En el trayecto de nuestras aficiones, nos hemos encontrado con alguna de las facetas de Felipe Garrido, por ejemplo como literato —en sus vertientes de narrador, ensayista, traductor—, editor en ejercicio atrás de sellos capitales en la conformación del México contemporáneo —sep, fce, cnca—, maestro en aulas universitarias fundando su cátedra o en conferencias sobre una de sus pasiones: la promoción de la lectura.
Como lector me lo encontré al cuidado de
muchos libros que adoro, cuido y recomiendo. Como escoliasta de la literatura
mexicana vigesímica espigué su obra en busca y captura de las representaciones
de la sirena —ese animal que catapulta la imaginación literaria desde los
tiempos homéricos de la épica— que se amalgaman en su narrativa. Por este
basalto prosístico me afilié a una disciplina, la sirenología, una ciencia
inexacta que tiene entre sus propósitos humanísticos documentar la aparición
del mito de la sirena en los acervos culturales. Y como amantísimo recolector del
cuento breve, me llegó un ejemplar de No
tengas miedo. Relatos de fantasmas, demonios, hechiceras, chaneques y otros
seres por obsequio de Benjamín Barajas. Grande fue mi asombro al sopesar el volumen: hermoso
en sus riberas, gratísimo en su remanso narrativo.
Por una ceguera de argonauta, no me
percaté en mi recorrido por la obra garridista de las parcelas donde se rotura
el misterio, lo fantástico y el horror. Es decir, pasé por alto los monstruos,
los fantasmas, las hechiceras y los seres innombrables que atormentan nuestras
conciencias. Esos amigos y enemigos invisibles de sombra y sueño que pueblan la
realidad cotidiana.
Gracias a la justa compilación de No tengas miedo —debida a la sabia y
escrupulosa espiga de Alejandro García—, tenemos para nuestro regocijo de
lectura un ramillete de historias de cortísimo palabraje donde lo sobrenatural
conquista su reino. Reino que lleva por nombres hogar, aulas, oficina, jardín,
estudio, es decir, los espacios donde se devenga el confort, el descanso, la
vida íntima o profesional. El misterio, la aparición y el secreto revelado habitualmente
suceden en la vida cotidiana de los personajes en ejercicio de sus labores en tales
recintos.
Anteriormente afirmé que la belleza
editorial acompaña este libro, amorosamente elaborado. La belleza, la muerte y
la revelación son también atributos naturales de las historias que fueron acarreadas
por el compilador para integrarlo, ya que provienen de diferentes cuentalias, a
saber, La musa y el garabato, Historias
de santos, Conjuros, Tepalcates, La primera enseñanza y la columna
cuentística dominical —“Mentiras transparentes”— que La Jornada Semanal publica.
Ahora vayamos al comentario de las partes
que integran el volumen. Cuatro secciones le dan consistencia, más un cuento a
manera de epílogo y un detallado estudio sobre la narrativa fantástica
garridista. Las ilustraciones —debidas a Rubén Guerra— son objetos que deben
destacarse, pues acompañan los relatos e insisten en un detalle de la narración.
En la primera sección, los “Fantasmas”
habitan los relatos de apertura. Sus apariciones acontecen como una epifanía,
una revelación de la tragedia en la clausura del cuento. Esta revelación se
manifiesta por un murmullo, un alma arrojada, una belleza inmutable, por otros
seres sin paz que regresan al lugar del accidente o con la aparición de un ser
intangible, a veces benigno, otras maléfico.
Cada cuento es un domicilio habitado por
dos personajes: el protagonista y la entidad revelada. Uno psicológica o
físicamente retratado; el otro apenas insinuado. Ambos entre los ambientes que
dan hospicio a lo lúgubre y lo siniestro, los espacios o fenómenos donde el
terror infantil por lo común encuentra sus manifestaciones: la noche, el túnel,
la oscuridad, la casa, la tormenta.
En los roles de su vida cotidiana, los protagonistas
se enfrentan a una entidad ajena a ese mundo de ficción, pero que regresa a él
con afán diverso: interpelar a los vivos, redimir una culpa, expiar el pecado,
saldar una deuda. Las reacciones de los protagonistas no revelan titubeos, al contrario,
ante la aparición de esos fantasmas mantienen la compostura, firmeza y valentía
que exige la situación. No se arredran ante el miedo, lo contienen, pero no
enfrentan a la entidad aparecida ni la confrontan.
Ahora bien, los adobes con que ha sido
levantado aquel domicilio han sido cuidadosamente seleccionados, arreglados y
acomodados para levantar los muros que contendrán dicha aparición, nunca
abrupta sino dosificada sabiamente. Ésta llega, se revela y clausura el relato.
