Crímenes peores
domingo, 25 de agosto de 2013
Dictaduras que merecen la pena
domingo, 17 de marzo de 2013
Decirlo
domingo, 6 de mayo de 2012
Los salemitas mexicanos y los niños incómodos
viernes, 13 de abril de 2012
El asunto argentino
martes, 3 de abril de 2012
El antropólogo sentimental
viernes, 23 de marzo de 2012
La sensibilidad de los unos
viernes, 2 de marzo de 2012
Un judío contra Crónicas Salemitas
martes, 20 de diciembre de 2011
Hola, bueno no se por donde empezar esta carta,creo que empezare felicitándote por todos los proyectos tan exitosos que has realizado, siempre sentí gran admiración hacia ti. Hoy leyendo tu blog, sentí curiosidad y busqué Israel en tu blog, para mi sorpresa descubrí después de tantos años de seguir tus trabajos (principalmente en HL) tus tendencias anti-Israel. Debo confesar que sentí gran desilusión al leer todas tus entradas sobre Israel, aunque no entiendo por que ese sentimiento, ya que como israelí estoy acostumbrado a ser insultado y minimizado por muchas personas, creo que fue por pensar en ti de manera muy diferente cuando leía lo que escribías y todo lo que hacías. Es molesto saber que hay personas que consideran que la existencia de tu país no vale nada, y que tu pueblo no es considerado "raza" (obviamente no somos una raza, ya que estas no existen, solo existen las etnias), pero me gustaría decirte que si somos un grupo étnico, descendientes del antiguo pueblo de Israel (Estudios de ADN lo comprueban).No te empezare a hablar de los logros del pueblo judío tales como conservar su idioma, cultura, etc; ya que considero que eres una persona bastante culta por lo cual no creo que necesitas que te hable de eso. Leí que no crees que el estado de Israel deba de existir, y estoy seguro que no eres el único, pero Cronista, dime, ¿Quien no querría un país para su pueblo después de haber sido masacrado y perseguido por 2 mil años?, ¿Quien?, en tu país España, fuimos perseguidos y expulsados, en el resto de Europa igual. Israel representa mucho para mi y para mi familia, mi abuela se vio en la necesidad de escapar de Francia ya que eran perseguidos y el único lugar en el cual encontró refugio fue en la tierra que seria llamada Estado de Israel unos años después. Nosotros no somos racistas, en el país el 20% de la población es árabe y tienen plenos derechos y representación parlamentaria (somos la única democracia en la región). Tenemos un problema grande con el pueblo palestino, pero este no puede pretender ser arreglado expulsando a los judíos una vez más de su tierra. Yo soy de los que creen en una solución de 2 estados uno palestino y otro el ya existente estado de Israel.Vi que criticabas a Israel por sus acciones en Gaza, pero esta ofensiva solo se dio después de varios ultimátum a Hamas el cual lanzaba cohetes días tras día contra nuestra población civil,con esto no pretendo cambiar tu punto de vista, pero solo te pido que reflexiones un poco tus palabras, ya que al igual que los palestinos, nosotros somos personas, personas que han dado mucho de sí mismas para mantener Israel viva, y aunque tenemos a más de la mitad en nuestra contra lo seguiremos haciendo,ya que aunque para ustedes somos igual que los nazis, nosotros no hemos causado ningún genocidio contra el pueblo palestino, su población aumenta cada año.Para concluir quiero decirte que nosotros, Israel, no somos un país perfecto, como no lo es ninguno, ni España, ni EE.UU., ni Reino Unido, ni Francia. Todos esos países tienen historias oscuras, mucho más oscuras que la de Israel, mas aún así yo no cuestiono su derecho a existir. Al leer tus entradas me sentí bastante ofendido ya que alguien piense que si un soldado israelí muere defendiendo su país no tiene valor es bastante ofensivo, ya que toda mi familia a prestado su servicio militar, y el próximo año es mi turno, pero yo no pienso en matar ningun niño o a un civil, yo solo voy a defender a mi país y a mi pueblo, que si a alguien le da por intentar masacras a los judíos nuevamente, esta vez tendremos como defendernos, al igual que lo querrías tú, para defender a tu madre, padre y todo lo que amas, y lo que yo amo es mi hogar y mi hogares Israel.
