Para mí hay un antes y un después del concierto de John Zorn con Electric Masada el viernes 4 de abril de 2008 en el Teatro Central de Sevilla. Sinceramente no estaba preparado para lo que iba a presenciar. De casualidad había llegado a mis manos un disco delicioso como The Dreamers (2008) que me fascinaba cada día más por todo: su artwork, la cuidada edición, su mezcla imposible de estilos; desde la música surf, pasando por jazz, jazz-rock...el palpable virtuosismo de una serie de músicos que no conocía de nada: Marc Ribot, Joey Baron, Trevor Dunn...¡un momento!...Trevor Dunn sí que me suena, ¿no era este el de Mr. Bungle?...sí, así es, colega de Mike Patton que tanto me gusta. Coño, ¡pero si a ambos los vi en Roskilde 2005 con esa formación que se hacía llamar Fantômas y que durante una hora de concierto me tuvieron preguntándome que cojones era lo que estaba pasando encima del escenario!.
Bueno, sigamos, el caso es que dentro del programa del extinto festival de Jazz viene del Sur se anunció el concierto de engañoso título de John Zorn - The Dreamers. Ya está. Lo vi claro. Viene a presentar este disco que tanto me está gustando. No podía desaprovechar la oportunidad y allí me presenté ese viernes acompañado de mi mujer y mi buen amigo Iván, compañero de tantas aventuras. En la entrada a la sala nos dan una octavilla donde detallan el programa y ahí ya no hay rastro de The Dreamers, sino John Zorn: Electric Masada - Essential Cinema. Mmmm...veo los nombres de los músicos y son los mismos que The Dreamers salvo alguno mas, una tal Ikue Mori. Bueno. No sé qué será eso de Electric Masada. Se apagan las luces y...se proyecta en una pequeña pantalla una serie de películas mudas a cual más surrealista y experimental. La banda, completamente a oscuras, interpreta una música que se ajusta perfectamente a la imagen proyectada. Reconozco a Zorn en la oscuridad dando instrucciones aquí y allá. En general toda la banda está tocando a la vez pero a veces el combo se reduce a unos cuantos de los músicos. De hecho, en una ocasión, se van todos y sólo queda en el escenario Ikue Mori que interpreta la música en lo que parece un ordenador portátil, con Zorn sentado a su lado haciéndole señales. Tampoco sé muy bien esta vez lo que está pasando en el escenario pero me gusta. En la oscuridad releo el panfleto y habla de "cinco filmes de cine experimental que van desde la laboriosa e inspirada obra de Harry Smith Tin Woodsman's Dream a la alucinada no-narratividad de Ritual in Transfigured Time de Maya Deren".
Uf, ha sido una experiencia increíble, pero lo mejor está por llegar. Tras un breve descanso vuelve toda la banda al escenario y entramos en las montañas de la locura, desatándose un estruendo difícil de soportar por momentos. Se intercalan momentos de cacofonía total con remansos acústicos deliciosos. Ya con toda la iluminación del teatro podemos ver con nitidez a ese conjunto de siete músicos perfectamente ubicados en torno al maestro de ceremonias Zorn que, ataviado con pantalones de camuflaje y camiseta amarilla, un pie en el suelo y otro en la silla, intercala estruendosos soplidos a su saxo alto con indicaciones con las manos a todos y cada uno de los músicos que tienen todos los ojos clavados en el jefe, tocando sus respectivos instrumentos sin mirarlos ni siquiera de reojo. Aun pienso que en cualquier momento van a interpretar algún tema del disco que me llevó a ese concierto pero no, son otros temas, a veces dispares unos de otros pero todos con cierto elemento común, cierta escala musical que los hace a todos distintos pero similares a la vez. No fue hasta mucho después que entendí todo. Lo que estaba viendo era una reencarnación del concepto Masada, la más descomunal obra del más descomunal de los compositores contemporáneos. Es difícil asimilar la magnitud de esta deriva compositiva de John Zorn, con mas de 500 temas repartidos en lo que llaman los tres libros de Masada, e interpretables por multitud de formaciones distintas. Lo que estaba presenciando era Electric Masada, quizás la más espectacular de todas ellas. Sin solución de continuidad el concierto fue una sucesión de interpretaciones de una intensidad que te dejaban noqueado, sordo, descolocado. Por momentos llegué a temer por la integridad de mi hijo en el vientre de mi mujer, embarazada de cuatro meses, sometido a esa tralla inconmensurable. Acabó el concierto y me fui a casa exhausto y no me di la oportunidad de abordar a Zorn a la salida para darle las gracias y pedirle un autógrafo. Ahora sé que no me lo hubiera dado. Tenía ganas de contar esta mi introducción en el universo Zorn y no ha sido hasta que me he leído el magnífico libro de Óscar Alarcia de título precisamente Universo John Zorn (Libritos Jenkins, 2020) que he encontrado el momento.
Después de ese concierto profundicé mucho más en John Zorn. Adquiría todo lo que se me ponía a tiro y que estuviera a un precio decente. Poco a poco fui conociendo muchas otras facetas de su obra pero cuanto más me introducía, más y más me sentía lejos de poder abarcarlo todo, hasta que uno se rinde y asume que el ritmo de producción de Zorn siempre es mayor que el ritmo de adquisición y escucha que puedo permitirme. Además siempre deseé poder poner un poco de orden y concierto en ese universo (o debería decir multiverso), saber cómo es el autor, cuál es su trayectoria, cómo puede ser tan prolífico, que cosas llevan de un punto a otro...Pues todo eso y muchísimo más es lo que podemos encontrar en las más de 550 páginas de este libro que escribe, edita y distribuye el gran Óscar Alarcia. Este libro es tan descomunal como es y se merece el protagonista del mismo. A lo largo de diez capítulos Óscar ejecuta con éxito la titánica tarea de poner en orden la trayectoria vital y musical de este genio con infinidad de información obtenida de infinidad de revistas, artículos, libros, vídeos de youtube y que, con cierta dosis de paciencia y pasión incondicional por el que lee, te permite introducirte a fondo en su mundo y disfrutar de su cronología musical, entendiendo y conociendo quién es quién y qué es qué en ese universo sólo posible cuando detrás hay un genio que como él mismo dice trabaja 24h al día 365 días año sin distracciones (entre las que incluye hijos y televisión). Un workaholic con mayúsculas que hace que el mismísimo Zappa pareciera un compositor aburguesado. Por cierto que Óscar, en varios momentos del libro, no puede evitar mencionar al bigotudo a colación de tantos elementos que podemos trazar en común en la trayectoria de estos dos genios y por el que profesa sin duda igual o más admiración.
Por concluir, creo que esta es la obra definitiva de John Zorn en español. Un obra que, como bien dice Óscar, a la hora de su edición ya está obsoleta, pero que se me antoja fundamental para cualquiera que desee tener una mínima conciencia de lo que significa el Universo de Zorn y, sobre todo, se sienta enganchado, hipnotizado, abrumado por su producción musical. Gracias Óscar por ese descomunal esfuerzo que tanto me ha enriquecido y me ha hecho disfrutar.