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El Papa y el músico

Es primavera cuando el anciano recuerda algo y sale de su despacho en dirección a la biblioteca. Podría haber mandado a cualquiera a buscar los libros que le interesan, pero no quiere que nadie conozca el tema que lo preocupa. Cruza varios pasillos, desconcierta a media docena de guardias (aunque ninguno osará preguntar adónde va, pues él tiene las llaves) y sorprende al bibliotecario, que no se explica a qué se debe semejante visita. Le va a preguntar cuando el anciano lo echa de la sala con educación. Lo tiene que averiguar sin ayuda. Sólo Dios sabe qué pasará si alguien conoce sus intenciones antes de que esté todo listo. Busca la sección que le interesa, echa un vistazo a los libros y escoge un par que podrían tener las respuestas. Después se sienta cerca de una ventana y se dispone a estudiar, a conocer las hipótesis y los antecedentes. Tiene poder para atar en la Tierra como en el Cielo, pero se va a retirar y eso es algo que uno tiene que dejar muy atado.
En Nueva York, los periodistas sospechan un terrible desenlace del otro. También es un hombre mayor, aunque no tanto, pero lleva tiempo recluido. Eso, en según qué ámbitos, no se perdona. Él, sobreexpuesto desde tan joven, lleva casi diez años apartado. Unos fotógrafos han llevado la imagen de su deterioro físico a la portada de una revista. Saltan las alarmas: se habla de que podría morirse pronto. El hombre tuerce la expresión cuando se entera y continúa trabajando en lo suyo, en secreto, igual que el primero.
Cuando Benedicto XVI renuncia, nadie podía imaginar que el gran estudioso del Vaticano pudiese romper una norma no escrita con tantos siglos de costumbre: uno es papa hasta la muerte. Pero aquel al que consideran un retroceso para la Iglesia está acostumbrado a hacer las cosas a su manera, y si bien ha viajado bastante poco desde la última fumata blanca, y no ha besado ningún suelo ni aplaudido en un concierto privado de U2, tampoco se ha quedado de brazos cruzados. Benedicto XVI ha perseguido la pederastia más que ningún papa anterior (y aun así, con mucha menos transparencia de lo que nos gustaría), ha dado el primer paso para que haya curas casados admitiendo a los anglicanos en sus filas y hasta ha aceptado el uso del preservativo para las prostitutas, si bien no le gustan nada ni una cosa ni la otra. Pero oigan, es un paso. Este papa no tiene ningún complejo en revisar la vida de Jesús (el Hijo del Jefe, el Jefe y la palomita milagros a la vez) y separar el mito de la realidad, aunque para ello cargue contra mulas y reyes magos. Por eso tampoco se iba a creer la chorrada de Papa hasta la Muerte, por mucho que lo hayan aceptado todos sus antecesores hasta la extenuación, y deja un mensaje claro y lógico: que los papas son hombres, y no tienen que aguantar más allá de lo que pueden. No se es mejor por apurar el pontificado hasta que te pudres por dentro y por fuera, ni tienes que dar al mundo una lección de sacrificio. No se me ocurre el momento en que Benedicto XVI tiene la idea y busca el modo de llevarla a cabo. Como mano derecha del anterior, veo más posible que le aconsejase la renuncia a Juan Pablo II, aunque este no le hiciese ni caso, y que atesorase la idea para cuando lo nombraron delegado de clase (Clase). Es fascinante que haya guardado el secreto por tanto tiempo, más temeroso de las propias intrigas vaticanas que de pesados periodistas, y que su hermanísimo, un cura alemán sin más currículum que ser hermano de, lo supiese antes que los mandamases púrpuras. Benedicto XVI ha hecho de un acto extraordinario, un acto de humildad: no se siente capacitado para seguir, y punto. Si alguien tiene que dar explicaciones, esos son los anteriores, que siguieron con el anillo por sus huevos; la auténtica soberbia.
De vuelta en Nueva York, David Bowie anuncia todo lo contrario: «Chicos, ni me he retirado ni estoy a punto de morir. De hecho tengo un disco nuevo que explica mi silencio de los últimos años. Estoy muy orgulloso. Espero que os guste». El cantante se ríe de los rumores que lo daban por terminal con un notición que nadie imaginaba; a ver quién se toma en serio los rumores después de escuchar los temas nuevos, que no parecen en absoluto obra de un moribundo. Benedicto XVI, por el contrario, anuncia su adiós en un puesto donde nadie espera deserciones. Uno tiene mucho que ofrecer, le pese a quien le pese. El otro asume sus limitaciones y se marcha al castillo a hacer lo que más le apetece: estudiar. Es ingenuo pensar que Bowie durará para siempre, o que un hombre de la talla intelectual de Ratzinger pueda estarse quieto por demasiado tiempo, pero los dos, a su modo, ponen de manifiesto que incluso a ciertas edades no hay nada escrito, y seguro que han disfrutado con lo absurdo de las especulaciones. Ninguno satisfecho con los plazos que les daban, ya fuese para obligarlos a trabajar hasta morir o para retirarlos antes de tiempo. Y hasta para callar bocas han usado sus plazos, sin decir palabra, esperando el momento para encender la traca. Que a cada uno le vaya bien con lo suyo. Faltan más hombres que demuestren que el futuro no está escrito, ni siquiera cuando tienes edad de estar en un geriátrico. La capacidad de sorprender no es exclusiva de los jóvenes, ni siquiera de los de mediana edad.

