerebro para mis manualidades. ¡Cómo sabías que me gustaba tanto la paleoancestrología!.

AUTOR: Laura