Estimado Johnssy:
Primero de todo, muchas gracias por tomarte la molestia de escribir y hacerlo tan bien y con tanta educación. Yo nunca he escrito el blog pensando en que lo pudiesen leer israelíes, así que reconozco que tu e-mail me ha sorprendido bastante. Lo he leído con atención y también he hecho lo mismo que tú: revisar los artículos del blog relacionados con Israel. Lo cierto, después de leerlos todos, es que es indudable que Crónicas Salemitas mantiene un discurso durísimo al respecto.
Sin embargo, no puedo rectificar. No puedo evitar mantener mi oposición a un país creado en el siglo XX, en un territorio donde los palestinos han sido los últimos en ser preguntados, y en virtud a una historia antigua de la que ya había pasado demasiado tiempo. Sí, ahí vivió el pueblo judío pero ¿hace cuánto tiempo? ¿Acaso eso es argumento para retomar por la fuerza el lugar? ¿Qué ocurriría si todos los pueblos desplazados hiciesen lo mismo? ¿Habría un sólo país en el mundo que se salvase de la ocupación? Lo dudo. Todos venimos de distintos lugares si echamos la vista a siglos o milenios atrás. Tratar de retomar los mapas de la Antigüedad es una barbaridad que nunca debería haberse consentido, y cuyo único aval ha sido el dinero. Israel jamás hubiese existido si el pueblo judío no tuviese más dinero que el palestino.
Hay un punto en el que sí quiero rectificar y pedirte disculpas: cuando infravaloro la muerte de un soldado israelí. Jamás hay que despreciarla. Punto. Como tampoco debería haber ocurrido todo lo anterior, pero es lógico y respetable que estos soldados defiendan su país, por muy controvertido que sea. Os entiendo. Otra cosa muy distinta es que os apoye.
Lo siento si te he ofendido porque no era mi intención. Pero soy de los que cree que Israel no tenía que constituirse, y que ni un millón de holocaustos son motivo para hacer algo así. En todo caso, muchas gracias por escribir con tanto respeto y educación.Un saludo,
C.
La duda
lunes, 28 de noviembre de 2011
La película no se contenta con enturbiar a los protagonistas, que también arrastra hasta el fango de la incertidumbre a quien la ve. Nos obliga a posicionarnos, a elegir quién miente y quién dice la verdad. Que la duda no se quede en el despacho de la directora, sino que nosotros, los que pasábamos por ahí, también formemos parte. La película nos obliga a transformarnos en los monstruos que acusan sin pruebas suficientes al pederasta o en monstruos que dejan al pederasta hacer lo que quiere hacer, dos papeles, en cualquier caso, horrendos. Pero la película no es fantasía ni ciencia ficción. Es de un realismo que apabulla.
De todas las miserias que puede cometer el hombre, ninguna me produce tanto miedo y desprecio como el abusar de un menor. No puedo imaginar tanta bestialidad y tan cerca, y algo dentro de mí me dice que hay motivos suficientes (y los niños, lo primero) para prescindir de la presunción de inocencia si se trata de arrancar de raíz un problema que marcará de por vida a tantas criaturas como alcance a tocar. Comprendo a la madre superiora que lo quiere apartar del colegio para proteger a todos los chicos de su influencia, ¿quién no actuaría así? Cuando sabemos que la falta de pruebas no demuestra siempre la inocencia, ¿cómo esperar un mes, tres o quince años de dudas y posibles abusos para saber la verdad, si es que alguna vez se descubriese? ¿Qué presunción de inocencia es esa, que protege la honorabilidad de un posible pederasta más que a unos niños demasiado débiles, demasiado desamparados y demasiado inocentes para recoger pruebas?