El agnosticismo es para los cobardes

No creemos y, sin embargo, no queremos que nos llamen ateos. Es que somos agnósticos, vaya, lo que significa que no tenemos suficiente capacidad para comprender la existencia de Dios. A ver, somos humildes. Y con esta corriente ya no tenemos que situarnos ni de un bando ni de otro, creyentes o ateos, quedándonos en la posición más cómoda de todas: ni sí ni no, sino no sabe/no contesta.
Pero no se trata de saber sino de pensar, a fin de cuentas, lo único a lo que tienen acceso ateos y creyentes incluidos. Pensar que Dios existe. Pensar que no. El resto nos escudamos con un vago «Yo qué sé» que podría ser la gran mentira.
El agnosticismo existe ¿o es un eufemismo? ¿Nos inventamos la etiqueta con tal de no ofender a nadie, ni los unos ni los otros? ¿Es posible que sí sepamos, pero que prefiramos guardárnoslo por no molestar?
Aunque lo de los agnósticos parezca un ejercicio de pereza espiritual, exige un esfuerzo mucho mayor que el de ateos o creyentes. Los otros reconocen la existencia de Dios sí o no, pero los agnósticos damos la vuelta a la tortilla para fingir que no lo podemos saber. Y en esa misma afirmación, cuando decimos que nuestro entendimiento no puede comprenderlo, estamos reconociendo implícitamente una esfera superior que daría toda la razón a los feligreses. El «Pienso, luego existo» de Descartes trasladado al Todopoderoso: «Es tan superior a mí que no lo asimilo». Es la afirmación de un creyente humilde, pero un creyente a fin de cuentas.
Si esto es así, la larga lista de agnósticos pasaría a engrosar directamente la de creyentes, pero no creo que sea tan fácil: en verdad, los agnósticos preferimos no molestar, y nuestro lema viene a ser muchas veces una mentira piadosa para no reconocer que no nos tomamos en serio lo más sagrado que tienen, su Dios. Hay que perdonarnos: decirle a uno que está perdiendo el tiempo en algo que no existe no es plato de buen gusto, y mucho menos cuando no gana ninguno. ¿Para qué voy a provocar, cuando no tengo nada que ganar con ello? Por más seguro que esté, ¿a quién ayudo yo con mis deducciones?
Porque los creyentes cuentan con la ayuda de Dios, aunque Dios nunca haya existido. Incluso si se trata del mayor placebo de la Historia, bienvenido sea Él. Los eslóganes también los ha inventado el hombre, y sin embargo se utilizan como fuente de inspiración. No vamos a tomarlos menos en serio por ello. Podríamos mencionar un millón de ideas globales, compartidas en la nube de la humanidad, que han provocado guerras y destruido imperios, y aun así no tienen ni la mitad de influencia que Dios. A ver quién es el listo que convence a los creyentes de que ningún ente superior los ha creado. Lo que ellos han montado entre sí es mucho más interesante que eso.
Los ateos, sin embargo, no tienen tanta suerte. Confiar tu destino a la ciencia es cuanto menos desesperanzador. Tampoco cuentan con un país propio ni tribunas dominicales desde donde soltar sus arengas. Caen peor, no lo vamos a negar. Y si entre tanta catedral, iglesia, parroquia y convento se les ocurre colgar un pequeñito cartel de publicidad en la 146 del autobús, los tachan de intolerantes radicales. Ellos, que están rodeados de eslóganes religiosos a cada paso que dan y conviven con lo que creen la Gran Mentira. Pero ateos del mundo, no os apuréis: la Gran Mentira no es Dios ni los suyos. La Gran Mentira somos los agnósticos, los que no admitimos la Verdad. La sabemos, cada cuál la nuestra, pero estamos más cómodos bajo el paraguas del a saber. Qué duda ni qué Dios muerto, tenemos nuestra opinión como el resto de vecinos. Pero con nosotros y nuestra ambigüedad no se mete nadie, ni los ateos ni los creyentes. Cuando en nuestro fuero interno, seamos uno de los dos, pero en la esfera íntima. A estas alturas, creo menos en los agnósticos (también en mí mismo) que en cualquier divinidad. Somos una panda de pusilánimes políticamente correctos. Una horda de cobardes de los que no se puede fiar.

De mi encuentro con Dumbledore en King's Cross, más o menos

El guión de Dios

No es que crea en Dios o deje de creer en Él. Es que si de verdad existe, es para indignarse.
Que tengáis un buen fin de semana.

Tres motivos por los que prefiero a Benedicto XVI antes que al papa viajero

Que a Benedicto XVI lo han tildado de extrema derecha desde el primer día, y ya es hora de que abramos los ojos. No digo que el actual pontífice sea la fiesta de santo padre, pero no caigamos en el error de creer que Juan Pablo II era mejor sólo porque tuviese más carisma o le encantase besar el suelo, porque entonces estaremos pecando de borregos (y el pecado, en estas esferas, gusta bien poco). Al anterior papa se le atribuye el gran mérito de contribuir a la caída de la Unión Soviética (mérito tan cuestionable como el papel del Rey en la Transición. Suena muy bien de entradilla en un biopic aunque los argumentos son etéreos), pero ¿qué reformas progresistas hizo el polaquísimo en el seno de la Iglesia? Dios y Virgen santísima, vuestro silencio me corta las ganas de rezar.
Benedicto XVI, muy lejos de estar en la ola de las reformas, cuenta con tres grandes avances que ya querría Juan Pablo II para sí:

  1. el uso condicionado del condón (condicionado, pero lo más lejos que ha llegado un papa al respecto).
  2. la admisión de curas anglicanos casados (que obliga a abrir el debate en el Vaticano. No puedes dejar que unos curas católicos tengan mujer y otros no. Hay que rediscutirlo).
  3. la persecución (muy relativa, pero radicalmente opuesta a la de su predecesor) de pederastas como el fundador de cierta orden. Juan Pablo II le hacía la ola cada vez que ese lo visitaba en la Ciudad eterna. Benedicto XVI, aunque se le cuelgue el sambenito (también justo, pero no tanto) de no perseguir lo suficiente a los curas pederastas, fue quien inició como cardenal el proceso contra este crápula mexicano.
Benedicto XVI sigue siendo un carca de tomo y lomo, pero ha dado tres pasos importantes que Juan Pablo II no dio ni cuando le funcionaban las piernas. No sería mi compañero ideal de parchís, pero si hay que elegir un papa progresista entre los dos, tengo claro que me quedo con Benedicto. El otro fue el papa del márketing, y de líderes así ya sabemos mucho en España. En su día me caía muy bien, pero ahora comparo los progresos de uno en treinta años y los del otro en cinco, y las diferencias son de echarse las manos a la cabeza.


