Hubo una vez un festival llamado Espárrago Rock. Asistí a tres ediciones, cuando ya se celebraba en Jerez en lugar de Granada, y para mi fue la primera experiencia en un festival así, es decir, con las características que identifican a los festivales de la era moderna. Con ello me refiero a un festival de dos o tres días, con varios escenarios simultáneos, actividades paralelas y zona de acampada. Todo en el mismo paquete. Para mí, el festival Espárrago tenía tres virtudes fundamentales: cartel de lujo, precios populares y proximidad. En su contra, y como principal defecto: escasas infraestructuras y facilidades.
Mi primera edición, abril del año 2000, fue un desastre. Acudí bajo el reclamo de Lou Reed en el cartel, y en menor medida con el atractivo de ver a Cranberries y Skunk Anansie, pero cayó una tromba impresionante todo el fin de semana y suspendieron el festival antes de las últimas actuaciones del sábado. En definitiva no vi a nadie de los que me había propuesto, me puse de barro hasta las cejas, calado hasta los huesos y durmiendo en una tienda de campaña en un descampado que se podría declarar zona catastrófica. Reembolsaron el 50% del precio del abono lo cual fue un palo económico para la organización del cual no consiguieron recuperarse, a pesar de que hicieron lo imposible por dar continuidad al festival.
Sorprendentemente, la edición del año 2001 se anunció con un cartel todavía más espectacular y además con unos precios bastante aceptables. Con la lección aprendida, esta vez se programó el festival para julio, cuando la probabilidad de lluvia es prácticamente nula. Como cabeza de cartel, el gran Neil Young con sus Crazy Horse. Además tendríamos a Beck, Hellacopters y Placebo. Esta vez la zona de acampada la situaron en una arboleda muy, muy alejada del recinto de conciertos y no estaba nada bien habilitada y organizada. Además los árboles estaban un poco pelaos y la sombra era escasa. Respecto a los escenarios, podemos darles un aprobado. El escenario principal (no recuerdo cómo se llamaba) era bastante grande. Simple, pero grande. La zona para el público tenía una ligera pendiente natural a modo de anfiteatro, lo cual favorecía la visión desde lejos. El sonido tampoco estaba mal. En la primera jornada pude ver a unos cañeros Hellacopters y a un gran showman llamado Beck, muy lejos de aquel muchachote con guitarra acústica que tenía en mente. Aún así me gustó bastante y aún me vuelven a la memoria flashes del concierto. Pero al día siguiente vino el gran momento. Después de ver a unos insulsos Placebo, el escenario principal comenzó a poblarse de viejetes tomando posiciones. Son casi la 1:30 de la madrugada cuando empiezan a cambiar el escenario y aparecen elementos conocidos: la pedalera roja, la batería con la bandera pirata, la Old Black. Aparece el granjero Neil secundado por un gordísimo Frank Sampedro y unos también viejetes Billy Talbot y Ralph Molina. Empieza el concierto con Don’t Cry No Tears, a un ritmo más lento que la original. Le sigue I’ve Been Waiting for You que gana mucho en directo, Love and Only Love que suena con una fuerza tremenda y Piece of Crap, que nunca me ha gustado. A continuación un set con temas nuevos de su último álbum “Are You Passionate?” donde baja un poco el ritmo. En concreto se trata de Going Home, Hold You in My Arms y Don’t Say You Love Me. Esta última en particular no me parece que suene bien en directo, no así como las dos primeras. Pasamos ahora a un breve set acústico con la laureada Heart of Gold a la guitarra y la preciosa After the Gold Rush al piano. Neil Young en estado puro. Aunque debía tener ganas de caña porque rápidamente dijo que se acabó el acustiqueo y siguió con Standing in the Light of Love y Gateway of Love, también del último disco. La gente empezaba a reclamar otro tipo de material. Algún exaltado no paraba de gritar pidiendo los grandes hits, pero estoy seguro de que en nada condicionó la decisión del tío Neil cuando arrancó con los acordes de la potente Hey Hey, My My. Desde aquí hasta el final del concierto, todo fue un derroche de energía, decibelios y muchas, muchas ganas de tocar y pasarlo bien en el escenario. Al menos eso parecía y transmitía desde mi posición. Pasamos por Sedan Delivery y tras un apoteósico Like a Hurricane (con maltrato a la Old Black incluido) de al menos 20 minutos, dejan el escenario para volver en un bis insuperable: Rocking in the Free World y Powderfinger. Hasta aquí ya hubiera sido un concierto inolvidable, pero todavía nos obsequió (son las 3:30 de la madrugada) con un segundo bis: tras la tempestad, la relativa calma de la espeluznante Tonight’s the Night, y un broche de oro totalmente inesperado con la decadente Roll Another Number (for the Road). Con este concierto, y en mi humilde opinión, el Espárrago Rock tocó techo.
En la edición del año 2m2, con la misma infraestructura cutre de siempre, me lo monté de otra manera e iba y venía cada día sin pernoctar allí. En la primera jornada pude ver a los siempre buenos Tabletom, con un pasadísimo Rockberto. A los decepcionantes Dover, en la cima de popularidad y antes de sus experimentos dance. A los atractivos Garbage con una simpática Shirley Manson que se metió al público en el bolsillo. Y a Iggy Pop, que no sólo se metió al público en el bolsillo sino que subió a media audiencia al escenario para horror de la organización. Sin sus Stooges, la iguana derrochó energía y locuras sobre el escenario, a su edad y sin menoscabo de la calidad musical. Al día siguiente me sorprendieron gratamente Amaral. A pesar de que su música no es la que escucho habitualmente, hay que reconocer que Eva es una cantante excepcional, que unida a una música bien ejecutada, comercial y con unas letras a descubrir, te hacen pasar un buen rato. Lo del guitarra Juan Aguirre pues…habría que ponerle remedio. Y tras la ñoñería…la salvajada de Extremoduro. Y digo salvajada por lo salvaje de la audiencia, porque ellos son unos señores en el escenario, por mucho pelo largo, descamisado y tonterías provocadoras que suelte el Roberto por la boca. Es imposible estar cómodo en un concierto de Extremoduro con tanto becerro alrededor que cree que hay que estar fumao, borracho y golpeando al de al lado para poder seguir la música. Con lo buenos músicos que son y las obras maestras que tienen en su discografía, es un pena no poder disfrutarlos como me gustaría. Con el magnífico y recién estrenado “Yo, minoría absoluta” despacharon un arranque bestial con A Fuego y un final apoteósico con Ama, Ama, Ama y Ensancha el Alma. Entre medias, grandes canciones de toda su discografía y un innecesario y pesado interludio entre las dos partes del concierto.
Y hasta aquí mi experiencia en el Espárrago Rock. Los puristas reniegan de la etapa jerezana y hablan con añoranza de la etapa granadina, pero creo que el salto era necesario para convertirse en un festival de primera línea, aunque el nombre de “Espárrago” ya no tuviera ningún sentido. Lástima que fracasara. Hubo al menos una edición posterior pero el bajón de nivel en el cartel era alarmante, hasta que finalmente se extinguió. Una verdadera pena quedarse sin un festival como éste y más siendo del sur.
"Information is not knowledge. Knowledge is not wisdom. Wisdom is not truth. Truth is not beauty. Beauty is not love. Love is not music. Music is the best." (Packard Goose, Joe's Garage, Frank Zappa 1979)
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martes, 26 de mayo de 2009
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