Pero es que es la grandiosidad del mal que nos hace querer prescindir de la presunción de inocencia la misma que justifica la misma. Entonces recuerdo que todos, sin excepción, somos inocentes hasta que se demuestra lo contrario, y eso se aplica desde al que roba una barra de pan para tener algo que comer, hasta el que ha puesto sus manos sobre un niño. Y el hecho de que sea el peor delito de todo no es motivo para bajar las alarmas y olvidarnos de la presunción: es más importante si cabe, porque si bien debemos emplear todas las herramientas posibles para proteger a un menor de algo así, no debemos preocuparnos menos de preservar la honorabilidad de quienes pueden ser acusados de semejante monstruosidad sin pruebas. Así que comprendo las dudas de la monja joven. Comprendo que no se atreva a señalar. Y comprendo que retire su dedo índice y lo guarde en su puño tenso, incluso con dudas, lo comprendo incluso si su decisión de callar la boca da a un pederasta alas para volver a actuar. Lo comprendo, lo respeto y al mismo tiempo me repugna.
Al final no sé qué pensar. Quizá ese sea el éxito de la duda. Se instala en nuestra serena tranquilidad y enturbia las aguas hasta volverlas tormentas. Transforma nuestro pensamiento y visión. Quiero creer en la inocencia de todos los hombres, pero cuando pienso que otros como yo creyeron a los que más tarde se demostraron pederastas, o a los que siempre lo fueron pero actuaron con impunidad, se me quitan las ganas de los presuntos. Que me llamen lo que quieran, pero hay que tener la sangre muy fría para dejar a tus hijos con alguien sospechoso de ser pederasta, y confiar en que el tiempo demuestre que lo es (si es que alguna vez se puede demostrar). No quiero yo semejantes ejercicios de ciudadanía. Porque lo peor que te puede pasar no es cargar con la duda: existe algo peor, y es cargar con la culpabilidad.
Qué no hice el 11-S
lunes, 12 de septiembre de 2011
Yo: G., ¿te acuerdas de qué hiciste el 11-S?
G.: Claro que me acuerdo.
Yo: ¿Y qué fue? (con risilla. «¡Estuviste conmigo, tío!»).G.: Es muy vergonzoso.
Yo: (sorprendido) ¿Vergonzoso? ¿Por qué?
G.: Porque tuve una cita con una chica a la que no volví a ver nunca más. Desayuné con ella y ni siquiera me acuerdo de su nombre.
Yo: (más sorprendido) A ver. Puede ser que desayunases con ella. Pero lo de las Torres Gemelas ocurrió a las tres de la tarde españolas. Ya habías desayunado, almorzado y comido. ¿No recuerdas nada del directo?
G.: Pues que lo vi con ella. ¿Seguro que no fue por la mañana? Yo recuerdo el desayuno en El Corte Inglés y juraría que estaban las imágenes en la tele.
Yo: Que sí, G., que fue por la tarde. No pudiste verlo en el desayuno. A ver, ¿no te acuerdas de que estuvimos comentándolo en el parque?
G.: Joé, no sé. A ti te tengo muy visto (G. ostenta el título de mi Amigo Más Antiguo. Desde la guardería), pero a esa chica sólo la vi unas veces. Puede que estuviese luego contigo, pero no me acuerdo.
Yo: ¿Te acuerdas de qué hacías en el 11-S?
Mi hermana: Estudiar un examen de Economía en la biblioteca de la universidad.
Yo: No puede ser.
Mi hermana: Jopé que no (en verdad no escribió «Jopé», pero al caso es lo mismo), claro que sí. Luego comí en casa.
Yo: (desesperado) ¿Te acuerdas de mí?
Mi hermana: No. (Luego, una hora después, para que no me sienta una miseria) Sorry.
El plasta que se sienta a mi lado
miércoles, 10 de agosto de 2011
Si Cuba vuelve a pertenecer a España
miércoles, 20 de julio de 2011
Caerme mal
lunes, 4 de julio de 2011
Los aburridos
lunes, 27 de junio de 2011
Hijos de todos, abortos de ellas
viernes, 10 de junio de 2011
Porque puede estallar la guerra
sábado, 4 de junio de 2011
Osama ha muerto. ¡Viva Obama!
lunes, 2 de mayo de 2011
Mi cerebro sale de su letargo matinal cuando entro a la prensa digital y leo «EEUU mata a Bin Laden». Rápido y efectivo, como el atentado del 11-S: ha caído el terrorista más buscado del mundo. Cuando la crisis más nos azota, aparece al fin el billete de quinientos euros.
Hace poco leí que el ejército estadounidense estaba desesperado por atraparlo. Me sorprendió reencontrarme con Bin Laden, porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que leí algo sobre él. Hoy tengo que celebrar la noticia de su ejecución como un bien al mundo.