Posdata: más de uno habrá advertido que no sigo las pautas de la nueva ortografía de la RAE en según qué mayúsculas. Tranquilos que lo he hecho a conciencia.

Las crueldades del Antiguo Testamento

El Génesis puede ser un cuento fantástico, la historia de Moisés valer de guión cinematográfico y la del arca de Noé, bien nos sirve para concienciarnos miles de años después del peligro del cambio climático. Sin embargo, ni las mejores lecturas sirven para salvar lo que es un libro tenebroso, con un dios que pone los pelos de punta con cada una de sus crueldades. No entiendo la necesidad de los cristianos de hacer del Antiguo Testamento la mitad de su Biblia. El Nuevo Testamento está más actualizado y su dios, al contrario de como ocurre en el Antiguo, es impecable.
Esta contraposición de dioses, supuestamente el mismo, siempre me ha desconcertado. Un dios malísimo con uno majo, los dos unidos como si fuesen el mismo. Me sorprende la veneración por una divinidad que regala a Satanás el destino de sus más fervorosos creyentes como ocurre con Job; me indigna lo cabrito que puede ser al dejar a Moisés a un paso de la tierra prometida; tampoco me explico qué tiene de admirable un dios capaz de enviar las peores plagas a Egipto, aunque signifique la muerte de miles de personas. Ese dios es terrible y jamás lo podría respetar. Sus crueldades salpican todo el Antiguo Testamento de principio a fin, y hubiese sido mucho mejor si esta religión hubiese renunciado a él para dedicarse única y exclusivamente a las enseñanzas de Jesús. Pero vamos: la Iglesia hubiese ido mucho mejor de hacer mil cosas que ha obviado por el camino.
El Nuevo Testamento es, todavía hoy, cuando han pasado dos mil años, un texto repleto de sentido común y humanidad. Las enseñanzas de Jesús sirven igual para creyentes que agnósticos, y sus palabras deberían enseñarse el día de mañana aunque desaparezca la asignatura de Religión, igual que estudiamos el Quijote o las obras de Shakespeare. Jesús, sea o no el hijo de Dios, es un personaje real de la Historia y posiblemente uno de los más influyentes. Ninguno como él puede presumir de nacer, vivir y morir pobre, y sin embargo trascender por los siglos mucho más que los reyes más ricos.
Pero de todos los momentos de Jesús, yo me quedo con uno solo: el de Jesús y los mercaderes, cuando el joven de treinta y tres, Belén, tiene un ataque de ira al ver los puestos de mercado junto a la sinagoga. Es el único momento en que la máxima figura -humana- del cristianismo pierde los estribos y la toma con todo lo que se le cruza en su camino. Sí, Jesús tiene una actitud vergonzosa en ese momento, nada que ver con cuando dice, clavado en la cruz, "perdónalos padre porque no saben lo que hacen". ¿Por qué no perdonó él a los comerciantes? El Jesús del mercado actúa de manera irracional y no recurre ni un segundo al diálogo. Se comporta como un parias. Y ese momento, por encima de todos los otros, y gracias a que nunca se censuró, nos demuestra el Jesús más humano, el que puede equivocarse alguna vez, y nos lo acerca para plantarlo, con sus defectos, entre nosotros. Todos podemos perder la razón en alguna ocasión. Que Jesús lo haga lo hace más perfecto que si nunca perdiese la compostura. Es un personaje histórico absolutamente apasionante.
También me encanta cuando le ruega a Dios que acabe con su dolor, o cuando duda que los ángeles vayan a recogerlo tras arrojarse al suelo. Jesús tiene sus flaquezas y el Nuevo Testamento no oculta ninguna. Multiplicar los peces y los vinos es un acto innecesario de soberbia, igual que resucitar a Lázaro, pero su maravilla también reside en cada error. Con todo, sus enseñanzas y aciertos son muy superiores a los tropiezos. Jesús es y debe ser una figura clave en la formación de la moral. Las misas serían mucho más interesantes si el cura se dejase de homilías y convirtiese su discurso del domingo en un club de lectura al que todos estuviésemos invitados a participar. La Biblia merece un millón de reflexiones: el Antiguo Testamento por lo peor, y el Nuevo por todo lo que nos queda por aprender. Da igual que no seamos cristianos.

Posdata: el dibujo es Jesús enfadado con los mercaderes. Por si no se entiende, el dedo quiere decir se-os-vais-ya-de-aquí-que-este-sitio-pertenece-a-mi-padre. No recuerdo haber visto jamás un cuadro con esta escena tan maravillosa, así que he tenido que dibujar algo para ilustrar la entrada. Si el retratado fuese Alá, ya me habrían volado los sesos.

Posdata que no tiene nada que ver: me dicen que no dejé claro en qué consiste lo del proyecto entrada número mil. Pues bien: podéis participar con lo que queráis, ya sea una carta, dibujo, videoblog, canción, poema, cómic, retécera. El único requisito es que sea significativo para el blog (vamos: que no enviéis una foto de vuestra primera comunión aunque salgáis muy guapos. No sirve). Hay quien ha escrito una crítica del blog, otro que ha hecho un dibujo con lo que más le interesa (y poco más que agregar, porque han participado muy pocas personas). Quedan siete entradas para el millar, así que aprovechad estos últimos días si os interesa aportar vuestro granito de arena. Gracias por adelantado.

Posdata de relleno, total, qué más da una más: os recuerdo que si entráis a crónicassalemitas.com tenéis botones de 'Me gusta' para el Facebook y también para hacer retweets en Twitter. Así hacéis publicidad al blog y yo me puedo retirar al campo.

