Cuentos mínimos a grandes rasgos (nodecálogo)
Adriana Azucena Rodríguez
1.– Nunca renuncie a ser un Balzac, un Stendhal o un Proust, aunque de su pluma sólo surja una línea al año.
2.– De los maestros, copie lo que hacen y no haga lo que dicen.
3.– No sucumba a la tentación de llevar un extenso cuaderno de notas o de sacar mucha punta a su lápiz.
4.– Recuerde que su nada efímero propósito requiere, sin embargo, de lo efímero: el sentido de la historia, la muerte del individuo, el chiste de moda.
5.– Ande siempre al acecho de sus propios monstruos: dinosaurios, dioses, fantasmas, vampiros, reflejos en el espejo y entes similares; algunos como la madre, el hijo o el padre son espeluznantes.
6.– No haga chillar a las pobres palabras, pero tampoco les permita salirse del huacal. Evite el desperdicio: que la situación se comprima en un puño y que lleve sus huellas digitales.
7.– No olvide, nunca, al lector: su complicidad es imprescindible. Para mejores resultados, invéntese uno.
8.– Redacte su relato: recorte, añada, hilvane, recorte nuevamente (esta cláusula, por ejemplo, podría ser recortada).
9.– Si se atreve, ofrézcalo a la publicación, y espere pacientemente a que nadie lo tome en serio.
Fuente: El Cuento en Red, 23, primavera, 2011.
El presente decálogo pertenece al libro inédito “Mini-Hiper-Ficciones”, México, 2010.
Otras lecturas, otros mandamientos de Adriana Azucena Rodríguez: La verdad sobre mis amigos imaginarios, México, Terracota, 2008, 87 pp.
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