Lástima que no pueda sumarme a las celebraciones. Una operación militar a matar no es para brindar con cava. Lo propio es un enjuiciamiento, sean cuales sean las circunstancias. Se supone que la pena capital debería ser la pena máxima, y no algo que se hace en lugar de todo lo demás. No importa si las víctimas son una, mil o un millón, todos tenemos derechos legales, todos. Y si Bin Laden es sentenciado por sus crímenes, incluso si después lo ejecutan legalmente (por la ley estadounidense, o la paquistaní), todos salimos reforzados. Sí, también la libertad a la que ese demonio removió los cimientos. No la valorarán tanto cuando son capaces de olvidarse de los derechos más básicos para darle caza.
Gracias a Dios que nuestro país tiene un poco más de decencia y que no hay cabeza de ETA que caiga ejecutado en una operación militar. De hecho, no se ejecutan ni después, aunque para eso ya hay gustos. Lo que nadie debería cuestionar, defienda la pena capital o no, es que el derecho a juicio es inherente a la persona. Sintiéndolo mucho, esta tarde no estaré en Times Square celebrando un nuevo fracaso de los valores de Occidente. Tampoco iré a la Cibeles a celebrarlo: porque no me olvido que él también fue el responsable último del día más negro de nuestra historia moderna, y no por eso le deseo la muerte. Lo que deseaba ya no se podrá cumplir. Justicia, no guillotina.
Quiero vivir en la ciudad
domingo, 3 de abril de 2011
¿Quién nos ha dado vela en ese entierro?
lunes, 21 de marzo de 2011
Gadafi fue hasta hace dos días el amigo árabe de Estados Unidos y Europa. Quien entonces era un excéntrico, hoy no es más que un loco de atar, pero el resto de las piezas del tablero se mueve rápidamente para arrinconarlo contra el paredón. Nadie hace un examen de conciencia del tipo ¿Cómo pude apoyarlo hasta ahora? Se le aniquila y no hay más que hablar.
No es la primera vez que Occidente despliega su armamento en defensa de la libertad, ni tampoco que lo hace contra un enemigo que otrora fue aliado. Y dejando al margen los intereses encubiertos (petróleo, bases militares o la posibilidad de construir un Marina d'Or oriental), ¿el fin justifica los medios? ¿Tenemos autoridad moral para hacer el bien allá donde no pertenecemos?
España vivió más de tres décadas de dictadura. Si Estados Unidos -o cualquier otro país- hubiese intervenido nuestro país, seguramente habríamos alcanzado la democracia mucho antes. Sin embargo, y a riesgo de equivocarme (no viví esa época, y son los perseguidos de entonces quien tienen auténtica potestad para hablar, no yo), me cuesta creer que nuestra sociedad fuese la de hoy en día, tan libre, si hubiésemos debido nuestra liberación a una nación extranjera. Nos fue bien esperando el momento, aunque ojalá hubiese llegado antes. Lo hicimos a nuestra manera. Nadie nos dijo cómo se hace una democracia, nadie llegó como adalid de la civilización. Fuimos -fueron, españolitos de entonces- los creadores del mismo nuevo Estado. ¿Quién, sino el nacional, puede reinventar su nación?
Por eso no acabo de formarme una opinión con Libia. Quiero que disfruten de la democracia y se dé fin a la opresión, pero soy escéptico con las intenciones occidentales. Incluso si los propósitos de nuestros líderes fuesen honestos, dudo que su intromisión sea la mejor solución. Claro que hay que hacer algo, pero no sé qué es. En lo que a mí como español me afecta, doy gracias porque nosotros fuimos principio, desarrollo y fin de nuestra propia transición.
¿Qué cojones pasa en México?
sábado, 5 de marzo de 2011
Lo que hace esta entrada diferente a la dedicada a otros países con conflictos es que hay muchos salemitas de allí. No tengo que especular y equivocarme: puedo cederles la palabra y que digan ellos cómo es vivir en México, cómo es naturalizar el drama, cómo es la realidad, el miedo, sin intermediarios mediáticos ni un océano de por medio. Mexicano, ¿qué pasa con México?