Que cada uno elija su círculo del averno

Una de las cosas más interesantes de La divina comedia de Dante es el plano que crea del infierno. Es tan bueno que la Iglesia debería considerarlo canon católico. Con una distribución tan clara es imposible llevarse sorpresas después de muerto. Yo ya peco en vistas al círculo que más me apetece.

Una mezquita para provocar a los neoyorquinos

No me cabe en la cabeza la posibilidad de que prohiban la construcción de una mezquita en la zona cero del World Trade Center de Nueva York. Dicen que es una provocación a todos los afectados del 11-S, pero no voy a dedicar más de un párrafo a explicar lo que es sentido común. Los aviones los estrellaron terroristas, no musulmanes. Culpar a los musulmanes de los atentados es una locura radical. Que los musulmanes no puedan profesar su religión porque ofenden es una barbaridad en sí misma. Quien no lo entienda, quien confunda unos con otros, tiene que ser por fuerza un poquito subnormal. O eso o una mala persona terrible para quitar derechos a quienes no han hecho nada, o para culparlos de un crimen de semejante magnitud. Mira, sólo he escrito un párrafo del tema.

Curas y pederastas

En relación a la pederastia, hace meses leí la declaración de no sé qué mujer que decía que el Estado debería quitar la custodia a los padres que llevaban a sus hijos a colegios de curas. La frase me pareció injusta y de juzgado de guardia, de esas cosas para las que a uno le deberían apagar el micrófono. Yo fui a un colegio de curas en primaria y a otro hasta que cambié a la universidad, y no creo que mis padres fuesen irresponsables por ello. Nunca sufrí ningún tipo de acoso y de hecho me gusta la educación que recibí. Por supuesto que me enseñaron cosas de colegios de curas, de esas que olvidas antes de que terminen la oración. Pero si se trata de lo que quedó, no fue poco y le he sacado provecho. Por eso me molestó el acoso de esta desconocida, porque yo nunca fui víctima. Y eso que estudié seis años en un colegio de los Legionarios de Cristo, cuyo (recientemente) fallecido fundador fue un pederasta demostrado, y no hay mes que no saquen un nuevo escándalo para empeorar su memoria. Una memoria que por cierto, nosotros niños de bien celebrábamos con hamburguesas y coca-cola el día que se celebraba el aniversario de su orden sacerdotal. La risa de bocao.
A Benedicto XVI le está tocando todo lo de la pederastia, cosa que no acabo de entender. No porque no deban salir los casos, que por supuesto que sí, sino porque salgan ahora y no antes, cuando hace siglos que dijimos adiós a la Inquisición y pensaba que ya no había nada que temer. En cualquier caso, bienvenidas las revelaciones, pero tampoco creo que demonizar a los curas sea la mejor respuesta. Los hay buenos, la mayoría, y una pequeña parte, repugnante donde las haya, empaña el trabajo de todos los demás. Pero, y volviendo a la cita inicial, ¿existe relación entre ser cura y ser pedófilo? No me refiero a la perturbación sexual que puede provocar rezar diez avemarías al día, sino al hecho de que un hombre que promete castidad pueda sentirse tentado por un niño. Nos metemos en terreno peligroso.
Siempre me he negado a creerlo, y todavía me cuesta de aceptar. Porque nunca he entendido la pederastia como una enfermedad mental provocada por la falta de sexo, sino como un auténtico problema de nacimiento: es igual que seas cura que si te casas y tienes veinte hijos, la pederastia seguirá estando ahí, torturando tus pensamientos. Al menos es como yo lo quería ver. Y como creo, pero ya dudo, que lo sigo viendo.
Cuando digo que equis es lo peor del mundo, suelo exagerar. Lo he dicho con la hipocresía, el pillaje y las malas intenciones, pero no, nada de eso puede ser tan malo como la pederastia. Me horroriza más que cualquier acto humano. Y digo humano porque tengo que considerarlo tal, pero es monstruoso y no me puedo creer que quede persona en el ser que cae tan bajo, ya sea de acto o de pensamiento. Es la mayor bajeza a la que se puede caer. No hay palabra para definirlo.
Me niego a creer que alguien pueda sentirse atraído por niños por el simple hecho de tenerlos al alcance y haber votado castidad ante sus superiores. Me niego a creerlo porque pienso en mí, véase un hipotetiquísimo padre Pablo Cayo para servirle en las misiones de la fe, y no creo que jamás, bajo ninguna circunstancia, pudiese sentir apetito sexual al tener un niño al lado. Jamás. No veo la posibilidad. Y como violar a un niño viene ser una desobediencia de votos en sí, la misma desobediencia la podría cometer con un adulto. Problema resuelto. No le veo más.
De ahí mi reticencia a sospechar de los curas, porque ni todos son así, ni tampoco los profesores casados son una garantía de éxito: de todo se ha visto en el bestiario del Señor. Pero si se demostrase que mi teoría está equivocada, que no es más que lo que yo sé que no soy, entonces lo tendría muy claro. Si las cifras pueden demostrar que hay más abusos en colegios de curas que en los laicos, lo tengo decidido. Ahora puedo entender lo que dijo esa mujer, tenga o no razón: porque si tienes la mínima sospecha de que tu hijo puede recibir un abuso de ir a un colegio religioso, la más mínima sospecha, entonces no mereces llamarte padre. Que te quiten la custodia cuanto antes.
Si se demuestra que hay conexión entre curas y pederastias, claro. Si se demuestra.

Qué hizo Jesucristo en esos tres días, EL CÓMIC

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Velo

Yo lo siento, pero no puedo ir con la corriente. Me apena que las musulmanas que deseen llevar velo en las escuelas españolas, no puedan hacerlo porque se las trata como quien quiere llevar una gorra con visera rosa fucsia a lo choni. Es lo mismo para algunos en este país que se las da de cristiano un día y laico al otro, que si el 25 de diciembre no va a clase es por la sagrada Navidad pero que si el musulmán pide respeto por sus fiestas, entonces comparamos sus festivos con la final de la Copa del Rey: un capricho pueril, a fin de cuentas, que si no vas a trabajar atente a las consecuencias.