Justo en ese momento se desatan nuestras conjeturas porque este tipo de historias
tiene como función interpelar al lector, no sólo dejarlo pasmado ante lo macabro,
sombrío o siniestro.
En la segunda sección, “Demonios”, un
hato de demonios hace su aparición ya para rogar favores femeninos, pintar picardías
en humildes templos o bocetar una estampa bíblica, donde un diablo conduce a
Eva y Adán para escapar del Paraíso. Este apartado recoge apenas un manojo de
cuentos con diablo. Sin embargo, tan breve sección no deja de sembrar
enseñanzas, por ejemplo, la conquista de los fines, la templanza, el embate de
la apariencia, la seducción del mal, la vanidad y la promesa.
En la tercera sección, las “Hechiceras”
pueden ser espejos de bondad, maldición eterna, encarnación de la muerte,
llamado del más allá. Los escenarios tanto de este apartado como de los
anteriores, pertenecen al ámbito rural. Casi todos los cuentos tienen como
fondo un pueblo, una comarca —a veces Tierra Caliente—, excepcionalmente otros
tienen un trasfondo urbano. No en la gran urbe, sino en los espacios
campiranos, mayormente pueblos, rancherías, los espacios abiertos que alojan
ríos, cascadas, pozos, llanuras, iglesias donde se producirá la presencia de la
entidad ultraterrena. Igualmente casi todos son personajes femeninos, sólo se
registra uno masculino, igualmente monstruoso y terrible.
A pesar de ello, la lengua de los personajes
no es regionalista, tampoco dialectal, sus pensamientos, hechos y acciones se
registran con un habla apropiada a los fines estéticos del autor, en ocasiones
con raptos de poesía, otras veces melódicos, calibrado su fraseo con mano
diestra y cada palabra hilvanada para provocar un efecto de sorpresa,
contundencia y revelación. De cada personaje se define por inferencia o
explícitamente su identidad, sexo, credo y clase para gloria de la
verosimilitud y conquista de lo fantástico.
La última parte recoge un bestiario, “Otros
seres”, extensión natural de las hechiceras, fantasmas y diablos que penan por
las secciones antes mencionadas. Cohabitan en ella vampiros, entidades de agua,
lobos, momias y tres seres sustantivamente garridistas: el Capora, “un hombre
cubierto de vello, enorme, de brazos largos y gran cabeza”; el aoao, que
“parece una borrega, sólo que más grande” y con “terribles garras [de]
colmillos implacables”, el Gentil, objeto del deseo femenino, “un animal que
parece hombre, pero que está cubierto de escamas, que tiene aletas y membranas
en las manos, como de pato”, además de un conjuro para atrapar a un nahual.
Clausura el volumen un epílogo a cargo de Alejandro
García, que documenta la trascendencia del cuento fantástico, orígenes y
variantes en el canon literario mexicano.
No
tengas miedo exhibe maestría en la composición y
dominio de las estructuras denominadas microrrelato o minificción, ambas
consagran a su autor en el género de lo fantástico y lo habilitan como médium
para convocar a esos seres inquietos que afloran en la soledad de la casa, en
las noches de tormenta, entre las grietas de la conciencia. Estos seres
arrojados nos interpelan para arreglar los asuntos del alma acongojada. El
misterio, el horror y la imaginación son cualidades que los acompañan.
Maestro Garrido, ahora paso a sofrenar mis
temores para decirle que en este último recorrido por su narrativa me encantó el
medio centenar de relatos donde la belleza, la muerte y la revelación fincan su
domicilio.
Felipe Garrido, No tengas miedo. Relatos de fantasmas, demonios,
hechiceras, chaneques y otros seres, selección de Alejandro
García, grabados de Rubén Guerra, Ciudad de México, unam-Naveluz, 2016, 122 pp. (Mantícora)
ISSU:
https://issuu.com/naveluz/docs/no_tengas_miedo_22enero
La Jornada Semanal reseña:
http://semanal.jornada.com.mx/2016/09/30/la-casa-la-tormenta-8412.html
Palabras del maestro Garrido:
"Querido Javier,
La Jornada Semanal reseña:
http://semanal.jornada.com.mx/2016/09/30/la-casa-la-tormenta-8412.html
Palabras del maestro Garrido:
"Querido Javier,
Mil, mil gracias, por haber leído [sic] este cuidadoso análisis de mis historias, por haberlo escrito, por publicarlo aquí [La Jornada Semanal]. Me dio muchísimo gusto que estuviéramos juntos en la presentación, tu compañía es algo que agradezco en serio. Gracias también por tu libro, en algunos momentos de veras terrible. Un abrazo grande grande."
Correo electrónico, 5, octubre, 2016.