No hay musulmanes en mi círculo de amistades. No puedo pensar en nadie cercano cuando hablo de mujeres con velo, pero sí en personalidades fuertes, especialmente fuertes cuando viven en una sociedad machista, que reivindican la igualdad entre sexos y que sin embargo llevan velo: porque si hay una mujer feminista que pese a ello lleva el velo, y las hay a puñados, quizá debamos plantearnos que lo del velo no es una sumisión al hombre (como nos encanta decir para justificar nuestra islamofobia; igual que Turquía no puede ser de la Unión Europea "porque está en Asia". ¡Hipócritas! Ese debate sólo existe porque tienen otra religión, y lo del territorio es pura fachada xenófoba que les viene como anillo al dedo). No confundamos velo con burka, o no dejemos que los interesados lo hagan con nosotros: si alguien, por su religión, quiere cubrirse el pelo, debemos respetarlo sin chistar. A nosotros no nos perjudica en nada y es algo que ellas desean hacer, de modo que ¿en concepto de qué nos atrevemos a oponernos? Extraer teorías conspiratorias como que a partir de ese consentimiento llevarán burka o serán polígamos, es marear la perdiz para asustar al patio. A mí me encanta ver mujeres que se atreven a desafiar los prejuicios de los españoles: mujeres con velo subiendo solas en el metro; mujeres con velo que se pintan las uñas para que todos las vean; mujeres con velo que van a la universidad, y que ni un hombre se atreva a decirles que están fuera de lugar, porque ellas van a ser licenciadas y competir en un mundo profesional al que no accedieron sus madres. Mujeres íntegras que saben que lo único malo del velo son las interpretaciones que sacan los fanáticos islamistas y los laicistas reaccionarios, porque lo que es para ellas, no tiene más sentido que el crucifijo que llevas tú bajo la camisa, y que todos ven cuando te quitas el abrigo al llegar el verano.

El Vaticano

Este tipo de noticias me encantan. La gente no llega a valorar lo grandes que son estos cambios. Quiero pensar que esto es el principio de algo: sacerdotes católicos casados, de pleno derecho. Claro que hoy se hablará más del fraude del niño del globo aeroestático.

No seré católico, pero la Historia del Vaticano y sus normas son algo así como geniales. El único libro de Derecho que me compré en los últimos años fue el de Derecho Canónico. Bestial.

El sacramento legal

El otro día puse a caldo eso del bautizo civil, lo que no me acordaba es de una anécdota personal de cuando yo tenía unos siete años, y haciendo memoria, me he reído solo como nunca. Por lo tengo que podemos ser de niños, y lo que se nos queda -bastante- para después.

La historia es que hasta que tuve unos diez años, pensaba que la Comunión era un estado civil... aparte del sacramental. Exacto. Así de tontos nacimos, o nací yo.
La culpa no la tengo yo: en mi casa, yo no podía ir de copiloto en el coche "hasta que tomes la comunión". De ahí que yo lo consideré un estado civil igual que la mayoría de edad, lo mismo. Me imaginaba al policía comprobando si tenía crucifijo colgando del cuello, y un "ya se puede marchar" después de darse por satisfecho. No podía ir de copiloto con ocho o diez años, no: cuando tomase la comunión, y punto.
Eso me ha traído otros dos recuerdos: la vez, de más pequeño, que abrí la puerta del coche en mitad de la autopista (y se me castigó a no ir tampoco en ventana "hasta tomar la comunión". Creo que soy la única persona en el mundo que ha cumplido un castigo con años de duración. El día de mi comunión no cabía en mi gozo. Frente a mis narices se abría la España de la libertad). El otro requisito legal es más a broma, pero intentó tener calado: el condicionante para tener una camisa con mis iniciales era tomar la Confirmación, igual que mis hermanos. Dado que me retiré del curso cuando estaba a punto de terminar, no se me consideraba merecedor de ello. Claro que ahí ya no pensaba que la confirmación fuese un requisito legal, claro. Ahí se llamaba chantaje sacramental, y punto. No me confirmé. Y tuve camisa.

Bautismo civil

Pedro Zerolo, el último abogado que querría tener en el Infierno, oficia en Madrid el primer bautismo civil, ademán hijo de Cayetana Guillem-Cuervo (de la que podríamos citar mil películas y ninguna), y lo describe como "acto laico de bienvenida a la ciudadanía".

Pensaba que era una subnormalidad, pero hoy he recibido otro sacramento laico: mi primera visita a Hacienda, que me ha hecho sentir adulto de golpe y porrazo. Supongo que será el equivalente a la comunión, porque la hostia que me he llevado no ha sido floja. De papeleo, digo.

Camino

De ser creyente, la última orden que seguiría sería la del Opus Dei. Lo dice alguien que ha ido a colegio de Legionarios, cuyo líder fundador está acusado de pederastia, a un tris de la excomunión y hace semanas descubrieron, para colmo, que tenía amante e hijos secretos. Me quedo antes con los Legionarios que con el Opus, palabrita de Niño Jesús. No porque relativice los actos de pederastia (me parecen monstruosos y abominables, de lo más repulsivo que pueda hacer un ser humano), sino porque creo que los curas que pertenecen a la orden no tienen ninguna culpa de lo que hizo su fundador. Si tenía una amante e hijos secretos, hechos confirmados póstumamente, me es igual: estoy a favor de que los curas se casen, así que sólo me hubiese gustado que la orden aprovechase ésto para presionar en el Vaticano. Claro que lo de la pederastia pesaba más, claro.Digo que no sería del Opus Dei porque por lo poco que conozco, me da escalofríos. Continuamente se compara al Opus con los Legionarios, pero creo que su único punto en común es que buscan familias poderosas y con dinero, de modo que las dos órdenes están muy bien posicionadas. ¿Cuál es la diferencia? Que los seguidores de los Legionarios pueden pensar como quieran, con tal de que paguen sus cuotas, mientras que los del Opus buscan comer la cabeza a todo el que tiene a su alcance. Al menos yo lo veo así, a riesgo de equivocarme.

No sé obrará peor desde un punto de vista moral, pero es un debate interesante: Legionarios contra Opusianos, al ring. Se supone que tienen que profesar la fe, de modo que el Opus lleva claramente la delantera. Los Legionarios son más pasotas, y con el dinero están más que satisfechos. Pero es que no me gustan las formas del Opus. Los veo peligrosos, bloquean las mentes. Llevaría tranquilo a mis hijos a un colegio de Legionarios, como yo fui, pero no podría llevarles a uno del Opus. Digan lo que digan de los Legionarios, no te prohibían pensar. Si veían que no les dabas dinero te dejaban tranquilo, y se la sudaba lo que creyeses. Como si no ibas a misa. A parte, te enseñaban valores y daban una buena educación. Del Opus no me fío un pelo, aunque pueda pecar de simplista. Los veo todo lo sectarios que no eran los otros. Quizá me equivoque y sea puro fruto de prejuicios, así que que me disculpen.
Ayer vi Camino, la última de Javier Fesser. Para quien no esté enterado, un poco de situación: narra la historia de Camino, una niña del Opus que cae gravemente enferma y la fe le ayuda a superar la muerte. Ese es el argumento, que la polémica también tuvo su historia: el Opus la criticó duramente y lo mismo la familia de Alexia, la joven en la que está inspirada la historia. Eso le dio más publicidad, claro. Como si no se viese venir. Y luego, meses después, ha ganado unos cuantos Goya. Fin de la introducción.
Ayer vi Camino, como iba diciendo, y me encantó. Es una película muy bien hecha, con un guión sobresaliente, con una trama muy bien construida y unas interpretaciones muy conseguidas. Todos los ingredientes para peliculón, y posiblemente lo sea. España no entiende de términos medios y sólo estrena bazofias o peliculones. Teniendo en cuenta que no solemos tener más de un peliculón al año, cuando más, es preocupante que tengamos que pagar el resto de mierdosas producciones con la Ley del Cine, como si también pagásemos a los cantantes para que saquen discos o a los escritores para que escriban, al margen de lo que hagan después.
Camino es buena y también muy dura. Es bonita por momentos y triste por otros. Hubo un momento incluso en que grité en silencio, poniéndome las manos sobre la boca a lo trauma total, y supongo que quien la haya visto sabrá a qué momento me refiero (ni lo mencionen, mis queridos comentaristas, que no validaré espóilers). Creo, con sinceridad, que Fesser decía la verdad cuando explicaba que la película no es contra el Opus. Yo creo que no lo es, aunque es obvio que tiene especial protagonismo. El Opus no es el tema principal, más quieran, y me temo que nada de lo que se ilustra está inventado. Es más: todos conocemos historias de la orden mucho más desagradables de lo que se ve en la película, os lo aseguro. Si de verdad hubiese querido hacer daño, podrían haber empleado otros recursos.
Tampoco es una biografía de Alexia. Sólo hay que ver su foto de familia para comprobar que la de Camino es bien distinta, y seguramente también las historias que les envuelven. Ha tomado un hecho real de punto de partida, pero ahí termina todo. Y creo, sí, que Fesser comete un error al intentar dar su explicación a la fe de la niña real, porque ahí, por mucho guión que sea, sí puede hacer daño. Pero bueno: hay que reconocer que como historia original es apasionante. Todos los miembros de la familia tienen algo que contar, algo que merece la pena.
No soy defensor ni atacante del cine español. A veces hay películas que considero geniales, y sólo hay que ver la taquilla para comprobar que el público no tiene prejuicios contra el cine patrio, sino que sencillamente no le apetece ver las mierdas de películas que sacan siempre. Basta que se salgan un poco de la tónica general para que sean un éxito, y prueba de ello fue cómo arrasó Rec.
Hala, corred a verla. Camino, digo. De verdad que está muy bien. Si sois creyentes no os preocupéis, porque la película no golpea nada la fe. Es más: a algunos debería servirles como prueba del poder que contiene. Pero es muy buena la película, de verdad.

La imperfecta Constitución

Lo siento, lo siento. Hubiese escrito esta entrada ayer, pero la efeméride me pilló en Madrid. Cero turismo en una ciudad que ya me pide retorno, pero eso es otro asunto. La Constitución Española, la del 78, me llama ahora.


Que todos pitos y flautas con lo bien que está la Constitución, y como a mí me aburre soberanamente repetir lo que ya dicen los demás (nota mental: si un día soy presidente del gobierno, Dios no lo quiera, suprimiré los minutos de silencio y demás ejercicios de pérdida de tiempo), pues diré lo que no me gusta de la Carta Magna, lo malo malísimo, lo que nos trae de cabeza y por el camino de la amargura. Bueno, no sé si tanto, pero en un santiamén he sacado las cinco peores cosas de la Constitución. Quizá no son las peores, pero es lo que he podido en eso que me preparaba la cena. No hay nada que no haya comentado antes en este blog. De hecho, es un pupurrí de mí mismo. De mal a peor.

PRIMERO. España de las autonomías. Me parece bien que haya autonomías, aunque os aseguro que para mí no sería un drama que no existiesen, y se controlase todo desde el propio Estado. Pero bueno, están ahí y hay que sacarlas adelante de la mejor de las formas. De ahí a los excesos que hay, no. Devolvería varias competencias al Estado, empezando por la educación. Una educación de consensos, eso sí. Democracia siempre.

SEGUNDO. España laica. El laicismo (entre laico y no confesional no existe diferencia alguna, pese a que más de uno se enfrasce en características genuinas) es algo constitucional y no debemos extrañarnos cuando alguien pide que se retiren los símbolos religiosos. Que no pregunten a los ciudadanos si están a favor de las sentencias pro-laicismo: ellas sólo cumplen la ley. La pregunta, si acaso, es si estamos de acuerdo con que España sea laica. Lo es, en la teoría, que en la práctica dista mucho. Algunos ponen el grito en el cielo por un crucifijo en las aulas cuando los altos mandatarios juran (o prometen) con la Biblia delante, cuando los funales de Estado son de la Iglesia (y con Rouco, ¡añap!) y celebramos la Navidad y la Pascua como si nada, por no mencionar todas las calles dedicadas a santos o papas. ¿Donde termina el laicismo y comienza la tradición religiosa? Yo no lo sé. Pero estoy a favor de las dos: laicismo y tradición. Eso sí: si fuese por la Constitución, nada de lo que he mencionado se haría. Los políticos han sido "inconstitucionales" desde el primer día, en lo que a Iglesia y Estado se refiere. Psocialistas y Ppopulares por igual.

TERCERO. España de la resociabilización. Como me parece una temeridad presuponer la resociabilización de todos los presos, estoy a favor de la cadena perpetua (o cadena de muerte, si el reo la prefiere. Tranquilos, que lo justifico) en tres casos muy concretos: pederastas, violadores y terroristas. Quitémonos ese complejo de decir que todos se hacen buenos al pasar por la cárcel, que a los que tienen sentido común les entra la risa. Hay casos muy evidentes de personas que quieren reincidir nada más salir de prisión, y lo reconocen sin tapujos. Esos no deberían salir mientras fuesen un peligro. Gracias a nuestra Constitución, no podemos evitarlo. Pues a cambiarlo, hombre.

CUARTO. España monárquica. No es de recibo que una Constitución que prometía ser moderna, nos colase un Jefe de Estado que responde igual a rey que a figura de Belén, por lo poco que hace. Es una institución machista, en un machismo no justificado ni para 1978; es una institución hereditaria, por lo que sólo puede llegar a ella un heredero; y entre un sinfín de injusticias, es abominable que el rey sea inviolable - que no puede ser juzgado por el derecho penal, en resumen. Que si le apetece matar a ocho vedettes tocayas, nadie le podrá poner la mano encima. En fin. Desconfío de cualquier persona monárquica. Para mí es igual que si me dicen que se dejan pisotear. Tampoco me creo el cuento del "Campechano de la Transición", y aunque fuese cierto, no veo razón lógica para agradecerle su trabajo de entonces con un "premio" eterno, para él y para todos sus descendientes. Qué estupidez.

QUINTO. España y la vivienda digna. Se supone que tenemos derecho a una vivienda digna, pero es más bien un brindis al sol. Supongo que en la España del ladrillo, anteponemos la vivienda a la vida: de ahí que no importe vivir miserablemente con tal de tener un piso a nuestro nombre. Como no veo forma humana de lograr que todos tengamos una vivienda por la jeta, prefiero que quiten ese chiste de derecho de la Constitución. Por dignidad. Para no tener la impresión de que se están riendo de mí, cuando por un lado leo "derecho a vivienda digna" y por otro veo a todo el mundo ahogado a final de mes.

Sinsentidos de un lugar pantanoso

La Santísima Trinidad es un invento funesto que hace perder credibilidad a la Iglesia, que se ha sacado de la manga demasiadas cosas que no se mencionan en la Biblia (véase el sacramento de la confirmación, al que me opongo radicalmente). El del tres en uno, cual oferta del Carrefour, me sorprende especialmente. ¿A quién se le ocurrió eso, y quién tenía detrás para aplaudirle? Los curas de mi colegio no podían explicarlo, y siempre recurrían a la fe. Hubiese sido más sencillo reconocer que la Iglesia metió la gamba al respecto y que Jesús puede ser perfectamente Hijo de Dios, sin necesidad de que sea Él mismo. ¿Y por qué iba a serlo? Si Jesús era Dios, lo hubiese dicho y punto. Pero no lo dijo, que lo sepan. Menudas tonterías para rellenar concilios.

Ala, hasta aquí mi crítica religiosa del día. Los cristianos se quitarían un peso de encima si no tuviesen que explicar el misterio de la Santísima Trinidad. El misterio se lo han inventado ellos mismos, que la religión puede seguir funcionando sin meterse en semejante berenjenal. Sólo servirá para que los ateos se burlen de ellos.

Divorcios

El divorcio me parece un invento estupendo, sobre todo cuando no hay hijos. Pero si los hay, y los padres no se quieren (si sólo uno de ellos no quiere al otro) no le veo el problema. Lo malo está en cuanto surgen las confrontaciones, y los picapleitos, y la mala sangre para hacer de algo humano algo desagradable. Pero el divorcio, el divorcio en sí, es un invento imprescindible.

Partiendo del hecho que creo que el matrimonio es tremendamente complicado, y que eso del "para siempre" me suena a premonoción, el derecho a poder concluirlo cuando creas conveniente me parece lógico y natural. No entiendo porqué ibas a seguir con alguien a quien no quieres. Y todavía entiendo menos porqué algunos prohibirían los divorcios, o que directamente no los reconozcan. El año pasado estudié Derecho Canónico, que biene a ser el derecho de la Iglesia de Roma (una asignatura muy interesante, de verdad), y nuestro profesor era además uno de los "protectores del vínculo" en la diócesis de Valencia. En otras palabras: que si tú quieres la anulación sacramental (esto en términos religiosos, que nada tienen que ver con los estatales) él sería el que pondría todo su empeño en evitarlo. Porque es su papel, Defensor del Vínculo. Da igual que tu mujer te ponga los cuernos, que se niegue a tener hijos o que no te dirija la palabra desde hace ocho años. El defensor del vínculo buscará cualquier cosa para evitar vuestra anulación sacramental, por muy obvio que sea que lo merezcas. Y eso, lo siento por mi profesor (que era una excelente persona, pero en esto me resultaba gravemente equivocado) es repugnante. Gracias a Dios que el Estado no comprende la figura del Fiscal-defensor-del-vínculo, o mal nos iría.
Todo esto viene porque ayer me contaban el caso de un divorcio, en el que la madre provoca que la niña tenga aversión a su padre. Supongo que estos casos son mucho más escasos de lo que nosotros conocemos, y por mi experiencia personal mis amigos con padres divorciados mantienen buena relación con todos. Justo me viene ahora a la cabeza el caso de un chico, en Primaria, que nos contaba entre sollozos (tengo la imagen clavada en la retina: era el patio aporticado de Escolapios, y él estaba apoyado en una columna) que su padre se había ido "con una pelirroja". Seguramente su madre tenía mucho que ver con ese descorazón.
Pero lo que me parece absolutamente repulsivo es que los divorcios en los que no hay hijos se exijan dinero entre sí, ya sea el Beatle que Madonna. ¿Qué se ha creído esa gente, que reclaman millonadas a sus exparejas? ¿Cómo se pueden mirar en el espejo sin sentir asco? Es algo indigno, y a una persona trabajadora jamás se le debería ocurrir pedir un duro. No tengo especial preferencia por los gananciales o la separación de bienes, pero imagino que los tribunales de Valencia van a ahorrarse muchos pleitos desde que la Generalitad impusiese por defecto el sistema de separación, hace sólo un año. La gente, cuando se rompe su pareja, se vuelve especialmente psicópata. Si alguien a quien quiero se fuese a divorciar, le trataría de disuadir de que exigiese nada. Se puede entender en madres que dejaron su trabajo por cuidar a sus hijos. Pero no cuando una vez sus hijos se hicieron mayores, siguieron dedicando las mañanas a jugar al bridge.

Ateísmo

Me entero hoy que una asociación pro-ateísmo de Reino Unido ha puesto publicidad en los autobuses que dice "Probablemente Dios no exista. Ahora deja de preocuparte. Disfruta de tu vida".

Si la fe se tiene que llevar por dentro, el ateísmo igual. Qué amargado y sufrido tienes que estar para promover y pagar por ese anuncio. Qué poco disfrutan de la vida algunos, que el viernes que viene han quedado en la puerta de un colegio para decirle a los críos que los Reyes Magos no existen. Así los niños dejarán de preocuparse.
No creo en Dios, pero sí creo en la fe de las personas que creen en Dios. La fe mueve montañas, y la esperanza puede ayudar mucho a las personas. Hay distintos tipos de fe: no admiro nada la del puritano, enfermo por no ofender a Dios, pero sí la fe del tipo que confía en que las cosas puedan mejorar: porque a veces es esa fe la que cura un cáncer, cuando la enfermedad necesita mucho del optimismo del paciente. Hay personas muy desgraciadas que siguen sonriendo por su unión con Dios. Personas dedicadas a los pobres y desvalidos sólo porque sienten que Dios se lo ha perdido, cuando ni el Estado se responsabiliza de los necesitados. Personas que hacen cosas maravillosas, y que ni nos enteramos, personas de las que yo no me reiré jamás porque no podría ser tan miserable. Quizá sea verdad que Dios no existe, pero sí existen los milagros que hacen los que le tienen fe. No milagros espirituales, sino hechos diarios que ayudan a que el engranaje de este mundo se mueva. Esos merecen mi respeto. Y también el de los ateos, si pueden, que dedican su dinero a cosas mucho más inútiles que mejorar el mundo.

No es árabe. Es decente

Leo la última de McCain, que sería muy bonita por su parte (decir que Obama es "decente") de no ser porque la mujer le pregunta si es verdad que el candidato republicano es árabe, como ha leído en Internet.

Los medios se hacen eco de la defenda de McCain a Obama pero no veo comentario alguno a su crítica a los árabes, que por lógica son "indecentes" y "malos padres de familia", ya que es precisamente lo que el republicano entiende por decente.
No voy a ignorar el hecho de que hay un gran porcentaje de la comunidad árabe retrógrada y machista, pero igual la hay en otros ámbitos (el partido republicano, por poner un ejemplo) y nadie dice nada. Me molesta, porque debe ser humillante para un árabe decente, porque debe ser humillante ver como te etiquetan diariamente de terrorista, machista y fanático. Digo yo que habrá de todo.
En España es pronto para hablar. Todavía tenemos la primera generación de inmigrantes musulmanes, y por eso no hemos visto una sóla árabe trabajando de cajera, o cuidando niños. Pero basta viajar a Londres para comprobar que están mucho mejor integrados, y que es cuestión de tiempo que también lo estén en nuestro país. Lo ideal sería que todos se desprendiesen de esos pensamientos tan arcaicos, pero mi defensa es por los musulmanes que tratan a sus mujeres con respeto, por las musulmanas que tienen aspiraciones, y por todos los que condenan el terrorismo islámico y simplemente quieren vivir de acuerdo a una religión que no tiene que ser necesariamente dañina. ¿Qué sabemos del Islam? Al sur de España tenemos unos cuantos países musulmanes a los que hemos dado siempre la espalda. Sabemos más del punto más recóndito de Europa que de Marruecos, que está a unos pocos kilómetros de Andalucía (o rodeando nuestras Ceuta y Melilla, que tampoco es poco). En Túnez vi a mujeres conduciendo y haciendo todo tipo de trabajos sin la menor preocupación. En Marruecos hay hasta líderes políticas, como la alcaldesa de Essaouira. ¿Cómo serán estos 70.000 habitantes, que depositaron su fe en una mujer? Son árabes. Y pese a lo que diga McCain, pueden ser decentes. Desde luego, cuando es Estados Unidos el que etiqueta, nadie se puede librar de ser enemigo público. Y sólo hay que revisar los dos debates electorales entre candidatos presidenciales para saber que ni el mismo McCain tiene claro si España es aliada o enemiga. Que Obama tampoco se ponga flores: no quiso venir a España en su tour europeo. Que no se las de de nada.